domingo, 3 de octubre de 2010

España va mal / Ignacio Ramonet

Se acabó la paz social. La huelga general del pasado 29 de septiembre contra la reforma laboral decidida por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero constituye la apertura de una temporada social probablemente agitada. 

El Gobierno ha prometido presentar al Congreso, antes de final de año, un nuevo proyecto de ley que pretende elevar de 65 a 67 años la edad legal de jubilación y ampliar el periodo de cómputo, para fijar la cuantía de la pensión, de los últimos 15 años de vida activa a los últimos 20... Sumado a la reforma laboral y al decretazo de mayo pasado que rebajó el salario de los funcionarios, congeló las pensiones y recortó los gastos en obras públicas, este proyecto acrecienta la ira de las organizaciones sindicales y de buena parte de los asalariados. 

De antemano, el Presidente del gobierno ha presentado sus decisiones como irrevocables: "Al día siguiente de la huelga general -alardeó en Tokio el 1 de septiembre- seguiremos con la misma actitud". Lo cual incita a los sindicatos a prever ya nuevas jornadas de protesta. 

En su intransigencia, el Ejecutivo español sigue el modelo de otros gobiernos europeos. En Francia, a pesar de tres recientes movilizaciones masivas contra la reforma de las pensiones, el presidente Nicolas Sarkozy ha reiterado que no modificará la ley. En Grecia, seis huelgas generales en seis meses han sido desoídas por el Primer Ministro Yorgos Papandreu. 

Amparándose en el principio de que, en democracia, la política se decide en el Parlamento y no en la calle, estos dirigentes ignoran el desconsuelo de amplias categorías sociales obligadas a recurrir a la huelga o a la manifestación callejera, expresiones de la democracia social, para reflejar su malestar específico (1). 
 
Actuando de ese modo, tales gobiernos yerran. Se comportan como si la legitimidad electoral se impusiese sobre las demás formas de legitimidad y de representación, y en particular sobre la legitimidad de la democracia social (2). En cualquier caso, esa inflexible actitud puede alentar a las masas descontentas, en una segunda etapa, a rechazar el diálogo social y a buscar un enfrentamiento frontal. 

Sobre todo que, desde mayo pasado con el anuncio del brutal plan de ajuste, el disgusto de una parte importante de la sociedad española no ha parado de exacerbarse (3). Entre los casi cinco millones de desempleados, los trabajadores precarios, los jóvenes sin empleo, las mujeres asalariadas, los pequeños funcionarios y las familias de todos ellos se extiende la convicción de que el Ejecutivo los ha sacrificado. 

Al mismo tiempo, a través del fondo de rescate bancario, el gobierno transfería a las instituciones bancarias y de ahorros (responsables de la burbuja inmobiliaria) hasta 90.000 millones de euros... No contemplaba aumentar significativamente la fiscalidad de las rentas más altas, ni crear un impuesto sobre las grandes fortunas, ni reducir los presupuestos de defensa (unos 8.000 millones de euros anuales), ni la financiación de la Iglesia católica (unos 6.000 millones de euros), ni tan siquiera la partida presupuestaria de la Casa Real (casi 9 millones de euros)...    

Lo que desazona a muchos ciudadanos es la certeza de que el Ejecutivo ha adoptado esas medidas regresivas contra los asalariados, más que por convicción, por dictado de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional. Y por presión de los mercados financieros que, bajo amenaza de no invertir, exigen una caída de los salarios y una reducción del nivel de vida. 
 
De hecho, así lo reconoció ante un grupo de inversores japoneses el propio Presidente Zapatero: "Estamos abordando -confesó- las reformas que más preocupan a los inversores internacionales" (4). Y ante los máximos directivos de los principales bancos de negocios y fondos de inversión de Estados Unidos repitió que esas medidas  las adoptaba "para que los inversores y los mercados valoren la firme determinación que tengo de hacer que la economía española sea competitiva" (5). 

La reforma laboral no tiene ninguna relación con el recorte del déficit público ni con la reducción de los presupuestos del Estado, principales exigencias de los mercados financieros. Pero como el gobierno no puede devaluar la moneda para estimular las exportaciones, decidió favorecer el desplome de los salarios para ganar en competitividad. 

Lo peor es que tan desacertadas medidas tienen pocas garantías de éxito. Los datos del paro registrados en agosto pasado, con la reforma ya en vigor, demuestran que el 93,4% de los contratos realizados fueron temporales... O sea, la precariedad continúa dominando el mercado laboral. La única diferencia es que ahora, a los empresarios, el despido les resulta más barato. 

Después de la crisis de los años 1990, el paro tardó trece años en reducirse al nivel medio europeo; en una época en que la tasa de crecimiento era muy fuerte y España recibía masivamente fondos estructurales europeos. Hoy, con esta reforma laboral y  con una previsión de raquítico crecimiento de larga duración, "el empleo en España -según la economista estadounidense Carmen Reinhart- no recuperará los niveles de 2007 hasta... 2017" (6). 

Entretanto, rechazado por sus propios electores, este gobierno habrá perdido probablemente el poder y cedido la dirección del país a la oposición conservadora y populista. Generalmente es lo que ocurre -lo vimos en Alemania, Reino Unido y más recientemente en Suecia- cuando los partidos de izquierda reniegan de sí mismos y optan por políticas desvergonzadamente derechistas.

Notas:
(1) El voto democrático, precisamente por ser general y universal, no siempre permite la expresión de sensibilidades particulares.
(2) Léase Pierre Rosenvallon, "Le pouvoir contre l'intérêt général", Le Monde , París, 21 de septiembre de 2010.
(3) Según una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PSOE pierde 3,1 puntos. Sólo el 2,5% de los encuestados dice que la situación económica es buena o muy buena, frente al 22,6% que la considera regular y el 74,4% que la define como mala o muy mala.
(4) El País , Madrid, 1 de septiembre de 2010.
(5) Ibid , 21 de septiembre de 2010.
(6) Ibid , 12 de septiembre de 2010. 
 
(De 'Le Monde Diplomatique')

Iraq en la sima económica / Hedelberto López Blanch

La reciente afirmación del ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, aunque real, todavía resulta tenue en comparación con el desastre provocado en Iraq: “Después de siete años y medio de la invasión militar estadounidense ese país ha retrocedido dos décadas y no le ha llevado ningún beneficio”.

Annan, que en 2003 se encontraba al frente de esa organización internacional, añadió que “nunca estuvo de acuerdo con la propuesta de Washington de invadir militarmente a Iraq” y enfatizó que su peor momento como secretario general fue “cuando Estados Unidos, unilateralmente emprendió la invasión junto al Reino Unido”.

 
Estos dos países, con el ataque y ocupación, violaron todas las leyes internacionales, pisotearon al Consejo de Seguridad y a la Asamblea Nacional de ONU, en su afán de controlar la estratégica zona del Medio Oriente y apoderarse de los enormes yacimientos petrolíferos de la nación árabe.
 
Las esfuerzos por adueñarse de Iraq se iniciaron en 1991 cuando el presidente George Bush padre lanzó violentos bombardeos (hasta con uranio enriquecido) contra esa nación en la denominada operación Tormenta del Desierto.
 
¿Cuáles han sido los costos para ese pueblo?

En primer lugar, enormes desastres humanos, económicos y sociales; según datos extraoficiales el número de muertos se sitúa en alrededor de 200 000 civiles y una cifra mayor de los heridos por los bombardeos de los invasores y la guerra interétnica tras la ocupación.
 
Más de la mitad de los hospitales y escuelas, así como la mayoría de los puentes, instalaciones eléctricas, de agua potable y en general la infraestructura están destruidas o dañadas.
 
La población solo dispone de electricidad durante seis horas al día y en muchas ciudades y pueblos no ha podido ser restablecido el servicio.

Cerca de 1,5 millones de viviendas resultaron demolidas o dañadas; 3,5 millones de personas han sido desplazadas (7,7 % de la población total), de ellas 1,6 millones dentro del territorio nacional y 1,9 millones hacia el exterior.

Las altisonantes palabras pronunciadas por George W. Bush el 17 de marzo de 2003 cuando dijo “los ayudaremos a construir un nuevo Iraq, próspero y libre”, han quedado en el vacío.

La destrucción y la inestabilidad de la nación donde continúan los ataques de la resistencia contra los invasores o atentados incontrolados entre las diferentes facciones, han elevado el desempleo a cerca del 50 % de la población económicamente activa.

Informes de Organizaciones No Gubernamentales y de la Universidad de Babel aseguran que 10 millones de los 27 millones de iraquíes (37 % sin contar los desplazados) viven en la pobreza extrema, con ingresos por debajo de un dólar al día.

El Programa Mundial de Alimentos calcula que uno de cada cuatro ciudadanos sobrevive con las limitadas raciones alimenticias distribuidas por el Ministerio de Comercio, mientras que 3 millones son tan pobres que se ven obligados a revender parte de esa cuota para comprar medicamentos y otras necesidades básicas.

Una representante del ministerio de Sanidad iraquí afirmó que aproximadamente un 50 % de los niños padecen algún tipo de desnutrición, mientras la Asociación Médica Iraquí (AMI) denunció que el 90 % de los casi 180 hospitales del país carecen del equipamiento básico.

La carencia llega a tal extremo que según el doctor Husaim Abud, solo en el hospital Al-Yarmuk, de Bagdad, mueren como promedio cinco personas al día porque los médicos y el personal técnico sanitario no tienen medios para tratar enfermedades comunes o heridos.

La mortalidad infantil en menores de cinco años pasó de 50 por mil nacidos vivos en 1990, a 125 por mil en 2008.

Innumerables son los problemas que afronta la población y el principal es la ocupación forzosa de su territorio al que le han impuesto un sistema neoliberal y de privatizaciones que dieron al traste hasta con los servicios públicos que antes favorecían a la mayoría de los nacionales al garantizarles la salud, educación y entrega de alimentos subvencionados por el Estado.

La violencia incontrolada generada desde la ocupación, las malversaciones, los robos, la corrupción y la entrega de millonarios convenios a empresas norteamericanas en Iraq han sido una constante.

Se estima que en estos años han desaparecido o se han utilizado mal en proyectos descontinuados más de 80 000 millones de dólares que han ido a parar a las arcas de las compañías foráneas o a corruptos funcionarios estadounidenses y nacionales.

Pero desde un principio, y por encima de todas las cuestiones, Estados Unidos se encargó de mantener el control de los recursos petroleros iraquíes, que cuenta con la tercera mayor reserva de crudo en el mundo.

Los mejores contratos para la explotación y comercialización del codiciado combustible han sido entregados a empresas estadounidenses como Halliburton, Kellog, Bechtel.

La Halliburton, dirigida de 1995 al 2000 por el ex vicepresidente, Richard Cheney, pese a estar envuelta en numerosos escándalos financieros, fue beneficiada con convenios por más de 50 000 millones de dólares y hace pocos meses ganó una licitación para explotar el mayor yacimiento petrolífero de ese país, el Majnoon.

En conclusiones, para Estados Unidos no importa que la economía de Iraq esté en la sima; lo primordial es que en la cima opuesta se encuentre la extracción petrolera para garantizar sus necesidades.

(Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes)

La quiebra de la moralidad occidental / Paul Craig Roberts *

Sí, lo sé. Muchos lectores van a apresurarse a informarme: Occidente nunca tuvo moral. Sin embargo las cosas han empeorado. 

Con la esperanza de que se me permita exponer mis argumentos, me gustaría recordar que Estados Unidos lanzó bombas nucleares sobre dos ciudades japonesas; que Gran Bretaña y EE.UU. incineraron Tokio a base de bombas incendiarias; que Gran Bretaña y EE.UU. bombardearon Dresde y buen número de otras ciudades alemanas por el mismo método, empleando más fuerza destructiva, según algunos historiadores, contra la población civil alemana que contra los ejércitos nazis; que el presidente Grant y sus criminales de nuestra Guerra Civil, los generales Sherman y Sheridan, cometieron el genocidio de los indios de las llanuras; que Estados Unidos permite hoy día que Israel lleve a cabo sus políticas genocidas contra los palestinos que un funcionario israelí ha comparado a las políticas homónimas estadounidenses del siglo XIX contra los indígenas norteamericanos; que en pleno siglo XXI, EE.UU. ha invadido Iraq y Afganistán con pretextos banales, asesinando a un número incontable de civiles; y que el primer ministro británico Tony Blair prestó el ejército británico a sus amos estadounidenses, al igual que otros países de la OTAN, todos los cuales están cometiendo crímenes de guerra tipificados en Nuremberg en tierras en las que no tienen intereses nacionales pero por los reciben un estipendio estadounidense. 

No pretendo que estos pocos ejemplos sean exhaustivos. Sé que la lista es mucho más larga. Sin embargo, a pesar de la extensa lista de horrores, la degradación moral está alcanzando nuevos mínimos. Ahora Estados Unidos tortura rutinariamente a los prisioneros, a pesar de la estricta ilegalidad de estos actos tanto con arreglo a las propias leyes del país como al derecho internacional, y una encuesta reciente muestra que el porcentaje de estadounidenses que aprueban la tortura va en aumento. De hecho es bastante alto, aunque esté todavía un poco por debajo de la mayoría. 

Y ahora tenemos lo que parece una nueva experiencia emocionante: los soldados estadounidenses utilizan la cobertura de la guerra para asesinar civiles. Recientemente fueron arrestados soldados estadounidenses por el asesinato de civiles afganos por pura diversión y por hacer ostentación de trofeos como dedos y cabezas. 

Esta revelación tuvo lugar poco después de que el soldado Bradley Manning, presuntamente, filtrase un vídeo del ejército de EE.UU. que mostraba a soldados de este país desde helicópteros y sus controladores a miles de kilómetros de distancia divirtiéndose en asesinar a miembros de la prensa y civiles afganos. Manning tiene sobre sí la maldición de una conciencia moral que tanto su gobierno como su ejercito han perdido, y ha sido arrestado por obedecer la ley e informar al pueblo estadounidense de la comisión de un crimen de guerra. 

El diputado estadounidense por el estado de Michigan Mike Rogers –republicano, por supuesto–, que forma parte del Subcomité de Terrorismo de la Cámara de Representantes, ha pedido la ejecución de Manning. Según Rogers, ha cometido un acto de traición a la patria al reportar un crimen de guerra estadounidense. 

En otras palabras, obedecer la ley constituye una “traición a los Estados Unidos”.

El diputado Rogers dijo que las guerras de Estados Unidos están siendo socavadas por “una cultura de la revelación” y que sólo podría ponerse fin a este “problema grave y creciente” mediante la ejecución de Manning. 

Si Rogers representa realmente a Michigan, entonces Michigan es un estado del que podríamos prescindir. 

El gobierno de Estados Unidos, una fuente de arrogancia imperial, considera que no hay acto que cometa, por vil que sea, que pueda constituir un crimen de guerra. Un millón de iraquíes muertos, un país en ruinas y cuatro millones de desplazados están justificados, ya que la “amenazada” superpotencia que es EE.UU.tuvo que protegerse de las inexistentes armas de destrucción masiva que el propio gobierno sabía a ciencia cierta que no estaban en Iraq, y que ni siquiera habrían sido una amenaza si hubieran estado allí. 

Cuando otros países intentan hacer cumplir las leyes internacionales que los propios estadounidenses dictaron con el fin de ejecutar a los alemanes derrotados en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos se pone en funcionamiento y bloquea el intento. Hace un año, el 8 de octubre, el Senado español, obedeciendo a su amo estadounidense, limitaba en España la ley de jurisdicción universal a fin de sabotear una acusación legítima de crímenes de guerra contra George W. Bush, Barack H. Obama, Tony Blair y Gordon Brown. 

Occidente incluye a Israel y sus historias de horror que duran ya 60 largos años. Por otra parte, si usted menciona alguna de estas historias le van a colocar la etiqueta de antisemita. Yo sólo las menciono para demostrar que no soy ni antiestadounidense, ni antibritánico ni anti-OTAN, sino que simplemente estoy en contra de los crímenes de guerra. 

Fue el distinguido juez Richard Goldstone, judío y sionista, quien elaboró el informe de la ONU que establece que Israel cometió crímenes de guerra cuando atacó a la población civil y la infraestructura civil de Gaza. Por sus esfuerzos, Israel calificó al sionista Goldstone como “un judio que se desprecia a sí mismo”, y el Congreso de EE.UU., siguiendo instrucciónes del lobby israelí, votó a favor de ignorar el Informe Goldstone presentado a la ONU. 

