lunes, 21 de noviembre de 2011

Desobediencia civil no violenta, un derecho ciudadano / Xavier Caño Tamayo *

Por si no hubiera bastante con la crisis, ahora parecen sonar de nuevo tambores de guerra. Añaden más temores e incertidumbres a los que la crisis ya causa la crisis. Estados Unidos y Reino Unido creen que una gran presión (?) contra Irán lo disuadirá de tener su bomba nuclear. E Israel no descarta un ataque próximo contra ese país de Oriente Medio. Ni unos ni otros han aprendido lección de la invasión de Irak.

¿Cómo osan hacer peligrar la vida de cientos de miles de personas de nuevo? El pretexto es que Irán no tenga la bomba atómica. ¿No tienen la maldita bomba Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China, Pakistán, Corea del Norte, Israel y la India?

De nuevo la actuación preventiva. Que no es legítima defensa ni preservar la paz, sino buscar la guerra. Porque Irán no se quedará quieto si lo atacan, ni los países musulmanes con mayorías chiitas.

¿Conservan toda su legitimidad los gobiernos que apuestan por la guerra?
¿Y qué legitimidad tienen los gobiernos que con sus políticas al servicio del poder financiero contribuyen a la pobreza e inseguridad de millones de ciudadanos? El próximo año se estancará económicamente la eurozona, otras grandes economías se desacelerarán y puede haber recesión mundial, según la OCDE. Con desempleo a espuertas. A pesar de ello, los gobiernos insisten en fuertes ajustes, austeridad que sufre la ciudadanía, mientras los bancos centrales garantizan dinero fresco a la banca.

Además, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) denuncia que empeoran a ojos vista las condiciones de vida para la mayoría de la gente, pero los bancos ganan más dinero. Señala la OIT que recuperar el nivel de empleo anterior a la crisis costará ¡cinco años!

Europa va hacia una recesión y el paro se hace crónico. Pero se recapitaliza la banca con dinero público, se mantiene la rebaja fiscal para el capital, grandes empresas y fortunas. Y no se mueve un dedo contra los paraísos fiscales que hacen posible la corrupción y evasión sistemática de impuestos. 

Como denuncia Luis García Montero, “el capitalismo ha declarado una verdadera guerra contra los pobres y contra la soberanía de los ciudadanos”. Otra guerra.

Europa, Estados Unidos y países anglosajones optan por “mantenerla y no enmendarla, aunque la razón no hayan”. Y privatizan servicios públicos. Un robo manifiesto, como denuncia Ramonet, porque “cuando se privatizan los servicios públicos, no sólo se le arrebata a la ciudadanía un bien que le pertenece (costeado con sus impuestos) sino que se desposee a los pobres de su único patrimonio”.

Y reformas a peor de pensiones públicas, retraso de edad de jubilación, reformas laborales que desprotegen a los trabajadores, despido masivo de empleados públicos y funcionarios…
Da igual que los Nobel de economía George Akerlof, Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Paul Samuelson se hayan manifestado por activa y pasiva contra la austeridad fiscal, los recortes que suponen y el daño que causan. Da igual que pasados muchos meses del inicio de esa nefasta política de austeridad, recortes y beneficio de la banca no se vislumbre ni lejano un indicio (por leve que sea) de superación de la crisis. Da igual que aumenten la desigualdad y la pobreza en cifras indecentes…

En verdad, como explica Crotty, la maldita crisis es la última fase de décadas de esfuerzos del capital, del poder financiero, para destruir la modesta democracia social con capitalismo controlado construida desde los años 30 del siglo pasado. Y Carlos Martínez deja claro que “el neoliberalismo es una gigantesca estafa mundial”. A lo que Stiglitz añade que “el fundamentalismo neoliberal es una doctrina política que sirve a intereses concretos. Nunca respaldada por la teoría económica ni tampoco por la experiencia histórica”. Más claro, el agua.

Está claro que esas políticas que vulneran los derechos de la ciudadanía hacen ilegítimos a los gobiernos, tanto como a los que buscan la guerra.

Buena parte del movimiento cívico global concluye ya que partes de las deudas soberanas (a veces, todas ellas) son ilegítimas y por tanto no deben ser pagadas. Si los gobiernos que violan masivamente derechos sociales en beneficio de una exigua minoría (así como los que quieren la guerra) devienen así ilegítimos, entonces, de igual modo que el impago de la deuda ilegítima es un deber, la desobediencia civil no violenta se convierte en derecho ciudadano.

Cabe recordar ahora al Nobel de la Paz Sam Daley-Harris cuando decía: “Dejemos de pensar que no hay soluciones. Dejemos de pensar que no importa lo que hagamos. Dejemos de pensar que las posibles soluciones no dependen de mí”.

(*) Miembro de ATTAC-Acordem

La economía productiva: la gran ausente del debate electoral / Carlos Berzosa *

Los debates económicos que se están produciendo en la campaña electoral, por los dos partidos mayoritarios, se centran en debatir si lo que hay que llevar a cabo son políticas de austeridad para reducir el déficit, o si hay que relajar tanto el ajuste como la velocidad de reducción del déficit. 

También se hace referencia a los impuestos, la derecha, aunque de momento no se atreve a proclamarlo, considera que hay que disminuirlos, mientras que el candidato socialista plantea la necesidad de subir los impuestos a los ricos, algo que varios economistas desde estas columnas venimos preconizando hace tiempo. Bienvenidas sean de todos modos estas propuestas, aunque llegan algo tarde. La coalición Izquierda Unida sí que hace proposiciones más progresistas, acerca de los impuestos, el gasto público y actuaciones hacia los mercados financieros.

La derecha mantiene la falacia de que bajar impuestos puede ser un estimulante económico, debido a que ello supondrá el aumento de la renta disponible por lo que las economías domésticas aumentarán el consumo, lo que supondrá un acicate para la recuperación de las ventas de las empresas y como consecuencia se creará empleo. 

La reducción de impuestos proclamada que beneficiará a los ricos más aún, supondrá ajustes presupuestarios más duros de los que ya se llevan a cabo actualmente para reducir el déficit, y provocará un aumento de la desigualdad. Hay que tener en cuenta de que disminuir impuestos no supone necesariamente el aumento del consumo, y lo que sí es evidente es que los recortes del sector público afectan muy negativamente a la demanda efectiva. Este efecto en el descenso de la actividad económica es muy superior al impacto, presumiblemente favorable, que pueda tener la bajada de los impuestos.

