domingo, 9 de octubre de 2011

Nos atrevemos a sugerir una solución a la crisis / Ángel Tomás Martín *

En el último trimestre del 2.007 aparecieron los síntomas inequívocos de la gran crisis que se iniciaba y que se ha mantenido a lo largo de los casi cuatro años transcurridos.
 
Comenzado el último trimestre del 2011, nuevamente aparecen claros síntomas de una muy preocupante crisis financiera, sin que se haya conseguido estabilizar la que estamos sufriendo durante demasiado tiempo. Afrontar una recuperación sin un sistema bancario sólido y con liquidez suficiente imposibilita el crecimiento del tejido empresarial y por tanto la creación de nuevos puestos de trabajo.

Por otro lado, las arcas Públicas en situación desesperada absorben cuantos fondos pueden lograr de los mercados financieros, de los bancos centrales y de la presión fiscal, para cubrir con su extraordinario endeudamiento y la disminución de la recaudación tributaria.
Nos encontramos en la banca también unos activos inmobiliarios incorporados a sus balances con valores superiores a los de mercado actuales, debido a una práctica crediticia incontrolada, aun conociendo que el desarrollo inmobiliario superaba exponencialmente a lo que el mercado demandaba, eliminando las compras especulativas. De ahí que se haya formado un stock de viviendas y locales comerciales que requerirá muchos años para equilibrarse. Sanear sus balances intoxicados resulta incuestionable e inaplazable.

Si seguimos sin admitir lo expuesto anteriormente, negando como hecho real el desequilibrio financiero, y no hacemos un esfuerzo inteligente, colectivo y coordinado, habremos demostrado incapacidad, llegaremos tarde y el futuro no será precisamente el que todos deseamos, sin olvidar que sin ilusión y esperanza tampoco encontraremos el camino de un relativo Estado del bienestar.

¿Existe solución al gran problema que afecta a las economías de ambos lados del Atlántico? La ciencia económica nos ofrece experiencia suficiente para proyectarla y acometerla.
Hagamos previamente un análisis-diagnostico...
 
La caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, acrecentó la crisis en EEUU. Por los mismos motivos la Eurozona se contagia, y ya tenemos la inestabilidad de los países más avanzados confirmada a lo largo del 2.008.

El gasto sin tasa, saltándose el rigor presupuestario, empieza a emitir alarmas de debilidad e insolvencia, se prorrogan obligaciones de pago y se busca tesorería que encarecen los mercados ávidos de una alta rentabilidad. Grecia, Irlanda y Portugal, son los primeros en pedir ayuda como miembros de la Eurozona. La debilidad empieza también a manifestarse en Italia, España e Inglaterra.

Los bancos centrales inyectan fondos a la banca para evitar que se declaren morosos al no poder cumplir a su vencimiento con las obligaciones de pago. Esta masa de deuda bancaria debería haberse empleado en la financiación de las empresas para crear empleo y propiciar el crecimiento de la recaudación fiscal, único camino para sanear las cuentas públicas si al tiempo, se acomete la reducción del gasto. Las continuas emisiones de deuda soberana para cumplir con el endeudamiento público contraído, y la casi paralización del interbancario, completan el desalentador panorama.

El crédito sigue sin llegar a las empresas, provocando el cierre de muchas de ellas y el aumento del desempleo; la recuperación no ha sido posible, puesto que ésta solo es viable de la mano de la economía real si se implantan las medidas adecuadas y urgentes, retrasadas tal vez por el temor a la pérdida de popularidad.

Un periodo legislativo de cuatro años ha demostrado ser demasiado corto para el desarrollo de la economía, máxime cuando los errores se justifican y las soluciones se aplazan. Ambos son incompatibles, ya que los problemas no admiten aplazamientos, ni soluciones partidistas.

La exigencia de la urgente captación de recursos del sistema bancario, agotados o inaccesibles otros caminos, apela al capital privado, no de las empresas que tienen problemas de liquidez, sino del ahorro personal poco animado a invertirlo en valores mobiliarios de cualquier titulación (emisiones de pagarés, convertibles, ampliaciones de capital etc...).

La cartera de inmuebles, constituidas por hipotecas basura a precios establecidos en un mercado en alza, se ha devaluado con la crisis y los activos bancarios están sobreestimados y han perjudicado seriamente su tesorería; situación difícil de soportar y de contribuir a la salida del estancamiento en que nos encontramos.

La solución no es fácil pero existen otros sistemas económicos posibles, y si el que existe nos ha conducido a la situación actual, surgirá el nuevo que aún desconocemos. Ayudemos a construirlo para superar el pasado.

Que sea difícil no debe impedir la búsqueda de la solución, sentando como base que la dialéctica sea constructiva y jamás destructiva. Para alcanzar el crecimiento, previamente hay que sanear el sistema financiero y posteriormente afrontar su renovación estructural.
¿Cómo sanear los balances a la vez de dotar a la banca de la tesorería que han perdido? 

Atrevámonos a hacer un planteamiento a sabiendas de que políticamente pueda no ser aplicable, aunque resulte incompleto o rectificable:

Primero.- Crear un Ente Público sin ánimo de lucro, dependiente del Banco de España y controlado por el Tribunal de Cuentas del Estado, cuya disolución sea obligatoria cuando se concluya la misión que se describe en el apartado siguiente.

Segundo.- El Ente tendría como objetivo controlar los inmuebles que se le incorporasen, conservarlos y proceder a su venta cuando la cotización lo aconsejara, y dentro de un periodo no inferior a diez años (tiempo que se estima necesario para que la demanda se revitalice). Terminada su gestión, los resultados positivos o negativos revertirían o repercutirían en las entidades de crédito y en proporción a los valores de los inmuebles incorporados en su día.

Tercero.- Traspasar todos los inmuebles terminados (aquellos en fase de construcción suponen un riesgo inaceptable) que figuren en los activos de la banca procedentes de los prestamos fallidos y libres de cargas.

Cuarto.- El importe de los inmuebles aportados quedaría compensado contablemente con el efectivo que se recibiría de los bancos centrales, cuyo destino no podría ser otro que el de su aplicación al desarrollo de la economía real. Una vez vendidos todos los inmuebles que recibió el Ente retornaría nuevamente a los bancos centrales de donde salió.

Para un país de economía libre tendría más viabilidad que para los incorporados a una economía vinculada que necesitaría de un acuerdo unánime. Los bancos con problemas no descritos anteriormente o sin ellos, quedarían excluidos.

(*) Economista y empresario.