sábado, 9 de octubre de 2010

La corrupción es estructural en la Región de Murcia / Patricio Hernández *

Viajar por España es una prueba dolorosa para el buen entendedor que sabe mirar. Las autopistas y las vías del tren están cimentadas con cohechos, cada ciudad que se visita es un nido de urbanizaciones prevaricadas, cada metro de costa un núcleo de sobornos... Nada hay limpio, todo está contaminado. Éste es el desgobierno de lo público en estado puro». Esta es la visión del catedrático Alejandro Nieto sobre el problema de la corrupción en la España actual, que marca para él la temperatura democrática del país.

Ha saltado a la actualidad de forma espectacular un nuevo caso de presunta corrupción en Murcia que afecta a políticos del PP, altos funcionarios y un empresario que es socio privilegiado del Gobierno, y tenemos que volver a preguntarnos por lo que significa la corrupción en la vida pública de la región.

Como era de esperar y a modo de cortafuegos, se empeñan una vez más el presidente Valcárcel y otros dirigentes del PP en presentar el caso ´Nueva Condomina´ como aislado y ajeno a su partido. Al elegir la habitual estrategia negacionista se daña una vez más la cultura de la legalidad y la calidad de la democracia.

La lista de ´casos aislados´ en estos últimos años se ha alargado tanto en la región que son ya excepción aquellos espacios institucionales que aún no se han visto implicados en procesos por corrupción. Y eso sabiendo que los que conocemos sólo son una fracción, presumiblemente pequeña, de los que en realidad han ocurrido y que permanecen en su mayor parte silenciados.

Corrupción ha habido siempre y con seguridad la seguirá habiendo, pero el volumen y el alcance de la generada en los años del boom inmobiliario no tiene parangón en todo el periodo democrático. Guste o no a Valcárcel, el presidente con el mayor y más prolongado respaldo electoral es también el presidente del periodo más corrupto de la historia de Murcia como Comunidad Autónoma.

La corrupción política en la región es estructural, sistémica —es una regla casi general de funcionamiento— y organizada, entendiendo por tal que no la realizan individuos aislados sino que requiere una mínima organización para su ejecución (funcionarios de distinto nivel, intermediarios, empresarios, políticos, etc.) y una complicidad por inacción y tolerancia de otros tantos.

La evolución de esta corrupción ha sido muy rápida y se ha visto favorecida por la falta de mecanismos de control, tanto institucionales como sociales; largos períodos de mayorías absolutas y oposición poco exigente; mucho dinero en circulación alrededor de un hipertrofiado y especulativo sector inmobiliario; generalización de figuras legales como el convenio urbanístico, absolutamente sujetas a discrecionalidad y opacidad en las negociaciones y contrarias a la cultura del planeamiento; y una importante tolerancia social frente a la corrupción (en el último Barómetro del CIS sobre la región sólo está citada entre los tres principales problemas por el 2,6% de los encuestados).

Podríamos añadir aquí lo que el economista Jose Manuel Naredo ha llamado «la refundación oligárquica del poder y la emergencia de un neocaciquismo democrático», ocurrido en nuestro país desde la transición democrática y la adhesión a la UE, que supone que bajo la nueva cobertura democrática «las elites del poder siguen tomando las grandes decisiones y favoreciendo los grandes negocios de espaldas a la mayoría», lo que explica la estrecha ósmosis entre políticos y empresarios vinculados al negocio inmobiliario, que ejemplifica en el hecho de que el jefe de gabinete económico del presidente Zapatero pasara directamente a presidir la patronal de las grandes constructoras.

Sin duda, Murcia, territorio donde históricamente el caciquismo estuvo muy arraigado, es un ejemplo de libro de la tesis de Naredo. Lo que podemos llamar el ´exceso de proximidad´ e íntima cooperación entre los poderes públicos regionales y los grandes promotores ha alcanzado aquí niveles de obscenidad.

En contra del discurso oficial y la retórica farisea sobre un futuro de la región asociado a la diversificación económica, al desarrollo de la sociedad del conocimiento, al I+D, a la gestión equilibrada del territorio y los recursos, etc., los Gobiernos conservadores (y algunos municipios socialistas) han estimulado y favorecido durante años y por todos los medios la locura inmobiliaria y el monocultivo del ladrillo, encarnado simbólicamente en el modelo resort y en la empresa Polaris World, pero también en el desarrollo de un gran proyecto residencial y comercial como Nueva Condomina.

La profunda crisis de este modelo especulativo y cortoplacista —que llegó a ser orgullosamente reivindicado en su fase ascendente como ´modelo Valcárcel´— y que había sido anticipada por las demonizadas casandras ´ecologistas e izquierdistas´, la sufrimos hoy en forma de paro masivo, extensión de la pobreza, pérdida de recursos naturales irreemplazables, elevado endeudamiento público y privado, altas tasas de abandono escolar, falta de viviendas asequibles, etc.

Pero parece que nada hemos aprendido ni realizado autocrítica alguna sobre los excesos y los abusos perpetrados, y que sólo se espera la mínima oportunidad para reincidir en el modelo. Sólo así se entiende que se hayan puesto todas las expectativas en un proyecto como el del parque de la Paramount, que representa justamente uno de esos megaproyectos característicos del ciclo especulativo de los últimos años y de un modelo turístico en quiebra. Quizás sea a estas horas un proyecto pinchado, pues no en vano su principal promotor privado ha caído bajo la sombra (Umbra) de la omnipresente corrupción.

Porque todo el mundo sabe a estas alturas que los principales parques temáticos españoles están en crisis y su rentabilidad es más que dudosa, provocando que al final las administraciones hayan acabado no sólo recalificando masivamente terrenos para la obtención de plusvalías (el verdadero negocio estaba en las construcciones, instalaciones y servicios asociados al entorno de los parques), sino pagando las infraestructuras y poniendo directamente dinero público para enjugar deudas.

(*) Presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia