domingo, 20 de febrero de 2011

Historia para pasar el rato / Santiago Niño-Becerra *

Hace unos días una de esas personas que me envían cosas interesantes me remitió un mail al que acompañaba una historia. Verdaderamente interesante, si. Puede que la conozcan, que ya la hayan leído. Es igual: léanla de nuevo: da que pensar: ayuda a pensar. Esta es: “Todos los días, muy temprano llegaba a su empresa la hormiguita productiva y feliz. 

Allí pasaba sus días, trabajando y tarareando canciones. Ella era productiva y feliz, pero ¡ay!, no era supervisada. El Abejorro gerente general consideró que algo como eso no debía ser, así que se creó el puesto de supervisor, para el cuál contrataron a un Escarabajo con mucha experiencia. 

La primera preocupación del Escarabajo supervisor fue organizar la hora de llegada y de salida de la hormiguita y también preparar y redactar informes, muchos informes. 

Pronto fue necesario contar con una secretaria para que ayudara a preparar tales informes, así que contrataron una Arañita que organizó los archivos y se encargó del teléfono. Mientras tanto la hormiga productiva y feliz trabajaba y trabajaba. 

El Abejorro gerente general estaba encantado con los informes del Escarabajo supervisor, así que pidió cuadros comparativos, gráficos, indicadores de gestión y análisis de tendencias. Entonces fue necesario contratar una Cucaracha ayudante para el Escarabajo supervisor, además fue indispensable un nuevo ordenador con su correspondiente impresora.

Pronto la hormiga productiva y feliz dejó de tararear sus melodías y comenzó a quejarse de todo el papeleo que ahora tenía que hacer. Llegados a este punto, el Abejorro gerente general consideró que era momento de tomar medidas, por lo que fue creado el cargo de gerente del área donde trabajaba la hormiguita productiva y feliz. El cargo fue para una Cigarra que alfombró su oficina e hizo adquirir un sillón especial.

El nuevo gerente del área, claro está, necesitó un nuevo ordenador, y cuando se tiene más de un ordenador se necesita una red local. 

El nuevo gerente pronto necesitó un asistente, asistente que fue contratado para que le ayudara a preparar el plan estratégico y el presupuesto del área donde trabajaba la hormiguita productiva y feliz (a fin de contar con alguien de confianza fichó al que había sido su ayudante en la empresa de donde provenía).

La Hormiguita ya no tarareaba sus viejas melodías y cada vez se le notaba más irascible. ‘Vamos a tener que contratar un estudio de clima laboral’, dijo la Cigarra.

Pero un día el gerente general, al revisar las cifras, se dió cuenta de que la unidad de negocio donde trabajaba la hormiguita productiva y feliz ya no era tan rentable como antes. Así que contrató al Búho, prestigioso consultor, para que hiciera un diagnóstico.

El Búho permaneció tres meses en la empresa realizando su estudio, finalmente emitió un sesudo informe: ‘Existe un exceso de personal en este departamento’. 

Por lo que el gerente general, siguiendo el consejo del consultor, despidió a la hormiguita”.

Ahora, durante unos momentos, arrellánense en su asiento, encienda un cigarrillo, si fuman y si la Ley 42/2010, de 30 de Diciembre, les permite fumar en el lugar en el que ahora se hallan, y pregúntese si conoce a algún Escarabajo, a alguna Cucaracha, a alguna Cigarra, a algún Búho, y si el Abejorro que seguro conocen conoce lo que hace la hormiguita que evidentemente también conocerán. Si conoce a los primeros pero el Abejorro no conoce a la segunda, la compañía en la que eso sucede tiene un problema. ¡Seguro!.

(El FMI, el BCE, la CE piden a Gracia más; ¿qué?: “(La autoridades griegas) necesitan diseñar e implementar nuevas reformas para constituir la masa crítica necesaria para garantizar la sostenibilidad fiscal y la recuperación económica” (El País 12.02.2011, Pág. 25). Traducción: ‘Las autoridades griegas tienen que conseguir reservar / apartar/ Destinar, más pasta a pagar lo que deben independientemente de que su población se empobrezca más’. ¿No les recuerda nada?. ¡Exacto!. Es otra manifestación del The New Washington Consensus.

Pero claro, como con tan solo con recortes es prácticamente imposible seguir, es decir, 1) pagar lo que se debe y 2) mantener unos servicios mínimos (Grecia, a pesar de todo es Europa), sobre todo teniendo en cuenta en qué punto de la crisis nos encontramos: al principio, el FMI, el BCE y la CE le dicen a Grecia que ha de crecer un poco a fin de asegurar 1) y 2). Lo dicho: The New Washington Consensus).

(El ¿chantage? de la aerolínea Ryanair al Gobierno de la Generalitat de Catalunya: ‘o me das lo que quiero o reduzco líneas y frecuencias en Girona: lo hace porque puede hacerlo: sabe que es una generadora de PIB).

(¿Qué está sucediendo de lo que no nos cuentan ni pío?: “Fed Tells U.S. Banks to Test Capital Against Recession Scenario”, ayer a las 07:59 h en la Home Page de Bloomberg. En el texto puede leerse que uno de los supuestos que la FED ha pedido a las 19 principales entidades financieras USA en los stress tests que les ha ordenado realizar es que contemplen un desempleo del factor trabajo (relativo, sin subempleo ni desanimados) instalado en el 11,0%, una auténtica debacle en USA (lo que podría llevar el desempleo total al 18,0%). Imaginen el impacto que eso tendría sobre el consumo, los impagados, la producción, las expectativas …

Es curioso que salgan estas cosas porque algunos (bastantes) ya estaban desplegando las banderas de ‘la imparable recuperación’. Y, ya saben, pienso que no. La crisis, la crisis como tal, empezó a mediados del 2010 cuando se puso de manifiesto la absoluta ineficiencia de las medidas tomadas para salir de donde-no-se-puede. La inercia de los planes E, el seguir manteniendo en el armario la porquería de las entidades financieras, y un cierto ‘tirar la casa por la ventana’ de finales de año encendieron (déficits al margen) la última falsa ilusión. Ya no queda más nitro en la bombona para sobrealimentar nada y la porquería continúa estando donde siempre estuvo. Amén). 

