viernes, 24 de septiembre de 2010

El Estado y la crisis / Jesús Rodríguez Barrio *

A finales del año 2008 el Estado era la solución. Ahora parece ser el problema. Entonces hasta los neoliberales más extremos exigieron la intervención de los bancos centrales y los gobiernos para salvar al sistema financiero mundial. Los bancos centrales emitieron enormes cantidades de nuevo dinero para comprar los activos-basura que había generado la especulación financiero-inmobiliaria. 
En Europa, el Banco Central Europeo entregó 5 billones de euros de nueva emisión (1 billón europeo = 1 millón de millones) a cambio de los activos-basura carentes de valor que tenían los grandes bancos europeos (es decir: regaló 5 billones de euros a la banca europea). A partir de ese momento, una vez socializadas las pérdidas de la burbuja financiera, los gobiernos se centraron en hacer frente a la crisis económica.
Los manuales de macroeconomía han suministrado siempre una variada gama de políticas recomendables para una situación de crisis económica, con caída de la demanda efectiva, desempleo de recursos y capacidad productiva excedentaria. Todas estas políticas podrían agruparse en dos grandes bloques: las que incentivan la demanda privada y las que crean directamente demanda pública.
Los mismos manuales indican que, ante una crisis importante, los incentivos al gasto privado suelen ser de poca utilidad debido a las malas expectativas y al aumento del ahorro como consecuencia de la incertidumbre y el miedo.
En consecuencia, los gobiernos acometieron ambiciosos programas de gasto público, además de atender al coste de los estabilizadores automáticos (seguro de desempleo…) para sostener la economía y evitar una depresión profunda.
Hasta aquí todo es keynesianismo de manual. ¿Qué ha pasado desde entonces para llegar a la situación actual, en la cual las dificultades financieras de los estados parecen ser el principal problema de la economía?. Repasemos los factores que han intervenido en este caso.
1.- ¿Qué estados han enfrentado la crisis?
Los modelos macroeconómicos han supuesto siempre que el Estado es un organismo poderoso, con variedad de recursos a su disposición y con autonomía suficiente para conseguir nuevos recursos en caso de necesidad. Pero la crisis actual ha revelado que en las economías desarrolladas esto ya no es así. Treinta años de neoliberalismo, con sucesivas rebajas de impuestos, liquidación de la propiedad pública y externalización de los servicios públicos, han colocado al Estado en una situación cada vez más marginal dentro la actividad económica. 
Los estados que han enfrentado la crisis carecían, en muchos casos, de empresas públicas y sus ingresos fiscales eran insuficientes para acometer programas de inversión ambiciosos. El modelo fiscal del neoliberalismo ha demostrado ser absolutamente procíclico, con rebajas continuas de impuestos durante la parte expansiva del ciclo. Y cuando ha estallado la crisis se ha rechazado cualquier aumento de la presión fiscal con el argumento de sus posibles efectos contractivos sobre la demanda.
Cuando los ingresos fiscales del Estado resultan insuficientes para hacer frente a los gastos, aparece la figura del déficit público. El déficit debe ser financiado. Dicho de otra manera: en esta situación el Estado necesita medios de pago adicionales para hacer frente al desfase entre el gasto y los ingresos fiscales. Hay dos formas de conseguirlo: 1) Emitir nuevo dinero (monetización del déficit). 2) Tomar dinero prestado de las familias o instituciones financieras nacionales o extranjeras mediante la emisión y venta de títulos de la deuda pública en los mercados financieros. Esto nos conduce directamente al segundo factor.
2.- La soberanía monetaria.
Los manuales de macroeconomía que llevamos utilizando tantos años dicen, también, que lo más expansivo (y, por lo tanto, lo más recomendable en situaciones depresivas) es financiar el déficit público, al menos parcialmente, mediante la emisión de nuevo dinero. La deuda pública traslada la capacidad de gasto de las manos privadas al Estado. El nuevo dinero, en cambio, crea nueva capacidad de gasto público sin reducir la capacidad de gasto privado. 
Además, mantiene los tipos de interés bajos, con lo cual incentiva la inversión privada y el consumo privado a crédito. Solo tiene el inconveniente de aumentar el riesgo de inflación porque se supone que un aumento de la demanda en términos monetarios, si no va acompañada de un aumento del producto en términos reales, hará subir los precios tarde o temprano. Pero, si excluimos el riesgo de inflación, lo más recomendable es combinar la política monetaria expansiva y la política fiscal expansiva.
La posibilidad anterior solo es evidente, claro, si el Estado tiene la capacidad para emitir nuevo dinero, de forma autónoma, en función de las necesidades de su propia política económica. Esto excluye de entrada a los países de la Unión Europea que tienen el euro como moneda común (los que pertenecen a la zona euro). Estos países han delegado su política monetaria en un organismo supranacional llamado Banco Central Europeo que se supone que, aparte de emitir la moneda única, debería asumir, de forma colectiva parte de las funciones que antes cumplía en cada país el Banco Central del Estado.
Una de esas funciones, muy importante cuando hay déficit público, es la de actuar como garante de los pagos de la deuda pública. En caso de necesidad, el Banco Central emitirá nuevo dinero para atender al servicio de la deuda (pagar los intereses) o amortizarla a su vencimiento. En esto, como en tantos otros casos de actuación de la autoridad pública, lo importante no es tanto que lo haga sino que se sepa que lo hará si es necesario, porque excluye el riesgo de insolvencia o devaluación (técnicamente se dice reestructuración) de la deuda pública. 
En condiciones normales, eso es lo que hace distinta a la deuda pública frente a los bonos privados. La renta no solo es fija sino que, además, está garantizada y el único riesgo que existe es el derivado de la falta de liquidez de los bonos a largo plazo o la posible subida del tipo de interés de mercado.
Esto marca, de entrada, una importante diferencia: el déficit público ha resultado ser, en mayor o menor medida, un problema importante en todos los países. Pero no todos lo han afrontado igual. Los países con soberanía monetaria la han utilizado ampliamente para monetizar el déficit y financiar la política fiscal expansiva, a la vez que para garantizar la deuda y estabilizar su valor en los mercados financieros. 
Por el contrario, los países de la Unión Europea sin soberanía monetaria se han enfrentado al déficit con el único instrumento de la deuda pública, que en consecuencia ha debido crecer aún más, mientras el Banco Central Europeo se limitaba a recomendar planes de austeridad fiscal y abandonaba a su suerte a los países en dificultades.
En un momento especialmente crítico de la historia económica contemporánea, los países de la zona euro con dificultades financieras derivadas de la crisis han descubierto, de forma especialmente cruda, una amarga verdad que hasta ahora no se había manifestado así: a partir de ahora, la máquina de hacer billetes nunca más será utilizada para combinar la política monetaria y la política fiscal mientras que será utilizada sin freno y sin límite para pagar las pérdidas del sistema financiero. 
No nos dimos cuenta, pero la creación del Banco Central Europeo, como un organismo supranacional al margen de los estados, significó simple y llanamente un golpe de estado financiero por el cual un puñado de neoliberales se apropiaron de la máquina de hacer billetes, que a partir de ahora solo será utilizada como garantía de sus negocios financieros y nunca más como verdadero instrumento de política económica.
3.- El riesgo de inflación.
Uno de los argumentos que se han utilizado en defensa del comportamiento anteriormente descrito ha sido el riesgo de inflación. Al parecer, los cinco billones de dinero legal regalados a la banca no tenían efectos inflacionistas. Algo de cierto hay en ello: en realidad, no sirvieron para crear nuevo dinero bancario sino para consolidar un dinero bancario, previamente creado por la especulación y que se apoyaba simplemente en el aire de una burbuja que acababa de reventar. Hasta el presente no han producido inflación, pero evitaron la deflación. 
En realidad, esto lleva implícita la respuesta a la pregunta tantas veces formulada por el público en los últimos tiempos: ¿Cómo puede ser que estos bancos que han recibido cantidades billonarias de euros no concedan créditos a las actividades productivas y estén asfixiando la recuperación económica?. Pues precisamente por eso: no pueden crear nuevo dinero bancario porque estas cantidades recibidas como regalo se han utilizado, simplemente, para consolidar el que habían creado, de forma fraudulenta, con anterioridad.
Monetizar el déficit si crearía dinero y gasto: el gasto de los parados y los pensionistas. Aumentaría la demanda y la actividad económica y reduciría el desempleo; produciría un aumento de los ingresos fiscales y, finalmente, reduciría el déficit. La simple posibilidad de hacerlo ayudaría a sostener la deuda.
Pero la inflación solo aparecería en la medida en que la demanda, en términos monetarios, creciera más deprisa que la producción. En unas economías que atraviesan una grave recesión y que han estado al borde de la deflación, el riesgo de una inflación moderada es mucho menos grave que el de caer en una profunda depresión.
4.- La crisis de la deuda.
En esas estábamos cuando, en la primavera de este año 2010, se disparó la especulación sobre la deuda de los países del sur de Europa. Por diversos motivos, la economía de estos países era mucho más débil para afrontar la crisis. En algunos casos, simplemente por su menor desarrollo económico (Grecia…). En otros (como España) porque su milagro económico se había basado en la especulación financiera e inmobiliaria. 
En esos países el Estado se vio obligado a afrontar importantes gastos sociales después de una larga serie de años de constantes rebajas impositivas a las rentas más altas y después de haber afrontado importantes gastos en inversión pública y en ayudas financieras a la banca para frenar el primer embate de la crisis.
El importante crecimiento de la deuda fue utilizado por los especuladores para forzar a la baja sus precios de venta y elevar el tipo de interés de mercado ante la ausencia de garantías, por parte de las instituciones financieras, frente al riesgo de impago.
La deuda de estos países se vio abandonada a su suerte frente a la especulación imparable de los “mercados financieros”.
5.- La “dictadura de los mercados”.
Había que hacer algo para tranquilizar a los mercados. Esos “mercados financieros” rescatados con la máquina de hacer billetes especulaban ahora con la deuda de los estados que carecían de ella para defenderse.
¿Qué querían los “mercados financieros”?. Básicamente, garantías para seguir especulando y haciendo buenos negocios con la deuda pública. En ausencia de Banco del Estado, la única garantía de seguir cobrando viene del aumento de los ingresos y la reducción del gasto. Lo primero solo se ha afrontado por la vía de los impuestos indirectos, medida regresiva y contractiva (y, por cierto, también inflacionista). Lo segundo, por la vía de reducir el salario de los empleados públicos y todo tipo de prestaciones sociales.
Bajo el chantaje de los especuladores, incluso los gobiernos de color progresista se han visto obligados a poner en marcha importantes planes de recorte del gasto público, de contenido totalmente contrario a sus propios programas electorales. La deuda de los países había sido secuestrada y fue necesario pagar el rescate.
6.- Los planes de austeridad y la nueva política económica.
¿Qué queda ahora?. La evidencia ha demostrado que un país sin soberanía monetaria no puede sostener de forma continuada un programa importante de inversión pública, basado en las propuestas keynesianas, para hacer frente a la crisis. Probablemente, tampoco se pretendía eso. Ahora se trata, según se dice, de sanear las finanzas públicas para recuperar la confianza de los “mercados financieros” mientras se espera que el sector privado recupere la actividad necesaria para salir de la crisis.
¿Salir, cómo?. Es evidente que, en ausencia de estímulos públicos, la demanda interior tardará mucho en alcanzar el nivel necesario para iniciar una recuperación sostenida, especialmente en un país como España fuertemente afectado por la burbuja financiero-inmobiliaria.
En ausencia de demanda interior, solo cabe confiar en la competitividad exportadora.
Y, en ausencia de moneda propia, la única forma de recuperar esa competitividad es la depresión general de salarios y precios. Es lo que llamamos la devaluación interior. La depresión y el desempleo, junto con reformas convenientes de la legislación laboral, permitirán reducir los costes laborales. Se supone que ello permitirá reducir los precios de los productos exportados y aumentar las exportaciones, que tomarán el relevo de la demanda interior y permitirán recuperar el crecimiento sobre la base de exportaciones baratas y bajos costes salariales.
Esta es la nueva política económica que se impone en la Unión Europea, especialmente para los países con dificultades financieras (básicamente los del sur). Se trata de convertir a Europa en una economía exportadora (como China o La India) basada en los bajos costes salariales y la minimización del Estado del Bienestar. Esta política puede ser viable para los países más fuertes y competitivos, como Alemania, a costa de importantes recortes sociales, mientras las principales economías no europeas (USA, China…) escapen a la recesión. 
Y, además, la austeridad presupuestaria garantiza que los países del sur harán frente a su deuda, mayoritariamente en poder de los bancos alemanes. Es un modelo diseñado a la medida de los acreedores-especuladores financieros.
Pero para la población de los estados del sur de Europa supone un largo calvario de sacrificios, que ni siquiera garantizan mejoras económicas a largo plazo, y que llevan anexa la liquidación de lo que quedaba del estado del bienestar.
7.- La ruina del Estado.
A estas alturas ya resulta evidente que uno de los rasgos diferenciales de esta crisis, frente a otras anteriores, es el endeudamiento masivo y la ruina generalizada de los estados resultantes.
Unos estados minimizados después de treinta años de neoliberalismo, y reducidos a la impotencia fiscal por el dogma liberal-conservador, han tenido que hacer frente a la crisis más profunda desde la segunda guerra mundial y, en algunos casos, han debido hacerlo privados de la mitad de sus instrumentos de política económica. Los estados sin moneda propia, como si se tratase de una representación teatral de los modelos macroeconómicos, se han encontrado interviniendo en un sistema compartimentado a la manera cuantitativista, en el cual la única forma de evitar la bancarrota del estado es el endeudamiento ilimitado o la liquidación de los servicios públicos.
El resultado ha sido, no solo el fracaso de las políticas económicas anti crisis, sino también el inicio de un camino sin retorno para minimizar, externalizar y privatizar lo que aún quedaba del estado del bienestar; al tiempo que se aprueban reformas legales que reducen los derechos y garantías laborales para poder cargar, aún más, sobre los trabajadores el coste de la crisis.
Si la ciudadanía no reacciona frente a este curso de los acontecimientos económicos y sociales, cuando algún día se alcance algo parecido a la recuperación económica, el sistema en el que vivirán los ciudadanos del futuro será muy diferente de la economía social de mercado que durante tantos años vendió el capitalismo como imagen (que no como realidad) de su modelo social.
8.- Epílogo.
En la primavera de este año 2010, en el momento álgido de la especulación financiera contra la deuda del Reino de España, el primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero, se lamentaba de la maldad de los bancos que especulaban con la deuda de los estados del sur de Europa después de haber sido rescatados con dinero público. El tono, dolido y apenado, parecía representar la reacción de alguien que descubre, con tristeza, el carácter despiadado y voraz de algo que hasta el momento había considerado una institución benéfica.
Como en aquel famoso chiste de los rusos que hablaban sobre las enseñanzas que había transmitido el comunismo, la socialdemocracia europea se dedicó durante muchos años a convencer a la ciudadanía de que todo lo que decía el comunismo sobre sí mismo era mentira. En esa tarea gastó muchos esfuerzos y obtuvo un notable éxito: no es difícil convencer a la gente de algo que se corresponde con la realidad.
Ahora, sin embargo, parecen haber descubierto con amargura lo mismo que ya sabían aquellos rusos: que todo lo que decían del capitalismo era verdad.
Bienvenidos al modelo clásico.
(*) Jesús Rodríguez Barrio es profesor de Análisis Económico en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Madrid.

¿Regreso al futuro? / Steve Keen *

Las cosas pintan, en efecto, mal para la economía estadounidense. El desempleo está fuera de control: especialmente, si se considera el U-6 (que da una tasa de desempleo del 16.7%, un 0.2% más en el último mes) y las medidas de la "estadística en la sombra" , [1] que dan un 22%, un 0.3% más en el último mes y que son harto más realistas que la U-3, una estadística de relaciones públicas que pasa por establecer la tasa "oficial" de desempleo (9,6%, un 0,1% más en el último mes). [2]
Los EEUU se hallan en una depresión, y cuanto antes se reconozca –en vez de pretender negarlo—, tanto mejor. Las acciones del gobierno han atenuado la tasa de declive, pero no la han revertido: un gigantesco estímulo fiscal y monetario que colocado a la economía en el limbo, en lugar de reiniciar el crecimiento, y el arsenal convencional de la política monetariade la Fed está prácticamente exhausto.
Eso empujó al profesor de teoría económica del MIT Ricardo Caballero a sugerir un enfoque más radical a la flexibilización monetaria cuantitativa en un artículo reproduicido el pasado miércoles en Business Spectator (que lo tomó de Vox). La "flexibilización cuantitativa" convencional significa que el Tesoro vende bonos a la Fed, y luego usa el dinero para financiar el gasto, de modo que aumenta la deuda pública, la cual tiene que servirse. Así pues, trocamos un problema de deuda privada por un problema de deuda pública, y el impulso del gasto se invierte a medida que se van retirando los bonos. En vez de eso, Caballero propone:
"… una expansión fiscal (por ejemplo, un recorte temporal y amplio de los impuestos a las ventas) que no incremente la deuda púbica en un monto equivalente. Eso puede hacerse con un 'lanzamiento de billetes desde el helicópero' [en alusión a la célebre sarcasmo de Milton Friedman; T.], cuyo objetivo fuera el Tesoro. Es decir, con un regalo monetario de la Fed al Tesoro". (Ricardo Caballero)
El gobierno gastaría así sin tener que acumular deuda, con el objetivo de causar inflación por la vía de tener "más dólares persiguiendo bienes y servicios". Eso es preferible a la trampa deflacionaria en la que quedó atrapado Japón durante dos décadas y que ahora parece el cada vez más claro destino de los EEUU. Visto así, el plan de Caballero parece razonable: la inflación reduciría el valor real de los activos financieros, desplazaría la riqueza de las generaciones viejas a las jóvenes y estimularía tanto la oferta como la demanda al hacer más atractivos el gasto y la inversión que dejar languidecer en el banco unos dólares abocados a desvalorizarse.
Sin embargo, aunque es verdad que ha llegado la hora de tomar en serio las soluciones radicales, la propuesta de Caballero no sólo conseguiría la mitad de lo que se necesita. Para centrarse en lo substancial: una de las razones capitales por las que hemos llegado hasta aquí es porque los dineros del sector privado, salidos del endeudamiento,  inundaron el dinero del sector público, el dinero fiduciario. Al final, no quedará otro remedio que regresar al balance dinero público / dinero privado que teníamos en los 50 y en los 60 del siglo pasado.
Pero si "regresar al futuro" fuera todo lo que se necesitara, entonces nuestros problemas estarían ya resueltos, porque el lanzamiento de billetes desde el Helicóptero" de Ben [Bernanke] a finales de 2008 nos ha situado ya allí: la ratio entre M0 y M2 [3] se acerca ahora a un 0,25, mucho más alta que el nivel de 1969 (0,14), mientras que la ratio en relación con M3 ha regresado al punto en que se hallaba entonces (me estoy sirviendo para estos cálculos de las estadísticas en la sombra; no las puedo reproducir aquí porque están sujetas a derechos de propiedad).

Cuadro1: Ratio entre la base monetaria de EEUU y otras medidas más amplias
Entonces, ¿por qué no hemos regresado ya al futuro?  ¿Por qué la economía no está ya en auge otra vez y por qué la inflación está dando paso a la deflación?
Pues porque, aun cuando la oferta monetaria ha regresado a sus niveles de 1960, la ratio entre la deuda y el  dinero es manifiestamente diferente. Incluso tras el lanzamiento de billetes desde el Helicópetero de Ben, la ratio entre la deuda y la base monetaria es casi el doble de lo que era en 1960 y casi tres veces más de lo que fue en los días dorados de los 50.
Cuadro 2: Ratio entre la deuda del sector privado en EEUU y el M0
Eso apunta al punto ciego en el pensamiento neoclásico, también de neoclásicos progresistas como Caballero, abiertos a considerar políticas económicas no convencionales: no comprenden cómo se crea el dinero en nuestra economía impulsada por el crédito. A causa de esa incomprensión, no pueden apreciar la ingente cantidad de ese crédito que ha venido a  financiar un esquema piramidal tipo Ponzi en vez de la inversión. Ni pueden entender tampoco el impacto que el desapalancamiento del sector privado está teniendo en la demanda agregada. 
Me ocupé ad nauseam del primer asunto en post "Los barones ladrones del crédito", así que no me repetiré aquí. En cambio, me centraré en el obvio mensaje que ofrece el diagrama anterior: si el gobierno se limita a inyectar su dinero en el sistema, sin restringir al sistema financiero y privarle de especular financieramente en los mercados de activos, lo mejor que cabe esperar es una repetición de la crisis a una escala aún mayor en unos años y varios peldaños abajo. Para verlo, todo lo que tenemos que hacer es observar lo que ocurrió en los años 80.
La ratio entre la deuda y M0, que se había multiplicado por 6 desde los 50, invertió súbitamente su curso cuando la economía implotó como resultado del fiasco final de Savings and Loans [cajas de ahorros regionales en EEUU; T.]. Colapsó el crecimiento de la deuda, y el Estado trató de rescatar al sector financiero de sus locuras con políticas fiscales e incrementando drásticamente la oferta monetaria. Ese rescate acabó teniendo éxito cuando la recesión de los 90 terminó finalmente, pero puesto que las finanzas habían sido estimuladas más que reformadas, el resultado fue que financió dos ulteriores fiascos: la locura del punto.com, primero, y luego, el fraude subprime. 
La razón de que el rescate de los 90 no funcione ahora se ve más clara cuando se observan los cambios en la deuda y en el M0 en términos de dólares brutos (la escala del cambio en m0 es de 1/5 del cambio en la deuda en los dos diagramas que siguen). En los 90, la tasa de crecimiento de la deuda privada se ralentizó en dos tercios, pero no llegó realmente a caer; y  bastó, luego de unos cuantos años, una cuadruplicación de la tasa de crecimiento del M0 (empezando medio año después de que el crecimiento de la deuda comenzara a ralentizarse) para que el partido de Wall Street volviera a la carga. 
Cuadro 3: Cambio en la deuda y en M0 (1986-1995)
Ahora, el cambio en la deuda ha llegado a ser sólidamente negativo: habiendo crecido a un ritmo de 4 billones de dólares por año, ahora decrece a un ritmo de 2 billones. La flexibilización cuantitativa de Bernanke, mucho mayor que la de Greenspan en 1990-94, simplemente no ha bastado para enfrentarse a un sector privado que está en un serio proceso de desapalancamiento.




Cuadro 4: Cambio en la deuda y en M0 (2005-2010)
La flexibilización cuantitativa 2 podría, no obstante, funcionar si el plan de Caballero se ejecutara con gusto y empeño. Pero si todo lo que hacemos es efectuar un rescate monetario, dejando intacto el sector financiero, volverá a renacer una vez más como un esquema Ponzi todavía más gigantesco.
¿Queremos volver a pasar otra vez por esto?
En un próximo artículo explicaré las dos grandes reformas que en mi opinión podrían prevenir otra burbuja crediticia y de activos.
NOTAS T.: [1] Se refiere a la interesante página Shadow Government Statistics. Analysis Behind and Beyond Government Economic Reporting (Estadísticas del gobierno en la sombra: análisis más allá y más acá de los informes económicos del gobierno) mantenida por el estadístico norteamericano John Williams. Para verla, pulse AQUÍ.  [2] La Oficina Laboral de los EEUU tiene 5  métricas alternativas del desempleo: U-1 es el porcentaje de la fuerza de trabajo desempleada por 15 semanas o más.; U-2 es  el porcentaje de la fuerza de trabajo que perdió puestos de trabajo o hizo trabajo temporal; U-3 es la tasa oficial de desempleo, conforme a la definición de la OIT; U-4  es U-3 + "trabajadores desalentados", los que han dejado de buscar trabajo a causa de las actuales condiciones económicas, que les inducen a creer que no lo encontrarán; U-5 es U-4 + otros trabajadores "marginalmente vinculados", o "laxamente vinculados", o que "querrían" y son capaces de trabajar, pero no han buscado trabajo recientemente; U-6 es U-5 + los trabajadores a tiempo parcial que querrían encontrar un trabajo a tiempo completo, pero no lo consiguen a causa de la situación económica general (subempleo). [3]  En política monetaria, M0 representa el total de moneda física, más cuentas bancarias depositadas en el Banco Central; M1 representa M0 + la cantidad en cuentas de demanda (cuentas corrientes); M2: representa M1 + cuentas de ahorros, cuentas de economía de mercado y cuentas de certificados de depósito menores de 100.000 dólares; M3 representa M2 + todos las demás tipos de certificados de depósito, depósitos en eurodólares y reportos; M4 representa M3 + el casi-dinero (pagarés y otros instrumentos financieros muy poco líquidos).  
(*) Steven Keen es un economista matemático australiano de formación marxista que ha trabajado en los últimos años en modelar matemáticamente las premonitorias intuiciones de Hyman Minsky sobre la dinámica del capitalismo financiero actual.

¿Por qué tienen miedo a Wikileaks los Gobiernos y los medios de comunicación? / Daniele Grasso

A finales de julio de este año, Wikileaks publicaba su más sensacional leak (filtración): 92.000 páginas de documentos clasificados como top secret en los que se certifica la violencia de las acciones militares de la OTAN en Afganistán, la corrupción de los servicios secretos paquistaníes y la muerte de millares de civiles. Un historial de la guerra en Afganistán creado por soldados y oficiales de los servicios de inteligencia.

La publicación de estos “diarios afganos” por la página web había sido anunciada tres semanas antes a tres periódicos(el inglés The Guardian, el alemán Die Spiegel y el estadounidense New York Times), que se han limitado a denunciar la presencia de dicha documentación, esperando que fuese sacada en su totalidad por la misma página.

Como señalaba el 9 de agosto Christian Christensen en Le Monde Diplomatique, “no tomar anteriormente el contacto con estos periódicos hubiese causado una confusión de artículos y informaciones sobre el tema en todo el mundo”. Sin embargo, la delicadeza de los argumentos en cuestión ha hecho que los periódicos atacaran a Wikileaks: en el New York Times, ya se le llama “Wiki-kills” (wiki-mata).

“En EE UU desde el Watergate no ha habido otros casos de periodismo realmente enfrentado al poder”

En una entrevista publicada en la versión en inglés de Al Jazeera, Assange aseguraba que en los últimos dos años Wikileaks ha publicado más documentación que los demás medios juntos: “los medios de información están haciendo tan mal trabajo que un pequeño grupo de activistas ha hecho más que todos ellos juntos”. 

Lo que Assange dijo subraya que “el convencional periodismo de investigación hoy en día está bastante enfermo”, explica a Diagonal Vittorio Zambardino, periodista italiano de La Repubblica especializado en comunicación en internet. 

“Más que nada son los periódicos los que no ven la gran demanda que hay de este tipo de periodismo. En EE UU, a los que siempre se les mira como tierra feliz del periodismo de investigación, ha quedado claro a todos que desde el Watergate no ha habido otros casos de periodismo realmente enfrentado al poder”.

Según muchos medios, en el caso de los diarios de la guerra en Afganistán Wikileaks “se ha pasado”, al haber puesto en peligro la vida de los afganos que colaboraron con los militares estadounidenses a lo largo de la ocupación americana del territorio, publicando sus nombres en la web. Y no sólo los medios, sino algunas ONG, como Amnistía Internacional, la misma que en 2009 había premiado a Assange y su portal en la categoría Nuevos Medios por sacar a la luz informes sobre las matanzas en Kenya, denunciaron la posibilidad de repercusiones talibanes sobre estos colaboradores.

¿Revolución hacia la web libre?

La manera de actuar de Wikileaks es relativamente sencilla: cualquier usuario puede convertirse en whistleblower (literalmente, “quien hace sonar un silbato”), sin tener particulares conocimientos de informática, subiendo documentos a la página en el idioma que prefiera. 

Éstos son analizados (así ellos lo aseguran) por el equipo de Wikileaks, que los carga en la página sin que el usuario que los ha propuesto deje ningún tipo de rastro en la red, gracias al uso de tecnologías como FreeNet, TorPgp (sistemas de comunicación y distribución de informaciones en línea descentralizadas, y por ello poco censurables o rastreables). o 

En este sentido, dicen en su página, “Wikileaks es incensurable”. Aspecto fundamental en la nueva era de internet, sobre todo por una página que se propone ‘ser el corazón de una revolución global’ en la que cualquiera pueda enfrentarse a las instituciones ‘a pesar de las mordazas virtuales y físicas o de su condición económica o conocimientos tecnológicos’.

¿Entonces Wikileaks es un paso fundamental para la difusión de la web libre? “Es más un paso hacia adelante y dos atrás” explica a Diagonal Geert Lovink, teórico de los medios de comunicación y creador del Institute of Network Culture, “estamos hablando de grandes cantidades de material, y nosotros, la ‘gente normal’, necesitamos contextualización y análisis para que un caso concreto tenga sentido”. 

Sin embargo, en su opinión, no poniendo los hechos en un discurso comprensible, Wikileaks no deja claro si quiere comportarse “como proveedor de contenidos o como simple contenedor de datos filtrados”. A todo esto, concluye que “Wikileaks está dando un empujón a los medios para que vuelvan a hacer este tipo de trabajo de investigación”.

La verdad se debe publicar

Nacida a finales de 2006, empieza su actividad en julio de 2007, y desde entonces ha publicado 1,2 millones de documentos clasificados como secretos por numerosos gobiernos. La web nace tras las conversaciones en línea de su creador, Julian Assange, periodista y programador, con otros activistas.

Han tomado parte en su creación “disidentes chinos, periodistas, matemáticos y una nueva empresa de tecnología, procedentes de EE UU, Taiwan, Europa, Australia y Sudáfrica”. 

Según el principio de que “la mejor manera de hacer que se conozca la verdad sobre un asunto es publicar en su totalidad los documentos que la tratan”, Wikileaks apunta a que la tecnología del leaking pueda convertirse en un modelo. 

Hasta ahora, ha sobrevivido con un equipo de cinco personas, a los que se suma la colaboración de unas 800 personas.

El periódico que viene / Luis María Anson *

Pedro J. Ramírez se ha anticipado con la aventura de Orbyt. Ese es el periódico que viene. Se fortalecerán los periódicos hablados. Se expandirán los audiovisuales. Se multiplicarán los diarios digitales. Yo mismo presido ahora El Imparcial.es, que tiene un socio de referencia: la Fundación Ortega-Marañón. Pero el periódico que viene es el que ha lanzado Pedro J. Ramírez: el diario tradicional, impreso, no en papel, sino en una pantalla. Estamos ante un nuevo milagro de la tecnología que la sagacidad de los periodistas sabrá potenciar.

Bien en la actual tableta, bien en pantalla de tamaño superior, el lector del periódico de siempre se lo encontrará impreso digitalmente con las mismas características de maquetación, de calidad informativa, de rigor en la información, de colaboración sobresaliente. Le Monde, Le Figaro, The Times, Il Corriere della Sera, Die Welt, La Vanguardia o El País se leerán en el futuro en pantalla, en lugar de impresos sobre papel. 

La empresa periodística convencional se ahorrará así el papel prensa, la impresión, la rotativa y la distribución. Podrá destinar todos esos recursos a mejorar la calidad periodística del diario. El editor de The New York Times, Arthur Sulzberger, ha anunciado lo que Pedro J. Ramírez ha hecho ya. El gran diario neoyorquino lo recibirán sus lectores en tableta y, en poco tiempo, dejará de imprimirse sobre papel. 

La nueva fórmula tecnológica le da la razón a la aldea global de McLuhan. La distribución de El Mundo, del Times, de Le Figaro o del Corriere será instantánea en todo el orbe. Lo mismo en Hong Kong, que en Sidney, en Tokyo que en Moscú, en Londres que en Buenos Aires, al lector de periódico le bastará con encender la pantalla para leer en su habitual formato, en sus secciones, en su maquetación, en su colaboración y reportajes, su diario preferido.

No pasarán muchos años, tal vez antes de 2020, para que todo lo que aquí expongo se convierta en un hecho, robustecedor, por cierto, de la libertad de expresión.

Tendremos, pues, el periódico hablado, el periódico audiovisual, el periódico digital y, además, el tradicional periódico impreso que habrá sustituido el soporte papel por el soporte pantalla.

Y nada habrá cambiado de fondo. El periodismo seguirá siendo el mismo. Los nuevos vehículos para la información no alterarán el ejercicio del profesional que olfatea la noticia, pega su nariz al suelo como un sabueso, persigue su rastro, la desvela y, después de contrastarla, la lanza al vuelo para que el lector, el oyente o el espectador tengan conocimiento de ella. Cambian las tecnologías de forma prodigiosa pero no el ejercicio profesional del periodismo.

En su día se vaticinó la desaparición del periódico impreso cuando apareció la radio. Más tarde se aseguró lo mismo cuando se expandió el milagro de la televisión. Ahora se certifica su defunción ante el periódico digital. El diario convencional permanecerá y se leerá en tableta, es decir, impreso de otra forma. Continuará existiendo si sabe adaptarse a la evolución tecnológica de los tiempos y mantener en sus contenidos la calidad periodística.

(*) Académico de la Real Academia Española de la Lengua y periodista

El FMI teme una “explosión social” a causa de la crisis / Roberto Montoya *

“La crisis financiera no sólo no ha terminado, sino que ha generado una crisis de empleo (…) Esta crisis, la más grave de todas, ha dejado un desierto de desocupados sin parangón”. El director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el socialista francés Dominique Strauss-Khan, dijo estos días, durante la Conferencia sobre Empleo en Oslo, con presencia de mandatarios europeos y representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que la situación del mercado laboral mundial es “catastrófica” y advirtió de los peligros de una “explosión social”. 

Según los datos aportados por el FMI y la OIT, la crisis mundial desatada en 2007 a partir de la crisis de las subprime en Estados Unidos, ha generado unos 30 millones de desempleados nuevos en el mundo, que se suman así al ejército de 180 millones de desocupados ya existentes. 

Calculando el aumento demográfico y el crecimiento anual de la población activa, unos 45 millones de personas, concluyen que en un plazo de diez años podría haber 440 millones de desempleados si no se resuelve el problema.

Strauss-Khan, ministro de Comercio Exterior primero y luego ministro de Economía de Francia, en los años 90, luchó en 2007 por ser el candidato presidencial del Partido Socialista francés, pero los militantes eligieron en las elecciones internas a Segolène Royal. Strauss-Khan no ha abandonado por ello su proyecto de volver a la política francesa por la puerta grande. 

Para el presidente español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, Strauss-Khan es toda una referencia, es un gurú cuyas opiniones respeta enormemente, y cuyos consejos sigue a rajatabla. Pero, a pesar de que Strauss-Khan elogió meses atrás que Rodríguez Zapatero hubiera hecho bien sus deberes al lanzar el mayor ajustazo de un gobierno europeo ante la crisis, le reclama más, más y más.

El mismo Strauss-Khan que ahora se siente horrorizado por el “terrible costo humano” provocado por la crisis, es quien desde hace meses presiona al presidente español para profundizar sus medidas de ajuste, que tienen ….un terrible costo humano. 

En la Conferencia de Oslo el director del FMI presentó a EEUU y a España como los principales ejemplos de lo que va mal, y a Alemania, Japón y Noruega como los países que menos han visto afectados su mercado laboral.

Strauss-Khan recordó que España es el país que sufrió el mayor aumento del desempleo de todas las economías desarrolladas y adujo que en buena medida esto se debía a su situación laboral. El FMI repitió en Oslo sus recetas para España. Sostuvo que en España hay un 32% de trabajo temporal, porque los empresarios no quieren hacer fijos a sus trabajadores dado el elevado coste de los despidos. 

Por ello, según el FMI, hay que reducir las cláusulas de protección del empleo de los trabajadores fijos a los niveles mínimos que tiene la Eurozona (los 16 países que comparten el euro como moneda única), medida con la que supuestamente se reduciría a menos del 20% la contratación temporal. El FMI es partidario también de que se cree más empleos a tiempo parcial, para reducir prácticamente a la mitad el número de desempleados.

La reforma laboral aprobada esta misma semana pasada por el Gobierno español ya ha reducido drásticamente la indemnización para los trabajadores fijos que sean despedidos a partir de ahora por necesidades estrictamente empresariales, pero tanto la patronal como el FMI todavía quieren que sea más barata. 

En sus fuertes concesiones a los empresarios, el Gobierno de Rodríguez Zapatero incluyó una cláusula por la que los patrones ya no tendrán que justificar como hasta ahora documentadamente las razones por las que deciden despedir a trabajadores, ya que bastará que “prevean” situaciones empresariales adversas. 

El FMI también advierte a España de la inconveniencia de aplicar una presión fiscal aún mayor. Y lo hace cuando el Gobierno ya ha aumentado el IVA del 16% al 18%. La advertencia no va dirigida precisamente para que evite impuestos que afecten a sectores populares, sino para que no ceda a la presión de los sindicatos y los partidos de izquierda, que le reclaman a Rodríguez Zapatero que reimplante el impuesto a las grandes fortunas que eliminó hace pocos años, para beneplácito de los ricos.

Tampoco se ha atrevido el Gobierno español a cambiar la fiscalidad de las SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable), el refugio que encuentran las grandes fortunas para tributar prácticamente como mileuristas (los que no ganan más de 1.000 euros mensuales). 

A pesar de las duras exigencias del FMI a España, y de las draconianas condiciones impuestas al Gobierno griego del también socialista Yorgos Papandreu para recibir préstamos con los que enfrentar su brutal crisis, Rodríguez Zapatero no tuvo empacho en decir recientemente que gracias a Strauss-Khan, “el FMI dejó de ser percibido como algo terrorífico”.

Mientras Strauss-Khan decía estos días, por un lado, que había que evitar que los ajustes impidieran cumplir con los Objetivos del Milenio propuestos por la ONU para reducir drásticamente la pobreza en el mundo, por otro lado elogiaba a Rodríguez Zapatero por su ajustazo, que, entre otras medidas, prevé reducir en 600 millones de euros el presupuesto anual para Ayuda al Desarrollo. 

Ese recorte afectará fundamentalmente a ayuda española en Africa y América Latina, como parte de su cumplimiento de los Objetivos del Mileno. Gerardo Díaz Ferrán, aún presidente de la gran patronal, de la CEOE, sepulturero de Aerolíneas Argentinas y del Grupo Marsans, mostrando su gran sensibilidad social, sugirió que el recorte no fuera de 600 millones de euros sino de 2.500 millones. 

Ante este panorama de ajustazos para cumplir los dictados del FMI, del Banco Central Europeo y del Consejo Europeo, los trabajadores de este Viejo Continente han decidido parar fábricas, empresas y servicios el próximo día 29 para protestar unificadamente.

En España, como en el resto de la Unión Europea, se suceden estos días las asambleas para decidir la postura ante la huelga general convocada por las federaciones sindicales nacionales y continentales. 

Mientras los trabajadores griegos y franceses han salido ya varias veces a manifestarse en los últimos meses, en España muchos temen que la excesiva buena relación de las dos grandes centrales sindicales (CCOO y UGT) con el Gobierno durante estos últimos seis años, la falta de gimnasia sindical callejera, influirá negativamente. Ante semejante crisis del empleo, muchos trabajadores temen represalias de sus patrones si se suman a la huelga.

El 29 será por lo tanto una fecha importante en Europa para medir la ira popular y la relación de fuerzas sociales y políticas.

(*) Periodista

Basilea III: el saqueo y la bancarrota / Alejandro Nadal *


En los tiempos que corren, cuando las bolsas de valores aplauden algo es que las cosas no andan bien. El mundo de la especulación financiera y las ganancias ultra rápidas nos han enseñado que sus gustos son fuente de tragos amargos para el resto de la economía. Los recientemente aprobados acuerdos de Basilea III son un ejemplo de lo anterior.

La Banca de Pagos Internacionales (BPI) aprobó el 12 de septiembre los acuerdos con la nueva regulación para el sistema bancario. Estos acuerdos, denominados Basilea III, han pasado casi desapercibidos y son la respuesta del BPI a la crisis financiera y económica que comenzó en 2008.

Es la secuela de los acuerdos de Basilea I (de 1988) y Basilea II (2004) que no sólo no sirvieron para dotar a la economía mundial de un sistema bancario más sano, sino que hasta hicieron daño. Basilea I creó incentivos perversos que borraban la línea divisoria entre operaciones prudenciales y especulación. Basilea II trató de corregir eso al exigir niveles más altos de capitalización a medida que aumentaban los créditos más arriesgados en la cartera de un banco, pero no pudo frenar las operaciones especulativas realizadas por los bancos.

Desde esa óptica, Basilea III es un paso en la dirección correcta (mayor regulación del sistema bancario y financiero en general), pero es demasiado tímido. Se le presenta como un nuevo marco regulatorio integral para fortalecer la capacidad del sistema bancario a fin de absorber choques y mejorar sus esquemas de administración de riesgos. Incluye mecanismos de regulación prudencial a nivel microeconómico y sistemas macroprudenciales para evitar la amplificación procíclica de choques financieros. En cierto sentido es un reconocimiento de que una economía capitalista no tiene mecanismos intrínsecos de autorregulación.

El diagnóstico que hace el BPI sobre el origen de la crisis se limita a los acontecimientos en el sistema bancario, sin tomar en cuenta los problemas que venían acumulándose en la economía real y en sector financiero no bancario. Para el banco la crisis se origina en el apalancamiento excesivo en todas las actividades del sector bancario, así como en su insuficiente base de capitalización y deficientes sistemas de contabilidad. 

Todo eso impidió a los bancos enfrentar las pérdidas vinculadas a las transacciones corrientes que se presentaron en 2006-2007. Además, las pérdidas del sistema bancario paralelo (banca de inversión) fueron amplificadas en todo el sistema bancario debido a los altos niveles de exposición de los bancos. Por supuesto, el análisis deja de lado las variables centrales que explican la acumulación de capital bajo el neoliberalismo: el estancamiento del poder de compra de las grandes masas, la necesidad de operar con burbujas y ciclos cada vez más rápidos y de mayor amplitud.

La principal característica de Basilea III es la elevación del nivel de reservas duras que deben mantener los bancos en sus operaciones. En estos acuerdos se sube el nivel de 2,5 por ciento a 4,5 por ciento del valor de los activos, y eso se complementa con un amortiguador de 2,5 por ciento. Así, los fondos que cada banco debe mantener como reserva dura ascienden a 7 por ciento de los activos.

Estas medidas afectan de manera diferente a cada banco, pues la composición de su cartera es una variable importante, al igual que sus niveles actuales de exposición. Pero, tranquilos todos en la banca: estas medidas entrarán en vigor progresivamente. La aplicación definitiva está prevista para 2019, después de un proceso de consultas, pruebas y evaluaciones. De ese proceso podemos esperar un debilitamiento de todo aquello que no le guste al
lobby bancario mundial.

Aumentar los niveles de capitalización es algo positivo. Pero si los niveles que se exigían en el pasado eran muy bajos, el aumento no es algo tan importante. Aún con el 7 por ciento la actividad bancaria seguirá siendo la que tiene mayores niveles de apalancamiento. Además, si no se dice nada sobre los métodos de valuación de activos, ese requisito puede ser anulado. El
lobby bancario se ha quejado de la dureza de estas nuevas reglas, pero de aquí a que los gobiernos aprueben estas medidas y tengan la capacidad de imponerlas, van a pasar muchas cosas.

La triste realidad es que el sector bancario mundial descubrió hace tiempo que puede sobrevivir saqueando la economía real, y que en caso de caer en bancarrota puede ser rescatado sin problemas y así multiplicar exponencialmente sus ganancias. Esta es la conclusión de un clásico documento publicado por George Akerlof y Paul Romer (NBER Working Paper R1869, se puede consultar en www.nber.org). 

Sus palabras escritas en 1994 fueron una profecía: la bancarrota para obtener ganancias ocurrirá en el contexto de contabilidad defectuosa, poca regulación y penalización débil; en esos casos los dueños de bancos tendrán incentivos para declarar la quiebra, ser rescatados y pagarse sumas astronómicas. Suena familiar, ¿verdad? En tiempos normales, el saqueo. En la crisis, la quiebra, el rescate y las súperganancias.

(*)  Doctor en economía. Universidad de Paris X. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.

Las trasnacionales se apoderan de la fuerza de trabajo, afirma Chomsky


MÉXICO.- Con trazo detallado, Noam Chomsky, el prestigioso lingüista estadunidense, expuso el miércoles en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el estado actual de la política exterior de Estados Unidos y la construcción del futuro del mundo. Desde cómo el gobierno de Barack Obama construye día a día el supuesto de la “amenaza iraní” para justificar una futura operación militar, hasta el entramado de las corporaciones trasnacionales para controlar los recursos naturales de la Tierra; desde la sorprendente capacidad de China para expander sus inversiones y su influencia hasta la evidente pérdida de la hegemonía estadunidense en un contexto global donde “ya sólo Japón y Europa obedecen a Washington”.

Concluyó con una advertencia: lo que el mundo está viendo no es precisamente el desplazamiento de Estados Unidos como potencia global con el surgimiento de las economías de China y la India. “Más bien, si efectivamente estamos en presencia de un cambio global del poder, éste comprende el traspaso de poder de la fuerza laboral al poder transnacional.”

Y a un costo muy alto. “Trabajadores estadunidenses víctimas de una economía de finanzas y producción de exportación; campesinos hambrientos en India, millones que protestan por la pobreza en China, mexicanos que huyen del impacto que provocó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el cual, según las organizaciones campesinas, ha provocado más daño al país que la Colonia española.”

La conferencia magistral en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario fue organizada por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) en el contexto del primer centenario de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Fue la segunda visita del profesor emérito del Insituto Tecnológico de Massachussetts, después de la ponencia que pronunció hace un año, invitado por La Jornada. Chomsky recordó de lo que no habló en aquella ocasión: la situación de Irán frente al acoso de Estados Unidos y cómo se delinea en el horizonte un nuevo escenario bélico. Y por ahí arrancó, después de la presentación del director de la FCPS, Fernando Castañeda.

Dos horas después arribó a la conclusión de que para las sucesivas doctrinas imperiales -las de Bush padre, Clinton, Bush hijo y hasta el actual mandatario Barack Obama- el control del mundo “no es cosa sencilla, ni siquiera para un Estado con un poder sin precedentes” como es Estados Unidos. “Ese poder se erosiona por todos lados. Y hasta en el patio trasero de Washington los súbditos se vuelven cada vez más desobedientes.”

Uno de los indicios, o “pasos hacia la independencia”, observados por Chomsky es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, lanzada en la reunión cumbre de la Riviera Maya en febrero de este año), que incluye a Cuba y excluye a Estados Unidos y Canadá, lo cual en su opinión “es un paso más allá de Unasur y tiene potencial para llegar a desplazar a la Organización de Estados Americanos)”.

Si la CELAC “funciona efectivamente” -advirtió el analista- las consecuencias afectarán la noción imperial, todavía vigente en la Casa Blanca, que el ex presidente Richard Nixon exponía así: “Si Estados Unidos no es capaz de controlar a América Latina, no podrá imponer el orden en el resto del mundo”.

En el pasado, los días del poder imperial 
 
“Esos días ya pasaron”, sostuvo Chomsky. El año pasado China desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial de Brasil. En Medio Oriente, las exportaciones petroleras de Arabia Saudita -que posee las mayores reservas de hidrocarburos y donde Estados Unidos aún es el primer inversionista y socio comercial- se están yendo, en cerca de 50 por ciento, hacia los países asiáticos. Y el mismo escenario puede repetirse en Irak, si algún día logra levantarse de la masiva destrucción provocada por la ocupación angloestadunidense.

Otro signo citado ayer fue el surgimiento de la Organización de Cooperación Shangai, nuevo cártel petrolero que incluye productores y consumidores de Asia y expresamente cierra el paso a Estados Unidos.

Un indicador más de la pérdida de hegemonía estadunidense, poco comentado en los medios de comunicación occidentales, es que, “por un raro accidente geológico, China posee 97 por ciento de tierras preciosas, ricas en componentes indispensables para el desarrollo de la electrónica y la industria verde”. Ése es el futuro. Y las inversiones destinadas a la industria verde en China superan las que logran atraer los países europeos, Estados Unidos y Canadá juntos.

El catedrático, una de las voces más autorizadas del pensamiento crítico, apuntó al debate que acapara el discurso contemporáneo de las relaciones internacionales: ¿podrá China, junto con la economía de India, desplazar a Estados Unidos como el poder global dominante? Si llegara a ocurrir, no habrá que olvidar la realidad social y económica de esos pueblos: India ocupa un sitio en el ranking de desarrollo social cercano al de Camboya, Laos y Tayikistán. En China 40 por ciento de los niños no van a la escuela, aunque la “sociedad del conocimiento” ha crecido notablemente. Y el Banco Mundial estima que el ingreso per cápita de India es el dos por ciento del estadunidense”.

“El año de Irán” 
 
El afán de control y expansión de Washington, hoy bajo la batuta de Barack Obama, sigue siendo, sin embargo, la amenaza del presente.

En su exposición, Chomsky refirió que fabricar una supuesta amenaza para mover fichas y controlar espacios y recursos es una vieja historia en el devenir del mundo, tan vieja como la doctrina bosquejada por Adam Smith en La riqueza de las naciones, en el siglo XVIII.

Aunque los protagonistas cambian -ahora son las corporaciones trasnacionales y los grandes grupos financieros los que detentan el poder-, esta teoría de las relaciones internacionales se sigue aplicando hoy, como en su tiempo lo hizo el imperio británico en India.

“Bengala, hoy Bangladesh, era una de las regiones más ricas del mundo. Fue reducida a una situación de miseria de la que quizá ya nunca más pueda escapar. Lo mismo que Haití. Francia sigue torturando a su ex colonia, la más rica y fuente de buena parte de su riqueza. Haití y Bangladesh son los símbolos de la desesperanza y la desesperación. Las lecciones que entrañan estas dos historias son nítidas, aunque invisibles en la cultura imperial.”

Advirtió que hoy, cuando supuestamente se ha cerrado el capítulo de Irak, es el turno de Irán. “Lo que sucede ahora en ese país se parece mucho a lo que ocurrió el siglo pasado. En 1953 Estados Unidos destruyó la democracia persa para instalar a un dictador, el sha. Pretendía transferir 40 por ciento de las concesiones petroleras, que entonces eran prácticamente robadas por lo que hoy conocemos como British Petroleum, a las compañías estadunidenses.

“Algo muy similar ocurre hoy. Irán ha recuperado el control de sus recursos e intenta actuar de manera independiente. A Estados Unidos le interesa derrocar al régimen e instalar uno que sea más complaciente.”