domingo, 11 de septiembre de 2011

Los reformistas constitucionales, sepultureros de la democracia española / Marcos Roitman Rosenmann *

En España ocurren cosas inexplicables. Los expedientes X de la política se acumulan. La hasta ahora intocable Constitución, ejemplo de consenso para sus impulsores, se rompe en beneficio de un pacto artero entre el PSOE y el PP con la complicidad de Unión del Pueblo Navarro. 
 
Los mismos partidos que hasta hace unos días se negaban a modificar la ley sálica que impide el acceso de una mujer al trono de España, hoy, de prisa y corriendo, chapucera y dejando fuera al 75 por ciento de los partidos con representación parlamentaria, modifican su artículo 135, cuya nueva redacción pone límite a la capacidad de endeudamiento público, bajo el paraguas de conseguir la estabilidad presupuestaria. 
 
Según sus promotores, se hace para sanear la economía, disminuir el déficit fiscal y tranquilizar a los mercados. Dicen, es el principio de solución a la crisis y el nacimiento de una nueva era de progreso y crecimiento económico para España. ¡Vamos! La panacea. Y si no lo es, seguro nos pone en el buen camino.

Era una decisión difícil, pero había que ser responsables con los banqueros, el capital financiero y las trasnacionales. Ellos se lo agradecen y nunca olvidarán el detalle. Además no hay motivo para el pesimismo. La población no verá disminuir las prestaciones sociales. Quienes lo plantean buscan sembrar el desconcierto. Los ciudadanos estarán a cubierto. Los recortes presupuestarios, anunciados por agoreros y mal intencionados en sanidad, educación, vivienda social o infraestructuras, son parte de una campaña de intoxicación mediática de izquierdistas y los indignados del 15-M. No hay motivo de alarma. Los cerebros grises de la reforma son unos magos de las finanzas, y no debemos dudar de su palabra, recordemos que hablamos de honorables parlamentarios entre los cuales se encuentra el jefe de la oposición y mismísimo presidente Rodríguez Zapatero con sus ministros.

Fue una imagen obscena ver en el Congreso, minutos antes de la votación, los corrillos formados por los gerifaltes del PSOE y PP intentando conseguir el voto del grupo parlamentario catalán. Les prometieron el oro y el moro y sólo el veto de IU, a la transicional propuesta por los catalanes, frenó el acuerdo de marras. Ahora, el culpable del desaguisado es Gaspar Llamazares. por su culpa no se pudo maquillar la felonía. A pesar de todo, ellos tienen la razón y han dicho la verdad. Son gente de palabra. Lo que no sabemos es ¿cuál palabra? La dada hace un año, un mes, una semana, unos días, ayer, hoy mismo. No importa siempre se desdicen. Donde dije digo, digo Diego. No hace falta ser muy avispado para saber que la violarán en cuanto puedan.

Si antes del acuerdo se puso en marcha el plan de estabilidad presupuestaria en las autonomías gobernada por el PP y la derecha catalana, ahora se encuentran legitimados para continuar el camino. En Castilla la Mancha, los recortes para 2012 llegan a 20 por ciento del presupuesto y afectan a todo el sistema básico de prestaciones sociales. En Cataluña, y bajo el pretexto de sanear la hacienda pública, el gobierno de Convergencia y Unión ha clausurado, sólo en Tarragona, el servicio de urgencia nocturno de 54 centros de salud, al tiempo que cierra definitivamente otros 60 centros de salud diurnos. ¡Por suerte no se tocaría la sanidad pública! Palabra dada en la campaña electoral. 
 
En Madrid, el PP despide a más de mil profesores interinos y obliga a dictar dos horas más de clase por docente, incrementando, al mismo tiempo, la ratio profesor alumno y eliminando horas de atención al alumno y tutorías con los padres. Eso sí, la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, del PP, en un acto de felonía, declara que los maestros trabajan menos que cualquier otro trabajador de la comunidad, enfrentando a los profesores con la opinión pública y confundiendo deliberadamente horas de docencia con jornada laboral, cifrada para el colectivo en 37 horas y media. Los recortes no son pocos.
 
En los ayuntamientos desaparecen actividades que eran una factor de cohesión social. Son los cursos de fotografía, pintura, gimnasia rítmica, cerámica, idiomas, yoga o visitas guiadas para la tercera edad, entre otras. También se limitan los gastos para remozar las instalaciones, con el consiguiente deterioro en el medio y largo plazo. Se despiden a conserjes, vigilantes y tutores. Igualmente se recortan los horarios de atención al público en las bibliotecas municipales. Suma y sigue. 
 
En sanidad se privatiza y cierran centros de salud comunitarios. El tijeretazo en las subvenciones a centros que luchan contra la drogadicción, la violencia juvenil y de género supone echar cerrojo al cierre de muchas instituciones que realizaban una labor social que hoy queda al pairo. Se venden inmuebles y se externalizan los servicios esenciales. Y en las ofertas de empleo público, se decide postergar su convocatoria sine die. Menos médicos, enfermeras, celadores, administrativos, profesores. En contrapartida los sueldos y salarios de los trabajadores se congelan como una medida solidaria para pagar los excesos de los mercados.

Si realmente esta reforma marca un hito en nuestra democracia social de mercado por qué no convocan un referendo. ¿No sería mejor contar con la aprobación del pueblo para una reforma de tan hondo calado? Inclusive podría no ser vinculante. Seguro que los partidarios del sí tendrían garantizado el triunfo. ¿Acaso sus impulsores no controlan más de 70 por ciento de los votos? Ganarían por goleada. Sin embargo se niegan. ¿Tienen miedo? Gaspar Llamazares califica de escándalo no haber debatido en la Cámara la conveniencia o no de hacer un referendo.

La involución política está en marcha. El PP, seguramente, ganará las próximas elecciones generales a celebrarse el 20 de noviembre. Sin mancharse las manos de sangre, con el cadáver del Estado del Bienestar en cuerpo presente, tendrá vía libre para seguir esta senda abierta por el PSOE. Allanado el camino, el gobierno de Rodríguez Zapatero y sus diputados serán recordados como los sepultureros de la democracia. El golpe de mercado se ha consumado.
 
(*) Miembro del Consejo Científico de ATTAC-España y profesor de la Universidad Complutense de Madrid

Nos gobiernan 'mercados' que no existen / José Carlos García Fajardo *



Desde 2004, a los profesionales que vengan a trabajar a España  se les aplica el impuesto de los no residentes, que es el 24%, el mínimo del IRPF. Este privilegio fue pensado para atraer profesionales científicos cualificados, pero también se aplica a los deportistas con ingresos elevados, como los futbolistas. Aunque se ha planteado que este régimen fiscal no se les aplique, la Unión Europea (UE) aduce que sería una discriminación, sobre todo para deportistas europeos. Si en un tema como este los partidos no se ponen de acuerdo, cómo extrañarnos de la desazón que nos invade ante lo que hoy perpetran en el Parlamento los dos partidos mayoritarios.




El Parlamento vota para modificar la Constitución ante una ciudadanía  que se da cuenta de que la incapacidad de gobernarnos desde dentro significa someternos a que se nos gobierne desde fuera con formas que no siempre nos gustan, escribe Torreblanca. Ese es el sentimiento general de una ciudadanía que progresó en democracia, desde su adhesión a la UE hace 26 años, pero que contempla desolada nuestra entrega de pies y manos a los llamados “mercados”. Que no existen, sino los mercaderes, capitales y grupos de presión que rigen los destinos del mundo.Hasta la misma UE no es más que el fetiche que hemos ido construyendo a base de proyectar sobre él nuestros miedos, flaquezas y fantasías. Con nuestro inveterado sentimiento de inferioridad ante los ilustrados países de Europa ya que, en el nuestro, entre el Trono y el Altar mantuvieron ese sentimiento de exiliados en espera de un mítico paraíso post mortem.