La idea que tratan de extender, por todos los medios de comunicación a su alcance, de que la reducción de los costes laborales, con bajadas de salarios, abaratamiento del despido, son un acicate para que los empresarios puedan generar empleo, resulta a todas luces falsa. El problema para crear empleo reside no solamente en las políticas macroeconómicas que se aplican, que no cabe duda de que son importantes, sino en la evolución de la estructura productiva. El problema del desempleo tan elevado en nuestro país no es consecuencia del mercado laboral existente, ni en el exceso de contratos que se dan, sino en el comportamiento de la economía real.

Ha habido escasas referencias a la economía real en el debate electoral, siendo como es precisamente esta actividad económica de donde tiene que venir la recuperación, y que es la que explica, en gran parte, los graves problemas por los que pasa la economía española. Hay que señalar que, por lo que a mí respecta, solamente he escuchado en el debate de televisión de los cinco candidatos hablar de investigación y transferencia de tecnología a unos de ellos, en concreto al representante del PNV. Si bien en su conjunto, a mi juicio, Gaspar Llamazares estuvo el mejor de todos ellos, planteando los problemas candentes de la sociedad actual, en concreto, entre otros, el de la corrupción.

Resulta evidente que la política económica es fundamental, ya he hecho referencia en otras ocasiones a lo nefasto que puede llegar a ser la aplicación de las políticas de ajuste para la recuperación y para la igualdad en derechos y oportunidades, así como la existencia un sector público de la dimensión del español, muy inferior a otros países desarrollados, y la vigencia de un sistema fiscal regresivo y con tanto fraude, pero un hecho evidente que hay que tener en cuenta es en que se basa el crecimiento económico y el tipo de desarrollo que se está dando. 

El crecimiento español en las últimas décadas, así como la creación de empleo, se ha sustentado en gran parte en el sector de la construcción, y en todas aquellas empresas que de alguna forma se encuentran estrechamente ligadas al mismo. Una expansión que creó demasiadas ilusiones, como el de España va bien, o de que una vez superada Italia en renta por habitante, se iba a pasar a Francia. 

La burbuja especulativa enriqueció a muchos, al tiempo que supuso el encarecimiento de los pisos, generó un auge urbanístico desordenado, y significó elevados costes ecológicos. Mientras esto sucedía, la economía española padecía un gran déficit comercial, y perdía productividad frente a los países de la Unión Europea. No se atendía suficientemente la investigación, desarrollo y transferencia de tecnología.

De manera, que se ha estropeado el principal motor de crecimiento y de creación de empleo, y aunque hay otros, no cabe duda de que el reto principal que tenemos ante nosotros es el cambiar el motor principal, lo que significa apostar por ganar en productividad, pero no bajando salarios, sino en innovar en la tecnología de los medios de producción, mejorar la cualificación de la mano de obra y la organización del trabajo, e impulsar la novedad de los bienes de consumo. Es cierto de que este es un proceso a medio y largo plazo, pero si no se empieza ya siempre estaremos lamentándonos de no haber realizado los deberes a su debido tiempo. El hecho por lo que debemos preocuparnos no es que no se inicie ese camino, sino que se va en dirección contraria con los recortes a la educación e investigación.

No se puede confiar la posible recuperación en el turismo, o una vez más en la construcción, sino en conseguir una economía en la que el conocimiento predomine sobre la especulación y el enriquecimiento rápido y fácil. El Partido Popular, que tiene toda la probabilidad de ganar el 20-N, dice poco sobre la economía, pero lo que plantea, o lo que está haciendo en las Comunidades en las que gobierna, es muy preocupante para el futuro que nos aguarda.

Los mercados siguen atacando a las economías que se muestran más vulnerables y ni las políticas de ajuste, ni los cambios en la Constitución, ni los gobiernos de un color o de otro, sirven para calmarles. La lección no se quiere aprender pero hacen falta actuaciones a escala global, dentro de la Unión Europea, y en el marco de los Estados, muy diferentes a las que se han estado haciendo. Desde luego lo que queda claro es que las propuestas de la derecha no son solamente una opción desde el punto de vista económico, sino que son un grave error.

(*) Catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad Complutense y miembro del Consejo Científico de ATTAC

Origen y recorrido del movimiento 15M español / Armando Fernández Steinko *

El ciclo de protesta que comenzó en España en la primavera de 2011 ha pasado la prueba del verano irrumpiendo con fuerza en las manifestaciones de otoño. .¿Qué es exactamente el llamado movimiento 15M1? ¿Cuál es su futuro? No es tan fácil responder a estas preguntas. En primer lugar no es uniforme y en ningún caso se debe extrapolar su realidad en Madrid o Barcelona al conjunto de las ciudades españolas.


El “precariado” (Robert Castel) existe en muchos países europeos desde hace décadas sin que se haya producido un fenómeno similar en ninguno de ellos. El desempleo sí es mucho más elevado en España que en otros países de la OCDE pero esto no ha convertido a los desempleados en los principales protagonistas del movimiento. El deseo de otra forma de participación política y el desprestigio de los partidos mayoritarios entre sectores amplios de la población urbana tampoco es una novedad. Los Foros Sociales Europeos estuvieron fuertemente marcados por una crítica de las formas delegadas de participación política. Todos estos síntomas se observan en muchos países occidentales donde se han dado numerosos ciclos de protesta, pero hay algo propio en el movimiento 15-M español.

La mejor forma de contestar a esta pregunta es combinando dos niveles de análisis: (1) el de las tendencias profundas que se vienen acumulando desde hace años en España y que han venido configurando nuevos sujetos políticos y (2) las coyunturas político-económicas que prendieron la mecha de la protesta. Les añadiremos una tercera parte en la que describiremos el estado del movimiento en la actualidad (noviembre de 2011) aventurando algunas hipótesis sobre su futuro. Las estructuras no se transforman directamente en acciones sino sólo algunos de sus signos o manifestaciones externas. La propia acción se deriva de la interpretación subjetiva de dichos signos o señales que a su vez depende:

1 El concepto de “indignados”, acuñado por Stéphane Hessel y difundido por los medios de comunicación españoles, no es el que ha dado nombre al movimiento desde el principio. Predomina el uso de los términos de “Movimiento 15-M” o de movimiento de “Democracia Real Ya”. Con el paso de los meses, la diversificación del movimiento y el aumento de la influencia de los medios de comunicación, se observa, sin embargo, cierta consolidación del uso del término “indignados” de valores, representaciones y “universos de significados” (Pierre Bourdieu). Todo esto obliga a completar el análisis de las estructuras con el de los valores y las actitudes de los actores. Para el desarrollo del primer punto nos basamos preferentemente en trabajos propios publicados en los últimos años y en una sociología política del país aparecida recientemente.

En estos trabajos apuntamos la acumulación de contradicciones de fondo que ha resultado decisivas para el surgimiento la ola de protestas en España. Para el segundo nos basaremos en nuestra experiencia como testigo directo así como en los hechos mismos reconstruibles a partir de la prensa diaria. Para la tercera parte nos basamos en una pequeña encuesta realizada entre actores directos del movimiento repartidos en varios territorios del Estado así como en algunos datos aportados por Cuesta et al (2011).

