jueves, 31 de marzo de 2011

Crímenes económicos contra la Humanidad / Lourdes Benería* y Carmen Sarasúa

Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la Humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables. 

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la Humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. 

A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. 

Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella. La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street's economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. 

Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.

Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la Humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.

(*) Lourdes Benería es profesora de Economía en la Universidad de Cornell. Carmen Sarasúa es profesora de Historia Económica en la Universidad Autónoma de Barcelona.

martes, 29 de marzo de 2011

Nueve medidas para cambiar España / Ángel Tomás Martín *

Aspirar al 'Estado del bienestar' es comprensible. La dificultad en alcanzarlo o su fácil deterioro es un hecho real. Un pueblo que se deja engañar por quien se lo promete es, cuando menos, inocente voluntario. Si se exige el bienestar sin aportar esfuerzo y sacrificio, no es solamente irresponsable, sino totalmente inoperante. Los ciudadanos tenemos la obligación de aportar trabajo bien hecho apoyado en amor propio y fuerza de voluntad. 
 
Sólo el trabajo colectivo y el conocimiento pueden hacer feliz a un pueblo, y ese trabajo será posible si se unen los emprendedores, los trabajadores, el ingenio y, como dijera Jac Trout, la diferenciación. 
 
Hemos de abandonar el relajamiento y la tutela desafortunada para abrazar la cultura y el arte, éste último en atonía por habernos instalado en la comodidad. En esta situación no se crea, y casi todo es mediocre o decadente, por eso nos encontramos en el 'Estado del malestar'. Despertemos e impulsemos la "Sociedad del esfuerzo". 
 
Sin embargo tampoco será posible sin un cambio estructural que sólo el poder político- económico puede llevar a cabo. 
 
Nuestra pérdida de competitividad nos ha hecho descender nueve puestos en tan sólo un año, situándonos en el 42 según las conclusiones del IEE, lo que exige medidas urgentes que permitan recuperarnos. 
 
Todos piden cambios estructurales pero sin aportar ideas eficaces que hagan posible el esfuerzo colectivo. Por ello, y sin ánimo de ser exhaustivos, expongamos algunos trascendentales que darían solución rápida a la lamentable coyuntura económica que España padece. 
 
Necesitamos:
1. Un presupuesto general del Estado y unas medidas de acompañamiento veraces, desarrollables y vinculantes. 
 
2. Reformar el modelo autonómico Nacional, su armonización y su compatibilidad con el presupuesto Nacional. 
 
3. Sanear, regular y controlar (Banco de España y Tribunal de Cuentas) con valentía y rapidez el sistema financiero. Sin él, no es posible mantener la economía real, y aun menos su crecimiento y la creación de empleo. 
 
4. Urgente reforma de la fiscalidad y su armonización interna y comunitaria, sin olvidar ventajas temporales para los nuevos emprendedores (la falta de recaudación la compensará la disminución del costo del paro rescatado). 
 
5. Mejorar la reglamentación del sistema laboral asimilándolo al que rige en la CE, que incluye determinadas liberaciones. 
 
6. Acometer definitivamente el Plan Energético Nacional. Somos muy dependientes y ha de conseguirse bajar el costo al consumidor, asegurar el amenazado suministro exterior y disminuir la dependencia del petróleo.
En un reciente estudio de alta economía se llegó a la conclusión de una muy probable rotura de la economía, si el barril de crudo superase los 180$. 
 
7. Un plan hidráulico Nacional que cubra las necesidades civiles y agrícolas de forma solidaria. Agua hay suficiente, sólo se necesita una inteligente distribución. No construyamos más desalinizadoras: son caras de construcción y de mantenimiento, y nocivas por su contenido no resuelto en boro y sodio. Su construcción en el exterior está en proceso de eliminación. Reservemos las que tenemos para posibles sequías. 
 
8. La mejora de los métodos de la mecanización, de la investigación y de la ingeniería aplicada, el control de la inflación, el apoyo a la exportación… son otros tantos aspectos que deben ser abordados y estimulados. 
 
9. Siendo España un país carente de primeras materias y pobre en industria pesada y bienes de equipo, deben ser impulsados éstos últimos al nivel de lo posible, pero sobre todo fomentar nuestras propias fuentes de riqueza, como son la agricultura y sus derivados (castigada por una intermediación abusiva rayando en la especulación), renovando métodos y seleccionando cultivos. Y fomentemos el sector servicios llevándolos a la calificación de excelencia. 
 
Para acometer estos cambios estructurales expuestos es obligado que quien gobierne olvide su filosofía política y se dedique en plenitud a administrar bien para todos, sin olvidar la independencia del sistema judicial, del Banco de España y del Tribunal de cuentas del Estado.
 
(*) Doctor en Economía y empresario

lunes, 28 de marzo de 2011

Inside Job / Santiago Niño-Becerra *

Para personas informadas no aporta ningún dato novedoso. Es un muy buen montaje de expone, pero no concluye, ni traza las consecuencias de lo sucedido: pienso que faltan quince minutos para detallar el período 2009 – 2010. Sigue por la línea ya conocida de que ‘los bancos y las agencias de calificación tuvieron la culpa’; pero lo verdaderamente novedoso del film es que trenza muy bien una serie de razonamientos vinculando a políticos y banqueros de tal forma que el planteamiento completo es: ‘los bancos y las agencias de calificación tuvieron la culpa porque los políticos les permitieron hacer lo que hicieron’.

Yo sigo con lo mismo: en 1973 el modelo empezó romperse porque una parte de la población activa empezó a no ser necesaria. En el período 1987 – 1991 el supply-side ya estaba agotado y a partir de ahí, terminada la economía de la producción, lo único que quedaba era ir por el lado de ‘lo financiero’. Se hizo lo que se tenía que hacer para continuar creciendo porque no se podía hacer ninguna otra cosa. 

Claro que los bancos podían haber hecho las cosas de otra manera, y los políticos hubieran podido no eliminar las regulaciones que eliminaron, y la política fiscal y la monetaria hubieran podido corregir desviaciones, y las empresas y las familias hubieran podido entender que esa capacidad de endeudamiento que parecía infinita no lo era y que los créditos que tan alegremente solicitaban y tan fácilmente obtenían había que devolverlos. Las cosas hubieran podido hacerse de otra manera y todo eso hubiera podido haberse contemplado, pero entonces hubiésemos crecido mucho menos de lo que hemos crecido.

Es frustrante tener que admitirlo, pero nadie tuvo la culpa. Se hizo lo que se podía hacer porque no podía hacerse otra cosa ya que en cada momento se puede hacer lo que se puede partiendo de la base de que los humanos siempre queremos más. Se hizo lo que podía hacerse, lo que sucede es que todo en esta vida tiene consecuencias; y el pasado siempre acaba pasando factura.

Amén.

¿El film?, si no lo han visto, véanlo: como exposición y resumen es bueno.
 
(*) Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull

La dama del euro / F. Durán

Sopla una brisa tibia que el Hudson conduce hasta una terraza cualquiera de cualquiera de los restaurantes caros del West Upper Side. Diez lumbreras de la economía comparten mantel. Ben Bernanke, Jean-Claude Trichet, Steve Jobs, George Soros, Carlos Slim, Dominique Strauss-Khan, Eric E. Schmidt, Paul Krugman, Mark Zuckerberg y Nouriel Roubini se miran a los ojos y reciben de cada comensal el mismo brillo, mitad respetuoso mitad soberbio, que su propia mirada transmite a los demás. El menú está a la altura de las ideas: langosta, cangrejo, foie y algunos de los mejores vinos del planeta.

Apliquemos el
zoom a la escena y agucemos el oído. Este top ten cerebral habla de la partida de dominó que se disputa en la Eurozona. Cayeron las fichas griega e irlandesa y probablemente les siga la lusa. Es una cuestión de tiempo. Vasos comunicantes, you know, fella. ¿Y España? España monopoliza los entrantes y las primeras estribaciones del inefable lomo crustáceo, pero cada opinión contiene demasiados matices, demasiada subhipótesis que inevitablemente conducen a un callejón sin salida.

Alguien pronuncia
Japan y las neuronas sitian a su nueva presa. Fukushima pesa más que dos recesiones seguidas y el país lo pagará, o no, porque del bosque quedado brotan más fuerte los árboles. Bernanke barre para casa y desliza las siglas de la Reserva Federal, que resiste unos minutos el asedio de Trichet y su BCE. Quizás movido por la causa común de la patria, Strauss-Khan le echa un cable y recuerda que el euro es hoy por hoy la moneda más interesante -por discutida o reivindicada- del planeta.

Los camareros sirven a continuación los monstruosos cuerpos de dos
king crab (es la cifra de consenso para dividir en cuotas del 10% tan delicioso segundo) y las palabras dejan paso a un reconfortante y muy breve oasis de chupadas, chasquidos y gruñidos. Después, más leña: las capacidades de China, el empuje de Brasil, el factor México, Corea e Islandia, la inflación mundial, las quejas de la FAO, la fiabilidad de las agencias de rating y las interminables emisiones de deuda pública.

Irremisiblemente perdido ante tanto tecnicismo, Zuckerberg, que perdió la umlaut en la huida transatlántica de algún antepasado, abre al azar el ejemplar del New York Times que compró antes de la cita y se topa con una foto gigante de una mujer rubia y cincuentona que tontea con un tipo bajito y bastante feo. "¿Pero quién demonios es ésta?", pregunta a sus contertulios. Todos, obvio, reconocen a la Merkel en una milésima de segundo. 

Todos, guiados por la misma silenciosa reflexión, olvidan contestar al dueño de Facebook: casi han terminado los postres y no han caído en la cuenta en que ni siquiera le han dedicado a la canciller cinco minutos de charla pese a que, posiblemente, la dama del euro sea ahora el factor más determinante en la economía del viejo, muy viejo continente. 

En el mundo árabe, una perspectiva real de libertad / Robert Fisk *

En los días finales del imperio otomano, diplomáticos de Washington –cónsules en Beirut, Jerusalén, El Cairo y otras ciudades–, organizaciones no gubernamentales de toda la región y miles de misioneros estadunidenses suplicaron al Departamento de Estado la creación de un Estado árabe moderno que se extendiera desde las costas de Marruecos hasta las fronteras de Mesopotamia y Persia. Creían que eso llevaría a gran parte del mundo musulmán a la órbita democrática de Europa y Occidente.
 
Desde luego, el acuerdo Sykes-Picot, que ya había dado forma en secreto a Medio Oriente, un agónico Woodrow Wilson y el repliegue de Estados Unidos hacia el aislacionismo echaron por tierra tan fantasiosas esperanzas. Además, ¿quién sabe si algunos árabes habrían preferido la civilización de Roma y, poco más de una década después, de Madrid y Berlín a las supuestamente decadentes democracias de otros lugares de Europa? Al final, la Segunda Guerra Mundial dañó a Túnez, Libia, Egipto y Líbano y dejó al resto comparativamente ileso. Pero éste es el momento de recordar los hubieras de la historia, porque hoy es posible vislumbrar un mundo futuro en el que pudiéramos viajar de Marruecos a la frontera Irán-Irak sin una visa en nuestro pasaporte. Que los árabes puedan llegar a eso con rapidez es, desde luego, otra cuestión.

Lo que no está en duda es la extraordinaria tempestad que atraviesa la región, la espectacular ruptura del mundo árabe que la mayoría de nosotros y la mayoría de los árabes hemos conocido a lo largo de nuestra vida. De las mohosas y corruptas dictaduras –el cáncer de Medio Oriente– está surgiendo un pueblo renacido. No sin derramamiento de sangre, y no sin mucha violencia tanto delante como detrás. Pero ahora por fin los árabes pueden esperar marchar hacia las cumbres resplandecientes. Todos los amigos árabes que tengo me han dicho exactamente lo mismo en las semanas pasadas: Nunca creí llegar a ver esto en mi vida.

Hemos observado cómo esos terremotos abrieron grietas y cómo las grietas se convirtieron en fisuras. De Túnez a Egipto, Libia y Yemen –cuya libertad está quizás a sólo 48 horas–, a Marruecos y Bahrein, y sí, tal vez incluso hasta Siria, los jóvenes valerosos han dicho al mundo que quieren libertad. Y de seguro obtendrán esa libertad en las próximas semanas y meses. Son palabras jubilosas, pero deben escribirse con la mayor precaución.

Pese a toda la confianza de David Cameron, no estoy tan seguro de que la operación en Libia vaya a tener un final feliz. De hecho, no estoy seguro de saber cómo va a terminar, aunque el vano y prepotente ataque de Estados Unidos al cuartel de Kadafi –casi idéntico al que escenificó en 1986 y que costó la vida a la hija adoptiva del coronel– demostró fuera de toda duda que la intención de Obama es liquidar al régimen. No tengo la certeza, tampoco, de que vaya a ser fácil crear una democracia en Bahrein, en especial cuando Arabia Saudita –el cáliz intocable, casi tan sagrado como Israel frente a las críticas– sigue enviando su soldadesca a cruzar el puente fronterizo.

He notado, desde luego, las prédicas de autores como Robert Skidelsky, quien cree que la fantasiosa liberación de Irak por Bush y Blair –cuyo resultado es que Teherán tiene el control efectivo del país– condujo a los levantamientos callejeros de hoy. “Pero la combinación de libertad y orden de las democracias occidentales… es producto de una larga historia que no se puede reproducir en breve plazo –ha dicho–. La mayoría de los pueblos no occidentales dependen de las virtudes personales del líder, no de los límites institucionales a su poder, para hacer tolerables sus vidas.” Entiendo el mensaje: no se puede confiar la democracia a los árabes: no están preparados para ella como lo estamos nosotros los occidentales y –ejem– los israelíes, claro. Es un poco como que Israel diga –como de hecho lo dice– que es la única democracia de Medio Oriente, y luego, para asegurarse de seguir siéndolo, ruegue a los estadunidenses dejar a Mubarak en el poder. Que fue exactamente lo que ocurrió en enero.

Israel es un caso que vale la pena examinar. Por lo regular capaces de considerable previsión, su gobierno, sus diplomáticos y sus partidarios extranjeros se han mostrado remisos y torpes en su respuesta a los sucesos que sacuden al mundo árabe. En vez de dar la bienvenida a un nuevo y democrático Egipto, hacen hoscas advertencias acerca de su volatilidad. Al parecer, para el gobierno de Israel la caída de dictadores a los que muchas veces ha comparado con Hitler es aún peor que su preservación. Podemos ver dónde radica el problema: un Mubarak siempre obedecerá las órdenes de Israel (vía Washington); un nuevo presidente no estará bajo esa presión. A los electores egipcios no les gusta el sitio de Gaza y están indignados por el despojo de tierra árabe para colonias israelíes en Cisjordania. Por cuantiosos que sean los sobornos de Washington, ningún presidente egipcio electo va a poder tolerar durante mucho tiempo ese estado de cosas.

Hablando de sobornos, el más cuantioso de todos fue entregado la semana pasada –en pagarés, claro está– por el monarca saudita, quien está desembolsando 150 mil millones de dólares por todo su reino feliz con la esperanza de evadir la ira del pueblo. Quién sabe, puede que le funcione por un tiempo. Pero, como siempre he dicho, observen a Arabia Saudita. Y no le quiten los ojos de encima.

En cambio, la epopeya que podemos darnos el lujo de olvidar es la guerra al terror. Apenas si ha salido algún gruñido de la tienda de Osama durante meses. ¿No resulta extraño? Lo único que he oído de Al Qaeda con respecto a Egipto fue un llamado a deponer a Mubarak… una semana después de que había sido derrocado por el poder popular. La carta más reciente del hombre de la caverna instaba a los pueblos heroicos del mundo árabe a recordar que sus revoluciones tienen raíces islámicas, lo cual debe de haberles caído de sorpresa a los habitantes de Egipto, Túnez, Libia, Yemen, Barhein y demás, porque todos ellos exigían democracia y libertad. Y allí está, en cierto modo, la respuesta a Skidelsky. ¿Acaso cree que todos ellos mienten? Y de ser así, ¿por qué?

Como dije, queda mucha sangre por correr. Y muchas manos entrometidas que querrán convertir las nuevas democracias en proyectos de dictaduras. Pero por una vez –sólo una vez–, los árabes pueden mirar las cumbres resplandecientes.

(*) Periodista y escritor inglés. Corresponsal en Oriente Medio para el periódico británico "The Independent"

¿Quién manda en el mundo? / Mariano Grondona *

Corría el año 1931, un año negro para el mundo que ya estaba sufriendo la inmensa crisis económica de los años treinta y que padecía la ofensiva ideológica antidemocrática del comunismo en Rusia, el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania, mientras los golpes militares se multiplicaban en América Latina. 
 
Fue en 1931, precisamente, cuando el filósofo español José Ortega y Gasset publicó la primera edición de uno de sus libros más importantes, "La rebelión de las masas", uno de cuyos capítulos principales llevaba por título esta acuciante pregunta: "¿Quién manda en el mundo?" La economía capitalista zozobraba, las democracias occidentales retrocedían y los extremismos de izquierda y de derecha avanzaban. El mundo atravesaba un peligroso vacío de poder. Pero la cuestión del poder es decisiva, señalaba Ortega, porque si no se sabe quién manda, "todo lo demás marcha impura y torpemente". 

Ya sabemos lo que vino después: la trágica guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial, el derrumbe de Hitler y Mussolini, Hiroshima, Nagasaki y el triunfo de los Estados Unidos y la Unión Soviética que desembocaría en el mundo "bipolar" de la Guerra Fría hasta que el propio comunismo, el último de los imperios totalitarios que estaban en su apogeo hacia los años treinta, sucumbió en 1989 con la caída del Muro de Berlín. 

Después de una traumática secuencia de sesenta años, ¿había triunfado al fin la democracia? Cundió, por lo pronto, el optimismo. Fue al comenzar los años noventa que el norteamericano Francis Fukuyama publicó su famosa obra "El fin de la historia". Si por "historia" se entiende la lucha sin cuartel entre opuestas concepciones del mundo, sostenía Fukuyama, entonces la historia ha culminado con la victoria final de la democracia sobre todos sus agresores. 

¿Había nacido en verdad un nuevo orden mundial, bajo el signo de la democracia? Hoy, a veinte años de la tesis de Fukuyama, es lícito dudarlo. Si bien no hemos padecido lo que muchos pronosticaban, una tercera guerra mundial "caliente" en vez de fría, une serie incesante de guerras locales en Corea, Vietnam, Irak y Afganistán nos ha acompañado desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, a la cual se han sumado primero las explosiones terroristas de las Torres Gemelas al comenzar los años dos mil y, ya últimamente, los levantamientos populares contra los regímenes árabes autoritarios, desde Túnez y Egipto hasta la agonía que el pueblo libio está sufriendo por haber cometido la osadía de reclamar la libertad contra el dictador Muamar Gadafi, quien no ha vacilado en ametrallarlo desde el aire. 

¿Es éste el nuevo "orden mundial" que había presentido Fukuyama? ¿O estamos, más bien, ante un nuevo "desorden mundial"? El triunfo de la democracia que anunciaba Fukuyama parecía coincidir con el advenimiento de un mundo ya no "bipolar" sino "unipolar", a cargo de los Estados Unidos. Después de las Torres Gemelas, sin embargo, el presidente Bush declaró la guerra total al terrorismo. Hoy está claro que su error fue creer que, porque gozaba de un monopolio militar incontrastable, su país podría manejarse cual si fuera un imperio. El error de Bush consistió en una simplificación porque, "unipolar" en lo militar -en realidad, sólo en lo nuclear- el mundo que rodeaba a los Estados Unidos era "multipolar" en lo económico y en lo político, ya que otras potencias emergentes como Brasil, Rusia, India y China -las célebres "Bric"- multiplicaban su influencia al lado de la vasta Unión Europea y del ahora trágico Japón. 

Se llama habitualmente "hard power" al "poder duro" que proviene de las armas, en tanto que recibe el nombre de "soft power", "poder suave", al que proviene de la economía y la diplomacia. Aleccionado por la cortedad de miras de su antecesor, que apostó obsesivamente al "hard power", el presidente Obama ha ensayado, frente a la terrible crisis libia un despliegue de "soft power", cimentando una alianza con otras potencias más decididas que él contra Khadafy, Francia y el Reino Unido, bajo el "paraguas" de las Naciones Unidas. Pero el "poder suave" de Obama, ¿no corre el riesgo de aparecer, a su vez, como una muestra de debilidad similar a la de otro de sus antecesores, el bondadoso pero irresoluto James Carter? En definitiva, ¿quién manda en el mundo? La pregunta crucial que Ortega formuló hace ochenta años, nos sigue acosando. 

(*) Mariano Grondona es Abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires


Los caballeros de la cama redonda / Pablo Sebastián

Emilio Botín llegó en mangas de camisa al Palacio de la Moncloa como si fuera el dueño del cortijo, luciendo en los tirantes y la corbata el rojo de su banco y anunciando en el paseíllo  que él sería el protagonista de la cita en Moncloa de los empresarios y los banqueros, con la que el presidente Zapatero venía a exhibir una tercera Cámara del poder institucional español, al margen del Congreso de los Diputados y del Senado: la Cámara de “Los caballeros de la cama redonda”. El tálamo promiscuo e incestuoso de los poderes varios del Estado español donde se cuecen los pactos y los repartos de esta “democracia a la violeta”, o partidocracia a la española.

Una exhibición obscena que, al margen de la soberanía nacional, prueba que en este país no existe una verdadera Democracia con su obligada separación de los poderes del Estado sino su indecente acumulación en el solo beneficio del autócrata de turno, Zapatero en este caso. El amo que parte y reparte el poder con propios y asimilados hasta que los abusos, corrupciones o la incompetencia del autócrata rasgan su velo protector y los ciudadanos indignados lo expulsan de la Presidencia tal y como ocurrió con Felipe González y José María Aznar, y como le pasará a José Luís Rodríguez Zapatero.

Cabe sospechar que la invectiva de Botín rogando a este genio de Zapatero que no convoque elecciones generales anticipadas y no abra el proceso de su sucesión en el seno del PSOE, no fuera idea suya sino sugerida por Moncloa en socorro de Zapatero para lograr que el líder caído agote la legislatura y las mieles del poder, a ver si entre tanto un milagro o una catástrofe –como ocurrió con los atentados del 11-M de 2004- le permiten renovar la presidencia y no regresar destrozado a su casa de León. Y puede también que el presidente del Santander, que suele ser aficionado a estos espectáculos, hiciera de esta necesidad monclovita su virtud porque él también tiene en sus problemas sucesorios en el banco y necesita el indulto del Gobierno a Consejero Delegado, Alfredo Sáez, recientemente condenado por el Tribunal Supremo.

La gravedad de la declaración de Botín –a la que se sumó el hombre del gran poder mediático italiano en España, Borja Prado, y los habituales aduladores Villar Mir y Del Pino- fue inmediatamente utilizada por los manipuladores de la Moncloa para decir que “los empresarios” (y no solo cuatro de los cuarenta presentes) pedían a Zapatero que no adelantase las elecciones ni su sucesión en el PSOE. Así el diario gubernamental El País titulaba “La élite económica pide a Zapatero…”. Como si dicha “élite” fuera dueña de la soberanía nacional y del Partido Socialista, y la mejor y única intérprete del sentimiento nacional español.

Con esa manipulación los que representaban en Moncloa el poder financiero y conservador del país aparecían como los adversarios y detractores del Partido Popular y de su líder Mariano Rajoy, que propugnan todo lo contrario de lo que una minoría de esa “tercera Cámara” le solicitó a Zapatero: la exigencia de elecciones generales anticipadas y otras políticas social y económica, tal y como lo reiteró Rajoy el pasado fin de semana.
¿Qué está pasando para que en medio de este flagrante deterioro nacional asistamos a estos juegos teatrales?

Puede que a muchos ciudadanos les sorprenda saber que España es el único país de nuestro entorno europeo que no elije directamente al jefe del Estado, ni al presidente del Gobierno, ni a sus diputados, ni a sus senadores, alcaldes, presidentes autonómicos, etc. En España solo se elijen las siglas de partidos, y luego el jefe de la fuerza ganadora y su “aparato” funcionarial nombran los gobernantes, jueces, legisladores, y publicistas del poder, generalmente salidos de la mediocridad imperante en los citados aparatos de los partidos, donde la excelencia, la experiencia y preparación de los gestores de la vida pública brillan por su ausencia, y en el caso que nos ocupa empezando por la insoportable levedad del presidente Zapatero.

Y así el ganador de las elecciones se hace con el control absoluto de los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, los medios –públicos y privados- la banca y las empresas reguladas por el Gobierno (eléctricas, telecos, constructoras, comerciales, etc…), al tiempo que impide o  reduce cualquier contrapoder o control y se crea alrededor del autócrata una aureola de impunidad que suele acabar en la corrupción o incluso el crimen de Estado (González), el autoritarismo “belicoso” (Aznar) o el desgobierno y la desunión de la nación (Zapatero).

El deterioro de la cohesión nacional como ocurre ahora cuando el autócrata ganador de las elecciones, desprecia la nación española –”discutida y discutible”- como ha sido el caso de Zapatero, debilitado por la ausencia de una estable mayoría parlamentaria que le ha obligado a recurrir a los apoyos de nacionalistas/independentistas. Los que gracias a una ley electoral no representativa como la española, que premia a estas minorías, ejercen un descarado dominio en contra los intereses generales de España.

De ahí se sacó Zapatero su “España plural” luego caída en el Tribunal Constitucional, como de todo este enredo de la acumulación de poderes sin controles emana su extraña supervivencia en el poder camino de la gran derrota en las elecciones. El imparable “matadero” donde Zapatero lleva a su partido como tiernos y silenciosos corderitos, con el aplauso del señor Botín que implora a su anfitrión que no abandone el poder que el líder desparrama sonriente entre sus invitados como si fuera “la madame” de todos estos “caballeros –y damas, ministros incluidos- de la cama redonda” nacional.

El lugar donde se suplanta el Parlamento, se amaña lo judicial y se parten y reparten los intereses creados, al margen de la soberanía nacional y de los mas sagrados pilares de una democracia: la separación de los poderes del Estado, la representación ciudadana y las libertades política y de expresión.

Y ¿tiene todo esto solución? La tiene si los españoles toman conciencia de semejante impostura y situación. El reciente espectáculo empresarial de la Moncloa, agitado por el señor Botín que parece haber encontrado en el pirómano español de la crisis al bombero salvador de las estabilidad nacional, y la gravedad del momento social económico de España dan fe de ello y obligan a una profunda reflexión en pos de una reforma democrática que tarde o temprano llegará en beneficio del pueblo y de la nación.

José Luis Sampedro, escritor y economista: 'La única salida es la educación y el pensamiento'


MADRID.- Alarga el brazo y saca una tabla roída, rallada, con los cantos rodados, y suave como la piel curtida. Es la "tabla del náufrago". Por el aspecto ha debido de salvar a Sampedro en muchas ocasiones. La coloca sobre la estrecha mesa, se la arrima al vientre. Sobre ella han corrido las manos del humanista cargadas de ideas y tinta desde hace décadas. "Tuve una época en que lo intenté con el ordenador, pero no simpatizamos", elegante, abre con una sonrisa esta conversación en los días de vaivén. Lo entrevista 'Público'.

José Luis Sampedro es la hoguera blanda a la que uno acude a secar las dudas. Quizá porque tenga respuestas para todo, quizá porque haya vivido varias vidas en una sola. Quizá porque sin sus lecturas uno es un trozo de carne, una flecha sin arco. De Barcelona a Tánger antes de la Guerra Civil; del Ejército republicano al Ejército rebelde; de Santander a Madrid, donde realiza Ciencias Económicas; de subdirector general del Banco Exterior de España a catedrático de la Universidad Complutense de Madrid; de las universidades de Salford y Liverpool a la norteamericana Bryn Mawr College, de la Real Academia Española a presidente honorario no ejecutivo de la empresa Sintratel.

El largo trayecto del profesor humanista lo resumía en su discurso de ingreso a la Real Academia Española, titulado Desde la frontera, en el que reconoció que sus andanzas intelectuales siempre anduvieron por caminos al margen de los cenáculos de lo oficial: "Quizás esa marginalidad me haya hecho el favor de dar a mi obra por lo menos alguna autenticidad, valor que siempre ambicioné sobre todos". Sampedro es uno de los reflejos que todavía brillan en la tan maltrecha diversidad cultural de nuestros días.
Con el alegato de una vida natural, libre y comprometida por delante, Sampedro ha recuperado en su tercera madurez los gérmenes rebeldes y libertarios que permanecían latentes. Lo que no puede desaparecer.

¿Cómo está viendo la tragedia de Japón?

Desde luego como una catástrofe espantosa y como una amenaza extraordinaria. Si sucediera una explosión estilo Chernóbil, alcanzando a Tokio la radiactividad, sería horrible. Lo que ha ocurrido en Fukushima es el resultado de un exceso de confianza en el ser humano. Soy de los que hace años pensábamos que el desarrollo sostenible es mentira, que lo que llevamos adelante es insostenible. 

¿Por qué seguimos adelante?
Porque los dirigentes están inspirados en dos ideas: una, la potencia extraordinaria de la técnica. La técnica ha logrado resultados tan fabulosos, que parecería que podría conseguir lo que quisiera. Y se piensa que ocurra lo que ocurra la técnica lo resolverá y que si se agota el petróleo, la técnica sacará, como pensaba Franco, oro del granito del Escorial. La otra idea es que la religión nos dice que los humanos tenemos un alma inmortal, que, como dice la Iglesia católica, el hombre es casi divino porque Dios lo hizo a su imagen y semejanza. Animado por esa esperanza inmaterial y por una técnica se cree que se puede hacer lo que quiere. 

¿Nos hemos creído más de lo que somos?
Nos creemos dioses y hacemos lo que no podemos hacer, y que si fuésemos racionales no necesitaríamos hacer. Desde los tiempos de Grecia la humanidad ha progresado técnicamente de una manera fabulosa, pero no hemos aprendido a vivir en paz, a convivir, a no matar al vecino. Las palabras favoritas de esta cultura son productividad, innovación y competitividad. Somos muy poderosos en técnica y muy ignorantes y faltos de sabiduría. El exceso de ciencia no está compensado por la manera de usarla. 

¿Eso ha pasado con la energía nuclear?
Eso es lo que pasa con lo nuclear: es una energía importante, pero no sabemos usarla. Verá, no hemos logrado con la energía nuclear lo que sí hemos logrado con el petróleo: el progreso del petróleo es el motor de explosión, pero de la energía nuclear no hemos inventado el motor de explosión. No dominamos la técnica nuclear y mientras tanto nos arriesgamos a catástrofes como la de Japón.

¿Qué le parece la actitud del pueblo japonés?
Me está admirando profundísimamente. Lo que veo en la televisión, las caras de la gente: no las hay aterradoras, desesperadas, llorosas. No hay gestos como hemos visto en Haití, muy comprensibles por otra parte. Pero en Japón hay una serenidad verdaderamente ejemplar. El civismo japonés debe darnos una lección a todos. Tengo una admiración profunda por ese pueblo. Cómo se comportan, cómo cooperan. El pueblo japonés en estos momentos es admirable, como con frecuencia el pueblo es mucho más admirable que los gobiernos. 

¿El progreso nos ha dejado sin control?
Progreso es una palabra que implica un fin, un objetivo, como en un viaje. ¡Pero aquí no saben dónde van! No sólo no saben dónde van, lo malo es que ni siquiera saben dónde quieren ir. Sarkozy, Berlusconi y otros que prefiero no nombrar en castellano y en inglés no saben lo que quieren. Vivir en paz es un objetivo, pero para eso deben educarnos y estamos haciendo todo lo contrario. 

¿Ante esta catástrofe nos haremos más humanos?
Ojalá sirviera al menos para eso, pero me temo que no, porque estamos muy mal dirigidos. Además, se nos enseña muy mal. La solución a largo plazo de todo es la educación, la preparación de los seres humanos. Ahí sí tendríamos que hacer progreso y desarrollo. Lo primero es que la gente razone y piense por su cuenta. Nos están educando al revés, nos educan para producir y consumir. Nadie nos prepara para ser más humanos, para ser mejores. Dicen que no hay alternativa a este desarrollo, cómo que no: ser mejores en vez de tener más cosas. La alternativa es educar para ser mejores. 

Creo que eso no aparece en ningún plan de estudio.
Verá, la mayoría de las personas no llegamos a ser lo que podríamos ser. Porque el desarrollo no es ser tanto o mejor que los otros, sino todo lo que uno pueda llegar a ser. Casi nadie, yo el primero, llega a todo lo que pueda ser. Todavía soy aprendiz de mí mismo. Ojalá nos hiciera más humanos esta catástrofe, para sabernos miembros de la naturaleza y no dioses.

¿Están preparadas las universidades a ello?
Esto que se acaba de implantar, la universidad con salsa boloñesa, es la muerte de la universidad. La universidad era un templo de sabiduría. Esto que hacen ahora es una escuela politécnica. Han dado la universidad a los financieros y los financieros lo que quieren es ganar dinero. Eso implica que lo que se enseña es saber hacer cosas, pero no saber cómo son las cosas. 

Hemos pasado a hablar de la cultura como producto, legitimada por su aportación al PIB. Otras virtudes como la verdad o la belleza han dejado de ser importantes. ¿Qué le parece?
A eso se responde de una manera: el PIB no es la medida del bienestar. 

¿Por qué han cambiado las reivindicaciones y ahora se prioriza la defensa de la libertad al fin de las injusticias?
Siempre que se use la palabra libertad hay que pensar para quién. La libertad para el pobre quiere decir que no me opriman. Pero la libertad para el rico es que me dejen las manos libres, que yo haré lo que me dé la gana y entonces explotaré a quien haga falta. Cuando me hablan de libertad recuerdo siempre el lema de la revolución francesa. Le voy a contar algo que explicaba en clase hace años: la libertad vuela como las cometas. Vuela porque está atada. Usted coja una cometa y láncela, no vuela. Pero átela una cuerda y entonces resistirá al viento y subirá. Cuál es la cuerda de la cometa de la libertad: la igualdad y la fraternidad. Es decir, la libertad responsable frente a los demás. 