Siempre que algunos valientes se alzaron porque preferían morir de pié a mal vivir de rodillas, fueron abatidos por las balas o por la descalificación y la condena de los soberbios poderes dominantes: una religiosidad irracional y anacrónica  y el poder de los más ricos que siempre maniobraron para salir a flote entre magma que ellos crearon.





Igual que sucede las crisis económicas y financieras del 2008 y la actual que contribuyeron a crear los banqueros y fueron los primeros en ser rescatados por el Estado, que es la institución que expresa y representa la soberanía popular. Pero es el interés de los mercados financieros el que se sobrepone a los programas de los partidos, aunque no gobiernen.Después de siete años de desencuentros, el Gobierno español y el Partido Popular han pactado una reforma de la Constitución en la que inscribir una importante limitación al déficit de todas las Administraciones.  Al margen de los demás grupos en el Congreso. Con nocturnidad y alevosía para no permitir el lógico referéndum, pues se trata de modificar la Ley de Leyes. Temen con razón que la ciudadanía muestre su rechazo y, de paso, aproveche para exigir otros aspectos fundamentales: desde el régimen monárquico a la partitocracia con listas cerradas, desde los privilegios a una confesión a la desproporción en la distribución de los escaños.




 La lista sería muy larga para las urgencias de los nuevos diktats que maneja la UE.Nunca tantos países de esta desastrada UE estuvieron tan cerca de anhelar gobiernos fuertes y en manos de personalidades audaces que les aliviasen de tanta mediocridad y de las oligarquías plutocráticas que los manipulan sin rubor, y sin dar la cara.





 Pan de hoy, dictadura para mañana, pero al menos, salir de esta ciénaga que nos envuelve.Clama al cielo la resistencia de ambos partidos en acometer otras iniciativas para elevar la carga fiscal de las personas con mayor renta y riqueza. Un Gobierno de izquierdas no sólo no cumplió con su programa electoral de una reforma fiscal para las más grandes fortunas y vergonzosos enclaves como las SICAV, (sociedades que tributan un 1%) sino que eliminó el impuesto sobre el patrimonio.La razón de ese aumento de las cargas fiscales a los que más tienen así como a las transacciones financieras está en la distribución de la renta y de la riqueza que es más desigual que en las economías avanzadas de la UE.





Con la tasa de desempleo que sobrepasa los 4 millones de parados, el 21% de la población. Sin olvidar los paraísos fiscales en los que los bancos y las grandes fortunas tienen activos que suponen un fraude continuo a la Hacienda pública. El presidente de uno de los mayores bancos sostiene que “así tenemos más maniobrabilidad para  operaciones en el exterior”.





Lo más obsceno es que se queda tan fresco, ocupado con sus conmilitones en la composición de los nuevos administradores del Estado. A eso han quedado reducidos los políticos y gobernantes sometidos antes a las Leyes democráticas, y ahora al gran capital. 
(*) Profesor Emérito de Historia del Pensamiento Político y Social en la Universidad Complutense de Madrid y director de su Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)





Zona de riesgo / John Saxe-Fernández *

Aumenta el peligro de un acople depresivo global, y con ello de más agravamientos económico-militares de potencialidad devastadora. Los síntomas, aunque iniciales, van desde el impacto político-financiero de un festín plutocrático por ¡16 billones de dólares!, una macro-estafa develada en la primera auditoría jamás realizada a la Reserva Federal (Fed), hasta el freno en la recuperación de Estados Unidos, la agudización de la crisis deudora europea e inadmisibles agresiones a trabajadores, estudiantes, campesinos y clase media, por medio de la mayor austeridad fiscal desde la Segunda Guerra Mundial, ¡junto a la mayor derrama y mimo a los altos círculos bancario-financieros registrada en la historia moderna!

Los préstamos secretos de la Reserva Federal (ver A. Borón, alainet.org), entidad semi privada fundada en 1913 que funge como banco central, a favor de grandes corporativos financieros de Estados Unidos, Europa y Asia ¿son legales? ¿contaron con autorización legislativa y del Ejecutivo? ¿Cuáles fueron los criterios de selección de los afortunados, en lo que a todas luces es la mayor expresión, hasta ahora, de la guerra global de clases desatada por la plutocracia? Indigna la opacidad, el silencio cómplice de los medios y la impunidad de amiguetes. La codicia y el hambre se desbordan. La paz social y la economía se desploman: no repuntan ni con los amañados rescates oficiales ni con los 16 billones de la Reserva Federal.
 
El deterioro económico-social y moral que acompaña al manejo clasista de la crisis en Estados Unidos y Europa, además de agudo, se internacionaliza y retroalimenta: hace poco Nouriel Roubini dijo a Bloomberg que en 2012 la probabilidad de recesión en Estados Unidos es de 60 por ciento y que mucha de la munición para enfrentarla ya se había usado, lo que también acotó Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional, mientras aumenta la explosividad social.

La crisis, que se extiende a Grecia, Irlanda, España, Portugal, Italia, indica que la eurozona muestra síntomas que van desde la desaceleración hasta la posibilidad de caer en aguda recesión. Diferente a lo ocurrido hasta ahora, la situación es delicada al deslizarse las economías hacia una zona de sincronización del estupor deflacionario: Roubini notó que en China la inversión fija equivale a 50 por ciento del PNB y que la burbuja de la sobreinversión va hacia un aterrizaje turbulento en 2013, pudiendo darse un default en 30 por ciento de los varios billones de yuanes invertidos por los bancos chinos, que caerían bajo gran presión, con impacto regional y mundial.

Una recesión en Estados Unidos, Europa y un freno en Asia colapsarían el volatil mercado de commodities, al que son tan adictas las economías latinoamericanas, incluyendo Brasil, México, Argentina, cuyas clases dirigentes, además de su atávico rentismo, especulación e inclinación por caer en la trampa de la liquidez, son influidas por el Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo a favor de la reprimarización, ahora acompañada de una fuerte oleada de rechazo popular por toda la región ante su alto costo humano, ambiental y cultural.

En Australia, voceros del alto empresariado advierten desde el Misch Global Economic Trend Analysis sobre la gran debilidad en las ventas, más desempleo, cierres de pequeñas y medianas empresas, fuertes golpes al turismo e inusitada deflación de precios, algo observado por Bloomberg en Inglaterra donde, como en Estados Unidos, cae el valor de las casas, indicio clave de que la recuperación se frena y se debilita la demanda.

Canadá ya presentó los primeros signos de recesión desde febrero de 2009. Benjamin Tal, de CIBC, y Paul Ferley, del Royal Bank de Canadá, ven una debilidad un poco mayor a la esperada por el efecto en el sector exportador de la débil economía de Estados Unidos, que también alcanza a su contraparte mexicana.
 
Ante la desaceleración, desempleo crónico y escándalos bancarios, aún Lagarde y Robert Zoellick, del Banco Mundial, que en medio del grotesco festín plutocrático de la Fed siguen recetando brutal austeridad y despojo a los pueblos, advierten del desliz hacia una nueva zona de peligro.
 
(*) Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM

Ciudadanos y Mercado / Manuel Castells *

"Esta vergonzosa reforma de la Constitución dinamita cualquier credibilidad de los políticos que la votaron"
Zapatero quedará en la historia como el peor presidente de la democracia española hasta la fecha (Aznar al menos tenia coherencia ideológica). La pantomima de reforma constitucional perpetrada con nocturnidad y alevosía veraniega por los dos grandes partidos compinchados afecta a la raíz de la democracia y la autonomía del Estado. Ha sido una decisión impuesta por Merkel y Sarkozy, retomando una propuesta del PP. Se razona que era necesaria para calmar la desconfianza de los mercados sobre la deuda española que podría precipitar una crisis de las deudas europeas, en particular italiana, hundiendo así al euro. Reflotar a Grecia, Portugal e Irlanda es difícil. Salvar a España de la quiebra es inviable para las finanzas alemanas y francesas. De ahí la presión sobre el Gobierno español que hace tiempo abandonó cualquier veleidad de soberanía económica. Todo en nombre de vaticinios sobre el comportamiento de los mercados, poder supremo y misterioso al que hay que aplacar con sacrificios humanos: los recortes de gasto social afectan a salud, educación y pensiones, o sea, a la vida.

