domingo, 13 de marzo de 2011

Una revolución política está en marcha / Patricio Hernández *

Qué tienen en común dos fenómenos recientes tan diferentes en apariencia como Wikileaks y las revoluciones democráticas de los países árabes? Sin duda la conmoción y aun la subversión del viejo orden político a través de una nueva relación de los ciudadanos con la información propiciado por el desarrollo de Internet y la comunicación móvil.

Si la globalización del capitalismo en su versión neoliberal está mostrando la impotencia de la política a escala de los Estados-nación, la radical transformación de la esfera de la información y la comunicación está arruinando el esclerotizado y anacrónico modelo de ejercicio de la política fundado en la oligarquización de las decisiones, el secretismo y la asimetría de información entre gobernantes y gobernados.

Este violento y rápido cambio de paradigma va a suponer —ya lo está haciendo— una auténtica revolución política también en nuestras desarrolladas sociedades democráticas, aquejadas de dasafección por parte de una ciudadanía tan escéptica como descontenta, pese a la resistencia feroz que le van a oponer —ya le están oponiendo— las viejas estructuras políticas y los intereses que las sostienen.

La confluencia de un contexto de aguda crisis económica, como vive nuestro país, y de fuerte deslegitimación de su clase política, identificada por la ciudadanía como uno de sus principales problemas colectivos, junto a las posibilidades para el acceso a la información y para la interacción que abren los nuevos desarrollos tecnológicos, dibujan el escenario propicio para un cambio profundo —diría inevitable— de las estructuras políticas, una reforma sustancial de los dispositivos institucionales y una nueva forma de relación de los ciudadanos con la vida pública, como ya está empezando a ocurrir en otros países.

Nada va ser ya igual en el futuro. Es un cambio cultural el que está en marcha y la esfera política deberá adaptarse a sus exigencias. No será una súbita convulsión, pero sus efectos serán muy profundos. Todo un sistema político fundado sobre la delegación y la representación va a resultar radicalmente alterado. En el nuevo paradigma emergente el ciudadano va a ser el centro de la vida pública. La democracia ritualizada de la cita electoral (¿qué hacen los ciudadanos los restantes 1.400 días hasta las siguientes elecciones?) dejará paso a la participación efectiva en la toma de decisiones y en la colaboración de la gente en la solución de los problemas públicos, directamente y por medios electrónicos.
El caduco modelo de los partidos profesionalizados que ejercen monopolísticamente el poder político y están especializados en ocupar todas las esferas de la representación, la política reducida a la lucha entre élites para asegurarse el acceso al poder, la proclamación de principios falseados continuamente por prácticas que se pretenden ocultar, las estructuras inhibidoras de la presencia participativa de la sociedad civil, tienen sus días contados.

Como ha dicho Manuel Castell, «aquellos Gobiernos, o partidos, que no entiendan la nueva forma de hacer política y que se aferren a reflejos estatistas trasnochados serán simplemente superados por el poder de los flujos y borrados del mapa político por los ciudadanos tan pronto su ineficacia política y su parasitismo social sea puesto de manifiesto por la experiencia cotidiana».

No se trata de un modelo adscrito privativamente a ninguna de las líneas de pensamiento político tradicionales. Puede ser suscrito por liberales consecuentes, republicanos cívicos o socialistas democráticos, como también por las corrientes que alimentan los nuevos movimientos sociales: por todos aquellos que crean en las promesas emancipatorias de los ideales democráticos, en la necesidad de contar con la disposición colaborativa de los ciudadanos para mejorar tanto la legitimidad de las decisiones como la eficiencia y la eficacia de las actuaciones públicas.

Ni tampoco ha de suponer una recaída en la ingenuidad de fiar todo al altruismo de los ciudadanos, como si no existieran los diferentes intereses en conflicto ni las profundas desigualdades sociales. Pero sí implica la confianza en que los cambios institucionales y legales pueden favorecer la disposición cívica de los ciudadanos y los avances tecnológicos posibilitarla y aún hacerla imparable.

Los signos de los cambios aparecen por todos lados. La liberación de datos en poder de las Administraciones —el llamado Open Data— puestos a disposición de los ciudadanos alcanza ya a cuarenta países, dieciocho ciudades y cuatro espacios supranacionales que han puesto en marcha catálogos de datasets públicos. La idea es simple: estos datos son de los ciudadanos. Leyes de Transparencia y Acceso a la Información en poder de las Administraciones públicas se generalizan, aunque en casos como el español se pretenda retrasar con excusas de mal pagador.