¿Por qué no interesan las injusticias?
Porque se han degradado los valores. Al declarar que todo es mercancía, que todo es dinero, que el PIB y la cultura son dinero... ¿Qué es la corrupción generalizada? Simplemente que hay hombres en venta y otros dispuestos a comprarlos. ¿Hay mayor degradación que esto? Hoy no se respeta nada: hay altos cargos jactándose de ser imputados y pensando que la gente cree que es un tío grande porque no lo para nadie. ¿Cómo puede ser un político imputado un ciudadano modelo? 

José Saramago decía que el capitalismo nos había adocenado.
Claro, y qué razón tenía. La democracia no es el gobierno del pueblo en ningún sitio. ¿Qué se vota? Lo que nos hacen que votemos. En la infancia, llega un cura y mete en la cabeza dogmas. Eso empieza a condicionar el pensamiento y el pensamiento debe ser libre, más que la libertad de expresión. Si con la libertad de expresión lo que expresa es lo que le dicen que diga, no interesa. Lo que importa es lo que pensamos. 

¿Necesitamos una revolución más que nunca?
Lo que necesitamos es reeducarnos. Puede que catástrofes como la nuclear induzcan a pensar que lo que estamos haciendo no está bien. Se censura a los jóvenes porque no tienen sentido político. No es que pasen, es que quieren otra cosa. Mire usted, que cambiaremos es seguro. Otro mundo es seguro, la Historia es cambio. Ahora mismo pasamos por un momento que yo llamo de barbarie porque se han degradado todos esos valores que comentamos. Es una etapa de desconcierto hacia otro modelo distinto. Esta cultura capitalista de cinco siglos ha agotado ya sus posibilidades. 

Ya, pero los culpables de la crisis han salido indemnes.
Claro, porque tienen el poder. ¿Qué hace Europa en estos momentos? Nada. No estamos ya en manos de los financieros, sino en las tres o cuatro grandes empresas de valoración de la confianza. ¿Qué han hecho los gobiernos? ¿Han suprimido los paraísos fiscales? ¿Han corregido la conducta de los bancos? ¡Ni hablar! Los bancos que crearon la crisis en 2008 hace tiempo que se han repuesto tranquilamente y anuncian sus beneficios, mientras los parados siguen parados. Se llamen como se llamen, todos los gobiernos actúan obedeciendo a los intereses del capital. 

¿Qué espera de las generaciones más jóvenes?
He vivido la guerra y después de la guerra qué había. La ilusión era el bienestar, la ilusión era el Seiscientos. Pero hoy hay jóvenes con ideales. Que las cosas cambiarán estoy seguro. Cuantas más catástrofes haya, más se desacreditan los que nos conducen a las catástrofes. La gente no reacciona contra los banqueros. Pero el banquero es como el tigre, no es malo, devora porque es tigre. El banquero se forra contra quien sea porque es banquero, pero al banquero lo crea la sociedad, lo ensalza la sociedad que tiene como dios supremo el dinero. No es que sean malos, es que son banqueros todavía habrá que compadecerlos [ríe].

¿Por qué los gobiernos están degradando la enseñanza pública?
Porque tienen miedo y hacen concesiones a la Iglesia. Pero a los poderosos, cuantas más concesiones se les hace, más exigen, son insaciables. Fíjese lo que está haciendo Esperanza Aguirre con la enseñanza en la Comunidad de Madrid. Lo esencial de la enseñanza es el profesor y hay que crear profesores, pero claro, para eso se necesitan apoyos a la escuela. Que se recorten los presupuestos de enseñanza es un desastre. 

¿Cómo ve España después de las próximas elecciones generales?
Me temo que, como siempre, perderá uno de los dos partidos. El PP si tiene la victoria no se la ha ganado. Llevan años pidiendo, pero sin decir cómo hacerlo. El señor Rajoy jamás ha tenido una idea y para una vez que fue al público con un papel apuntado, le hicieron una pregunta cantada y pactada, y no supo qué contestar. Rajoy sería hoy el presidente ideal de Europa, porque entonces Europa no haría absolutamente nada. Me temo que va a ser derrotado el PSOE, pero seguiremos como hasta ahora porque no cambiarán las cosas. El PSOE está haciendo programas de la derecha en asuntos como la educación. Es un gobierno capitalista que depende de los financieros, como el PP. La diferencia es que el PP se regodeará apretando los tornillos de la explotación. 

¿Cómo es posible que intelectuales como Vargas Llosa defiendan en su discurso del Nobel la existencia de las armas de destrucción masiva?
El intelectual, por definición, está en contra de las autoridades. Entre los economistas hay dos tipos: los que se dedican a hacer más ricos a los ricos y los que pretendemos hacer menos pobres a los pobres. Con los intelectuales literarios pasa lo mismo: los hay que dan la razón al ataque de Irak y los que estamos en contra. Aquello fue un crimen de lesa humanidad que no ha prescrito. 

¿Tiene claras cuáles son las conclusiones de esta crisis?
Le contestaría con una sola palabra: entropía. Todo lo que nace muere. Cuando nacemos empezamos a morir. Yo llevo 94 años viviendo, es decir, 94 años muriéndome. Es un proceso vital. Todos los imperios anteriores entraron en decadencia. ¿Qué duró el imperio español, cuánto el auge francés, qué queda del imperio británico, cuánto ha durado el imperio norteamericano? Ya se ha acabado: EEUU no domina como en 1945. Tiene un Ejército más fuerte, pero no es el amo del mundo. Ahora tiene enfrente a China, Brasil y Rusia. 

¿Qué perspectivas hay?
El matemático Poincaré decía: "El caos es un orden que no conocemos". Pues ahora estamos en un orden que no conocemos. ¿Y qué perspectivas hay? Pues el próximo orden. ¿Cómo será? No lo sé. Tengo mis ideas, pero no lo sé.

domingo, 27 de marzo de 2011

La cara oculta (que ocultan) de Libia / Purificación González de la Blanca *

Las revueltas sociales en el Norte de África y en otros lugares del mundo musulmán, han dado lugar a que EE.UU. y sus socios vuelvan a la carga contra Libia. El pretexto es un supuesto ...bombardeo de civiles, sobre el que yo al menos tengo mis dudas, no sea que se repita el caso de las armas de destrucción masiva.

Para ello utilizan a la OTAN, una organización más que desprestigiada que no solo masacra población civil un día sí y otro también (47 civiles afganos, hace unos días) sino que ha llegado a hacer publicidad de su armamento con bombardeos sobre grupos de personas que enarbolaban banderas blancas (documental sobre Irak, del Canal 24 horas, retransmitido hace unas semanas) y que quedaron convertidas en una carnicería. 

La OTAN, como un Polifemo que necesitara devorar personajes y países periódicamente, se dispone ahora a atacar a Libia. ¿Pero quiénes son los que van a dar a Libia lecciones de derechos humanos? ¿Los de Guantánamo, los que torturan prisioneros y realizan asesinatos selectivos, los que ocasionaron un millón de muertos en Iraq?

A Libia hay que situarla en su contexto geográfico, que no es Europa. Pero sus dirigentes no tienen nada que ver con los de Egipto o Túnez (en donde hay tanta pobreza), ni con los de los Emiratos Árabes, Kuwait ? u Omán (a la celebración de los 40 años en el poder de este sátrapa TVE le dedicó 10 minutos de telediario), por referirnos a algunos tan agasajados últimamente. En Libia se ha repartido la riqueza.

La política libia ?que no se puede medir con parámetros occidentales- es el resultado de un delicado equilibrio entre tribus y clanes, a través del Congreso Popular General, con un sistema de representación directa, la Jamahiriya, basada en asambleas y comités populares, a nivel local, regional y nacional. El objetivo de Gadafi era lograr un sistema político intermedio entre el capitalismo y el comunismo, que les ha funcionado, hasta el punto de que Libia tiene la mayor renta per cápita de África . Y el mayor índice de desarrollo humano de ese continente, según el Programa PNUD, de la ONU (pueden comprobarlo por Google). 

Es decir los mayores logros en sanidad, en educación, en renta familiar, en longevidad, etc. de toda África. Los niños están todos escolarizados y para los estudiantes que lo deseen el Gobierno libio concede becas en el extranjero (estudios, master, especialidades, doctorados?) Guste o no Gadafi, esto es incuestionable.

Su sistema sanitario cuenta con las tecnologías más avanzadas y los especialistas mejor pagados del mundo. Y las rentas del petróleo benefician a toda la población, hasta el punto de que uno de los problemas de Libia me comentaba un amigo que conoce bien el tema- es que mucha gente ha pasado del camello al mercedes, y esto cuesta asumirlo?. De ahí se explica que este país, con 4.000.000 de habitantes tenga otros 2.000.000 de extranjeros, que son los que se dedican, entre otras cosas, a los trabajos que no quieren los libios (labores agrícolas, invernaderos, recogida de basuras, etc.)
 
 Aparte, por supuesto, de las numerosas empresas ?muchas españolas- que tienen sustanciosos contratos en Libia y desplazaron ahí su personal. Libia da muchos puestos de trabajo.

Nadie vio nunca a un libio en patera, y es que, como decía D. Manuel Fraga, en aquel viaje que realizó a Libia, y que tantas críticas le acarreó: Ustedes dirán lo que quiera, pero yo no he visto a ningún libio pidiendo limosna.

Gadafi en estos momentos, con la campaña orquestada en su contra, es un sátrapa genocida (busquen por los alrededores a quien esté limpio de polvo y paja). Pero quienes lo conocen lo definen como un coronel revolucionario e idealista, que desde pequeño destacó en sus estudios. Hijo de pastores, de la Tribu de los Gaddafa, su abuelo paterno murió combatiendo a los italianos, que invadieron el país, y su padre padeció muchos años de cárcel.

Cuando llegó al poder, nacionalizó compañías petrolíferas como la British Petroleum, que se la tiene sentenciada- logrando el control de la economía petrolera para distribuir sus beneficios entre la población libia. Nacionalizó asimismo numerosos bancos. Otro de sus logros fue conseguir la retirada de los últimos soldados británicos, que todavía campaban en la zona fronteriza con Egipto. 

Se volcó en las obras públicas y en los equipamientos para su gente, siendo de mencionar su apuesta por las tecnologías punta en sectores emergentes, como el sistema de captación de agua en el desierto, basado en atrapar nubes, mediante unas estructuras metálicas, que semejan palmeras, y que han logrado una auténtica revolución verde, con la plantación de millones de árboles en ese medio hostil.

Pero el problema de Libia es el petróleo. El 15 de abril de 1986, escuadrones de la VI Flota norteamericana y del Reino Unido atacaron con bombas y misiles numerosos objetivos libios, población civil incluida. Hanna, la hija de Gadafi de 15 años, murió en el bombardeo. El ataque fue condenado por la ONU.

Esta vez parece que lo han preparado mejor. El Consejo de Seguridad ha dispuesto embargar las cuentas de Libia, llevar a Gadafi ante un Tribunal Penal Internacional (¿Para cuando Bush?) y prohibir la venta de armas a ese Gobierno ¿pero no a la oposición (clamoroso). Y en estos momentos la OTAN planea un pasillo aéreo?, es decir atacar a Libia.

Los destructores de Iraq, se preparan ahora para destrozar un nuevo y próspero país, desarrollando el mismo programa, que pasa por una campaña previa de desprestigio de sus gobernantes y por la utilización en su estrategia, una vez más, de la Base de Rota, lo que nos convierte a los gaditanos en objetivo militar.

Pero son los libios quienes han de decidir su futuro. Y, como declaran insistentemente los opositores al Gobierno, no desean injerencias de países extranjeros.

Por nuestra parte, seguiremos oponiéndonos a que se derrame una sola gota de sangre por petróleo.

(*) Abogada, Diplomada en Derecho Comunitario Europeo y Miembro de la Asociación Internacional de Juristas Ambientales.

sábado, 26 de marzo de 2011

Por qué Libia / Gregorio Zurdo Jiménez *

Cuando Irak fue atacado la primera vez por razones humanitarias, no me pilló de sorpresa, pues los Estados Unidos hacia tiempo que se estaba preparando para ello. Pero el objetivo  principal no era Irak, sino Irán, así lo intuí de las palabras de pilotos americanos, y no andaba muy descabellado, conforme a los diferentes análisis realizados por diferentes grupos de opiniones. Todos sabíamos los motivos por los cuáles el Presidente Bush atacó a Irak, siendo éste el objetivo final, y quizás con alguna razón.

Los EEUU, en su política exterior siempre se han apoyado en la doctrina del Almirante Mahan, referente al poder militar dentro y fuera de los EEUU. Su casus belli, fueron de todas las índoles: La explosión del Acorazado Maine, el incidente del golfo de Tokín etc. Pues no en vano el exsecretario de Estado, Henry Kissinger, aseguraba que la política exterior americana estaba supeditada a los intereses económicos de los EEUU; bajo esta afirmación se comprende la política de estos últimos años del país norteamericano. Aunque a su favor hay que reconocer que cuando Europa ha necesitado de su ayuda siempre han estado allí donde les necesitaban.

Todos se preguntan o, nos preguntamos, por qué Libia ha sido codicia de las grandes potencias. Cómo se suele decir sin error a equivocarse, porque tenía todas las papeletas para que le tocase el premio y de paso dar avisos a futuros navegantes con su caja repleta de petrodólares. Además que nadie nos venga hacer creer que ha sido por ayuda humanitaria y más si Francia está por medio. Si el motivo principal hubiese sido humanitario, ya hace tiempo que estos bienhechores hubiesen intervenido en África, Asia y sobre todo en Bahrein, Qatar e incluso en la todopoderosa Arabia Saudita, culpable de actos no muy democráticos. 

Pues entonces, no hay error alguno en asegurar que el motivo principal haya sido el económico, o sea, el petróleo. Por otra parte Gadafi es odiado por dentro y fuera de sus fronteras y fácil presa de los halcones de Occidente.

Alrededor de hace un año, Francia e Inglaterra firmaron un acuerdo militar de defensa mutua ignorado por muchos de nosotros (a espaldas de Europa). Tal vez, en ese acuerdo se especificara quien debiera dirigir las operaciones que se pudieran dar en las zonas de interés de ambos países. Y es por ello, por lo que Francia desde el primer momento ha tomado el protagonismo de las operaciones secundadas por Inglaterra (aparte de la falta de popularidad de Sarkozy dentro de la propia Francia), y no vea con agrado que las operaciones de castigo o liberación del pueblo libio sean cedidas a la OTAN (siempre mirando por sus intereses).


No se debe olvidar que la central nuclear de Fukushima suministraba una potencia de 4.547MW, esta carencia debe ser sustituida por otra clase de energía. Además esta central se cerrará, y Japón dependerá aún más del petróleo; y Occidente no puede permitirse que su economía se estrangule por el alto precio del barril pudiendo alcanzar la cifra de los 200 a 250 $.

La presencia de China en Libia representa el 11% de la industria petrolera. Y aunque no hay cifras sobre el tamaño y la importancia de las actividades de exploración y producción de la CNPC, hay indicadores de que son considerables. Asimismo, Washington, Londres y París consideran que la presencia de China en el Norte de África constituye una intrusión. 
Desde una posición geopolítica, China supone una invasión (como ocurre en otras partes). La campaña militar contra Libia es también un intento de excluir a China del norte de África, por supuesto que en este juego “humanitario el objetivo “es alejar del escenario económico a ésta y a países contrarios de la órbita de Occidente.

Libia es una de las mayores economías petroleras del mundo y cuenta aproximadamente con el 3,5% de las reservas mundiales de petróleo, más de dos veces las de EEUU; por lo tanto codiciada por los países desarrollados como por los países emergentes.
La “Operación Libia” forma parte de una agenda militar más amplia para Oriente Medio y Asia Central, que consiste en obtener el control y la propiedad corporativa de más del 60% de las reservas mundiales de petróleo y gas natural, incluyendo las rutas de oleoductos y gasoductos.

Los países musulmanes, entre los que se encuentran Arabia Saudí, Iraq, Irán, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Yemen, Libia, Egipto, Nigeria, Argelia, Kazajstán, Azerbaiyán, Malasia, Indonesia, Brunei, poseen entre el 66,2% y el 75,9% del total de las reservas de petróleo, dependiendo de la fuente y metodología de la estimación.

Es por lo que considero que el ataque a Libia bajo la máscara humanitaria, beneficiará a los mismos intereses corporativos que la invasión y ocupación de Irak. Si bien, en el 2003 el protagonista fue EEUU, hoy es Francia. El objetivo subyacente es tomar posesión de las reservas de petróleo de Libia, desestabilizar la National Oil Corporation (NOC) y, finalmente, privatizar la industria petrolera del país, es decir, transferir el control y propiedad de la riqueza petrolera de Libia a manos extranjeras.

El petróleo libio es un filón para las grandes del petróleo anglo-francés y naturalmente para EEUU, como antes se ha señalado. Aunque el valor del crudo en el mercado supera en la actualidad los 100 dólares el barril, el coste del petróleo libio es extremadamente bajo, hasta 1 dólar USA el barril (según una estimación), por ejemplo: Con el crudo a 110 dólares en el mercado mundial, una operación sencilla de matemáticas muestra que Libia tiene un margen de beneficio de 109 dólares.


El objetivo de la interferencia de Francia y Occidente es estratégico: consiste en un saqueo total, en el robo de la riqueza petrolífera de la nación bajo el disfraz de una intervención humanitaria. Por lo tanto, esta operación militar es un intento de establecer la hegemonía Occidental en el Norte de África, una región históricamente dominada por Francia y, en menor medida, por Italia y España (Tal vez radique ese protagonismo de Francia, y por otra la desconfianza mutua entre Francia y EEUU).

Lo más insultante para la especie humana, nos quieran hacer creer que las hostilidades contra Gadafi no comenzaron hasta que la ONU diera su visto bueno, y todo justo antes de que cayera Bengasi y se acabara la posibilidad de ayuda a los “rebeldes” y por tanto evitar las muertes a la población civil. O sea, como una ONG (Cómo si la ONU no estuviera al antojo de aquellos que tienen el privilegio de veto. No he visto una Organización tan antidemocrática como la ONU).

Por ello creo que España, y a pesar de opiniones contrarias de nuestra intervención en este conflicto en las que me encuentro, debe estar allí donde estén sus aliados siempre que impere la justicia, que no siempre coinciden con la razón. 
También es cierto que nos hemos visto muy perjudicados con posturas diferentes a nuestros aliados naturales. Además creo sinceramente que los otros (Rusia, China) no son la panacea en cuanto a bondades humanitarias. Y es justo decir que, cuando ocurre una catástrofe a nivel mundial, es Occidente el primero en acudir con su maquinaria capitalista. 
Pocas veces por no decir ninguna en los casos de necesidad, y por poner un ejemplo a estas mismas naciones China y Rusia no han acudido, y cuando han acudido tarde y mal.

Hablando en lo puramente militar, España, no debe preocuparse por un descalabro en este aspecto. Aunque España no posea el ejército adecuado a las misiones a realizar (Lo que si tiene España es el recorte de libertad de sus Fuerzas Armadas, todo lo contrario que tienen el resto de los ejércitos europeos, que tienen sus sindicatos que velan por sus miembros, y no como en esta España que carecen de todo principio democrático), no debemos preocuparnos en este aspecto porque la maquinaria militar de Occidente es infinitamente superior a cuantas haya en estos momentos. Para hacernos una idea, la tecnología militar está veinte años por delante de la tecnología civil.

Zapatero y su gobierno hacen referencia constantemente a la intervención de Aznar en Irak, para ocultar la ineptitud del Presidente y la de su gobierno en toda su gestión que, en un 90% han sido desacertadas por no decir de chiste, como al derroche de las decenas de miles de millones de euros y venta precipitada de la reserva de oro que el gobierno de Aznar les dejó, privando de importantes ingresos a las arcas españolas. 

Pues bien, las tropas españolas sólo han intervenido en operaciones de combate en los gobiernos del PSOE sin ninguna presión exterior (Lo afirmo con rotundidad porque estuve allí). En el gobierno de Aznar estas mismas tropas no intervinieron en operaciones de combate, y eso que Aznar debía pagar el favor que nos hicieron con respecto a Perejil (Recordar que Francia estuvo en todo momento al lado de Marruecos) no fue como nos lo cuentan, fue una provocación en toda regla, y más serio de lo que a simple vista parece, la maquinaria militar del amigo del norte estaba donde debía estar.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Por ello, las posturas de Aznar y Zapatero son diferentes; uno debía pagar favores y otro por su mala gestión e ignorancia nos ha llevado a situaciones verdaderamente irrisorias.

(*) Ex C.C de la Armada, Ingeniero en Sistemas de Defensa Navales.