Como el funcionario israelí dijo, sólo estamos haciendo a los palestinos lo que los estadounidenses hicieron a los indios americanos.

El ejército israelí utiliza a mujeres soldado que se sientan delante de pantallas de vídeo y disparan sus ametralladoras por control remoto desde las torres de control, y con ello asesinan a palestinos que vienen a trabajar sus campos a 1.500 metros del perímetro que encierra el gueto de Gaza. No hay noticias de que estas mujeres israelíes reciban ninguna reprimenda por matar a tiros a niños pequeños y a ancianos que sólo vienen a cuidar de sus campos. 

Si los delitos se limitaran a la guerra y el robo de tierras tal vez se podría decir que estamos ante un caso de desviación patriotera de una moralidad tradicional que por otra parte sigue en vigor. 

Por desgracia, la quiebra de la moralidad está demasiado extendida. Algunos equipos deportivos mantienen ahora una actitud de ganar a toda costa que incluyen intenciones deliberadas para perjudicar a los jugadores estrella de los equipos rivales. Para evitar todas estas controversias, vamos a ver el caso de las carreras de Fórmula Uno en las que velocidades de 300 kilómetros por hora son habituales. 

Antes de 1988, hace 22 años, las muertes se debían a errores del conductor, fallos mecánicos del coche o diseño deficiente de los circuitos, todo lo cual implicaba riesgos de seguridad. El campeón del mundo Jackie Stewart hizo mucho por mejorar la seguridad de las pistas, tanto para los conductores como para los espectadores. Pero en 1988 todo cambió. Un piloto de élite, Ayrton Senna, empujó a otro, Alain Prost, contra un muro mientras rodaban a 190 kilómetros por hora. 

Según AutoWeek (30.8.2010), nunca se había visto nada parecido. “Los funcionarios no castigaron la acción de Senna aquel día en Portugal, con lo que dieron inicio a un cambio significativo en las carreras”. Lo que el gran Stirling Moss calificó de “conducción sucia” se convirtió en la norma. 

Nigel Roebuck, en un artículo publicado en AutoWeek, señala que el campeón del mundo de 1996 Damon Hill manifestó que la táctica de Senna de ganar a cualquier precio “fue la responsable de un cambio fundamental en la ética del deporte.” Los pilotos comenzaron a usar “tácticas terroristas en la pista.” 

Damon Hill afirmó: “Tuve que abandonar enseguida las actitudes que había aprendido al frecuentar las carreras con mi padre [el doble campeón del mundo Graham Hill] y con gente como él al darme cuenta de que nadie ponía coto a los individuos capaces de intentar matarte con tal de poder ganar”. 

Cuando se le preguntó sobre la ética de las modernas carreras de Fórmula Uno, el estadounidense campeón del mundo Phil Hill manifestó: “En mi época, hacer ese tipo de cosas era impensable. En primer lugar, considerábamos ciertas tácticas inaceptables". 

En el clima moral occidental imperante, estampar a otro buen piloto contra un muro a 300 kilómetros por hora es sólo parte de la victoria. Michael Schumacher, nacido en enero de 1969, ha sido siete veces campeón del mundo, un récord sin igual. El 1 de agosto en el Gran Premio de Hungría, AutoWeek informa de que Schumacher intentó empujar a su ex compañero de Ferrari Rubens Barrichello contra la pared a una velocidad 300 kilómetros por hora. 

Frente a este intento de asesinato, Schumacher dijo: “Esto es la Fórmula Uno. Todo el mundo sabe que yo no hago regalos”. Tampoco los hace el gobierno de Estados Unidos, ni los de otros Estados o regiones, ni el gobierno del Reino Unido, ni el de la Unión Europea.
La deformación de una policía que muchos estadounidenses, en su ignorante existencia de ingenuos creyentes en el Estado de derecho, cree que está de su lado, ha adquirido nuevas dimensiones con la militarización de la fuerza pública para luchar contra los “terroristas” y “extremistas internos”. 

La policía ha actuado impunemente desde que los conservadores consiguieron neutralizar las juntas municipales de control policial. Niños de sólo seis años han sido esposados y llevados detenidos por infracciones escolares que pueden o no haber ocurrido. También han detenido a madres que conducían un coche lleno de niños (cf. http://www.youtube.com/watch?v=4AaSLERx0VM). 

Cualquier persona que consulte en la red videos sobre la brutalidad policial en Estados Unidos tendrá acceso a decenas de miles de ejemplos, después de que se introdujeron leyes que hacen que la filmación de la brutalidad policial sea constitutiva de delito grave. Hace un año o dos, una búsqueda de este tipo daba como resultado cientos de miles de videos. 

En uno de los más recientes abusos policiales, que se producen a miles cada día, un hombre de 84 años de edad acabó con el cuello roto porque se oponía a que la grúa se llevara su coche en plena noche. El matón uniformado de policía arrojó al anciano contra la pared y le rompió el cuello. El departamento de policía de Orlando, estado de Florida, asegura que el anciano era una amenaza para el bien armado matón, mucho más joven que él, porque le había mostrado el puño apretado. 

Los estadounidenses serán los primeros en ir directamente al infierno pensando que son la sal de la tierra. Los estadounidenses incluso han ideado un título para sí mismos que compite con el de los israelíes: la designación de “pueblo elegido de Dios”, los estadounidenses se llaman a sí mismos “los imprescindibles”.

(*) Economista, ha sido asistente del Secretary of the Treasury in the Reagan Administration y editor y columnista del Wall Street Journal, Business Week, y Scripps Howard News Service. Roberts ha sido un critico, tanto de la Administración Demócrata como Republicana.

Una operación de rescate para la industria armamentística estadounidense / Carlos Sardiña *

El Gobierno estadounidense tiene previsto vender a Arabia Saudí armamento aéreo por valor de 60.000 millones de dólares durante los próximos diez años. El acuerdo, que aún debe aprobar el Congreso, supondría la mayor transacción comercial armamentística de la historia de Estados Unidos. Además, está manteniendo negociaciones con Arabia Saudí para modernizar su armada y su sistema de misiles, lo que podría reportar a las arcas estadounidenses decenas de miles de millones de dólares más. La venta forma parte de una serie de acuerdos comerciales con países del Golfo Pérsico a los que Estados Unidos tiene previsto vender armas por un valor total de 123.000 millones de dólares.

Un par de días antes de que se difundiera la noticia, una comisión del Congreso publicaba un informe en el que afirmaba que en el año 2009 las ventas de armas disminuyeron en todo el mundo un 8,5 por ciento con respecto al año anterior. El informe señala que el comercio armamentístico mundial alcanzó los 57.5000 millones de dólares. Aunque Estados Unidos continúa siendo el mayor exportador mundial de armas, sus ventas cayeron de 38.100 millones de dólares en 2008 a 22.600 millones en 2009.

Sin embargo, como ya señalamos hace unas semanas, un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) sostiene que el volumen de la venta de armas ha aumentado un 22 por ciento en todo el mundo durante los últimos cinco años en comparación con el lustro anterior. Pese al descenso del último año señalado por el Congreso estadounidense, en términos generales la industria armamentística mundial parece estar atravesando en los últimos años un boyante período de crecimiento.

Keynesianismo militar

En cualquier caso, si se tienen en cuenta las cifras proporcionadas por el Gobierno estadounidense, no resulta extraño que William Hartung, un experto en comercio de armas de la New American Foundation, haya declarado que la venta a Arabia Saudí supone “una enorme operación de rescate para los contratistas militares que se enfrentan a un periodo en el que se ha estancado el gasto del Pentágono”.

Según el Wall Street Journal, el primer medio que dio la noticia de la venta de armas a Arabia Saudí, la administración Obama pretende publicitarla como una oportunidad para crear empleo en medio de la crisis y la compañía Boeing Co., que se ocupará de fabricar los cazas F-15 y los helicópteros Apache y Little Bird que forman parte del paquete, ya ha declarado que empleará, directa o indirectamente, a 77.000 trabajadores en 44 estados del país gracias a la venta.

Estas gigantescas ventas son el último ejemplo de lo que se ha dado en llamar “keynesianismo militar”, un modelo económico que Estados Unidos lleva practicando desde el final de la segunda guerra mundial y que consiste en fomentar el gasto militar y la industria armamentística para crear empleo y estimular el crecimiento del país. 

Durante la Guerra Fría se construyó un gigantesco complejo industrial-militar que no ha dejado de crecer, también tras la caída del telón de acero y la Unión Soviética. Un sector en el que, según la Cámara de Comercio de Estados Unidos, trabajaban en 2005 casi cinco millones de estadounidenses (incluidos los miembros de las fuerzas armadas ), un cuatro por ciento de la población activa.

En 2008, la administración Bush aprobó el mayor presupuesto militar de la historia del país desde el fin de la segunda guerra mundial (624.000 millones de dólares que equivalen al 4,3 por ciento del PIB estadounidense) y Obama no ha hecho más que aumentarlo. De hecho, el gasto militar estadounidense no sólo es el mayor del mundo sino que prácticamente equivale a la suma total de los de todos los demás países.

Los efectos a largo plazo de esos gastos son muy negativos para la economía del país. Según informe difundido hace tres años por el think tank Center for Economic and Policy Research, el gasto militar desvía recursos que podrían utilizarse de una forma productiva y finalmente acaba frenando el crecimiento económico y reduciendo la tasa de empleo. Según otro estudio, éste de la Universidad de Massachussets, cada mil millones de dólares que el Estado invierte en gasto militar genera 11.600 puestos de trabajo, frente a 19.600 empleos si invierte en sanidad o 29.100 si lo hace en educación.

Esa economía de guerra ha contribuido en gran medida a aumentar el desproporcionado déficit presupuestario de Estados Unidos, el país más rico del mundo y uno de los más endedudados. Como ha señalado recientemente el economista Joseph Stiglitz, los tres billones de dólares que ha costado la guerra de Iraq han disparado la deuda de Estados Unidos hasta alcanzar cifras estratosféricas y serán los contribuyentes quienes tendrán que cargar con el pago de esa deuda durante muchos años. 

Una nueva carrera armamentística en Oriente Medio

Algunos funcionarios del Gobierno estadounidense y el Pentágono ya han declarado que el objetivo de la venta de armamento a Arabia Saudí es “reforzar las defensas de los aliados de Estados Unidos” en Oriente Medio para “acorralar a Irán”. Las enormes ventas a los países del Golfo también forman parte de una estrategia más amplia para evitar que Irán se convierta en una potencia militar en la región, una estrategia que incluye el despliegue de misiles estadounidenses en Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Kuwait.

También hay que señalar que la última vez que Arabia Saudí utilizó los cazas F-15 que posee fue el año pasado, y lo hizo para bombardear a los rebeldes huti del norte de Yemen, enfrentados con el Gobierno de Saná desde hace años. En aquellos bombardeos, los cazas saudíes mataron a decenas de civiles. Los huti son un grupo separatista chií que, según la propaganda saudí y yemení, cuenta con apoyo y financiación de Irán, una acusación que no se ha conseguido demostrar y que probablemente sea falsa.

Por otro lado, al cerrar el acuerdo, Estados Unidos ha ofrecido garantías a Israel de que conservará su ventaja técnica con respecto a Arabia Saudí. Por esa razón, los F-15 saudíes no irán equipados con sistemas de misiles de largo alcance y Estados Unidos venderá a Israel aviones de combate F-35, más avanzados que los F-15.

Con las enormes ventas que prevé hacer a los países del Golfo Pérsico, el Gobierno estadounidense está fomentando una carrera armamentística en una zona sumamente inestable cuyas consecuencias podrían llegar a ser desastrosas. Para ello, está empleando la peregrina excusa de contener a Irán, un país sin ambiciones expansionistas, que no ha estado involucrado en una guerra de agresión desde hace siglos y cuyo poderío militar es insignificante comparado con el de la mayor potencia del mundo. 

Al igual que su predecesora, la administración Obama prefiere la confrontación con Irán a las negociaciones. Pero, como señala el analista Stephen M. Walt, si de lo que se trata es de disuadir a Irán para que no desarrolle un programa de armamento nuclear, lo peor que puede hacer Estados Unidos es seguir amenazándolo constantemente.

(*) Periodista de Periodismo humano

 http://elgranjuego.periodismohumano.com/2010/09/30/una-operacion-de-rescate-para-la-industria-armamentistica-estadounidense

Nota sobre el frustrado golpe de estado en Ecuador / Atilio A. Boron

Hubo una tentativa de golpe de Estado. No fue, como dijeron varios medios en América Latina, una "crisis institucional", como si lo ocurrido hubiera sido un conflicto de jurisdicciones entre el Ejecutivo y el Legislativo, sino una abierta insurrección de una rama del primero, la Policía Nacional, cuyos efectivos constituyen un pequeño ejército de 40.000 hombres, en contra del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del Ecuador, que no es otro que su presidente legítimamente electo. Tampoco fue lo que dijo Arturo Valenzuela, Subsecretario de Estado de Asuntos Interamericanos, "un acto de indisciplina policial". 

¿Caracterizaría de ese modo lo ocurrido si el equivalente de la Policía Nacional del Ecuador en EEUU hubiera vapuleado y agredido físicamente a Barack Obama, lesionándolo; lo hubiera secuestrado y mantenido en reclusión durante 12 horas en un hospital policial hasta que un comando especial del Ejército lo liberaba luego de un intenso tiroteo? Seguramente que no, pero como se trata de un mandatario latinoamericano lo que allá suena como intolerable aberración aquí aparece como una travesura de escolares. 

En general todos los oligopolios mediáticos ofrecieron una versión distorsionada de lo ocurrido el día de ayer, evitando cuidadosamente hablar de tentativa de golpe de Estado. En lugar de eso se referían a una "sublevación policial" lo cual, a todas luces, convierte los acontecimientos del Jueves en una anécdota relativamente insignificante. Es un viejo ardid de la derecha, siempre interesada en restar importancia a las tropelías que cometen sus partidarios y a magnificar los errores o problemas de sus adversarios. 

Por eso viene bien recordar las palabras pronunciadas este viernes, en horas de la mañana, por el presidente Rafael Correa cuando caracterizó lo ocurrido como "conspiración" para perpetrar un "golpe de Estado". 

Conspiración porque, como fue más que evidente en el día de ayer, hubo otros actores que manifestaron su apoyo al golpe en gestación : ¿no fueron acaso efectivos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana –y no de la Policía Nacional- los que paralizaron el Aeropuerto Internacional de Quito y el pequeño aeródromo utilizado para vuelos provinciales? ¿Y no hubo grupos políticos que salieron a apoyar a los golpistas en calles y plazas? ¿No fue el propio abogado del ex presidente Lucio Gutiérrez uno de los energúmenos que trató de entrar por la fuerza a las instalaciones de la Televisión Nacional del Ecuador? ¿No dijo acaso el Alcalde de Guayaquil y gran rival del presidente Correa, Jaime Nebot, que se trataba de un conflicto de poderes entre un personaje autoritario y despótico, Correa, y un sector de la policía, equivocado en su metodología pero a quien le asistía la razón en sus reclamos? 

Esta falsa equidistancia entre las partes en conflicto era una indirecta confesión de su complacencia ante los acontecimientos en curso y de su íntimo deseo de librarse de su -hasta ahora al menos- inexpugnable enemigo político. Para ni hablar de la lamentable involución del movimiento “indígena” Pachakutik, que en medio de la crisis hizo pública su convocatoria al “movimiento indígena, movimientos sociales, organizaciones políticas democráticas, a constituir un solo frente nacional para exigir la salida del Presidente Correa. 

"¡Sorpresas te da la vida!”, decía Pedro Navaja; pero no hay tal sorpresa cuando uno toma nota de los generosos aportes que la USAID y el National Endowment for Democracy han venido haciendo en los últimos años para “empoderar” a la ciudadanía ecuatoriana a través de sus partidos y movimientos sociales.

Conclusión: no fue un pequeño grupo aislado dentro de la policía quien intentó dar el golpe, sino un conjunto de actores sociales y políticos al servicio de la oligarquía local y el imperialismo, que jamás le va a perdonar a Correa haber ordenado el desalojo de la base que Estados Unidos tenía en Manta, la auditoría de la deuda externa del Ecuador y su incorporación al ALBA, entre muchas otras causas. Incidentalmente, la policía ecuatoriana hace ya muchos años que, al igual que otras de la región, viene siendo instruida y adiestrada por su contraparte estadounidense. 