(*) Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

La crisis era evitable / Juan Hernández Vigueras *

“Esta crisis era evitable. Fue el resultado de la acción e inacción humanas”. Es la primera conclusión del reciente informe de 545 páginas publicado por la Comisión de destacados expertos nombrados en 2009 por el Congreso para averiguar las causas de “la crisis financiera y económica en los Estados Unidos”. Es el final de una seria investigación con múltiples testimonios y extensa documentación, de la que pueden extraerse muchas conclusiones políticas sobre esta crisis que nos ha alcanzado y que muchos se empeñan en ignorar que han sido las finanzas incontroladas las que han traído los graves problemas económicos actuales (los de allí y los de aquí). 

“Más de dos años después de lo peor de la crisis financiera, nuestra economía (de los EEUU) así como las comunidades y las familias en todo el país, continúan experimentando las réplicas”, dice el prefacio del informe que sin cuestionar el modelo en vigor aporta datos suficientes para percibir sus lagunas y sus claras deficiencias (que nos recuerdan las que observamos aquí).

Tres conclusiones, además de la indicada ya, hay que resaltar porque tienen la autoridad de los diez miembros de la Comisión que las suscriben y en los datos acumulados.

La Comisión concluye que “los extensos fallos en la regulación y la supervisión financiera resultaron devastadores para la estabilidad de los mercados financieros de la nación”. Fueron el resultado de más de treinta años de desregulación financiera, dicen. (En España, menos de veinte, diríamos).

Además, (cuarta conclusión en el Informe) “una combinación de prestamismo excesivo, inversiones arriesgadas y falta de transparencia encaminaron al sistema financiero hacia la crisis” (Como aquí, afirmamos).

Abundantes referencias corroboran las conclusiones de este Informe circunscrito a los EEUU, que ha sido presentado ahora al nuevo Congreso, aunque ya aprobó en junio pasado su reforma financiera light con el beneplácito de Wall Street.

Por ejemplo en la página 5, se cuenta que hacia 2007 los cinco Bancos de inversiones más importantes – el desaparecido Bear Stearns, el exitoso Goldman Sachs, el quebrado Lehman Brothers, el Merrill Lynch (comprado por el Banco de America) y el Morgan Stanley – operaban con un capital extraordinariamente escaso, con ratios de apalancamiento de hasta 40 a 1; es decir, que por cada 40 $ dólares en sus activos solamente disponían de un dólar de capital. De modo que habría bastado una caída del 3 % en el valor de sus activos para borrar la firma.

Y otro ejemplo en la página 165 relata el modus operandi de las firmas auditoras. En el período 2006-2007, la firma auditora Clayton Holdings fue contratada para examinar las condiciones de legalidad y solvencia de unas 900,000 hipotecas. Entre las cuales encontró que el 28 % (unas 255,000) eran defectuosas para ser empaquetadas como respaldo de valores bursátiles hipotecarios. Pero los bancos siguieron adelante e incluyeron casi 100,000 de estos préstamos hipotecarios dudosos como respaldo de valores subprimes sin informar de ese carácter a los compradores, a los inversores, como comprobó la propia Comisión. Y ante la cual, el Presidente de esta firma auditora describió estos hechos como “una cuestión de control del calidad”.

Sin embargo, de estos hechos y de otros similares que recoge el informe la Comisión no ha deducido denuncia alguna ante las autoridades y los jueces. Por lo que algunos sectores críticos estadounidenses consideran que este informe resulta “muy decepcionante” aunque representa “una acusación muy sólida y documentada del sistema financiero y de los principales protagonistas y entidades que generaron la catástrofe nacional”. Pero observan una llamativa omisión que es el fraude masivo que ocurrió en Wall Street (The Nation 3/2/2011). Aquí hemos preferido no investigar.

(*) Juan Hernández Vigueras es doctor en Derecho y ex directivo de grandes empresas, especializado en la crítica política de la desregulación

Las causas del aumento de precios y de la crisis alimentaria en el mundo / Egidio Bruneto y Joao Pedro Stedile *

En las últimas semanas han circulado diversos artículos y comentarios sobre la crisis del aumento de los precios de alimentos. La mayoría de los análisis son buenos. Aunque algunos quedan atrapados en la visión economicista de la oferta y demanda. O de algún problema de sequía o inundación en algún país, que de hecho no son la causa del aumento de precios de los alimentos.

Dentro del MST y de la Vía Campesina hemos producido buenos análisis, y no está demás reforzarlos. Por eso estamos compartiendo con Uds. nuestra opinión, como una especie de resumen sobre las causas del incremento de precios de los alimentos y de la crisis alimentaria que afecta a millones de seres humanos, más allá de los mil millones de hambrientos que ya pasan hambre todos los días, según la FAO.

1.- El control oligopólico que unas pocas empresas tienen del comercio agrícola mundial, de los principales productos, como: soya, maíz, arroz, trigo, leche y carnes; pues ellas imponen un precio, independientemente del costo real de producción.

2.- La especulación de grandes inversores en las bolsas de mercancías agrícolas ha convertido a los alimentos en meros papeles de negocios. Se comenta en los periódicos que ya están vendidas en las bolsas las próximas siete cosechas de soya del mundo. Éstas ya tienen dueño, como títulos de ventas.

3.- La especulación financiera: muchos bancos invierten sus capitales volátiles en mercancías agrícolas, para protegerse de la crisis general.

4.- La producción agrícola de agrocombustibles, que tiene sus precios basados en el petróleo, termina empujando la tasa medía de ganancia en la agricultura hacia arriba. Y así, debido al elevado precio del etanol, suben todos los productos agrícolas.

5.- El elevado costo de transformar millones de toneladas de cereales en proteína animal. O sea, las élites demandan cada vez más carnes, y por eso parte de la producción de vegetales, que podría ser consumida por la población, va para los animales y, por tanto, acaba incidiendo en el aumento del precio de las carnes.

6.- Las privatizaciones de los servicios públicos para la agricultura, que los transfieren al control de las empresas transnacionales, también repercuten en el incremento de costos en el precio final.

7.- Las legislaciones ambientales de sanidad y certificados de patentes, implementados en el periodo de los gobiernos neoliberales para favorecer el control oligopólico de algunas empresas sobre la mayoría de los productos que exigen transformación industrial, les da poder para imponer precios.

8- La regla general impuesta por la OMC (Organización Mundial del Comercio) a partir de 1994, que transformó los alimentos en meras mercancías, que deben ser reguladas sólo por el mercado. Y como el mercado es controlado por las grandes empresas transnacionales, eso tiene efecto directo en el precio.

9- La introducción de la propiedad privada de las semillas transgénicas impone una nueva matriz tecnológica con costos de producción mayores y en beneficio de las mismas empresas que controlan el comercio, las semillas y los insumos agrícolas.

10. Hay una corrida de los capitalistas en general y de las grandes empresas hacia el hemisferio sur, para apoderarse de los recursos naturales: tierras, agua, lagos, reservas de madera, etc. y con eso van expulsando a las poblaciones nativas y los campesinos en general, e imponiendo la regla general del capital sobre los alimentos.

11- En las últimas dos décadas con el proceso de internacionalización del capital y de las empresas capitalistas, los precios de los alimentos se internacionalizaron. Esto determina que los parámetros de producción y de los precios no son más el costo real de producción de alimentos en cada país, sino que se establece un precio medio mundial, controlado por las empresas, que excluye completamente otras formas de producción, locales, campesinas, etc.

Como se ve, la lucha por la soberanía alimentaria que los movimientos de la Vía Campesina en todo el mundo adoptaron como prioridad es más que correcta, es necesaria y urgente. La soberanía alimentaria es la política de que cada pueblo, en su región, municipio y país, desarrolle condiciones para producir los alimentos que necesita para sobrevivir. Y que sólo exporte el excedente, y sólo importe lo que va más allá de su canasta básica en consonancia con sus hábitos alimenticios.

Además, todos los nutricionistas advierten que nuestra dieta alimentaria tiene que darse a partir de los alimentos producidos en los biomas donde vivimos. Eso es lo que garantiza energía saludable para la reproducción de todos los seres vivos, en su propio hábitat. Las empresas transnacionales están transformando el mundo en un único y gran supermercado, a base de soya y maíz.

Esperamos que las contradicciones que el movimiento del capital nos presenta cada día, nos ayude a conscientizar nuestra base y la sociedad en general, para los cambios necesarios, para un nuevo modelo de producción agrícola, en el Brasil y en el Mundo.

¡Esta es la tareita, por ahora!  

(*) Egidio Bruneto y Joao Pedro Stedile.
Militantes del MST y de la Vía Campesina

Siete de los peores dictadores que los EE.UU. apoyan a capa y espada / Joshua Holland *

El asediado presidente egipcio, Hosni Mubarak, cuyo régimen ha recibido miles de millones en ayuda de los EE.UU., ha sido el centro de atención de los medios en los últimos tiempos. Ha sido durante mucho tiempo "nuestro hijo de puta", pero él no está solo.

Echemos un vistazo a los otros dictadores del planeta que tienen la suerte de estar en el lado bueno del Tío Sam.

1. Paul Biya, Camerún

Biya ha gobernado Camerún desde que ganó las "elecciones" en 1983. Él era el único candidato, y no lo hizo nada mal, consiguiendo el 99 por ciento de los votos.

Según Wikipedia, "Los Estados Unidos y Camerún trabajan juntos en las Naciones Unidas y en una serie de otras organizaciones multilaterales. Mientras estuvo en el Consejo de Seguridad de la ONU en 2002, Camerún trabajó en estrecha colaboración con los Estados Unidos en una serie de iniciativas. El gobierno de los EE.UU. continúa proporcionando sustanciales cantidades de dinero a instituciones financieras internacionales, tales como el Banco Mundial, el FMI y Banco Africano de Desarrollo, que brindan asistencia financiera y de otro tipo a Camerún".

Amnistía Internacional habla de ejecuciones ilegales, periodistas encarcelados y un sinnúmero de negocios desagradables.

Como parte de una estrategia para sofocar la oposición, las autoridades camerunenses perpetraron o toleraron violaciones de los derechos humanos, como detenciones arbitrarias. Y restricciones a los derechos a la libertad de expresión, asociación y reunión. Defensores de derechos humanos y periodistas son hostigados y amenazados, y hombres y mujeres son detenidos por su orientación sexual.

2. Gurbanguly Berdymuhammedov (o Berdymukhamedov), Turkmenistán

Berdymuhammedov llegó al poder en 2006, cuando murió su predecesor y el sucesor constitucionalmente designado fue encarcelado.

De acuerdo con el Departamento de Estado, "Durante varios años en la década de 1990, Turkmenistán fue un actor clave para los EE.UU. en la Iniciativa de Energía de la Cuenca del Mar Caspio, cuyo objetivo era facilitar las negociaciones entre socios comerciales y los Gobiernos de Turkmenistán, Georgia, Azerbaiyán y Turquía para construir un gasoducto bajo el Mar Caspio y exportar el gas de Turkmenistán al mercado interno de energía de Turquía y de ahí al exterior, el denominado Gasoducto Trans-Caspio (TCGP)". La lista de la revista Parade de los peores dictadores del mundo señala que "los EE.UU. siguen importando petróleo de Turkmenistán (100 millones de dólares en 2008), mientras que Boeing presta sus aviones al gobierno de Turkmenistán. Chevron... abrió una oficina en la capital de Turkmenistán, Ashgabat. "

Human Rights Watch dice que, si bien Berdymuhammedov ha tomado algunas medidas "para revertir algunas de las políticas sociales más ruinosas" del gobierno de su predecesor, "el gobierno sigue siendo uno de los más represivos y autoritarios en el mundo."