La doctrina política que se conoce como Gobierno Abierto (Open Government) —incorporada por Obama como uno de los principales objetivos de su mandato— que busca el salto desde la democracia representativa a la participativa siguiendo los principios de la transparencia, la participación y la colaboración, se está abriendo paso y no va a poder ser detenida.

Los códigos de Buen Gobierno, los presupuestos participativos, los registros públicos de intereses, las auditorías ciudadanas, la extensión de la e-administración, mecanismos eficaces de rendición de cuentas (accountability), las plataformas digitales de Gobierno Abierto, la apuesta por incorporar el software libre a la Administración, la transparencia legislativa, etc., constituyen otros tantos elementos de este amplio proyecto de revitalización de la democracia.

Estas modificaciones acabarán por tener efectos multiplicadores, provocando nuevos cambios relevantes en un ´efecto cascada´ que transformara los contextos de la participación y el compromiso de los ciudadanos con el Gobierno de lo público. Crisis es una palabra que no se refiere ya sólo al ámbito de la economía: es toda una cultura política la que se ve cuestionada e impugnada —hasta su superación— por este nuevo horizonte de corresponsabilidad compartida que emerge para nuestras democracias.

(*) Presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia

Adiós PSOE .... la peor cuña... / Ángel Gimeno Marín *

Fue un deseo utópico intentar cambiar el Partido Socialista de Madrid de los Zerolo, Segovia, Tomás Gómez, Barranco, Trinidad Rollán, Lissavetsky, etc., al igual que el PSOE de Zapatero, Alonso, Pajín, Valenciano, Aído y tantos otros, pero mereció la pena.

Hoy lo tengo muy claro. Hay que ayudar a cualquiera que pueda sacar a Zapatero de la Moncloa, llámense PP, UPyD o IU.

Hoy me voy con la conciencia tranquila, tras haber intentado aportar catarsis a un Partido en el que la mediocridad se ha instalado tanto en su cúpula como en toda la organización y en el que nadie denuncia que Zapatero se ha cargado el trabajo de los españoles a lo largo de cuarenta años.

El Sistema Político Español no puede sostenerse al haber entrado en quiebra todas y cada una de sus instituciones.

Nos hemos cargado el modelo productivo y el Estado de las Autonomías, la educación tiene perfiles tercermundistas, el Estado del Bienestar corre serio peligro y la partitocracia se ha convertido en el peor enemigo de los españoles.

El pésimo nivel de nuestros políticos con corrupción por todas partes, sumado al absentismo de la sociedad civil y la pérdida de lo todo tipo de valores pintan un horizonte negro como en ningún país europeo.

Hay que empezar un nuevo ciclo de nuestra vida política y económica antes de que sea demasiado tarde.

Habría que someter a Zapatero a un proceso de impeachment, con mayores motivos que los aducidos en EEUU contra Nixon.

Si Zapatero está enfermo, o presenta graves síntomas de estar enfermo, no puede continuar al frente del Gobierno, porque ha debilitado la unidad nacional, hace el ridículo con su política exterior y cada vez que habla es mayor el desprestigio de España.

No podemos permitir que un sentimiento de impotencia ante una pésima forma de gobernar hipoteque nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Hay que cambiar todo de nuevo, especialmente nuestra forma de participar en la vida política.

Hace falta crear la masa crítica política suficiente para reformar y regenerar nuestras instituciones cambiando nuestra forma de vivir, de trabajar y defender nuestros legítimos intereses.

Hace falta salir a todas las calles en manifestaciones pacíficas a lo Gandhi, con un fin claro: acabar con métodos democráticos con el Sistema Político que nos dimos en la Transición y empezar de nuevo a Regenerar España.

El PSOE debe entrar en el cementerio de los Partidos Políticos cuanto antes.

Todas las ideas que un día pudo tener el PSOE han muerto tras el terremoto de la mundialización. Como lo único que entienden sus cargos, es vivir de la política sin querer ver la destrucción de España como nación y el inicio de otro largo periodo de decadencia, hay que reducir su presencia en la vida política aprovechando todos los procesos electorales

El proceso de elección de los peores a los más altos cargos del Partido y el Gobierno, dirigen inevitablemente al PSOE con Zapatero al frente, al cementerio de los Partidos Políticos saturado de tumbas dónde duermen el sueño eterno organizaciones políticas que en los dos últimos siglos ilusionaron a pueblos enteros y hoy no los recuerda nadie.

¿Qué queda del comunismo, del anarquismo, de los partidos radicales? ¿Qué quedará del PSOE tras la dirección de Zapatero? Nada de nada. Ni tan siquiera el recuerdo.

Falsedades, engaños y políticas obsoletas

Por sus engaños y falsedades, por la renuncia a defender los intereses de sus votantes, por su travestismo, por desconocer y no intentar comprender la realidad, el socialismo español camina a su desaparición en el momento en el que el capitalismo ofrece su peor cara.

En la peor crisis económica de los últimos cien años, en vez de afrontarla y combatirla con planteamientos críticos, se ha dedicado a desarrollar un programa económico impuesto por los mercados financieros, que ha complementado con un programa social y de cambio de nuestras costumbres calcado del Libro Blanco del Gran Oriente Francés.

Esta desconexión con la realidad, unida a una navegación sin brújula, sin nadie preparado al frente del Partido y el Gobierno, conduce al PSOE sin remisión al cementerio de los partidos políticos que terminaron sin ideario, sin doctrina, sin orientación política alguna, pero sobre todo sin ninguna identidad.

Lo peor es que se está incubando un volcán de ira y violencia en la sociedad española al igual que sucedió hace noventa años.

No podemos permitirlo

La socialdemocracia europea y el PSOE están condenados a desaparecer

En 2002 había en Europa quince gobiernos socialdemócratas. Tras las próximas elecciones generales en Portugal, Grecia y España, no quedará ninguno.

Han sido incapaces de responder a la crisis económica y lo que es peor, se han hundido en el descrédito popular al aplicar los programas de austeridad decididos por los mercados financieros y la Unión Europea.

La conversión de Zapatero al socialiberalismo, impulsando las privatizaciones, reduciendo los presupuestos a costa del bienestar de los ciudadanos, destinando recursos a la salvación de Bancos quebrados, reduciendo salarios a los funcionarios, congelando las pensiones, preparando el aumento de la edad de jubilación y sobre todo aumentando las desigualdades y la precariedad de los ciudadanos, conducen al PSOE y a España a un callejón sin salida.

No es de recibo que el PSOE no sepa dirigirse a millones de ciudadanos en paro víctimas de la mundialización.

Es incomprensible que no busque soluciones a las multitudes de obreros desechados por las brutalidades del mundo postindustrial, que no se preocupe por los excluidos, milieuristas y jubilados en plena edad activa.


Es inadmisible que no hable tan siquiera de ese 43% de jóvenes menores de 25 años que no encuentran trabajo, ni de las ayer clases medias, hoy amenazadas por la miseria.

La socialdemocracia es culpable de que sus electores le den la espalda

Hasta mediados de los 80 cada vez que el capitalismo avanzaba, los socialistas apoyados por partidos de izquierda y sindicatos, daban respuestas originales mejorando la enseñanza, la sanidad, derecho a un empleo, Seguridad social, Estado social, Estado de bienestar...

Hoy día ya no queda lo más mínimo de aquella imaginación. La utopía social ha desaparecido de sus pensamientos.

En la mente de los dirigentes socialistas, al igual que en la de sus electores, el consumismo impera, así como el deseo de enriquecerse lo antes posible. No sólo no van a contracorriente sino que incluso lo defienden mediante la publicidad y los medios de comunicación manipulándolos a su antojo.

Si hay algo que preocupa a los dirigentes socialistas, es como conservar su puesto y vivir a costa del Partido o los Presupuestos.

Ha sido tal su dejadez que han permitido que hoy esté en peligro el Estado del Bienestar y que la sociedad empiece a sentir pánico cuando piensa en su futuro.

Para los europeos en general y para los españoles en particular la socialdemocracia está al final de su ciclo político.

No han entendido nada de lo que estaba pasando, mal podían aportar soluciones a los graves problemas de los ciudadanos.

España tiene problemas superiores a muchos países europeos, que no puede esperar le resuelvan desde fuera.

España necesita un proceso de regeneración total, una nueva Constitución, un nuevo modelo productivo y un nuevo Estado del Bienestar.

El proceso a poner en marcha es más importante si cabe que el que acometió en 1978, tras dotarnos de una nueva democracia.

La mediocridad de los dirigentes actuales del PSOE, con honrosas excepciones, les inhabilita para dirigir este proceso de transformaciones globales que hoy necesita España.

Continuar en el PSOE actual, es lastrar cualquier posibilidad de colaborar en la transformación de España.

Por eso me marcho sin acritud, pero con la conciencia tranquila, dejando a muchos amigos que desgraciadamente me comprenden, pero no están por librar esta dura y próxima batalla.

Lo siento por ellos.

Saludos Socialistas

Ángel Gimeno Marín

(*) Actual militante del PP, ex miembro del Comité Regional del Partido Socialista de Madrid, PSM-PSOE, Profesor, Economista, Matemático, Ingeniero Industrial, Empresario, Máster y PADE en Economía y Alta Dirección,  Ex Consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón.