miércoles, 1 de junio de 2011

25 lemas para una revolución

25 lemas para una revolución
Una selección de los lemas, las frases y las pancartas surgidas de las protestas que se iniciaron el 15M que más han llamado la atención a los ciudadanos

1. "No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"
2. "Me sobra mes a final de sueldo"
3. "No hay pan para tanto chorizo"
4. "¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".
5. "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".
6. "Se alquila esclavo económico"
7. "Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos"
8. "Error 404: Democracia not found"
9. "Error de sistema. Reinicie, por favor"
10. "Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba"
11. "Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente de nuestro gobierno no sabe inglés...y la oposición tampoco"
12. "Mis sueños no caben en tus urnas"
13. "Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"
14. "Nos mean y dicen que llueve! "
15. "No falta el dinero. Sobran ladrones"
16. "¿Qué tal os va por España"?- Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."
17. "No es una crisis, es una estafa"
18. "No apagues la televisión... Podrías pensar"
19. "!!Tengo una carrera y como mortadela!!"
20. "Manos arriba, esto es un contrato"
21. "Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"
22. "Rebeldes sin casa"
23. "Democracia, me gustas porque estás como ausente"
24. "Nosotros buscamos razones, ellos victorias"
25. "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"

Elogio y significados de Democracia real, ya / Andrés Pedreño *

La manifestación del 15 de mayo, y la posterior formación de comunas ciudadanas en las plazas públicas de un buen número de ciudades, se ha convertido por derecho propio en un acontecimiento maravilloso de politización de lo social. Profesionales y burócratas de lo político, junto a los inevitables «contertulios», han discutido el reclamo de una democracia real, por considerar que estando ya en una democracia, con sus libertades formalmente reconocidas en una Constitución, tal demanda es, dicen, un sinsentido. 
 
Sin embargo, la potencia del reclamo del 15M es inconmensurable, pues se basa en la constatación de una democracia cerrada, clausurada, despolitizada y sin vida cívica. Las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo iban a evidenciar precisamente el componente de clausura de la actual democracia: los ciudadanos pueden votar, pero nada más que votar, y nada decir pueden sobre los procesos que están lacerando el cuerpo social. 
 
La percepción de una democracia cerrada que no ofrece salidas a la masa de vulnerables que se agolpa en lo social ha sido y va a seguir siendo un catalizador para ese movimiento de «indignados». 
 
Una secuencia de actos de cierre fundamentan esta percepción: el sometimiento del gobierno socialista a las canalladas más canallas de banqueros y tecnócratas del neoliberalismo global; la mortecina vida de la Unión Europea; el pacto de los grandes sindicatos con el actual gobierno para seguir degradando las prestaciones y seguros del Estado Social; la berlusconización de buena parte de las comunidades autónomas. 
 
Qué hermosa paradoja: mientras la clase política española se prestaba a vender a las masas árabes la democracia restringida que se edificó en la Transición, los jóvenes españoles por el contrario aprendían de la enorme y generosa riqueza social generada por los movimientos democratizadores de las masas árabes… El movimiento 15 M irrumpe precisamente para abrir lo que la rutina y abulia del sistema había cerrado.
 
Y con este giro, el movimiento apuesta por la democracia no en términos «formales» sino «reales», concibiéndola como un proceso siempre inacabado, permanentemente abierto en la medida que debe estar sistemáticamente afrontando viejas y nuevas desigualdades. 
 
Por ello el gran sociólogo Charles Tilly, en un libro que acaba de salir bajo el título Democracia (Akal, 2010), aparecido en España al poco de su fallecimiento, propone hablar no de 'Democracia' con mayúscula, sino de un movimiento dinámico de democratización y desdemocratización. 
 
La democratización se entiende como un esfuerzo incesante de hacer las relaciones sociales menos injustas, las instituciones menos arbitrarias, la distribución de los recursos y las opciones menos asimétricas. La desdemocratización es justo lo contrario. Dice Tilly: «La democratización es un proceso dinámico que siempre permanece incompleto y corre permanentemente el riesgo de inversión, de desdemocratización» (p.29). 
 
Es evidente que el presidente Valcárcel, cuando afirma que la democracia no admite adjetivos, ni ha leído a Tilly ni mucho menos ha comprendido a los grandes teóricos de la Democracia desde al menos la Revolución americana. 
 
Cuando una Democracia formal deja de afrontar la injusticia, la arbitrariedad y las desigualdades, deviene en desdemocratización. Cuando una Democracia hace dejación del ejercicio continuo de la democratización a través de la movilización permanente que ha de ser siempre el poder constituyente del pueblo, se degrada a sí misma. 
 
Y cuando el poder constituyente que es siempre el pueblo en democracia ve que su condición es usurpada, que su inherente potencia es narcotizada, rutinizada en nombre de una participación limitada al voto, es entonces cuando tiene derecho a rebelarse. 
 
Y el 15M representa esa rebeldía, basada en una percepción de una democracia secuestrada por dos grandes burocracias partidistas (PP y PSOE) y de su degradación por las instituciones y élites del neoliberalismo global. 
 
Quienquiera que se haya acercado a las asambleas abiertas promovidas en las plazas públicas de las ciudades por el movimiento 15M habrá comprobado la potencia democratizadora del poder constituyente del pueblo en lucha. 
 
Lo que se ha visto, por ejemplo, en la Glorieta de Murcia es una auténtica comuna; una permanente y plural conversación; un ejercicio ilimitado de reflexividad y politización; un respeto escrupuloso por las formas democráticas a la hora de hablar, de ceder el turno de palabra, de tolerar todas las voces y posiciones (de género, de clase, de capital cultural, etc.); un descubrimiento por parte de los más militantes de la necesidad de estudiar más; una apuesta por acoger toda la diversidad de lo que nos constituye como sociedad: a los niños -guardería, juegos, asamblea de niños-, a los inmigrantes, a las personas con discapacidad auditiva a quienes se les posilitaba el acceso a la palabra mediante intérpretes de signos… 
 
Esto es la democracia real ya, la que no quiere límites a la democratización, la que descubre la belleza de la politización y reniega del narcótico de la despolitización. Quien no vea en el 15M la esencia de la democracia no sabe de lo que habla: «La democracia siempre implica la movilización popular» (Tilly, 2010, p. 93). Salud y 15M siempre!
 
(*)  Profesor titular de Sociología de la Universidad de Murcia