Pero ¿quiénes son los mercados? ¿Usted conoce personalmente a algún mercado? En realidad se les pueden poner nombres y apellidos: son los inversores (tal vez usted mismo) gestionados por intermediarios financieros. ¿Pero qué quieren los tales inversores y sus intermediarios? ¿El equilibrio fiscal? ¿La capacidad de pago de la deuda a largo plazo? Todo eso son cálculos estratégicos para llegar a otro fin, a lo que verdaderamente mueve la inversión: la ganancia contante y sonante a corto plazo. Así funcionan las finanzas, de eso dependen los dividendos para los accionistas y, sobre todo, las comisiones y primas para los operativos financieros. Y esa ganancia a corto plazo se obtiene por múltiples medios, entre ellos la apuesta por cambios de valoración de efectos financieros, incluidos los bonos del Tesoro y las divisas. De modo que según para quién la devaluación de la deuda soberana española y el aumento de la prima de riesgo pueden resultar en un pingüe negocio. Las grandes ganancias se producen precisamente en situación de turbulencia financiera. En cambio lo que los inversores (llamados mercados) tienen en cuenta son las perspectivas de actividad de cada economía. Porque la recesión y el aumento del paro son mal negocio para todos. Precisamente por eso, cuando en la primavera del 2010 España decretó medidas de austeridad la evaluadora Fitch rebajó la cotización de nuestra deuda pública. ¿Qué no harán ahora esos inversores al saber que, aunque a largo plazo la deuda española pudiera pagarse, a corto plazo el país se queda seco de estímulo fiscal posible en una situación en que la inversión privada no puede salir por si sola de la crisis de empleo y demanda? La atonía económica es la más negra perspectiva para los mercados.

Y por eso el mismo día en que los siseñores de las Cortes del Reino votaban atar de pies y manos al Estado discapacitándolo para obtener recursos cuando hiciera falta, subía la prima de riesgo española y caían las bolsas de todo el mundo como reacción al decrecimiento del empleo en EE.UU. En contraste, hubo una reacción alcista de las bolsas cuando se alcanzó el acuerdo para que EE.UU. pudiera endeudarse más. Y se han vuelto a hundir tras el anuncio por el FMI de la posibilidad de recesión a pesar (o a causa) de los recortes. Por esas razones pueden quebrar España y el euro, no por endeudarnos.

No se trata de salvar la economía española sino de aprovechar la crisis para maniatar a los representantes de los ciudadanos por si tienen la tentación de seguir a sus votantes en lugar de a los mercados interpretados por Merkel, Sarkozy y todos aquellos que salvan su pellejo político en sus países a costa de los otros europeos: una demostración de la des(U)nión Europea.

Pues este es el meollo de la cuestión: en nombre de los mercados (cuyo criterio está por ver) se impone una reforma constitucional a los ciudadanos, sin consultarlos y aprovechando una mayoría parlamentaria que puede disolverse en tres meses. Y de paso, se deslegitima una Constitución de quita y pon, que es intocable para según qué cosas y se manipula en unos días para lo que conviene a aquellos políticos coyunturalmente en el poder. Así jamás se hubiera aprobado la Constitución de 1978 que, por imperfecta que sea, permitió organizar una coexistencia política a partir de un consenso evolutivo que ahora se ha roto sin necesidad perentoria y sin informar a los ciudadanos del por qué de esa urgencia aparte de las oscuras referencias a la percepción de los mercados. Y es que los ciudadanos tienen derecho a equivocarse porque eso también es soberanía popular. Lo que no aceptan es invocar la democracia como fuente de legitimidad para después actuar sobre temas tan importantes aplicando el rodillo parlamentario como si el país fuera de los políticos. El ejemplo islandés vuelve a la memoria: tras meses de movimiento social un referéndum sobre las políticas de crisis llevó a la regulación financiera, al despido y encausamiento de políticos culpables de la crisis y al impago de las deudas bancarias. Y se arregló la cosa para la gente.

Si ya había una crisis de legitimidad profunda en la democracia española, fuente de la indignación que comparte una gran mayoría de la población, esta vergonzosa reforma de la Constitución dinamita cualquier credibilidad de los políticos que la votaron. Y de paso se lo pone muy difícil a Rubalcaba, que intentaba salvar los muebles de su partido y de la política tendiendo puentes al sentir de la sociedad. Si la fuente de la Constitución son los mercados, que manden los banqueros por la vía directa. Pero si los ciudadanos piensan que son ellos los constituyentes, tal vez podrían refundar la democracia pacíficamente y limpiar las instituciones de unos partidos mayoritarios que acampan en las Cortes como si fuera su finca y nosotros sus peones. Acampada contra acampada. Cinismo político contra esperanza de ciudadanía. A desalambrar.
(*) Sociólogo y profesor universitario

Generación sin futuro / Ignacio Ramonet

“El mundo será salvado, si puede serlo, sólo por los insumisos”. André Gide
 
Primero fueron los árabes, luego los griegos, a continuación los españoles y los portugueses, seguidos por los chilenos y los israelíes; y el mes pasado, con ruido y furia, los británicos. Una epidemia de indignación está sublevando a los jóvenes del mundo. Semejante a la que, desde California hasta Tokio, pasando por París, Berlín, Madrid y Praga, recorrió el planeta en los años 1967-1968, y cambió los hábitos de las sociedades occidentales. En una era de prosperidad, la juventud pedía paso entonces para ocupar su espacio propio.

Hoy es diferente. El mundo ha ido a peor. Las esperanzas se han desvanecido. Por vez primera desde hace un siglo, en Europa, las nuevas generaciones tendrán un nivel de vida inferior al de sus padres. El proceso globalizador neoliberal brutaliza a los pueblos, humilla a los ciudadanos, despoja de futuro a los jóvenes. Y la crisis financiera, con sus “soluciones” de austeridad contra las clases medias y los humildes, empeora el malestar general. Los Estados democráticos están renegando de sus propios valores. En tales circunstancias, la sumisión y el acatamiento son absurdos. En cambio, las explosiones de indignación y de protesta resultan normales. Y se van a multiplicar. La violencia está subiendo…

Aunque, en concreto, el formato mismo del estallido no es semejante en Tel Aviv y Santiago de Chile o Londres. Por ejemplo, la impetuosa detonación inglesa se ha distinguido, por su alto grado de violencia, del resto de las protestas juveniles, esencialmente no violentas (aunque no hayan faltado los enfrentamientos puntuales en Atenas, Santiago de Chile y varias capitales).

Otra diferencia esencial: los amotinados ingleses, quizás por su pertenencia de clase, no supieron verbalizar su desazón. Ni pusieron su furor al servicio de una causa política. O de la denuncia de una iniquidad concreta. En su guerrilla urbana, ni siquiera saquearon con ira sistemática los bancos… Dieron la (lamentable) impresión de que sólo las maravillas de los escaparates atizaban su rabia de desposeídos y de frustrados. Pero, en el fondo, como tantos otros “indignados” del mundo, estos revoltosos expresaban su desesperación, olvidados por un sistema que ya no sabe ofrecerles ni un puesto en la sociedad, ni un porvenir.

Un rasgo neoliberal que, de Chile a Israel, irrita particularmente es la privatización de los servicios públicos. Porque significa un robo manifiesto del patrimonio de los pobres. A los humildes que no poseen nada, les queda por lo menos la escuela pública, el hospital público, los transportes públicos, etc. que son gratuitos o muy baratos, subvencionados por la colectividad. Cuando se privatizan, no sólo se le arrebata a la ciudadanía un bien que le pertenece (ha sido costeado con sus impuestos) sino que se desposee a los pobres de su único patrimonio. Es una doble injusticia. Y una de las raíces de la ira actual.

A este respecto, para justificar la furia de los insurrectos de Tottenham, un testigo declaró: “El sistema no cesa de favorecer a los ricos y de aplastar a los pobres. Recorta el presupuesto de los servicios públicos. La gente se muere en las salas de espera de los hospitales después de haber esperado a un médico una infinidad de horas…” (1).

En Chile, desde hace tres meses, decenas de miles de estudiantes, apoyados por una parte importante de la sociedad, reclaman la desprivatización de la enseñanza (privatizada bajo la dictadura neoliberal del general Pinochet, 1973-1990). Exigen que el derecho a una educación pública y gratuita de calidad sea inscrito en la Constitución. Y explican que “la educación ya no es un mecanismo de movilidad social. Al contrario. Es un sistema que reproduce las desigualdades sociales” (2). A fin de que los pobres sean pobres para la eternidad…

En Tel Aviv, el 6 de agosto pasado, al grito de “¡El pueblo quiere la justicia social!”, unas 300.000 personas se manifestaron en apoyo al movimiento de los jóvenes “indignados” que piden un cambio en las políticas públicas del gobierno neoliberal de Benyamin Netanyahou (3). “Cuando a alguien que trabaja –declaró una estudiante– no le alcanza ni siquiera para comprar de comer es que el sistema no funciona. Y no es un problema individual, es un problema de gobierno” (4).

Desde los años 1980 y la moda de la economía reaganiana, en todos estos países –y singularmente en los Estados europeos debilitados hoy por la crisis de la deuda–, las recetas de los gobiernos (de derechas o de izquierdas) han sido las mismas: reducciones drásticas del gasto público, con recortes particularmente brutales de los presupuestos sociales. Uno de los resultados ha sido el alza espectacular del paro juvenil (en la Unión Europea: 21%; en España: ¡42,8%!). O sea, la imposibilidad para toda una generación de entrar en la vida activa. El suicidio de una sociedad.

En vez de reaccionar, los gobiernos, espantados por los recientes derrumbes de las Bolsas, insisten en querer a toda costa satisfacer a los mercados. Cuando lo que tendrían que hacer, y de una vez, es desarmar a los mercados (5). Obligarles a que se sometan a una reglamentación estricta. ¿Hasta cuándo se puede seguir aceptando que la especulación financiera imponga sus criterios a la representación política? ¿Qué sentido tiene la democracia? ¿Para qué sirve el voto de los ciudadanos si resulta que, a fin de cuentas, mandan los mercados?

En el seno mismo del modelo capitalista, las alternativas realistas existen. Defendidas y respaldadas por expertos internacionalmente reconocidos. Dos ejemplos: el Banco Central Europeo (BCE) debe convertirse en un verdadero banco central y prestarle dinero (con condiciones precisas) a los Estados de la eurozona para financiar sus gastos. Cosa que le está prohibida al BCE actualmente. Lo que obliga a los Estados a recurrir a los mercados y pagar intereses astronómicos… Con esa medida se acaba la crisis de la deuda.
 
Segundo: dejar de prometerlo y pasar a exigir ya la Tasa sobre las Transacciones Financieras (TTF). Con un modesto impuesto de un 0,1% sobre los intercambios de acciones en Bolsa y sobre el mercado de divisas, la Unión Europea obtendría, cada año, entre 30.000 y 50.000 millones de euros. Suficiente para financiar con holgura los servicios públicos, restaurar el Estado de bienestar y ofrecer un futuro luminoso a las nuevas generaciones.
 
 O sea, las soluciones técnicas existen. Pero ¿dónde está la voluntad política?
 
NOTAS
(1) Libération, París, 15 de agosto de 2011.
(2) Le Monde, París, 12 de agosto de 2011.
(3) Según una encuesta de opinión, las reivindicaciones de los “indignados” israelíes cuentan con la aprobación del 88% de los ciudadanos. (Libération, op. cit.)
(4) Le Monde, París, 16 de agosto de 2011.
(5) Léase Ignacio Ramonet, “Desarmar a los mercados”, Le Monde diplomatique en español, diciembre de 1997.