1. El surgimiento de nuevos actores políticos La democracia española, que se inicia con la Constitución de 1978, nace de una ruptura político-institucional con el régimen anterior pero también de una continuidad notable en lo que se refiere al orden económico y empresarial. La constitución sanciona el derecho universal a la educación y pone en marcha un sistema fiscal más o menos progresivo para financiarla. Sin embargo hace un rodeo alrededor del orden económico y sobre todo empresarial que deja completamente intactos.

La transición refleja el pacto que firman los socialliberales españoles - literalmente empujados al poder por la socialdemocracia alemana- con los tardofranquistas sobre la base de un programa que impide toda intervención pública en la esfera de las empresas privadas (3). Las empresas privadas heredadas del franquismo son organizaciones jerárquicas, tienen estilos de dirección autocráticos y una notable ausencia de actividades formativas para sus empleados. Las crisis de los años 1980, 1990 y 2007, en las que el desempleo subió por encima del 20%, han demostrado su incapacidad de crear trabajo suficiente para la población.

Pero la falta crónica de trabajo hace imposible la financiación sostenible del Estado del bienestar, lo cual bloquea de facto la posibilidad de cumplir el programa de los grandes pactos de la transición política. Sólo las administraciones y las empresas públicas, hoy privatizadas, crearon trabajo de calidad en los años ochenta y noventa. El boom inmobiliario y el turismo de masas, basados en tareas poco creativas, reforzaron el modelo postfranquista debido a su particular capacidad de generar empleo.

Las afiladas tijeras de la “sobre”cualificación
Uno de los resultados trascendentales de estas políticas fue el rápido aumento de los egresados universitarios que se produce en paralelo al estancamiento relativo de las “ocupaciones-cabeza” en las empresas privadas españolas. Esta tijera entre lo que el 18% de la población ocupada -sobre todo femenina- sabe hacer y la oferta de sólo un 5% de ocupaciones realmente cualificadas, empezó a acumular desde los años 1990 una insatisfacción latente entre sectores inicialmente beneficiados del Estado del Bienestar (4).

Esta insatisfacción irrumpió puntual- e inesperadamente con las movilizaciones contra el modo que tuvo el gobierno del Partido Popular de gestionar el desastre ecológico del Prestige (2002) y con las movilizaciones contra la participación del gobierno de Aznar en la guerra de Irak (5) . Produjo una forma particular de precariado llamado “mileuristas”: una población activa muy cualificada -y cada vez más feminizada- que, o bien no puede aplicar sus cualificaciones en el trabajo, o bien, aplicándolas, gana un sueldo que está muy por debajo de su competencia y de su productividad.

A la falta de trabajo y a la temporalidad del conjunto de la población activa se suma este colectivo nacido de una contradicción política de fondo que late desde los momentos fundacionales de la nueva democracia española. Sus conocimientos les permiten conquistar una autonomía personal pero el blindaje (neo)liberal de la nueva democracia genera una situación en les impide emanciparse de hecho, bloquea la conquista de una autonomía real. La cultura juvenil y las drogas -legales e ilegales evocan una autonomía que en realidad no existe aunque sí produjeron una innovación en el ocio juvenil: el botellón.

El botellón es un antecedente de la ocupación de plazas. Consiste en comprar alcohol barato y consumirlo en una plaza pública que se convierte así en lugar de socialización juvenil. La falta de un espacio propio, el desempleo y la temporalidad que reducen los ingresos de los jóvenes pero también les permiten trasnochar, ha generalizado este fenómeno exportándolo a otros países europeos (6). El grueso de la oposición juvenil a la guerra de Irak se fraguo en los círculos del botellón de las grandes ciudades: los hijos y las hijas de profesionales urbanos con estudios o en vías de terminarlos y padres ya politizados en la transición.

Esta tensión entre autonomía potencial y autonomía real son decisivos para entender el 15-M. La composición social de sus actores es compleja y dependientes de la zona del país, pero en general dominan los jóvenes entre 19 y 30 años con formación universitaria o en vías de adquirirla, domina la distribución paritaria entre hombres y mujeres con una conciencia política bien definida que, sin embargo, no les lleva a votar (7). Son los hijos de los profesionales urbanos y periurbanos aunque no sólo.

En este grupo de insatisfechos hay que incluir también los hijos de las clases populares beneficiados por el ascensor social propulsado por la cualificación, un ascensor que se quedó parado a medio camino sobre todo para este segmento esforzado y meritocrático de la población. Una de las cosas más llamativas de todo lo que viene sucedido en las plazas españolas es la presencia de personas altamente cualificadas: abogados, médicos, economistas, licenciados -o en vías de serlo-.

Destaca como novedad el protagonismo de las mujeres que han adoptado un papel de catalizador organizativo y de mediadoras entre opiniones discordantes. Muchas se ofrecen voluntarias para moderar las asambleas y lo hacen con gran competencia haciendo cumplir turnos de palabra, desautorizando a aquellos con tendencia a hacer largos discursos poco operativos. Esta elevada competencia profesional ha elevado desde el principio la capacidad de respuesta y la madurez de las asambleas.

El elevado nivel de las comisiones jurídicas creadas en las asambleas, por ejemplo, permitieron colocar a la defensiva a los agentes de la policía encargados de desalojar las plazas en Madrid, Valencia y Barcelona. En Valencia permitió impugnar judicialmente con éxito muchas decisiones de las autoridades destinadas a debilitar al movimiento y a dar seguridad -también jurídica- a muchos participantes poco experimentados en los enfrentamientos con la policía.

También el elevado nivel de instrucción permitió mantener una asistencia continuada de varias cientos de personas a la asamblea de economía organizada en el parque del Retiro de Madrid, personas que iban a aprender y también a debatir sobre las políticas económicas neoliberales. Todas ellas traían un elevado bagaje formativo. También el “servicio médico” funcionó con eficiencia a los calurosos meses del verano.

Por tanto: el 15-M es en primer lugar un espacio en el que una masa ingente de cualificaciones acumuladas tras los pactos políticos de la transición pero despreciadas por los mercados de trabajo encuentran una forma de hacerse al socialmente útiles. La capacidad de solucionar en poco tiempo problemas técnicos, organizativos, de poner en marcha comisiones y foros de discusión sería impensable sin esa masa de capacidades puestas a disposición del movimiento.

Nueva fuerza productiva, nuevos sujetos
Las Tecnologías de la Infomación y la Comunicación (TIC), una fuerza productiva que ha trastocado la dimensión temporal y espacial en la que viven y trabajan cada vez más personas en España, tienen un protagonismo central en estas experiencias. Aquella generación de jóvenes, que viven con los padres hasta edades avanzadas, que se instala en lo inmediato de un trabajo ocasional, acepta la sobreexplotación para al menos acumular un remanente económico que luego puede destinar al ocio o a poner en marcha una inversión inmobiliaria, que ha minimizado el conflicto generacional y se desentiende de cualquier forma de organización, han colocado el ordenador en el centro de su actividad comunicativa: son “nativos digitales” (Prenski). Muchos, profesionales ocasionales del sector de la Nueva Economía trabajan a desde su casa programando, diseñando páginas, despejando colapsos informáticos o dando clases por ordenador mientras su madre les hace la comida.

Otros no tienen una dedicación profesional vinculada a la informática pero son asiduos navegadores y comunicadores por Internet. Reúnen el perfil del hacker que moviliza su subjetividad y maximiza su esfuerzo para alcanzar metas sin recompensa económica ninguna y sin límite de tiempo. Por un lado el ordenador es una tecnología individualizante y flexible que encaja en las experiencias laborales efímeras o espacialmente distantes de muchos jóvenes precarios. Esto debilita los vínculos personales que producen las relaciones laborales más estables y aleja a sus usuarios de las formas de participación política y sindical nacidos de estos entornos. Lo único estable en estos espacios es la familia, todo lo demás, incluidas las relaciones sentimentales, es fugaz o intermintente. No hay jefes, no hay hora de comienzo y de final para trabajar, existe una fuerte autonomía en el trabajo aún cuando esta conduzca frecuentemente a la autoexplotación (8).

Por otro lado los ordenadores son una ventana abierta a un infinito anónimo y ubicuo que contrarresta el aislamiento creado una socialización virtual en la que los valores progresistas y solidarios tienen cabida, como hemos podido comprobar incluso en los años álgidos de la burbujo punto com, aunque siempre insertados en otros individualistas de fondo: no hay sólo individualismo, aunque este abunde sin lugar a dudas. Sobre todo hay individualización, una cultura de lo propio y lo segmentado que poco tiene que ver con los valores que se adquieren en los entornos laborales y políticos tradicionales (9).

El perfil personal de una de las iniciadoras del espacio web llamado “Democracia Real Ya” que hizo la convocatoria de la manifestación de la que surgió luego el 15-M es muy revelador en este sentido. Mujer, mayor de 30 años, con un doctorado en filología y sin hijos, trabaja en régimen de mileruista desde su minúsculo apartamento del centro de Madrid -en el que vive sola- dando clases por internet de español para extranjeros (e-learning) a profesores de todo el mundo vinculados al Instituto Cervantes.

Las nuevas tecnologías son su herramienta de trabajo natural y llegó a “gestionar” 350.000 participantes de facebook vinculados al 15-M y distribuidos por todo el mundo. Consiguió reunir físicamente en Madrid a casi cien representantes de asambleas locales del todo el Estado, pero la experiencia resultó excesivamente estresante para ella y tuvo que retirarse del movimiento a un segundo plano para poder conservar su integridad anímica.

Estos datos son relevantes para entender las nuevas formas de cooperación y participación política asociada a las nuevas tecnologías, su difícil encaje en las organizaciones que requieren de una presencia física y en los espacios más tradicionales de la izquierda. Sólo el 35% de los participantes en las asambleas de Salamanca dijeron haber sido convocados por un amigo, el resto lo hizo por medios digitales. Llama la atención la calidad y la inventiva de muchas de las páginas web e íconos diseñados por los participantes anónimos, la rapidez con la que son puestos en funcionamiento, alimentados y conectados entre sí (10). 

La centralidad de las TIC también explica la capilaridad del movimiento, su extensión territorial hacia zonas muy poco activas políticamente: espacios rurales o semirurales dominados por el abstencionismo y la derecha. Las asambleas formadas en las plazas y en los barrios permitió darle una ubicación física al movimiento, pero los espacios virtuales de las páginas web, de las columnas del facebook y de las direcciones electrónicas de los participantes son sus espacios más estables, a veces los únicos que pueden ser llamados así, puesto que el resto es una simple posibilidad, no siempre realizada, de volverse a reunir. En esta desmaterialización de los espacios de acción política generados por las nuevas fuerzas productivas radica uno de los fuertes, pero también uno de los puntos más vulnerables del movimiento del 15-M español.

2. Las cerillas que prendieron la mecha del Tea Party antineoliberal Para que estos y otros condicionamientos estructurales se transformaran en acciones tuvieron que pasas algunas cosas de signo más coyuntural. Hay dos factores que me parecen decisivos: la escalada de corrupción urbanística y el viaje de Zapatero a Londres en mayo de 2010.

Prendieron la llama de una especie de Tea Party antineoliberal que recorrió en poco tiempo a todo el país. El abstencionismo electoral juvenil, que refleja una desafección hacia el sistema político-institucional, no es una cosa nueva en España. Ya era más elevado que la media incluso en los años de máxima politización de la población española a principios de los años 1980. Esta situación se ha vuelto a repetir aunque también a radicalizar en 2011: solamente el 56% de los entrevistados de las asambleas de la ciudad de Salamanca votaron en las últimas elecciones, casi el 80% de los cuales lo hicieron a un partido no mayoritario (11). 

Según un estudio de Metroscopia realizado en 2010 los ciudadanos colocaban a los sindicatos y a los partidos en los puestos 26 y 27 de un total de 28 (la institución menos valorada eran las multinacionales), un dato muy celebrado por los círculos neoliberales (12). El acceso intermitente de los jóvenes del mercado de trabajo, junto a las nuevas fuerzas productivas como hemos visto, genera distancia y desinterés por los espacios institucionales estables y por el sistema político-institucional en particular al tiempo que debilita la cultura sindical. Pero tampoco esto es nuevo en España. ¿Qué es entonces lo nuevo?.

Lo nuevo es la extensión de esta desafección a sectores más amplios de la población: a los que tenían un trabajo y lo han perdido, a los profesionales con un trabajo relativamente estable que vienen de la cultura política del antifranquismo, que han constuido las nuevas instituciones democráticas y que hoy son padres de hijos mileuristas. Lo nuevo es la extensión de la crítica del turnismo parlamentario también a aquellos que consiguieron comprar un piso en los tiempos del boom y ahora están amenazados por los desahucios, su extensión a algunos hijos de los trabajadores agrícolas y de la pequeña burguesía urbana educados en una cultura de la meritocracia que tiene que ver cada vez menos con la realidad. Para explicar esta nueva ola de deslegitimación del sistema político-parlamentario a lo largo de los últimos años son fundamentales dos aspectos: el fenómeno de la corrupción municipal y los acontecimientos de mayo de 2010.

Corrupción urbanística y erosión del sistema político
El capitalismo (popular) inmobiliario ha permitido conservar, mal que bien, el Estado del bienestar en la era neoliberal es decir: a.) sin tener que redistribuir la riqueza, b.) sin tener que crear empleos con una mínima calidad y c.) sin tener que recurrir masivamente al endeudamiento público. Descartada la posibilidad de recurrir a los impuestos y al trabajo para mantenerlo, fue la liberalización del suelo y el incremento del valor de los bienes inmuebles lo que le permitió a los ayuntamientos hacer frente a la financiación de los servicios públicos que deben prestar por mandato constitucional. Estos empezaron a recurrir masivamente a la recalificación de terrenos para financiarse con los impuestos de las plusvalías y del trabajo local creado con la construcción (13). Las recalificaciones son actos administrativos fuertemente condicionados por las coyunturas personales y las mayorías políticas locales y forman un caldo de cultivo criminonégnico muy vulnerable a la corrupción llamada “urbanística”. No pocos concejales y alcaldes aprovecharon la coyuntura para lucrarse personalmente (14). 

Sin embargo no deja se ser una situación creada por el Partido Popular -y luego utilizado por el PSOE- para financiar el Estado del bienestar en clave neoliberal de forma que, hasta el estallido de la crisis hubo muchos que prefirieron mirar a otro lado cada vez que aparecía un concejal o alcalde corrupto en la prensa: a cambio había parques, piscinas y ambulatorios. Las clases populares vivían la borrachera del ladrillo que permitió a muchos asalariados en paro convertirse en pequeños empresarios de éxito y firmes votantes del Partido Popular. Sus hijos se incorporaron al sector para realizar trabajos poco cualificados pero muy bien pagados catapultando la tasa de abandono escolar a los índices más altos de toda la Unión Europea (15).

El pinchazo de la burbuja cambió las cosas de raíz. La tradicional desafección que se ha dado en muchos espacios rurales o semirrurales conservadores hacia la “política”, hacia esa “clase política” que han aparecido hace muy poco tiempo en sus tranquilas vidas, se unió ahora a las viejas manifestaciones de desafección propias de los entornos urbanos.

De hecho, la razón de ser más importante del 15-M para sus participantes es la lucha contra la corrupción (16). Esa confluencia explica los índices de apoyo popular al 15-M que en junio de 2011 estaban próximos al 80% de toda la población y que el eslogan más repetido por el movimiento fuera el de “no nos representan”.

Sin embargo esta asombrosa unanimidad no debería ser interpretada apresuradamente como una repentina ampliación del número de ciudadanos que reclama formas más auténticas de participación política (17). Esconde universos políticos y sociológicos distintos entre sí y políticamente mucho más inoperativos de lo que parece. Esto se refleja, por ejemplo, en una desconcertante contradicción entre el elevado apoyo electoral al Partido Popular y el apoyo mayoritario de la población a las reivindicaciones del 15-M. La popularidad del “no nos representan” no es un apoyo claro e igual de masivo a formas de representación política más directas de inspiración progresista (asambleas, voto directo etc.). 

En las grandes ciudades esto podría ser así, pero desde luego no es el caso de aquellos sectores conservadores que se identifican con esta consigna. Aun cuando sus argumentos encajen bien en la visión del poder de algunas secciones urbanas del movimiento inspiradas en planteamientos libertarios (lo inmediato es lo único real, los complejo es sospechoso etc.), no tienen mucho en común ambas manifestaciones de rechazo de las formas delegadas de representación política.

Un viaje de no retorno a Londres
El segundo momento que radicalizó la crítica de los “políticos”, esta vez vinculándolos a los “banqueros”, fue la visita de Zapatero a Londres en mayo de 2010. En plena turbulencia financiera una serie de grandes actores financieros empezó a apostar contra la deuda soberana española. Esto produjo un rápido aumento de los diferenciales de riesgo con respecto a la deuda alemana y una especie de pánico en el palacio presidencial de la Moncloa. El Presidente Zapatero regresó de aquel viaje a Londres, destinado a asegurar a los llamados mercados financieros de que España iba a cumplir con las políticas de austeridad exigidas por ellos, anunciando el fin de las políticas de solidaridad para con los perdedores de la crisis. Este fenómeno coyuntural no explica la desafección por sí misma, pero la amplío a muchos votantes del PSOE que, igual que todos los demás gobiernos del entorno, se decantó por destinar el grueso de los impuestos de los ciudadanos a defender los intereses de los que habían causado la crisis (las oligarquías sociales y financieras) y abandonando así su pretensión de equidistancia entre “poderosos” y “ciudadanía”.

De hecho la indignación contra los bancos aparece, junto con el rechazo de al corrupción, como el segundo motivo más importante para participar en el 15-M. Pero no sólo. A diferencia de las protestas en otros países, en España estas se dirigieron contra el sistema político-electoral que hace imposible a expresión de la voluntad popular, contra el bipartidismo y la “clase política en su conjunto”, que en varias encuestas de opinión ya venía apareciendo desde hace meses como uno de los principales problemas del país (ver arriba).

El incendio de la Tea Party antineoliberal
En otoño de 2010 había en toda España una sensación de horfandad político-institucional, sobre todo en el lado de la izquierda. El único partido con un programa antineoliberal claro, Izquierda Unida, tenía sólo un par de representantes en el Congreso. Su refundación, lanzada dos años antes a bombo y platillo como un objetivo estratégico, había sido bloqueada por los sectores más inmobilistas de la organización decepcionando a no pocos militantes y simpatizantes (18). En el parlamento había una situación de gran coalición de facto que hacía imposible confiar en los cauces de la política organizada y aunque la huelga general de septiembre de 2010 tuvo un éxito razonable, no se confiaba demasiado en la voluntad de los sindicatos mayoritarios de seguir adelante con una política de oposición a las políticas neoliberales (19). 

La situación era, por tanto, comparable a la que se habría producido unos meses antes en los Estados Unidos donde tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata habían decidido salvar los intereses de la gran propiedad financiera con los impuestos de la mayoría de la población. Esta situación condujo al surgimiento de un movimiento ciudadano antiestatalista y conservador conocido por Tea Party. En España sucedió algo parecido aunque de signo ideológicamente inverso: surgió una Tea Party antineoliberal (20). En medio de aquella situación de estancamiento un grupo de personalidades, sindicalistas e intelectuales lanzaron un llamamiento a la población invitándoles a decir “basta ya” y a suscribir un programa antineoliberal de mínimos. Recibió miles de adhesiones en poco tiempo: fue el ensayo general del 15-M y muchos de sus impulsores participaron en dicho llamamiento. Meses después empezó a rodar la Tea Party antineoliberal.

Ambos movimientos, el norteamericano y el español, son de signo ideológico contrario pero tienen en común varios aspectos altamente relevantes que permiten sondear las disfuncionalidades de fondo que están afectando a dos sociedades capitalistas desarrolladas tan distintas como la española y la norteamericana. Ninguno de ellos procede del establishment político y ambos movimientos surgen porque las élites políticas dan signos de incapacidad de desentumecer una situación creada por los sectores más poderosos de la sociedad. En ambos casos los ciudadanos, aunque con programas políticos diferentes, reivindican su derecho a tomar decisiones políticas importantes, aspiran a arrebatarle el monopolio a los políticos profesionales en la toma de dichas decisiones.

En ambos casos se trata de un intento de la ciudadanía de definir la agenda política de los partidos, de no esperar a que siga siendo de la forma contraria. En ambos casos hay un rechazo del uso de recursos públicos para rescatar a los grandes intereses financieros, un rechazo que resultaba imposible de articular dentro de las instituciones debido a la situación de gran coalición de facto y del secuestro de los poderes políticos por parte de los poderes financieros. En ambos casos se trata de movimientos de protesta de sectores amplios de la ciudadanía inicialmente poco o nada organizados e ideológicamente abiertos aún cuando los grandes campos ideológicos sean opuestos. Eso les dio a ambos una transversalidad que el establishment político no pudo manejar de forma que los ecos de la calle empezaron a traspasar los muros blindados de los partidos. 

Ninguno de los dos movimientos son el resultado de acuerdos programáticos muy elaborados lo cual les da a ambos un carácter abierto aunque de fondo político distinto. La ausencia (¿aún?) de movimientos de masas de ultraderecha en Esapaña y la presencia de numerosos activistas de la izquierda en los primeros momentos evitó que el 15-M evolucionara desde posiciones ideológicamente ambiguas hacia una impugnación conservadora y antietatista de la “clase política”. Esto no quiere decir que los sectores “antipolíticos” de la ultraderecha no lo intentaran. De hecho llegan noticias de que en algunos territorios, donde los conservadores tienen una mayoría electoral aplastante, siguen intentándolo.

La manifestación del 15-M convocada desde la web Democracia Real Ya no fue rabiosamente multitudinaria. Sin embargo fue considerada un éxito rotundo teniendo en cuenta la ausencia de organizaciones convocantes importantes y sobre todos la forma nueva de prepararla a través de la web. En Madrid terminó con escaramuzas menores pero la acción represora de la policía generó una solidaridad generalizada insólita en estas situaciones. Es esta ola, y no tanto los hechos anteriores, lo que rompió el dique de la autocontención ciudadana. Condujo a la ocupación masiva de plazas encabezada por la de la Puerta del Sol de Madrid, un símbolo del republicanismo político que el gobierno conservador ha intentado borrar colocando en ella la estatua ecueste de un rey ilustrado.

Esta ocupación tuvo un efecto llamada inmediata sobre el resto del territorio y en cuestión de horas se produjeron un total de 74 acampadas en numerosas ciudades y pueblos de España: fue una ocupación física del territorio que complementaba el componente virtual y desmaterializado del movimiento. En las acampadas se empezaron a organizar comisiones, a montar infraestructuras y a recibir donaciones y el apoyo masivo de sectores amplios de la población (alimentos, bebidas, libros, colchonetas) creándose un clima de confraternización entre capas sociales y generaciones distintas que no se había vivido en España desde los años de la transición política.

Sin embargo los que participaron en la manifestación del 15-M no fueron exactamente los mismos que aquellos que participaron en las asambleas y acampadas. El segundo grupo es mucho más extenso e iba más allá del núcleo de activistas informáticos: son la pata no virtual del movimiento. Este grupo eclosionó como respuesta a la reacción de la policía y, sobre todo, a las tergiversaciones publicadas por los medios de comunicación conservadores, tergiversación que alimentó masivamente la indignación de muchos nuevos participantes (21). 

En este sentido la situación es comparable a la que se vivió en relación con la tergiversaciones de la autoría de los atentados del 11-M de 2004 por parte del Partido Popular y que llevó a su inesperada derrota electoral: sectores amplios de la población española parecen sentir un rechazo visceral a este tipo de prácticas. Con la extensión a los barrios el movimiento ganó en amplitud social y se capilarizó haciendo así técnicamente imposible su represión policial.

3 Estado e identidad del movimiento
Un movimientos de estas características es necesariamente intermitente. Al depender de la iniciativa espontánea y no disponer de una cáscara formal que le de continuidad en momentos bajos, se apaga y reaparece en función de objetivos concretos (una manifestación, una iniciativa concreta). Al final sólo quedan dos cosas: la estabilidad de los espacios de la web que, en este caso, son decisivos como hemos visto y los campamentos de las plazas, que han sido levantando. Sin embargo el movimiento está dando muestras de mantenerse más tiempo que otros parecidos. A esto contribuye la agudización de la crisis, pero también se debe a que se trata de un movimiento más estructurado de lo que parece: hay efectivamente algo nuevo en este movimiento.

Movimiento y estructura
Todas las izquierdas, incluso las derechas en las semanas iniciales del movimiento, han intentado conectar con el 15-M, bien sea alimentándolo organizativamente, -siempre a título individual de sus miembros- bien sea haciendo suyas algunas de las reivindicaciones. Esto les ha valido un gran reconocimiento a no pocas personas procedentes de espacios organizados estables que son invitadas a intervenir en las asambleas (por ejemplo en Valencia, Barcelona, Andalucía y Murcia). Si bien el 15-M no está “organizado”, en parte por insistencia de sus participantes libertarios (22), contiene redes y conexiones organizadas en su seno que explican su (cierta) estabilidad. Algunos de los grupos que impulsaron el movimiento desde el principio son creaciones de la izquierda tradicional (Juventud sin Futuro, Mesas de Convergencia, ATTAC, grupos ecologistas, de defensa de bienes públicos) que contribuyen a estabilizarlo. Muchos de sus iniciadores y continuadores son personas que abandonaron las organizaciones tradicionales por diferentes motivos pero que traen un bagaje del que se sigue beneficiando el movimiento. 

Esto explica que, a pesar de que ha decaído la participación, se hayan creado en muchos lugares núcleos de actividad potencial o “rescoldos” (Juan Manuel Aragües) (23) que se pueden reactivar si existe un número mínimo de actores coordinados para hacerlo. Estas estructuras ocultas ha permitido, al menos hasta ahora, mantener una resistencia descentralizada y de baja intensidad aunque relativamente sostenida en el tiempo y alimentada periódicamente por acciones locales (lucha contra los desahucios, acciones en sucursales bancarias, iniciativas locales etc.).