3. Teodoro Nguema Obiang, de Guinea Ecuatorial

Hace treinta y dos años, Obiang Nguema depuso –y luego ejecutó– a su tío, Francisco Macías, en un sangriento golpe de estado. Peter Maas lo llamó no sólo "el peor dictador de África", sino un hombre cuya vida "parece una parodia del género de dictador".

Obiang había prometido ser más amable y más suave que su predecesor, pero en la década de 1990, incluso el embajador de EE.UU. en Guinea Ecuatorial, recibió una amenaza de muerte de un cercano colaborador del régimen, y tuvo que ser evacuado. Poco tiempo después, se descubrió petróleo en el mar, y la primera oleada de ingresos –alrededor de US$700 millones– fue transferida directamente a cuentas secretas bajo el control personal de Obiang.

Según Parade "Los EE.UU. importaron más de US$ 3 mil millones en productos derivados del petróleo de Guinea Ecuatorial" en 2008.

4. Idriss Deby, Chad

También importamos US$ 3 mil millones de petróleo de Chad ese año. De acuerdo con el Departamento de Estado, "los Estados Unidos mantienen relaciones cordiales con el gobierno de Deby. Chad ha demostrado ser un socio valioso en la guerra global contra el terrorismo, y ofreciendo refugio a unos 200.000 refugiados de la crisis de Darfur, en Sudán, a lo largo de su frontera oriental. "

El informe de Amnistía Internacional de 2010 sobre Chad pinta un cuadro espeluznante:

Civiles y trabajadores humanitarios asesinados y secuestrados, mujeres y niñas víctimas de violación y otros actos de violencia, y niños utilizados como soldados. Las autoridades no tomaron las medidas adecuadas para proteger a los civiles de los ataques de bandidos y grupos armados. Presuntos opositores políticos fueron arrestados de manera ilegal, detenidos arbitrariamente y torturados y maltratados de otras formas. Continúa el acoso y la intimidación de periodistas y defensores de los derechos humanos. A lo largo de 2009, siguieron demoliendo las viviendas y otras estructuras, dejando a miles de personas sin hogar.

A pesar de que el ejército de Chad ha sido acusado de utilizar niños soldados, señala Parade, "los EE.UU. continúan entrenando a comandos del Chad."

5. Islam Karimov, Uzbekistán

Lo que hace tan especial a Karimov es su (supuesta) inclinación por hervir a sus opositores políticos hasta la muerte.

Karimov ha sido presidente de Uzbekistán desde 1990, cuando ganó, por un amplio margen, la primera de una serie de elecciones amañadas. Son comunes en Uzbekistán la tortura, las detenciones arbitrarias y los arrestos masivos de minorías religiosas, según Human Rights Watch. Pero el país ha sido un socio clave de los EE.UU. en su "guerra contra el terror", alojando a las tropas estadounidenses en la base aérea Karshi-Khanabad hasta el año 2005. Las relaciones se enfriaron un poco después de que Karimov ‘alentó’ a los EE.UU. a abandonar la base, pero como señala Parade, “el comercio entre los Estados Unidos y Uzbekistán se duplicó en 2008, y los estadounidenses continúan importando grandes cantidades de uranio de Uzbekistán, utilizado en plantas de energía nuclear y armas”. Un año después, Uzbekistan Airways ordenó aviones Boeing por un valor de US$ 600 millones".

6. Meles Zenawi, Etiopía

Zenawi ha gobernado Etiopía durante 20 años. Apenas el año pasado, después de lo que Human Rights Watch llamó "meses de intimidación de los partidarios de la oposición", el partido de Zenawi, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope, ganó el 99,6 por ciento de los votos. ¡Legitimidad!

Etiopía es un socio estratégico clave en la "guerra contra el terror", y contribuye de manera significativa a las operaciones de mantenimiento de la paz de África. Según la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional, los Estados Unidos es el mayor donante de Etiopía. Pese a las objeciones de la administración Bush, el Congreso estadounidense aprobó una ley que restringe la ayuda militar al país hasta que haya libertad de prensa y el régimen de Zenawi mejorara su historial de derechos humanos, pero -y esto es un gran pero- que exime las ayudas para "la lucha contra el terrorismo". Así que, a pesar de que según Amnistía Internacional, los grupos de la oposición de Etiopía son ilegales, las ONG han sido prohibidas y los etíopes a menudo desaparecen sin juicio, los EE.UU. continúan entrenando a las tropas etíopes.


7. El Rey Abdullah Bin Abdul-Aziz, Arabia Saudita

Al parecer, cuando un Estado islámico teocrático hace cosas horribles a sus ciudadanos, sólo es importante si ese estado se llama Irán. Arabia Saudita, por supuesto, es uno de los aliados más importantes de los Estados Unidos –y el gobierno estadounidense le ha proporcionado seguridad a la familia real saudita durante décadas, ¿a cambio de qué?... petróleo.

Abdullah ha instituido algunas reformas desde que asumió el poder en 2005, pero Human Rights Watch dice que las "iniciativas han sido en gran medida simbólicas, con sólo modestos avances concretos o protección institucional de los derechos". El informe de 2010 de Amnistía Internacional denuncia que las autoridades sauditas siguen utilizando "una amplia gama de medidas de fuerza para reprimir la libertad de expresión y otras actividades legítimas".

Cientos de personas han sido detenidas como presuntos terroristas y miles más, detenidos en nombre de la seguridad en años anteriores, continúan en prisión, incluyendo prisioneros de conciencia. Unos 330 ‘sospechosos’ recibieron juicios injustos ante una corte recientemente constituida, pero cerrada; uno de ellos fue condenado a muerte y 323 fueron condenados a penas de prisión.

Ahí los tienen, una linda colección de hijos de puta, sí. Pero recuerden: son ¡nuestros hijos de puta!

(*) Joshua Holland es escritor y editor senior de Alternet. Es el autor de Las 15 Mentiras Más Grandes Sobre la Economía (y todo lo que la derecha no quiere que usted sepa sobre los impuestos, el empleo y las empresas estadounidenses).

La crisis de Oriente Medio puede dejar al mundo pendiente del barril de petróleo / Larry Elliot *

Hay sombras de la turbulencia de los primeros 70 en la inflación, la inestabilidad financiera y el caos político de Egipto.
Para quienes tengan una memoria lo bastante buena, todo parece inquietantemente familiar. Con un trasfondo de inflación ya en ascenso, Oriente Medio se sume en el caos, catapultando los precios del petróleo y precipitando a la economía global en una recesión.

Esto fue precisamente lo que sucedió en 1973-74 como resultado de la guerra árabe-israelí, mediante un boicot a Occidente por parte de los productores del cártel de la OPEP y un aumento del precio del crudo, multiplicado por cuatro. La crisis, sin embargo, tenía raíces más hondas: la incapacidad de los EE. UU. de anclar el sistema financiero internacional, dado el coste de la guerra de Vietnam y los programas de la Gran Sociedad del presidente Lyndon Johnson, un incremento regular de la presión de los precios a lo largo del quinquenio anterior, y la fácil disponibilidad de crédito conforme los políticos trataban de que continuara el largo auge de postguerra.


No es tan difícil extrapolar 1973-74 a 2010-11, ¿verdad? El periodo transcurrido desde 2007 ha sido testigo de una crisis financiera internacional que es, se podría sostener, aun más profunda que la ruptura del sistema de Bretton Woods en 1971. Los EE. UU. se han visto severamente perjudicados por el sobreesfuerzo militar y el estallido de su burbuja inmobiliaria. La inundación de la economía global con dinero barato ha acelerado la recuperación económica, pero a costa de precios con alzas históricas en la alimentación, el cobre a 10.000 dólares por tonelada y el crudo Brent otra vez por encima de los 100 dólares el barril.


Ahora va cayendo el dominó por todo el Norte de África: ayer Túnez, hoy Egipto, mañana quizá Argelia. Los regímenes igualmente antidemocráticos de Oriente Medio, que se asientan sobre enormes porciones de las reservas mundiales de petróleo, observan inquietos la situación.


En el caso de que la historia se repitiera, el resultado sería inicialmente una mayor inflación a medida que las empresas fueran subiendo los precios y los trabajadores intentaran conseguir salarios mayores. A esto le seguiría la deflación provocada por las apreturas de la rentabilidad empresarial y los ingresos reales de los consumidores a causa de los precios de la alimentación y la energía más caros, unida a las restricciones de la política monetaria conforme los bancos trataran de reducir de nuevo la inflación.


Los mercados financieros, hay que decirlo, parecen notablemente relajados ante estas hipótesis más propias del planeta Marte. Los precios por acción se disparan rugientes columpiándose en el optimismo ante las perspectivas de crecimiento de las dos mayores economías del mundo, China y los EE. UU. Los mercados de bonos también parecen haberse desembarazado del riesgo de que los responsables políticos puedan empezar en fecha próxima a aumentar el coste de los préstamos.


Esta visión del mundo, no obstante, se basa en una serie de supuestos, unos más plausibles que otros. El primero es que se producirá una transición pacífica a la democracia en Egipto. El segundo es que no se registrará un efecto en cascada en los estados productores de petróleo de Oriente Medio. El tercero es que, aunque se extiendan las protestas, por ejemplo, a Arabia Saudí, el flujo de petróleo se verá relativamente poco afectado. El cuarto es que la recuperación global es ya bastante robusta para menospreciar cualquiera de las dificultades locales que planteen los acontecimientos del Norte de África y Oriente Medio. Y por último, que los precios de las materias primas en aumento son señal de una recuperación que empieza a echar raíces.


Hay parte de este análisis que suenan a ciertas. En 2011, un Egipto con Hosni Mubarak en trance de abandonar parece bastante distinto del Egipto de octubre de 1973 con el ejército israelí cruzando el Canal de Suez. No hay razón inherente por la que un nuevo gobernante deba adoptar una posición antioccidental, y a largo plazo la transición a la democracia en toda la región sumaría estabilidad geopolítica.


Tampoco es inevitable que se derrumben otros regímenes. Los elevados precios de los alimentos y los niveles crónicos de desempleo que afectan a una población joven son tan evidentes en Arabia Saudí como en Egipto, pero los elevados precios del petróleo vienen a significar que el gobierno nada en dinero y trataría de comprar a los disidentes. Dicho esto, la descripción por parte del monarca saudí Abdulá de quienes protestan en Egipto como "infiltrados que tratan de desestabilizar su país" muestra que los saudíes ofrecerán palo además de zanahoria en caso de que se extiendan los llamamientos en favor del cambio de régimen.

La actual situación de Oriente Medio no es anómala comparada con la de Europa Oriental en 1989 (cuando Mijail Gorbachov tiró del enchufe, retirando el apoyo militar soviético) pero una lección de la caída del comunismo es que hasta el régimen de apariencia más estable puede ser rápidamente derrocado si se dan las circunstancias precisas.

Pero para que el suministro de petróleo se vea gravemente afectado, el descontento tendría que extenderse y llevar a regímenes que quisieran utilizar sus reservas de crudo con fines políticos. Ha habido un repunte en los precios del petróleo, pero por el momento eso es todo lo que hay. Hay razones a largo plazo que explican los elevados precios del petróleo, pero no hay ninguna razón evidente por la que los acontecimientos de Egipto tengan que hacer que el costo del crudo se aproxime a los niveles históricos de casi 150 dólares por barril que vimos en 2008.


Sólo que lo que resulta "evidente" no siempre le importa mucho a los mercados financieros, en los que los precios se ven influidos por oleadas de confianza excesiva intercaladas con accesos de pánico. Por el momento, el ánimo es de máximo optimismo, marcado no sólo por una disposición a hacer caso omiso de lo que sucede en Egipto sino también a minimizar las evidencias de sobrecalentamiento en Asia y la especulación de materias primas alentada por la política de dinero barato de la Reserva Federal. Irónicamente, esto conducirá a precios del petróleo aún más elevados y alimentos todavía más caros, lo que incrementará las posibilidades de un brusco aterrizaje final.


Así pues, ¿qué pasa entonces con la política? Quienes presionan en favor de una mayor disciplina monetaria sostienen que la lección de 1973-74 es que una vez que arraiga la inflación resulta tremendamente difícil de erradicar. Las medidas políticas han sido demasiado holgadas durante demasiado tiempo.

No hacer nada supone el riesgo de bombear todavía más aire en las burbujas de activos, que acabarán por reventar, conduciendo a la recesión. Quienes defienden que la política se mantenga sin cambiar o aflojar afirman que los sindicatos son mucho menos poderosos que en 1973 y no pueden presionar al alzar en el precio del trabajo en respuesta a los precios más elevados de las materias primas. 

El coste cada vez mayor del petróleo y los alimentos actúa de hecho como impuesto al consumo, siguiendo su argumento, lo que lleva a presiones deflacionarias y, por último, a una menor inflación. Aplicar una política más estricta convertiría la desaceleración en recesión, sobre en todo países como Gran Bretaña, en los que los elevados niveles de deuda personal entrañan que los particulares sean vulnerables a tasas de interés más elevadas. Por el momento, parece probable que las tasas de interés sigan sin cambios, pero los sucesos de Oriente Medio se han sumado a un dilema peliagudo sobre las medidas políticas.

La verdad es que resulta difícil ver cómo puede acabar bien esto. La razón por la que el petróleo resulta tan caro refleja lo que sucede en China y los Estados Unidos, más que en Egipto y Túnez, pero con todo deberíamos seguir preocupados. ¿Por qué? Porque las cuatro recesiones principales desde principios de los 70 se han visto precedidas por una brusca subida de los precios del petróleo.


(*) Larry Elliott dirige la sección de economía del diario británico The Guardian y es coautor, junto a Dan Atkinson, de The Gods That Failed: How the Financial Elite Have Gambled Away Our Futures (Vintage) [Divinidades fallidas: Cómo la élite financiera se ha jugado nuestro futuro]

Otra nueva crisis financiera está asegurada / Mike Whitney *

El 9 de agosto de 2007 hubo un episodio en un banco francés que desencadenó tal crisis financiera que acabaría llevándose por delante más de 30 billones de dólares en capital, y metiendo al planeta en la mayor recesión desde los tiempos de la Gran Depresión. El suceso en cuestión fue descrito en un discurso del director ejecutivo de Pimco Paul McCulley, en la decimonovena edición de la Annual Hyman Minsky Conference on the State of the U.S. and World Economies (Conferencia Anual Hyman Minsky sobre el estado de las economías de los EEUU y el mundo. N.delT.). Este es un extracto de la exposición de McCulley:

"Si hubiera que elegir un día para lo que fue el Momento Minsky, éste fue el 9 de agosto. Y, de hecho, no ocurrió aquí en los EEUU. Ocurrió en Francia, cuando el Paribas Bank (BNP) dijo que no podía valorar los paquetes de activos hipotecarios tóxicos en tres de sus productos de inversión fuera de balance, y que debido a ello los inversores, quienes creían que podían salir en cualquier momento, estaban atrapados. Recuerdo ese día tan bien como el cumpleaños de mi hijo. Y esto último ocurre una vez al año. 
 
Porque el desastre en cadena empezó ese día. De hecho, fue algo más tarde ese mismo mes cuando acuñé el término "Sistema Bancario Paralelo" durante el simposio anual de la FED en Jackson Hole. "Era solamente el segundo año que yo asistía al simposio. Me sentía algo sobrecogido, y básicamente me dediqué a escuchar la mayor parte de los tres días. Al final… me levanté y (parafraseando) dije 'Lo que está pasando es bien simple. Tenemos una fuga en el 'Sistema Bancario Paralelo' y el único interrogante es cómo de rápido va a retroalimentarse a medida que sus activos y sus obligaciones vayan regresando a los balances del sistema bancario convencional."

BNP ha estado llevando a cabo actividades de intermediación crediticia, es decir, cambiaba activos que se constituían con garantías de paquetes hipotecarios (MBS, por sus siglas en inglés) por préstamos a corto plazo en los mercados de derivados. Suena todo muy complicado, pero no es algo distinto a lo que hacen los bancos cuando toman los depósitos de sus clientes y los invierten en activos a largo plazo. La única diferencia en este caso es que estas actividades no estaban reguladas, así que no había ningún organismo del gobierno encargándose de determinar la calidad de los préstamos o asegurándose de que las distintas entidades financieras estaban suficientemente capitalizadas para cubrir las eventuales pérdidas. Esta falta de regulación acabó por tener consecuencias catastróficas para la economía mundial.

Pasó casi todo un año desde que el impago de las hipotecas subprime empezase a propagarse en masa, hasta que el mercado secundario (donde se intercambiaban estos activos "tóxicos") se colapsó. El problema era simple: nadie sabía si las hipotecas que había detrás eran o no seguras, así que se hacía imposible ponerles un precio a los activos (MBS). Ello creó lo que el profesor de Yale Gary Gorton llama un problema de e. coli (el nombre genérico para las bacterias que producen enfermedades como la salmonella. N.delT.), es decir, aunque solo se contamine una pequeña cantidad de carne, millones de libras de hamburguesas tienen que ser retiradas del mercado. La misma regla se aplica a las MBS. Nadie sabía cuáles de ellas contenían los malos préstamos, así que el mercado entero se paralizó y billones de dólares de garantías empezaron a perder valor.

Las subprime fueron la chispa que prendió la mecha, pero el mercado de las subprime no era lo suficientemente grande para hundir todo el sistema financiero. Ello requería mayores temblores en el sistema bancario paralelo. Este es un extracto del artículo de Nomi Prins que explica de cuánto dinero se trataba:

"Entre el año 2002 y el comienzo de 2008, aproximadamente 1,4 billones de dólares en hipotecas subprime correspondían a prestatarios que han quebrado como New Century Financial. Si esos préstamos fuesen nuestro único problema, sobre el papel la solución hubiese sido que el gobierno subsidiase esas hipotecas hasta un coste máximo de esos 1,4 billones de dólares. 
 
Sin embargo, y según Thomson Reuters, casi otros 14 billones de dólares en productos financieros complejos se crearon a partir de esas hipotecas, precisamente porque los fondos de inversión animaron a que se llevara a cabo tanto su producción como su dispersión. De este modo, cuando se llegó al máximo de desembolso público en julio de 2009, el gobierno había tenido que poner 17,5 billones de dólares para sostener la pirámide de Ponzi de Wall Street, en lugar de esos iniciales 1,4 billones ("Shadow Banking", Nomi Prins, The American Prospect)".

El sistema bancario paralelo se creó para que las grandes instituciones financieras que disponían de mucha liquidez tuviesen algún sitio donde poner su dinero a corto plazo y obtener la máxima rentabilidad. Por ejemplo, digamos que a Intel le sobran 25.000 millones de dólares en efectivo. Puede entregar el dinero a un intermediario financiero como Morgan Stanley a cambio de una garantía (los MBS o los ABS), y sacar a cambio un rendimiento razonable por su préstamo. 
 
Pero si aparece algún tipo de problema y se cuestiona la calidad de la garantía, entonces los bancos (en este caso Morgan Stanley) se ven forzados a llevar a cabo recortes y más recortes que pueden acabar colapsando el sistema entero. Eso es lo que pasó en el verano de 2007. Los inversores descubrieron que muchas de las subprime eran fraudulentas, así que miles de millones de dólares se retiraron rápidamente de los mercados financieros, y la FED tuvo que intervenir para evitar que el sistema se colapsara.

La regulación se establece para asegurar que el sistema funcione adecuadamente y para proteger a la gente ante el fraude. Pero la actividad bancaria es más provechosa cuando no hay reglas, así que los líderes del sector y sus grupos de presión han estado tratando de impedir los esfuerzos para introducir reformas. Y, en general, lo han conseguido. La ley Dodd-Frank (de reforma del sistema financiero) está plagada de lagunas y no resuelve realmente los problemas cruciales de la calidad de los préstamos, la disponibilidad de capital y le minoración de los riesgos. 
 
Los bancos siguen pudiendo conceder tranquilamente hipotecas a personas desempleadas con muchas posibilidades de no poder pagarlas, igual que hacían antes de la crisis. Y siguen pudiendo utilizarlas para producir complejos instrumentos de deuda sin mantener ni siquiera un mísero 5% del valor original del préstamo (esta cuestión sigue en disputa, de hecho). 
 
Además, las agencias gubernamentales no podrán forzar a las instituciones financieras a que incrementen su capitalización a pesar de que sigue habiendo el peligro de que una pequeña sacudida en el mercado pueda hacerles quebrar y poner en serio peligro el resto del sistema. Wall Street se ha salido de nuevo con la suya y ahora la oportunidad para un nuevo impulso regulador ha ya pasado.

El Presidente Barack Obama entiende donde radica el problema, pero también sabe que no va a ser reelegido sin el apoyo de Wall Street. Es por ello que hace sólo 2 semanas prometió en el Wall Street Journal que seguiría reduciendo la "gravosa" regulación que afecta a Wall Street. Su columna trataba de anticiparse a la publicación del informe final de la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera (FCIC, Financial Crisis Inquiry Commission), el cuál posiblemente hará recomendaciones de que se refuerce la regulación pública del sector. Obama torpedeó ese esfuerzo al ponerse del lado de las grandes finanzas. Ahora es cuestión de tiempo hasta que haya otro crack.

Este es un extracto de un informe especial del Banco Federal de Nueva York sobre el sistema bancario paralelo:

"En la víspera de la crisis financiera, el volumen de crédito intermediado por el sistema bancario paralelo era próximo a los 20 billones de dólares, es decir casi el doble de los 11 billones que intermediaba el sistema bancario tradicional. Hoy, esas mismas cifras son de 16 billones y 13 billones respectivamente… la debilidad de los proveedores de fondos al por mayor no sorprende cuando solamente se dispone de muy poco capital que respalde sus carteras de activos y en cambio los inversores tienen cero tolerancia a las pérdidas ("Shadow Banking", Federal Reserve Bank of New York Staff Report)".

Así que cuando Lehman Brothers se desintegró, entre 4 y 7 billones de dólares simplemente se convirtieron en humo. ¿Cuántos millones de empleos se perdieron debido a una mala regulación? ¿Cuánto se redujo el PIB, la productividad y la riqueza nacional? ¿Cuántas personas viven ahora de los cheques de comida estatales, o duermen al raso, o tratan de evitar la quiebra de sus negocios porque unas instituciones financieras desreguladas pudieron dedicarse a la intermediación del mercado de crédito sin que el gobierno las supervisara?

Irónicamente, la Reserva de Nueva York ni siquiera trata de negar el origen del problema: la desregulación. Ahí va lo que dicen en su informe: "Manejar la regulación fue la razón última de la existencia de muchos bancos en el sistema paralelo". ¿Qué quiere decir eso? Pues que Wall Street sabe perfectamente que es más fácil ganar dinero si se quitan las reglas… las mismas reglas que protegen al público de la depredación por parte de especuladores y avariciosos.

La única forma de arreglar el sistema es someter a la necesaria regulación a cualquier institución que actúe como un banco. Sin excepciones.

(*) Mike Whitney es un analista político independiente que vive en el estado de Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.

¿Quien apoyó a la dictadura en Túnez? / Vincenç Navarro *

Es una lástima que Pontecorvo, en mi opinión, el mejor director de cine que ha existido en el siglo XX, no esté ahora entre nosotros y pueda hacer una película sobre Túnez, la cual podría titularse “la Batalla de Túnez” que completara su excelente “la Batalla de Argel”. Lo de Túnez es un caso paradigmático de lo que ha estado ocurriendo en los países árabes. 

En realidad, me recuerda mucho a lo que pasó en Irán durante el tremendamente represivo reinado del Sha, establecido con el apoyo de los gobiernos occidentales, liderados por EEUU, a fin de frenar las demandas populares lideradas, en aquel momento, por movimientos laicos de raíces democráticas y socialistas. Presentaban al Sha como el elemento estabilizador (argumento utilizado ampliamente para apoyar dictaduras impresentables). En el día de Año Nuevo de 1977, el Presidente Carter presentó al Sha de Irán como el pilar de estabilidad que el Medio Oriente necesitaba. Dos años más tarde, el 16 de Enero de 1979, el Sha tuvo que huir de Irán, nombrando a un gobierno títere que duró sólo unas semanas. 

Algo semejante ha ocurrido en Túnez. El gobierno del Presidente Ben Ali había recibido el apoyo de todos los países de la OTAN y del Fondo Monetario Internacional (FMI), como el eje de estabilidad del Norte de África. Diez días después de que un joven parado de 26 años se intentara suicidar, como protesta frente a la crueldad y dureza existente, Ben Ali tuvo que huir del país, formándose un gobierno títere que duraría solo unos días. Miles y miles de ciudadanos salieron a la calle y forzaron la salida de la camarilla que rodeaba a Ben Ali en Túnez. Lo interesante es ver el cambio fulminante de los gobiernos que le habían apoyado.

Ben Ali tuvo que cambiar el rumbo de su avión durante su huída ya que cuando estaba volando hacia París, el gobierno Sarkozy le comunicó que no podía aterrizar en Francia y tuvo que irse a Arabia Saudí, el régimen dictatorial que ha ido recogiendo a los dictadores más impresentables de África y Asia, tales como Idi Amin de Uganda y Pervez Musharraf de Pakistán. 

El Presidente Sarkozy por cierto, había señalado al gobierno Ben Ali como uno de los regímenes más adelantados del mundo árabe y en los primeros días de la rebelión popular la Ministra de Asuntos Exteriores francesa Michele Alliot-Marie indicó a la Asamblea Nacional que Francia estaba dispuesta a enviar tropas para ayudar al gobierno Ben Ali como parte del convenio de colaboración entre ambos países. 

Y el Ministro de Cultura del mismo gobierno Sarkozy, Frederic Mitterrand, había indicado que definir al régimen liderado por Ben Ali como una dictadura era claramente “una exageración”. Semanas más tarde, el Presidente Sarkozy le negaba el permiso de exiliarse en Francia.

Pero tres cosas merecen especial mención. Una fue la movilización de grandes sectores de la clase trabajadora exigiendo la dimisión del gobierno, habiendo sido las bases de los sindicatos (infiltrados por los partidos clandestinos de izquierda) los que se constituyeron el centro de los movimientos sociales de rechazo a aquella dictadura. 

Tal como ha ocurrido en la cobertura mediática de Egipto, este elemento de gran importancia apenas ha tenido visibilidad (ver mi artículo “Lo que no se conoce sobre Egipto” publicado en Público, 17/02/2011). La otra observación fue que el partido en el cual Ben Ali basaba su red de corrupción (el Partido Democrático Constitucional) era miembro de la Internacional Socialista (como lo era el partido del dictador Mubarak de Egipto) mostrando el grado de confusión y complicidad de esta Internacional. 

Y el otro hecho es que el Director General del FMI, el “socialista” Dominique Strauss-Kahn, candidato preferente entre los socialistas para competir con Sarkozy en las próximas elecciones (mostrando la confusión de los Socialistas franceses) había recientemente visitado a Ben Ali y alabado sus políticas de austeridad de gasto público social, mostrándolo como un ejemplo a seguir, declarándose amigo y consejero de Ben Ali.
Por último, como era previsible, el gobierno estadounidense era uno de los mayores defensores de Ben Ali, debido a su respaldo incondicional a EEUU en su política de apoyo a Israel. 

Fueron el gobierno estadounidense y sus aliados en la OTAN los que armaron y apoyaron a Ben Ali, tal como subrayó Fulvio Martini, antiguo director de los servicios secretos militares SISMI, en declaraciones al parlamento italiano, “en 1985-1987, la OTAN organizó el golpe militar en Túnez que destruyó a Burguiba y mostró a Ben Ali como su sustituto”. A partir de entonces el gobierno federal de EEUU fue el máximo proveedor de armas en aquel sistema dictatorial, incluyendo 282 millones de dólares en armamento durante la Administración Obama.

Todos estos aliados no pueden alegar ningún tipo de ignorancia del carácter represor de aquel régimen. Amnistía Internacional habían ido documentado la enorme violación de los derechos humanos en aquel país, y el propio Departamento de Estado, en su informe confidencial, publicado en Wikileaks, explicaba con detalle la corrupción y la represión de aquel régimen. La historia se repite.

Una última observación. Este artículo lo escribí el mismo día en que el Presidente de las Cortes Españolas, el Sr. José Bono (miembro destacado del PSOE), visitó Guinea al frente de una delegación parlamentaria española. En Guinea existe una de las dictaduras más brutales que hayan existido en África, dirigida por uno de los dictadores más sangrientos y represivos que se hayan conocido en aquel continente.

Y cuál sería mi enorme sorpresa cuando el socialista Bono le saludó indicando que “entre Guinea y España tenemos más cosas que nos unen que las que nos separan”. ¿Se imaginan a Pablo Iglesias diciendo algo semejante a Hitler? Tal comportamiento ofende no sólo a cualquier socialista, sino a cualquier ciudadano con sensibilidad democrática. Lo que José Bono, que no se merece representar al pueblo español, estaba diciendo con aquella frase es que los intereses económicos de Guinea, su riqueza petrolífera, era más importante que la denuncia del comportamiento repugnante de aquel dictador.

Y ésta es la razón de que los gobiernos europeos (incluidos sus partidos socialistas gobernantes) estén apoyando a gobiernos dictatoriales como el de Túnez, frente al rechazo de sus poblaciones.

(*)  Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España.