¿Habrán incluido alguna clase de educación cívica, o sobre la necesaria subordinación de las fuerzas armadas y policiales al poder civil? No parece. Más bien, actualiza la necesidad de poner fin, sin más dilaciones, a la “cooperación” entre las fuerzas de seguridad de la mayoría de los países latinoamericanos y las de Estados Unidos. Ya se sabe qué es lo que enseñan en esos cursos.

¿Por qué fracasó el golpe de Estado? 

Básicamente por tres razones: en primer lugar, por la rápida y efectiva movilización de amplios sectores de la población ecuatoriana que, pese al peligro que existía, salió a ocupar calles y plazas para manifestar su apoyo al presidente Correa. Ocurrió lo que siempre debe ocurrir en casos como estos: la defensa del orden constitucional es efectiva en la medida en que es asumida directamente por el pueblo, actuando como protagonista y no como simple espectador de las luchas políticas de su tiempo. 

Sin esa presencia del pueblo en calles y plazas, cosa que había advertido Maquiavelo hace quinientos años, no hay república que resista los embates de los personeros del viejo orden. El entramado institucional por sí sólo es incapaz de garantizar la estabilidad del régimen democrático. Las fuerzas de la derecha son demasiado poderosas y dominan ese entramado desde hace siglos. Sólo la presencia activa, militante, del pueblo en las calles puede desbaratar los planes golpistas. 

En segundo lugar, el golpe pudo ser detenido porque la movilización popular que se desarrolló con gran celeridad dentro del Ecuador fue acompañada por una rápida y contundente solidaridad internacional que se comenzó a efectivizar ni bien se tuvieron las primeras noticias del golpe y que, entre otras cosas, precipitó la muy oportuna convocatoria a una reunión urgente y extraordinaria de la UNASUR en Buenos Aires. 

El claro respaldo obtenido por Correa de los gobiernos sudamericanos y de varios europeos surtió efecto porque puso en evidencia que el futuro de los golpistas, en caso de que sus planes finalmente culminaran exitosamente, sería el ostracismo y el aislamiento político, económico e internacional. Se demostró, una vez más, que la UNASUR funciona y es eficaz, y la crisis pudo resolverse, como antes la de Bolivia, en 2008, sin la intervención de intereses ajenos a América del Sur. 

Tercero, pero no último en importancia, por la valentía demostrada por el presidente Correa, que no dio brazo a torcer y que resistió a pie firme el acoso y la reclusión de que había sido objeto pese a que era más que evidente que su vida corría peligro y que, hasta el último momento, cuando se retiraba del hospital, su automóvil fue baleado con claras intenciones de poner fin a su vida. 

Correa demostró poseer el valor que se requiere para acometer con perspectivas de éxito las grandes empresas políticas. Si hubiese flaqueado, si se hubiera acobardado, o dejado entrever una voluntad de someterse al designio de sus captores otro habría sido el resultado. 

La combinación de estos tres factores: la movilización popular interna, la solidaridad internacional y la valentía del presidente terminó por producir el aislamiento de los sediciosos, debilitando su fuerza y facilitando la operación de rescate efectuada por el Ejército ecuatoriano.

¿Puede volver a ocurrir?

Sí, porque los fundamentos del golpismo tienen profundas raíces en las sociedades latinoamericanas y en la política exterior de Estados Unidos hacia esta parte del mundo. Si se repasa la historia reciente de nuestros países se comprueba que las tentativas golpistas tuvieron lugar en Venezuela (2002), Bolivia (2008), Honduras (2009) y Ecuador (2010), es decir, en cuatro países caracterizados por ser el hogar de significativos procesos de transformación económica y social y, además, por estar integrados a la ALBA. 

Ningún gobierno de derecha fue perturbado por el golpismo, cuyo signo político oligárquico e imperialista es inocultable. Por eso el campeón mundial de la violación de los derechos humanos, Álvaro Uribe, con sus miles de desaparecidos, sus fosas comunes, sus “falsos positivos”, jamás tuvo que preocuparse por insurrecciones militares en su contra durante los ocho años de su mandato. 

Y es poco probable que los otros gobiernos de derecha que hay en la región vayan a ser víctimas de una tentativa golpista en los próximos años. De las cuatro que hubo desde 2002 tres fracasaron y sólo una, la perpetrada en Honduras en contra de Mel Zelaya, fue coronada exitosamente (*). 

El dato significativo es que su ejecución fue sorpresiva, en el medio de la noche, lo cual impidió que la noticia se conociese hasta la mañana siguiente y el pueblo tuviera tiempo de salir a ganar calles y plazas. Cuando lo hizo ya era tarde porque Zelaya había sido desterrado. 

Además, en este caso la respuesta internacional fue lenta y tibia, careciendo de la necesaria rapidez y contundencia que se puso de manifiesto en el caso ecuatoriano. Lección a extraer: la rapidez de la reacción democrática y popular es esencial para desactivar la secuencia de acciones y procesos del golpismo, que rara vez es otra cosa que un entrelazamiento de iniciativas que, a falta de obstáculos que se interpongan en su camino, se refuerzan recíprocamente. Si la respuesta popular no surge de inmediato el proceso se retroalimenta, y cuando se lo quiere parar ya es demasiado tarde. 

Y lo mismo cabe decir de la solidaridad internacional, que para ser efectiva tiene que ser inmediata e intransigente en su defensa del orden político imperante. Afortunadamente estas condiciones se dieron en el caso ecuatoriano, y por eso la tentativa golpista fracasó. Pero no hay que hacerse ilusiones: la oligarquía y el imperialismo volverán a intentar, tal vez por otras vías, derribar a los gobiernos que no se doblegan ante sus intereses.

(*) Los cuatro golpes de Estado arriba señalados corresponden a otros tantos países del ALBA. Habría que agregar el caso de Haití , que no se incluyó en nuestra enumeración porque no se hallaba vinculado al ALBA. El 28 de Febrero del 2004 Jean-Bertrand Aristide fue secuestrado, también en altas horas de la noche, subido a un avión fletado por el gobierno de Estados Unidos, forzado a presentar su renuncia y desterrado a un país africano. Como en otros casos, también en Haití hubo grandes manifestaciones populares exigiendo la reposición de Aristide en la presidencia, pero todo fue en vano.. 

(Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes).

El indicador de privación material: un instrumento mejor para el estudio de la pobreza / Stephen Crawford y Shawn Fremstad *

Los datos sobre pobreza recientemente publicados dibujan una cuadro nefasto. El año pasado 43,6 millones de estadounidenses (más del 14%) recibieron ingresos por debajo del umbral regional de pobreza. Pero esos datos sólo ofrecen un retrato parcial del problema. Y eso porque la pobreza real no se limita al ingreso, sino que consiste también en activos y pasivos. Las cifras oficiales sólo consideran el ingreso y un cálculo irrealistamente bajo de la cifra mínima para llegar a fin de mes.

Es hora de considerar las herramientas de que disponemos para el estudio de la pobreza. Como han escrito los laureados premios Nobel Joseph Stiglitz y Amartya Sen junto con el economista Jean-Paul Fitoussi en su nuevo libro Mis-measuring Our Lives, "el ingreso y el consumo son decisivos para evaluar el nivel de vida, pero en última instancia éste sólo puede analizarse de consuno con la información sobre la salud". 

Esta cuestión es tan importante para el cálculo de la pobreza como otros criterios mensuradores del nivel de vida. Para entender el porqué, consideremos dos familias: una dispone de un ingreso que la sitúa unos escasos miles de dólares por debajo del umbral de pobreza, establecido en 2009 en 22.050 para una familia de cuatro miembros; la otra lo tiene unos pocos miles de dólares por encima. Considerando únicamente el ingreso, la primera está peor que la segunda. Añadamos ahora a la mezcla lo que cada familia posee y debe. 

Digamos que la primera tiene un patrimonio neto considerable en su hogar y una cantidad razonable de ahorros en líquido para tiempos difíciles, mientras que la segunda carece de ahorros en líquido, tiene unos pasivos que empequeñecen sus activos, tales como una hipoteca "bajo el agua". Empleando este más completo método, la segunda familia, a pesar de su ingreso modestamente mayor, es realmente pobre.

Una reciente investigación del Urban Institute considera el papel que juegan los activos líquidos en la reducción de la privación material. La investigación muestra que, entre las familias de ingreso bajo y medio, aquellos con bajos niveles de activos líquidos sufren mayor privación económica, incluyendo inseguridad alimentaria, problemas para pagar facturas y otras formas de privación.

Otra investigación de las universidades de Washington, Kansas y de otros lugares indica que los activos líquidos pueden facilitar las oportunidades económicas mediante el aumento de la esperanza de un futuro mejor, incrementando el acceso a la educación y, si se utilizan con prudencia, permitiendo a las familias obtener otros activos que pueden revalorizarse andado el tiempo.

En los presupuestos de este año, la administración Obama ha incluido la petición de crear un fondo que permita a la oficina del censo realizar un cálculo complementario de pobreza (SPM), añadido al cálculo actual. Si el Congreso aprueba el modesto fondo solicitado, la oficina del censo publicará el primer SPM en 2011, que mejorará el cálculo actual en varios aspectos. El más relevante es que tomaría en consideración importantes prestaciones, incluyendo el crédito fiscal sobre la renta y la ayuda alimentaria y significativos gastos no discrecionales, como la asistencia sanitaria y la de niños. 

Con todo, el SPM propuesto, como el cálculo oficial, sigue siendo un cálculo de pobreza basado únicamente en el ingreso y, por ello, no puede captar el decisivo papel que juegan los activos en la seguridad económica. Además, en la medida en que los activos y el ingreso no constituyen compartimentos estancos, la oficina del censo debería integrar los activos y los ahorros en el SPM.

El nuevo enfoque para calcular la pobreza que se ha utilizado este año en el Reino Unido ─apoyada por fuerzas que van desde los conservadores hasta los liberales─ puede considerarse como modelo. El enfoque británico emplea dos medidas distintas: una para calcular la pobreza en el ingreso y otra para calcular la privación material. A diferencia del cálculo actual de los EEUU o del propuesto SPM, los dos indicadores de pobreza del método británico consideran algunos activos importantes y factores relativos al ahorro. 

En el cálculo de la pobreza de ingreso, tanto los ahorros como los planes de pensiones y los pagos del préstamo para estudiantes se restan del ingreso que constituye el umbral de pobreza. El indicador de privación material británico mide la privación económica de modo similar al Urban Institute. Se considera pobre a una familia si sufre dos o más formas de privación material. 

Los criterios incluidos en el índice son los que la mayoría de británicos creen que son los correspondientes a las necesidades vitales, tales como la capacidad de ahorrar regularmente al menos 10 libras (en torno a 15 dólares) al mes para los tiempos difíciles o la jubilación, que aproximadamente dos tercios de los británicos consideran necesaria. 

Este enfoque capta mejor el efecto global que tienen sobre la pobreza tanto el ingreso cuanto los activos. En efecto, el nuevo método británico de cálculo de la pobreza considera los ahorros básicos más como necesidad que como expresión de lujo. Para obtener un cuadro mejor sobre la pobreza, los Estados Unidos deberían hacer lo mismo.

Stephen Crawford es el vicepresidente de política e investigación de la Compañía para el Desarrollo Empresarial. Shawn Fremstad es el director Iniciativa Económica Inclusiva y Sostenible del Centro para la Investigación Económica y Política.

(*) blogs.reuters.com

En una viña portuguesa, el BCE empezó a planear el rescate del euro / Marcus Walker, Charles Forelle y Brian Blackstone *

Los BlackBerry se iluminaron con mensajes frenéticos. El euro se desplomaba. El Promedio Industrial Dow Jones había perdido 1.000 puntos en cuestión de minutos.

Jean-Claude Trichet, el presidente del BCE, temía que la tormenta fiscal de la diminuta Grecia, que había consumido a Europa durante meses, había desatado una nueva crisis financiera global.

Quizás haya sido el peor de varios momentos de alta tensión que vivió Trichet, un francés de 67 años apodado "el señor euro", por dedicar gran parte de sus 40 años de carrera a construir la moneda común. Ahora parecía posible que el pánico pudiera descarrilar la obra de su vida.

El siguiente relato de cómo Trichet y otros líderes europeos forjaron un pacto incómodo para impedir que la zona euro se desmoronara —un arreglo que aún muestra signos de tensión— se basó en entrevistas con decenas de funcionarios en todo el continente.

Trichet, nacido en los años de la Segunda Guerra Mundial, comparte el inmenso orgullo de su generación por los logros de la Europa de posguerra. Le gusta mostrar a quienes visitan su oficina en Fráncfort un colorido mapa de Europa en el siglo XVII que tiene en su pared, para ilustrar los progresos del continente tras la fragmentación política del pasado.

Pero Trichet también está muy consciente de los defectos en la construcción de la unión monetaria: a pesar de compartir una moneda y un banco central, las políticas económicas están mal alineadas. La zona euro, asimismo, carece de una autoridad central con el poder de evitar que los gobiernos nacionales gasten más de lo que tienen.

El despilfarro fiscal había puesto en riesgo el euro y el señor euro tenía que asumir la responsabilidad.

Esa noche en la viña, Trichet tenía dos opciones y ninguna era atractiva. El BCE podía recurrir a su autoridad para crear euros y comprar los bonos que los inversionistas privados desechaban. La medida mantendría a flote a los endeudados gobiernos de la periferia europea y calmaría a varios países, en especial a Francia, que pedían a gritos que el BCE asumiera el liderazgo en un rescate. Pero también podía hacer añicos la credibilidad del BCE como una entidad que no cede a las presiones políticas, una credibilidad vital para el éxito del euro.

La segunda opción era que el BCE se quedara de brazos cruzados, preservara sus principios, y se arriesgara a ver cómo se desmoronaba la unión monetaria.

Durante los tres días siguientes, Trichet buscó una escapatoria al exhortar a los líderes europeos a superar la desunión y poner manos a la obra, pero se topó con la mayor falla política de la UE: no había nadie a cargo.

Cuando los jefes del BCE se reunieron en Lisboa, la zona euro corría el riesgo de desmembrarse. Dos semanas antes, el primer ministro griego George Papandreou había aparecido en televisión nacional para pedirle ayuda públicamente a Europa. Luego de mucho debate, los líderes europeos y el Fondo Monetario Internacional acordaron prestarle 110.000 millones de euros durante tres años, al expandir una oferta previa de 45.000 millones.

Pero incluso esa generosa suma llegó demasiado tarde para detener la paliza de los mercados financieros. El pánico de los inversionistas se extendió por todo el Mediterráneo e infectó a los bancos y bonos soberanos de España y Portugal. Los temores de una cesación de pagos dispararon los retornos de los bonos griegos por encima del 10%, una tasa de interés prohibitiva que hacía casi imposible que Atenas reparara sus finanzas.

Trichet era renuente a involucrarse. Ese día, luego de la reunión mensual de política del BCE, fue directo cuando los periodistas le preguntaron si el organismo intervendría y compraría deuda: "No discutimos esa opción", señaló.

Lo que el mundo no sabía era que lo discutieron después de la cena.

Cuando los mercados se tambaleaban, Trichet llamó a una reunión informal del consejo de gobierno del BCE. En la bodega de vinos del Palacio da Bacalhoa debatieron la compra de bonos durante 45 minutos.

La estrategia dividía a los banqueros. Funcionarios alemanes equiparaban la compra de bonos con "imprimir dinero", lo cual podía generar inflación. El paso era tan polémico que los observadores del BCE lo bautizaron como "la opción nuclear".

A pesar de las reservas alemanas, una clara mayoría de las autoridades reunidas en la bodega de vinos estaba preparada para avanzar. Pero prefirieron aplazar una decisión formal hasta ver que los gobiernos adoptaran medidas drásticas por su cuenta.

El día siguiente, los líderes de la zona euro debían reunirse en Bruselas para aprobar el paquete griego. Los eventos los superaban: los préstamos entre los bancos europeos se congelaban y los inversionistas huían de los bonos de los países más débiles del bloque.

El presidente francés Nicolas Sarkozy buscó apoyo para su plan: los líderes debían anunciar un enorme fondo de rescate ese mismo día.

Sarkozy se reunió con la canciller alemana Angela Merkel y la instó a tomar una decisión: "Es el momento de la verdad", aseveró. Merkel se negó a respaldar el plan.

Trichet, que también estaba presente en la cumbre de Bruselas lanzó una advertencia: la crisis estaba por cobrar otra víctima —Portugal— y los gobiernos debía actuar, de inmediato.

El llamado de Trichet condujo a un enfrentamiento con Sarkozy, quien lo presionó con insistencia para que el BCE se comprometiera a intervenir en los mercados de bonos. Trichet, que no quería mostrar sus cartas, levantó la voz y respondió que el BCE no recibía órdenes de nadie.

Ante otro impasse franco-alemán, el presidente de la UE Herman Van Rompuy gestionó un compromiso de última hora: los líderes declararían la constitución de un "fondo de estabilización" europeo, al cual los ministros de Finanzas darían forma durante el fin de semana.

Al día siguiente, Merkel sorprendió a Sarkozy con una propuesta: un rescate para la zona euro de 500.000 millones de euros. Si Alemania iba a apoyar un fondo, debía tener un alto impacto y convencer a los mercados. La propuesta de Merkel incluía duras condiciones.

Sarkozy y la Comisión Europea en Bruselas tenían otras ideas. Al día siguiente, 9 de mayo por la tarde, los 27 comisionados firmaron un borrador de un pacto que irritó a Merkel por la influencia de Francia. Alemania debería cambiar gran parte del borrador antes de que terminara el día.

Con un funcionario holandés sirviendo como intermediario entre Francia y Alemania, los ministros finalmente alcanzaron un acuerdo. Los primeros 60.000 millones de euros del fondo de rescate provendrían de préstamos de la comisión. Pero la mayor parte vendría de una entidad especialmente creada, registrada como una empresa financiera en Luxemburgo y con tres años de vida, con pagos garantizados por gobiernos de la zona euro. Minutos antes de la apertura de los mercados en Tokio, todas las partes alcanzaron un acuerdo.

El júbilo duró poco.

El pacto le permitió al BCE iniciar el programa de compra de bonos y el fondo de rescate alivió a los mercados. Cuatro meses después, sin embargo, las causas de raíz de la crisis griega siguen presentes: no hay una autoridad central para siquiera coordinar políticas nacionales de impuestos y gastos.

(*) The Wall Street Journal

http://www.iarnoticias.com/2010/secciones/europa/0063_rescate_euro_28sept2010.html

La recuperación también es cuestión de clases / Pablo Elorduy

“Si EE UU está viviendo una guerra de clases, la mía está ganando claramente”. Esta frase la dijo Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, en 2004 y a finales de 2010 su afirmación todavía está más ajustada a los datos económicos, como apunta el economista y editor de la revista Sin Permiso, Daniel Raventós. 

La crisis ha ensanchado la brecha social que separa a los ricos de los pobres, como demuestra el informe anual de riqueza que Merryl Lynch dio a conocer en junio. Según este banco estadounidense, diez millones de personas acumulan 39 billones de dólares, un 18,9% más de la suma que poseían en 2008. Es decir, los ricos del mundo son más ricos de lo que eran hace dos años.
 
El reverso de esta recuperación exprés es el aumento de la pobreza en los países del Norte. El 19% de la población española vive hoy por debajo del umbral de la pobreza. En la UE hay 19 millones de personas en esta situación y aproximadamente 80 millones de personas trabajadoras están en riesgo de exclusión. En EE UU uno de cada seis ciudadanos está siendo asistido por al menos un programa gubernamental de lucha contra la pobreza.

¿Dónde está la recuperación?

El 13 de septiembre la Comisión Europea anunciaba una “frágil” recuperación, que no obstante “progresa a un ritmo más rápido de lo esperado”. Para el economista y sociólogo Daniel Albarracín, no se puede descartar que la economía salga del bache, pero aun si se produce, la recuperación será débil y poco próspera, “no será posible sin haber destruido buena parte del tejido productivo, generando un enorme volumen de paro y retrocediendo los salarios y derechos sociales básicos”.

Entre las medidas que estos economistas consideran necesarias para que la salida a la crisis no agrande la brecha social, Raventós defiende la creación de una Renta Básica de ciudadanía, “si esta medida es buena en tiempos de bonanza todavía lo es más en la actual situación de crisis”. Otras iniciativas pasan, para el economista Nacho Álvarez, por medidas anticíclicas, como la prohibición de despidos a empresas con beneficios o el incremento del salario mínimo a 1.200 euros como medio para recuperar la demanda agregada.

Por su parte, Albarracín cree que las medidas de contrapeso pasan por la regulación del sistema financiero, lo que haría necesaria una banca pública y una reforma fiscal “progresiva y redistribuidora”. Pero, para este economista, lo prioritario es que “los y las trabajadoras planteen la puesta en pie de otro modelo de democracia, basado en la participación y en el control de la economía a favor de las necesidades sociales”.

DATOS DE LA DESIGUALDAD

- 40% Es el porcentaje de personas paradas de menos de 24 años en España. Esto la sitúa a la cola de la UE.
- 18% Es la tasa de desempleo femenina en el Estado español. Dos millones de mujeres están en paro.
- 6% Es el porcentaje de empresarios españoles que dicen que van a contratar empleados en lo que queda de 2010.

El fracaso del capitalismo estadounidense: 44 millones de persona viven en la pobreza / Patrick Martin *

En el 2009, uno de cada siete estadounidenses era pobre, según el gobierno define la pobreza. La tasa oficial de la pobreza es 14.3%, la más alta desde 1994.

La tasa de la pobreza, que había sido 13.2% en el 2008, aumentó más 1%. El 2009 presenció 8.8 millones de familias viviendo en la pobreza, inclusive un niño de cada cinco. Esto representa la misma tasa de pobreza infantil que existía 50 años atrás, cuando el Presidente Lyndon B. Johnson anunció su programa de "La Guerra contra la pobreza".

El informe del censo le da una dimensión histórica a las fluctuaciones de la tasa de la pobreza en Estados Unidos. El total de 43.6 en el 2009 es la cifra más alta desde que la Oficina del Censo comenzó a reunir estadísticas acerca de la pobreza en 1959, cuando el total de pobres fue 40 millones. Para 1965, la cantidad de pobres había disminuido a 30 millones debido a que las condiciones económicas habían mejorado después de recuperación que tomo lugar luego de la Segunda Guerra Mundial. "La guerra contra la pobreza" que Lyndon Johnson lanzó ese año alcanzó cierto éxito, pues la cantidad de pobres bajó 23 millones justamente antes de la recesión de 1974-1975. Pero la cantidad de pobres aumentó marcadamente durante la década de los 1980, llegando a 40 millones en 1993. Pero para el 1999, esta cifra había disminuido a 31 millones. Desde ese entonces ha aumentado a paso seguro, proceso que aceleró dramáticamente cuando comenzó la recesión.

El aumento de la pobreza—que refleja el impacto de la recesión económica, los numerosos despidos y las reducciones de los salarios—se concentró en los adultos d y los niños. En realidad, la tasa de la pobreza declinó del 9.7 al 8.9% para aquellos con 65 años o más de edad. La tasa de pobreza para niños aumentó de 19.4 al 20.7%, l tasa de pobreza para los adultos que pueden trabajar tuvo un incremento del 11.9 al 12.7%.

La pobreza aumentó para todos los grupos raciales y étnicos, pero probó ser mucho más alta para los afro-americanos e hispanos. Los primeros sufren una tasa de pobreza en el 25.8%; los hispanos en el 25.3%. En cuanto a los blancos, la misma está en el 9.4%, lo que representa un aumento del 8.6% en 2008.

Todo un sector del informe estaba consagrado a la cobertura del seguro médico. La enorme pérdida de empleos durante los dos últimos años ha tenido un efecto devastador para el seguro médico, el cual en Estados Unidos principalmente depende del trabajo de uno.

La cantidad de personas sin seguro médico sobrepasó los 50 millones en el 2009, cifra alcanzada por primera vez desde que las estadísticas comenzaron a mantenerse en el 1987. La cifra representa un salto de los 46.3 millones en 2008.

Aproximadamente 16.7% de la población carece seguro médico; en el 2008 la cantidad había sido el 15.4%. Pero esta cifra no refleja una realidad completa, puesto que individuos tienen que estar sin seguro durante todo un año antes que se les tome en cuentas para fines de estadísticas.

La cantidad de personas con seguro médico patrocinado por el gobierno aumentó de 87.4 a 93.2 millones debido a la matriculación en los programas de Medicaid, Medicare y el Programa de Seguro Médico para Niños. Pero esta cifra la contrarrestó la disminución de gente con seguro médico privado, las cuales bajaron de 201 a 194.5 millones. Solo el 55.8% de la población tiene seguro médico en base de los empleos.

El documento de la Oficina del Censo reporta otras cifras que muestran la crisis social que se ahonda en Estados Unidos.

* El ingreso de los hogares se estancó en 2009, disminuyendo ligeramente a $49,777 de $50,112 en el 2008.

* La mujeres que trabajan jornadas de tiempo completo ganan el 77% del salario que los hombres con horas similares ganan.

* Para los hogares afro americanos, el ingreso promedio entre el 2008 y el 2009 declinó en un 4.4% y en un 1.6% para los hogares de familias hispanas y blancas.

* En cuanto a las diferentes regiones del país, el ingreso promedio en el MidWest, que ha sufrido los golpes más duros debido al colapso industrial, declinó en un 2.1%, y en el Oeste, centro del colapso de la vivienda, en un 1.9%. No hubo cambio ni en el Sur ni en el Nordeste.

* Comparado con período antes de la recesión en 1999, el ingreso promedio de los hogares disminuyó en un 11.8% para los afro americanos, 7.9% para los hispanos, 5.7% para los asiáticos, y 4.2 para los blancos.

* La desigualdad de ingresos continúa intensificándose. En 2009, el 20% más rico recibió el 50.3% de todos los ingresos y el 5% recibió el 21.7%.

* Aún antes de comenzar la recesión, la pobreza ya era una experiencia muy familiar para un tercio de todos los estadounidenses. Del 2004 al 2007, aproximadamente 31.6 de la población vivía en la pobreza por los menos durante dos meses o más.

La recesión de ahora ya ha empujado la tasa de pobreza por un porcentaje de 1.9 puntos y la cantidad total de los que viven en la pobreza ha subido por 6.3 millones, incluyendo a 2.1 millones de niños. Esta cifra es mayor que la de todas las otras recesiones desde la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de las recesiones 1980-1981 y 1981-1982 en conjunto, cuando la cantidad de los que viven en la pobreza subió por 10 millones.

De igual significado es la gran cantidad de estadounidenses que viven apenas por encima de la línea de la pobreza y quienes subsisten de ingresos completamente inadecuados para una vida aceptable. La prolongación de los beneficios de desempleo, por ejemplo, mantuvo a 3 millones de familias por encima de la línea de pobreza el año pasado. Ya estos beneficios fueron prolongados tres veces este año, y los más probable es que terminen en absoluto después de las elecciones de noviembre, lo que significa que millones de trabajadores serán arro0jados a la indigencia.

Refiriéndose a estas cifras acerca de la pobreza, Isabel Sawhill, de la Institución Brookings (grupo intelectual liberal), notó que "Esto añade 6.3 millones de gente nueva a las filas de los pobres desde el 2007, antes de comenzar la recesión. El problema se pondrá mucho peor mucho antes de que la situación mejore".

Sawhill añadió que sus investigaciones sugieren que para mediados de esta década, la recesión añadirá 10 millones de gente a las listas de desempleados, inclusive 6 millones de niños.

Hay suficiente razón para creer que el verdadero nivel de pobreza es mucho peor que el que la Oficina de censo ha reportado. La línea que marca el comienzo de la pobreza es tan baja como para ser ridícula: $22,050 para una familia de cuatro o $10,830 para un solo adulto. No ha sido ajustada para tomar en cuenta la región geográfica, y por lo tanto enormemente menosprecia el nivel de pobreza en zonas de coste elevado, tal como la Ciudad de Nueva York, Boston, Washington, D.C., y California.

La encuesta del Censo excluye sectores muy significantes de la población: más de dos millones de prisioneros; ancianos en residencias y con prolongada estadía en los hospitales; y estudiantes que viven en los dormitorios de las universidades. A la mayoría de estos grupos se les podría clasificar de pobre si no vivieran en instituciones.

La línea que marca la pobreza también es extremadamente anticuada, puesto que se basa en una fórmula de hace 50 años que se deriva de una época cuando los alimentos constituían el mayor gasto de los presupuestos familiares, las mujeres no trabajaban fuera de sus hogares, la mayoría de la juventud no asistía a universidades, y la típica familia tenía solo un carro. Por lo tanto no toma en cuenta el impacto de los precios en alza de la atención médica, la educación, la jardinería de niños, la transportación y otras necesidades.

Además, como el mismo informe del Censo notara, ha habido un gran aumento en la cantidad de individuos y familias que comparten la vivienda debido principalmente debido a dificultades económicas. La combinación de varias familias o individuos que no son parientes en una sola vivienda tiene el efecto de reducir la tasa de pobreza oficial, la cual se calcula de acuerdo a cada unidad familiar.

Como le expresó David Johnson, jefe de la División de Estadísticas Acerca de la Vivienda y los Hogares, que forma parte de la Oficina del Censo, al Wall Street Journal: "Si se determina la pobreza de acuerdo a los recursos de todos los miembros de cada hogar que son parientes, ésta llegaría al 17%".

La cantidad de hogares con familias múltiples aumentó en un 11.6% del 2008 al 2010, y la proporción de adultos entre las edades de los 25 y 34 años que viven con sus padres aumentó del 12.7% en 2008 al 13.4% en el 2010. La tasa de pobreza para estos jóvenes adultos era 8.5% cuando se les consideraba como parte del hogar de sus padres, pero ésta subiría al 43% si fueran independientes.

Estas estadísticas acerca de la pobreza muestran el fracaso del capitalismo estadounidense y del gobierno de Obama. La Casa Blanca recibió las cifras con gran indiferencia.

Obama lanzó una declaración de cinco párrafos en la que concedió que las estadísticas del censo "muestran lo difícil que fue el 2009", pero se jactó de que el plan de estímulo que se había adoptado el año anterior había prevenido una situación peor".

Arguyó que "una recesión histórica no tiene que convertirse en aumentos históricos de la inseguridad económica de la familia". Añadió que "debido a la Ley de Recuperación y muchos otros programas ofrecieron reducciones fiscales y ayuda a los ingresos de la mayoría de las familias trabajadoras—y especialmente a los más necesitados—millones de estadounidenses se escaparon de la pobreza el año pasado".

A medida que Obama se dirige a las elecciones del otoño, la única justificación que el gobierno de Obama puede ofrecer es que "la situación pudo haber sido peor". Pero es dudoso que los millones de trabajadores que han perdido sus empleos, sus seguros médicos y sus casas durante los últimos dos años pueden conformarse con esas palabras.

La declaración de Obama combina el menosprecio de la crisis con una declaración que termina de la siguiente manera: "A pesar de todas nuestras dificultades, sigo inspirado por la dedicación y optimismo de los trabajadores de Estados Unidos. Tengo la confianza de que saldremos de esta tormenta con una economía revitalizada".

Esta retorica fanfarrona puede traducirse así: "Como representante máximo del capitalismo yanqui, me asombra que todavía no ha habido rebeliones de masas por parte de los trabajadores de Estados Unidos tanto contra mi gobierno como contra la aristocracia bancaria que sirvo. Espero poder engañar al pueblo trabajador con mi retórica acerca la "esperanza" y el "cambio" por lo menos durante unos pocos años más".

Al menospreciar arrogantemente el sufrimiento de decenas de millones de estadounidenses que han quedado empobrecidos con una breve declaración por escrito, Obama consagró su día laboral reuniéndose con dos grupos de ejecutivos empresariales: el Consejo de Exportaciones que él mismo dirige y que trata de fomentar la competitividad de las industrias estadounidenses rebajándoles los costos, inclusive los costos salariales; y dirigentes de las 100 empresas mayores del país, quienes se juntaron para asegurar que el programa educativo de su gobierno está en línea con los requisitos empresariales del país.

(*) World Socialist Web Site