En realidad el movimiento ya ha triunfado en varios sentidos. En primer lugar ha conseguido definir una parte de la agenda política de todos los partidos y de los medios de comunicación. Políticos y opinadores oficiales están obligados a tomar posición sobre muchos temas puestos encima de la mesa por el 15-M. El ala más socialliberal del PSOE ha sido (temporalmente) acallada y en Izquierda Unida han salido reforzados los sectores que apostaban por la refundación frente a los sectores inmobilistas. Ha colocado a la defensiva a los movimientos independentistas de clase media a los que pilló por sorpresa con sus argumentos identitarios excluyentes que le interesan más bien poco a las clases populares en Euskadi y en Cataluña angustiadas por la crisis (24).

Además, ha creado un foco de poder ciudadano en la calle que persiste como realidad latente aún después de haberse levantado las acampadas. El movimiento ha cosechado alguna victorias concretas: se han conseguido parar varias decenas de deshaucios, se ha colocado a los banqueros y a las grandes fortunas contra las cuerdas, se han despertado la simpatía de muchos opinadores profesionales y periodistas, se han creado espacios ciudadanos para el estudio de problemas complejos como los mercados financieros y la crisis económica. Además ha generado una sensación de victoria que la izquierda no sentía desde la transición política.

Hay, sin embargo, aspectos que resultan menos alentadores. El esfuerzo por colocar a lo que une en el centro de la deliberacion política, el rechazo de las banderas de cualquier tipo, que obedece al intento de reducir al máximo los puntos de desencuentro, es sin duda un acierto que explica la transversalidad del movimiento. Sin embargo, llevada a cierto extremo, la “despolitización” dificulta la definición de un rumbo más claro hacia el que avanzar aún cuando las propuestas programáticas vayan llegando poco a poco desde algunas asambleas como la de Barclona o Madrid (25) El principal problema relacionado con la indefinición ideológica se debe a que muchos de sus integrantes rechazan cualquier forma de “política” desde posiciones postmodernas (Raquel Palacio). En estas posiciones la historia, las clases sociales y la distribución de la riqueza tienen menos importancia que el deseo de realización individual.

En cualquier caso: la adscripción ideológica del movimiento es unas de sus características más intrigantes. Por un lado hay un consenso entre sus miembros sobre la necesidad de eliminar símbolos identificativos de proyectos políticos concretos y explícitos (partidos, banderas rojas, banderas nacionales, incluso a veces banderas republicanas), de esquivar maximalismos, palabras de madera y frases hechas, y muchos participantes afirman incluso que el movimiento no tiene tendencia política. 

Sin embargo, la mayoría de ellos se declaran claramente a la izquierda del centro-izquierda26. Esto se puede interpretar como un intento de evitar que la ideología propia pueda crear desencuentros y entorpecer el crecimiento del movimiento: el corazón de los participantes es de izquierdas pero hay reticencias en hacerlo público y cierta aversión a etiquetarlo. Pero la ambigüedad política del movimiento persiste por mucho que algunos (viejos) activistas tiendan a ignorarla o a interpretarla sólo en clave positiva. Algunos participantes intentan reducir el movimiento a una metodología de participación en la que los objetivos - por ejemplo de lucha contras las privatizaciones- son relegados a un segundo plano aparentemente en favor de la unidad del conjunto, pero también debido al poco interés de algunos participantes por poner en marcha una mínima agenda antineoliberal con capacidad de generar hegemonías.

A esto se suma que en las asambleas de algunas ciudades abunda una concepción simplista de poder democrático en el que este es reducido a su versión más inmediata y palpable, y en el que cada uno sólo se puede representar a sí mismo si no quiere abandonar el espacio de la democracia veradedar. Cualquier forma de delegación institucional y no institucional, cualquier forma de organización, sean asociaciones de vecinos, partidos, sindicatos u ONGs son identificados por algunos participantes con el enemigo o tenidos por lugares obsoletos y pervertidos en los que no hay espacio para la “participación real de la gente”. Esto desarma al movimiento frente al avance institucional de los neoliberales. 

Aquí opera sin duda la tradición libertaria y su confianza en la participación directa como única garantía para el ejercicio de la democracia. La creación de puentes con espacios de lucha más tradicionales como partidos, sindicatos, asociaciones etc. sale fuertemente perjudicada, lo cual dificulta la formación de un bloque antineoliberal basado en la convergencia de todas las formas posibles de poder.

También el carácter asambleario tiene su coste. Es muy intensivo en tiempo de forma que tiende a expulsar a aquellos que no disponen de él para participar en unas asambleas que pueden llegar a durar muchas horas. Los desempleados que tienen que buscar trabajo, los trabajadores, las personas con compromisos familiares son discriminados frente a los que tienen mucho tiempo disponible. Al final esto grava la participación de las clases populares, de los participantes vinculados al mundo del trabajo y de las personas -sobre todo mujeres- con responsabilidades familiares y laborales. 

El núcleo más activo tiende así a estar cada vez más representado por los sectores más acomodados y alejados del grueso de los perdedores del neoliberalismo. Además este ambiente es propicio para la apropiación de las asambleas por parte de sectas políticas nacidas justamente de una parte de las clases medias urbanas con ilimitados recursos de tiempo, tiempo que pueden dedicar a una “hipermilitancia” (Mariano Pinós) que resulta inasequible para el grueso de la población.

Conclusiones: el futuro del movimiento
El movimiento tiene tres grupos de actores y su futuro depende de la composición personal de cada uno de ellos y de la integración de estos entre sí. El núcleo duro y minoritario que acampaba y dormía en las plazas está compuesto por activistas con un perfil político más definido e izquierdista, con mucho tiempo para dedicarle al activismo y pocas obligaciones laborales y familiares. 

El segundo grupo es más amplio y socialmente representativo. Está formado por personas con diferentes situaciones laborales y familiares que se acercan regularmente a las asambleas, pero que no intervienen mucho o casi nunca en ellas (27). Son ciudadanos comprometidos y fieles al movimiento, pero que no están dispuestos a tirarse horas y horas escuchando intervenciones. 

El tercer grupo está compuesto por visitantes ocasionales de las asambleas que lo miran todo con algo más de distancia, tienen otras prioridades y muestran una menor fidelidad y constancia en su participación. Son ciudadanos que no están tan ganados, a los que hay que intentar fidelizar con argumentos convincentes.

En mi opinión, el futuro del movimiento dependerá en buena medida de dos factores: (1) de la capacidad de crear nódulos más estables y estructurados con capacidad de reactivar los “rescoldos” en un momento dado. Estas estructuras tienen que alimentarse de ciudadanos de los tres grupos si se quiere evitar el aislamiento del movimiento. La construcción de estos “nódulos” o “mesas” es el objetivo de las Mesas de Convergencia y Acción Social (28).

