jueves, 10 de noviembre de 2011

Toni Negri: “En Europa no hay ninguna esperanza”

BUENOS AIRES.-El intelectual italiano Toni Negri visitó Buenos Aires para participar de un seminario organizado por la Secretaría de Cultura. Preocupado por el futuro de los movimientos sociales de protesta contra la pauperización, como el de los indignados, advirtió que los actuales gobiernos europeos, incluidos los socialdemócratas y de izquierda, defienden el orden capitalista y, por lo tanto, truncan los procesos transicionales que procuran un cambio. 


Bajo el ambicioso lema de cómo articular justicia e identidad “en un proyecto de transformación hegemónico”, y coordinado por la Secretaría de Cultura de la Nación, intelectuales locales y europeos participaron el miércoles pasado del seminario Debates y Combates, todo ello en el marco del lanzamiento de la revista que lleva el mismo nombre. Entre los primeros estuvieron presentes Ernesto Laclau, director de la nueva publicación, y el psicoanalista y escritor Jorge Alemán, en tanto que entre las visitas ilustres se encontraba el prolífico y destacado pensador italiano Toni Negri. “En 2005, yo estaba aquí cuando tuvo lugar la reunión de Mar del Plata, con Maradona y Hugo Chávez. En efecto, pensamos que el tipo de proceso que se estaba dando en la Argentina y Brasil era absolutamente fundamental en la construcción de un polo continental que rompa con la globalización imperial”, recordó Negri durante un contacto con la prensa.
La crisis económica en Europa y los Estados Unidos dominó parte de la charla, y particularmente los movimientos de protesta que se suscitaron tanto en Wall Street como en el Viejo Continente fueron el eje de la conversación. “Para mí, el problema fundamental, y el que más me interesa, es la relación que se establece entre el movimiento y el gobierno. El punto fundamental es la ruptura de una construcción soberana. Cuando se estabiliza la relación entre el gobierno y el movimiento es porque se trata de modificar esas construcciones. Es necesario asumir desde el movimiento una construcción del gobierno que no sea la clásica”, explicó Negri en relación con los procesos sociales más recientes. Y lo ejemplificó con la llegada de Barack Obama al gobierno de los Estados Unidos. “En los Estados Unidos, Obama era un producto real de un movimiento que cuando llega al gobierno, cuando asume el poder, hace desaparecer la ligazón con el movimiento. Esto implica una pérdida de soberanía en términos concretos”, subrayó Negri.
Negri también se refirió a la respuesta de los partidos políticos a la crisis europea. “La europea es una crisis que va a modelar la esencia de los gobiernos. Los gobiernos europeos son gobiernos del capital. Ahí no hay ninguna esperanza, la socialdemocracia y la izquierda han sido completamente absorbidas por un modelo constitucional liberal. O se cambia la constitución en Europa o la izquierda no existe más. O, en todo caso, existirán como movimientos insurreccionales”, asegura.
–¿Cuál es su observación sobre el movimiento de los indignados?
–Los indignados españoles son un movimiento que debe ser estudiado de manera muy profunda. Son movimientos que no se plantean el problema del poder y del gobierno, pero sí de la participación en las luchas. ¿Qué efecto pueden tener las luchas? No lo sé. Esto no es una Tercera Internacional, ni una Cuarta, ni una Quinta (risas). Es un esquema abierto.
–¿En ese sentido, a dónde va España, entonces?
–Me queda en el alma la idea de que el problema de la transición en España empieza a ser resuelto hoy a partir de los indignados. Algo que ustedes sí vivieron alrededor de los Derechos Humanos, en relación a los procesos de los militares. Algo que en España jamás vivieron. Eso implica la presencia del 36 (el 17 de julio de 1936 se produjo el levantamiento del general Francisco Franco contra la República española) y una influencia profunda. La transición no exisitió jamás ni en España ni en Italia ni en los países del este europeo, y justamente el modelo de España fue utilizado para los países de Europa oriental. El problema de la transición es hoy el problema central y sin embargo de eso nadie habla. Ni los Chicago Boys, que fueron implantados en el ’45 y en el ’89. Es un problema absolutamente fundamental. Ha sido recubierto de una pseudo modernización sin modernidad. Es un problema que debe ser asumido.
–¿La fuerte presencia de jóvenes entre los indignados marca un intento de ruptura con las instituciones europeas?
–Ese es otro gran problema. En Europa, luego del ’68 se produjo otro bloqueo de la transición. La crisis del ’68 fue bloqueada mediante la represión como en Italia o a partir de la reconstrucción de reformas internas, como en Alemania, que bloquearon el proceso abierto en el ’68. También la reforma universitaria en Francia. Un bloqueo sustancial de los movimientos que se dio, por ejemplo, en Francia alrededor de la ruptura completa entre el joven tipo medio estudioso e intelectual que determinó las características y la capacidad de la nueva fuerza productiva, la inmigración y la pobreza. El problema de la pobreza en Europa es un problema fundamental que se nutre de la inmigración y en resumen es el problema de ciudadanía en el sentido pleno de la palabra.
–Usted menciona procesos de transición truncados por medio de herramientas institucionales. ¿Sigue existiendo esa posibilidad para la Europa actual?
–Hay que tomar en cuenta el lugar de la comunicación, que es la nueva forma de relacionarse entre los jóvenes. En Europa hay una revolución tecnológica en las comunicaciones que hace que los jóvenes de hoy sean distintos a los de sus padres. Hay una inserción del trabajo precario, pero este trabajo precario y difuso no son sólo formas de miseria sino también de comunicación. Por la constitución de capacidades comunes. Hoy la contradicción es entre las estructuras económicas financieras que gobiernan necesariamente porque no existe un patrón. El patrón está en la fábrica. En el terreno social hoy existe una potencia abstracta financiera. El hombre explotado de antes hoy se llama hombre endeudado. Una hegemonía que no es la de Lenin ni la de Gramsci, porque este último era leninista. Era miembro del Partido Comunista Italiano. Cuando escucho hablar de estas cosas siempre tengo miedo que vuelva Togliatti (Palmiro, secretario general del Partido Comunista Italiano entre 1927 y 1964). Existió este mito del Partido Comunista Italiano en todo el mundo, ahora se cayó. Hace 50 años que no habla de este tema.
–Usted escribió que los procesos de producción se hacen cada vez más inmateriales y que ya no sirve producir para ganar sino para compartir. Acá en la Argentina, todo un sector hegemónico vinculado a la producción agropecuaria se puso en pie de guerra porque sentía que perdía una porción de la renta que consideraban propia. ¿Cómo se introduce ese discurso en la Argentina?
–No lo sé. Este es un problema para los políticos argentinos y para todos ustedes. Indudablemente, la característica de la economía argentina asociada a la producción en el campo plantea desequilibrios. Jugando en este desequilibrio es que el campo logró organizar una resistencia. En ese sentido fue una batalla fundamental la que logró ganar Cristina Kirchner. Es el petróleo verde. El campo es una reserva fundamental. El proceso de modernización es posible evidentemente solo con la utilización de ese capital social organizado a través del conocimiento y la activación productiva social máxima. Sólo así este tipo de dificultades pueden superarse. Aunque sea importante, no es la manufactura lo que puede resolver este  desequilibrio histórico de la Argentina.