(2) El futuro del movimiento depende también del perfil personal y político de aquellos que ocupen el núcleo duro. Este núcleo duro es el que mantiene viva la llama en horas bajas, está dispuesto a dedicarle más tiempo que el resto y por tanto es esencial para la asegurar la sostenibilidad del movimiento: sin su implicación activa se deshará el grueso de las redes. Si en este núcleo duro se imponen aquellos miembros que no aspiran a generar hegemonías sociales sino que se conforman con aplicar consignas maximalistas, con experimentar métodos de participación destinados a su propia realización personal es posible que el movimiento no llegue a ser mucho más que una innovadora experiencia política que quedará para el estudio de ensayistas y opinadores profesionales.

Si en este núcleo dominan aquellos que aspiran a construir un bloque social antineoliberal, bloque que aspira a conquistar una hegemonía social, el movimiento puede ser el primer capítulo de algo más grande. En cualquier caso parece imposible construir este bloque sin apoyarse en las tres fuentes de poder de las que cuenta hoy la ciudadanía en una sociedad capitalista desarrollada para hacerle cara al neoliberalismo: su propia implicación directa en la calle y en otros lugares,  su representación institucional y el trabajo organizado.

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1 El concepto de “indignados”, acuñado por Stéphane Hessel y difundido por los medios de comunicación españoles, no es el que ha dado nombre al movimiento desde el principio. Predomina el uso de los términos de “Movimiento 15-M” o de movimiento de “Democracia Real Ya”. Con el paso de los meses, la diversificación del movimiento y el aumento de la influencia de los medios de comunicación, se observa, sin embargo, cierta consolidación del uso del término “indignados”
2 Fernández Steinko (2010)
3 Fernández Steinko (2010, p. 168ss.)
4 Fernández Steinko (2003b)
5 Fernández Steinko (2003a, 2004b)
6 Fernández Steinko (2002)
7 Calvo (2011, p. 4). Los datos numéricos se refieren a una encuesta realizada en la asamblea de la ciudad universitaria de Salamanca en la que el 70% de los encuestados tenía estudios universitarios o estaba en vías de tenerlos. Este porcentaje no es exactamente representativo del total del Estado pero probablemente no se encuentre muy alejado de la media de todos los participantes a nivel estatal.
8 También el elevado nivel de instrucción permitió mantener una asistencia continuada de varias cientos de personas a la asamblea de economía organizada en el parque del Retiro de Madrid, personas que iban a aprender y también a debatir sobre las políticas económicas neoliberales. Todas ellas traían un elevado bagaje formativo. También el “servicio médico” funcionó con eficiencia a los calurosos meses del verano.
9 El perfil personal de una de las iniciadoras del espacio web llamado “Democracia Real Ya” que hizo la convocatoria de la manifestación de la que surgió luego el 15-M es muy revelador en este sentido. Mujer, mayor de 30 años, con un doctorado en filología y sin hijos, trabaja en régimen de mileruista desde su minúsculo apartamento del centro de Madrid -en el que vive sola- dando clases por internet de español para extranjeros (elearning) a profesores de todo el mundo vinculados al Instituto Cervantes.
Las nuevas tecnologías son su herramienta de trabajo natural y llegó a “gestionar” 350.000 participantes de facebook vinculados al 15-M y distribuidos por todo el mundo. Consiguió reunir físicamente en Madrid a casi cien representantes de asambleas locales del todo el Estado, pero la experiencia resultó excesivamente estresante para ella y tuvo que retirarse del movimiento a un segundo plano para poder conservar su integridad anímica.
10 Ver ¡Democracia real YA! - Europa para los ciudadanos y no para los mercados: No somos mercancía en manos de políticos y banqueros, Toma la plaza #Acampadasol: Madrid toma la plaza. Una innovación técnica sumamente efectiva fue poner un contador en la página que venía contando los días, minutos y segundos que faltaban para el comienzo de la manifestacion. Esto coloca a sus visitadores en una especie de puesto de salida a la espera del disparo para el inicio de la carrera. Una muestra de los carteles y eslónganes se encuentra en: voces con futuro.
11 Calvo el al. (2011, p. 10)
12 “Multinacionales, partidos políticos, sindicatos y bancos son las instituciones
de las que menos se fían los españoles” en ://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=198 91&id_seccion=8
13 Fernández Steinko (2010, pp. 222ss.)
14 Para la descripción de este espacio criminogénico ver Díaz Ripollés et al (2004).
15 OCDE (2009)
16 Calvo et. al. (2011, p. 15)
17 Así, por ejemplo Coutrot (2011) y Taibo (2010)
18 Ver Fernández Steinko (2009) y http://www.youtube.com/watch?v=mc1zrAld1-w
19 De hecho, pocos meses después de la huelga, los sindicatos mayoritarios firmaron un acuerdo con el gobierno destinado a “salvar a las pensiones”. Este acuerdo pretendía aplacar los mercados financieros y no tuvo éxito ninguno. Lo más preocupante es que se basaba en un tipo de análisis basado casi íntegramente en la interpretación del problema basado en los argumentos de los intereses financieros (“las pensiones son impagables por razones demográficas”, “hay demasiado Estado del Bienestar” etc.) y dejando de lado los argumentos de la oposición al neoliberalismo (“necesidad de regular los mercados financieros, de hacer una drástica reforma fiscal progresiva, creación de puestos de trabajo estables para financiar pensiones” etc),
20 “Intelectuales impulsan el “Tea Party” de izquierdas. En Público 21-2-2011. (http://www.publico.es/espana/362148/intelectuales-impulsan-el-tea-party-deizquierdas)
21 Así los datos aportados por Calvo et al (2011, pp.12 y 15)
22 Chema Ruiz (Madrid)
23 Aragúes (Zaragoza), Toledano (Cataluña)
24 Santamaría (2011)
25 Ruiz Ligero (2011)
26 Al menos en la ciudad de Salamanca este porcentaje asciende al 50% de los participantes entrevistados (Calvo et al 2011, p. 7)
27 Calvo et al (2011, p. 9).
28 http://redconvergenciasocial.org/
Referencias bibliográficas
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Ruiz Ligero, R.: Reflexiones sobre el 15-M (actualidad y futuro), en El Viejo Topo, septiembre 2011
Santamaría, A.:”La rebelión de los indignados”, en El Viejo Topo, julio/agosto 2011
Taibo, C.: Entrevista a Carlos Taibo sobre el 15-M en sesenta preguntas. Octubre 2011 (http://www.carlostaibo.com/articulos/texto/?id=355)

(*) Investigador, ensayista y profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid