martes, 29 de mayo de 2012

La impunidad de Dívar / Carlos Jiménez Villarejo *

Finalmente, el Fiscal General del Estado (FGE), a través de un  cargo interpuesto, ha acordado que el Presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, no ha cometido delito alguno y, por tanto, no ha malversado fondos públicos. Habrá pensado que, total para 20 viajes y 12.996 euros, no es para tanto. 

El primer dato sorprendente y reprobable es que no ha practicado ninguna investigación. Reconoce, con cierta desfachatez, que lo acordado “no dejará de generar alguna  duda”. Pues sí, muchas dudas, todas. Porque  se ha limitado a requerir cierta documentación  a diversos cargos del organismo que preside, el Jefe de Gabinete, el Secretario del Consejo y la  Interventora Delegada, todos dependientes, en mayor o menor grado, de Dívar , lo que priva a la investigación de toda credibilidad. Ya sorprende que una institución, el CGPJ,  que dirige a quienes, como los jueces, tienen la función de investigar delitos, funcione con una falta de rigor y transparencia interna tan grave.

 Y con una financiación tan oscura, pues en el Acuerdo del FGE se hace referencia a pagos a  Dívar por “entidades patrocinadoras” que no se precisan. ¿Cuáles eran y qué relación tienen con Dívar o con otros cargos judiciales?. Y en cuanto a los gastos derivados de “atenciones protocolarias” “no se exige la identificación de las personas objeto de las mismas”. Como tampoco es necesario acreditar por el Presidente “el motivo concreto de la actividad que provoca el desplazamiento” aunque genere gastos públicos que soportan los contribuyentes.

La pregunta es inevitable. ¿Porqué no se ha practicado una investigación?. ¿Por qué no se ha llamado a declarar como imputado, sí, como imputado, al Sr. Dívar para que justifique y dé las explicaciones oportunas sobre todos y cada uno de los viajes, la actividad oficial desarrollada en los hoteles y restaurantes de lujo, sus acompañantes y las personas beneficiadas por las atenciones protocolarias?. ¿Porqué no han sido requeridos los hoteles y restaurantes para que aporten las facturas de los servicios prestados a Dívar? ¿Porqué no han sido requeridas Renfe y las compañías aéreas para que justifiquen los desplazamientos de Dívar y su séquito?. Como, igualmente, era y es indispensable la acreditación de las “entidades patrocinadoras” que han financiado sus viajes y el desembolso efectuado a favor del Presidente.

Prácticamente, está todo por investigar y la falta de experiencia investigadora del Fiscal General no puede justificarlo. Está en juego la honradez del Presidente de una Institución fundamental del Estado y, consecuentemente, de la propia Institución. Porque, el Sr. Dívar y los Consejeros deben saber que con el Decreto del FGE no han concluido las dudas y las preguntas y, en definitiva, la interpelación pública, sobre todo en un momento tan delicado para la economía de millones de españoles, sobre cómo ha dispuesto de los fondos públicos quien tiene la estricta obligación de ser mas transparente y honrado que nadie. Porque, no en vano, representa a toda la magistratura de este país.

(*) Ex fiscal-jefe  Anticorrupción
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Comunicado de la Unión Progresista de Fiscales

La UNIÓN PROGRESISTA DE FISCALES, en relación con la denuncia presentada por un vocal del CGPJ contra el presidente de dicho órgano y ante el archivo de la misma acordado por la Fiscalía del Tribunal Supremo, manifiesta su preocupación y alarma por las razones siguientes:
1ª) El Decreto de archivo refleja bien a las claras que los hechos denunciados, objetivamente merecedores de investigación, no han sido en absoluto investigados, habiéndose limitado las diligencias practicadas por la Fiscalía a recabar documentación fragmentaria e incompleta, para acudir después a valoraciones confusas de los hechos (como esa suerte de equiparación entre la no exigencia de indicación del motivo de un viaje y la naturaleza del motivo mismo), así como a interpretaciones excesivamente formalistas, incompletas y apresuradas del Código Penal (obviando los elementos del art. 433 CP, por ejemplo).
2ª) Con independencia de la relevancia penal que los hechos, si fueran debidamente investigados, pudieran o no tener finalmente, el Decreto de archivo refleja y confirma que el CGPJ funciona en un régimen de secretismo, relajación presupuestaria y ausencia del mínimo control interventor que resultan inaceptables en una administración pública democrática. Valga como ejemplo el escandaloso rechazo en reciente sesión plenaria de la propuesta del vocal denunciante para que se consigne en la justificación del gasto la concreta actividad relacionada con el cargo y las funciones motivadoras de los desplazamientos, evitando así que se endosen al presupuesto del CGPJ público gastos de naturaleza privada –en cuanto ajenos a las necesidades estrictamente derivadas de la prestación de sus servicios oficiales- sin que ello se detecte y corrija.
3ª) Se consolida, pues, la escandalosa sospecha de que la práctica del CGPJ se aleja de los elementales principios de transparencia, austeridad y contención en el gasto que deben presidir siempre la actuación de todos los servidores públicos y máxime la de quienes, como el Sr. Divar, encarnan las más altas instituciones del Estado, de cuyo prestigio y ejemplaridad son responsables.  El Sr. Divar fue nombrado Presidente del CGPJ a propuesta del Pleno de este órgano en un ejercicio independiente de su responsabilidad por los vocales que lo integran, por lo que son ellos quienes, en el ejercicio igualmente independiente de su responsabilidad, vienen obligados a reparar en la medida de lo posible el daño institucional ya consumado.
Palma de Mallorca, a 23 de mayo de 2.012.

Ignacio Ramonet: "Si no salimos de la red de los mercados, vamos a una Europa de extrema derecha"


PARÍS.- El optimismo se ha colado en la voz de Ignacio Ramonet y viaja hasta este lado del teléfono. El director de Le Monde Diplomatique en español, el mismo que hace 14 años advirtió de que la globalización financiera estaba creando su propio Estado y engendrando sociedades sin poder, suena a esperanza. Precisamente ahora, cuando se han ido cumpliendo uno tras otro los malos augurios de aquel editorial suyo, Desarmar los mercados financieros, semilla del movimiento ATTAC. La política de austeridad y de precarización del empleo capitaneada por Ángela Merkel ha llevado a una desesperación social que alimenta las tendencias más radicales. O Europa reacciona ahora o será tarde. Ramonet cree que reaccionará.

“Reorientar Europa hacia el empleo, el futuro y el crecimiento”. Las palabras de Hollande, recién elegido presidente de Francia, hablan de un cambio de rumbo que parecía imposible. ¿Hay vida más allá de los mercados?
La proposición de Hollande llega en un buen momento. Si hubiera dicho hace un año que no apoyaba el pacto fiscal (promovido por Merkel), no habría funcionado. Hollande no habla del crecimiento que defiende Draghi (presidente del BCE), basado en la precarización del empleo para ganar competitividad y las curas de austeridad. Hollande defiende crecer con estímulo por parte de la Unión Europea. Es el momento porque hay países sometidos a reformas extremadamente fuertes cuyos gobiernos están viendo los límites de esas políticas. Los propios mercados ven que solo con austeridad no sirve. Por eso ha habido tanto apoyo, activo o pasivo, a Hollande. Prueba clara ha sido el Gobierno español, que deseaba la victoria del socialista porque le dará oxígeno para pagar la deuda en más años, sin asfixiar la economía.

¿Cómo se financia el crecimiento?
Los Estados están endeudados y no pueden endeudarse más. Pero la UE como tal, no. Puede endeudarse y prestar a los Estados o financiar obras que creen empleo.

La banca está quebrada. Se le inyecta dinero al 1% desde el BCE y con él compra deuda de países con la rentabilidad disparada. Se cura con impuestos. ¿Es sostenible?
La diferencia entre el 1% que paga la banca por el dinero y el 6% que recibe por la deuda de España, por ejemplo, lleva a una situación en la que no se podrá pagar esa deuda, que se convertirá en la principal partida del presupuesto. Yo creo que cada vez hay más consenso para que el BCE preste directamente a los Estados. Los Estatutos del banco central no lo permiten y en eso se apoyan los alemanes pero nos encontramos en una situación de excepción y hay que imponer una decisión política. Los Estatutos son pura burocracia.

¿Por qué van a ceder si se han negado hasta ahora?
Porque ya hay sociedades que se están sublevando. En Grecia se ha disparado el voto extremo. En Francia tenemos un 20% del electorado votando a una extrema derecha que rechaza a Europa y al euro. El respeto de las normas está llevando a una situación insostenible. Víctor Hugo decía que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento.

¿Está Alemania en ese momento?
Alemania prevé crecer este año el 1% y empieza a temer que, si las economías europeas no compran sus productos, su situación va a empeorar. Los sindicatos han lanzado una ofensiva para pedir un aumento de los salarios. El trabajo alemán, que ya es el más caro de Europa, será aún más caro y más complicado vender sus productos. Los propios dirigentes van a sumarse a la petición de crecimiento.

Draghi ha advertido de que el país que saque el pie del tiesto será inmediatamente castigado por el mercado. ¿Aguantará Hollande?
Yo pienso que asistiremos a una movilización popular en Francia para que Hollande no repita los errores de los socialdemócratas de Grecia, Portugal y España. El problema ya no es sólo económico, sino político. Si no salimos del atolladero de los mercados, vamos a una Europa de extrema derecha de aquí a cinco años.

También hay movimientos de cambio como el 15-M.
Lo que vimos el año pasado con el 15-M fue muy ilusionante, toda una generación protestando con una concepción muy exigente y pura de la política y la democracia. Es una lástima que esa gigantesca energía, por desconfianza hacia la política no haya encontrado un modo de permanecer como movimiento reconocible, con una organización y un liderato. En mi opinión, el sentimiento de muchos jóvenes de asqueo hacia la política les ha conducido a un error táctico, por no organizarse como formación, y otro estratégico, porque no tienen herramienta de conquista de poder, ni directa ni indirecta.

¿Qué solución ve al desempleo juvenil?
Se está perdiendo una generación entera a pesar de ser la mejor formada de la historia de nuestros países. Es un despilfarro humano tremendo y tiene que ser una urgencia encontrar soluciones con imaginación, lanzar planes de reindustrialización y de relocalización, un gran plan Marshall de empleo para la juventud. Europa está destruida socialmente como lo estuvo materialmente tras la II Guerra Mundial.

Se pierde la generación mejor formada y se fuerza que la próxima ya no lo esté. ¿Por qué?
Todos los movimientos neoliberales han recortado en educación. Es la renuncia a uno de los fundamentos de la democracia, la igualdad de oportunidades, y eso es insoportable. La clase media se está desclasando, un fenómeno que no conocíamos. Se deja de pertenecer a una clase a la que se llegó con generaciones de esfuerzos.

¿Cuánto va a costar recuperar ese camino?
Hay que reflexionar porque, poco a poco y de forma silenciosa, nos han ido encerrando en una estructura política en la que las decisiones son muy limitadas, en la que un cambio de Gobierno no cambia gran cosa porque se aplican reglas que no se pueden modificar. Asistimos a una reducción de la democracia y una preponderancia del poder financiero sobre el político. El Mecanismo Europeo de Estabilidad, que es una cárcel jurídica, se está ratificando sin debate.

No se ha cambiado nada del sistema financiero.
Si no se controla a los mercados, no saldremos de esto. Hay que reglamentarlos, disociar la banca de ahorro de la especulativa, imponer impuestos a la renta del capital como al trabajo y dotarse de un sistema que permita a los políticos poner límites al mercado. Eso o pasamos a nueva estructura política desconocida hasta ahora.

lunes, 28 de mayo de 2012

La hora de la sociedad civil / Rosa Cobo *

El gran problema de nuestro país no es sólo que la derecha se haya hecho con la mayoría del poder institucional o que haya decidido en un golpe de mano antidemocrático monopolizar la información de la televisión pública en su propio beneficio. El problema de fondo es que la derecha mundial está utilizando la crisis económica como excusa para reducir los derechos sociales y para recortar o eliminar las políticas de bienestar social. No estamos sólo ante otra crisis del capitalismo sino ante una nueva estrategia de la derecha económica y política para eliminar los estados de bienestar y para impedir a los países que no lo tienen la posibilidad de crear modelos similares. 

No estamos ante una crisis económica como otras anteriores, sino ante un cambio de modelo económico y social que pone fin a las políticas de redistribución keynesianas y propone la reducción del estado como instrumento regulador del mercado y como garante de los derechos sociales. La globalización económica, las nuevas tecnologías informacionales y la crisis económica están siendo hábilmente aprovechadas por el capitalismo para eliminar los derechos sociales y económicos que pactó tras la Segunda Guerra mundial con el movimiento obrero y que dieron lugar en Europa a los estados de bienestar. 

Los resultados de esta operación del capitalismo y de la derecha política que le representa se están dejando ver desde hace años: aumentan los salarios de pobreza, el trabajo sumergido, los contratos no normados, el trabajo a tiempo parcial y, además, se feminizan la pobreza y los trabajos de supervivencia. Y todo ello acompañado de bajadas generalizadas de salarios desde hace más de una década y de aumento de la jornada laboral. Por si fuera poco, esta reconversión del capitalismo keynesiano en capitalismo neoliberal está expulsando a millones de personas del mercado laboral y ampliando el abismo de la desigualdad.

Pero este no es el único problema. Hay otro sobre el que también conviene reflexionar. Y es que la derecha está llevando a cabo una ofensiva ideológica tan eficaz y sólidamente articulada que ha conseguido desmovilizar a una gran parte de la opinión pública. Tanto ha sido así que las políticas económicas neoliberales han invadido nuestras vidas y nuestras cabezas hasta el extremo de que personas progresistas aceptan propuestas ideológicas del discurso neoliberal y lo argumentan como si fuesen procesos de racionalización de nuestras redes de bienestar social. 

El discurso ultraconservador y neoliberal ha contaminado nuestra forma de analizar la realidad hasta el punto de que las movilizaciones sociales y las huelgas son presentadas a la opinión pública como si fuesen acciones casi terroristas. La deslegitimación del conflicto social es la prueba contundente de la exitosa ofensiva ideológica de la derecha. Por si fuera poco, esas políticas están siendo mostradas a la opinión pública como si fuesen irreversibles. Y, sin embargo, sabemos que nada de irreversible hay en la historia.

Mientras tanto, la socialdemocracia se ha mostrado timorata en sus críticas al capitalismo neoliberal y ha sido incapaz de ofrecer una alternativa de sociedad cualitativamente diferente a la de la derecha. Y de otro lado, la izquierda más radical no ha sido capaz de convencer a la opinión pública de que sus propuestas políticas protegen a los sectores más débiles de la sociedad y a las clases medias. Ante un panorama tan reactivo para los intereses de amplios sectores de la sociedad es necesaria una respuesta colectiva rápida y eficaz. Y para ello debemos organizarnos pacífica y activamente en la sociedad civil. Debemos esgrimir razones y argumentos para desenmascarar un discurso y una práctica que nos conducen al aumento de la desigualdad y al abandono de millones de personas a su suerte. 

En estos momentos, la sociedad civil se configura como el motor de cambio social. Una sociedad civil plural, con muchas voces, marcada por la diversidad de intereses y de énfasis ideológicos, pero que los partidos de izquierda tienen la obligación de escuchar. Ahora bien, la pluralidad no debe ser un obstáculo para articular una propuesta de mínimos que haga frente a las perversas políticas que favorecen al mercado y empobrecen a grandes sectores de la sociedad. Debemos pasar a la ofensiva ideológica y combatir racionalmente, con propuestas y razones, siempre pacíficas, los discursos y políticas que nos conducen al aumento de la desigualdad. Se trata de articular una respuesta colectiva que ponga de manifiesto que el neoliberalismo no es el fin de la historia y que otra historia es posible. Ésta es la hora de la sociedad civil.

(*) Profesora titular de Sociología de la Universidad de La Coruña

domingo, 27 de mayo de 2012

Adiós a la democracia / Miguel Riera *

Duele admitirlo, pero lo cierto es que la democracia, la escuálida democracia que disfrutábamos, ha ido escapando paulatinamente de entre nuestros dedos para convertirse en un espantajo, un remedo burlesco de aquello que queda tan lejano ya del “poder del pueblo y para el pueblo” que algunos soñaron y nadie ha alcanzado realmente. Lo que llaman democracia, y como cantaba la calle, no lo es, esconde que los menguados atisbos de soberanía, de capacidad de decisión, que residían en las instituciones teóricamente democráticas que dependían de la voluntad de los ciudadanos, han emigrado bajo el manto protector de la Unión Europea y sus funestos tratados para caer en las manos de los oscuros cárteles financieros, petroleros, químicos, farmacéuticos, académicos, mediáticos, etc., y sus obedientes lacayos: la clase política mayoritaria, de derechas y de izquierdas (esto último lo dicen ellos). 

Así, la mentira, la manipulación, el despotismo, la corrupción generalizada, se han ido instalando con impunidad (con las contadísimas excepciones de aquellos pillados con las manos en la masa y sin posibilidad de encubrimiento, y así y todo, ¡qué pocos van a dar con sus huesos en la cárcel!) en toda las sociedades del Occidente desarrollado, y singularmente en España, un país que de ser la octava potencia mundial (nos decían) está en trance de descender a la segunda división, pilotada por políticos mediocres, alineados y alienados en el “pensamiento” neoliberal.
 
Decía Ramonet en una reciente entrevista televisiva, en uno de esos raros programas en los que no suelen salir los opinadores de siempre, que hoy en día el 70% de las leyes que rigen nuestro país están dictadas por Bruselas, es decir, por personas que no hemos votado (y que en muchos casos nadie ha votado) y que deciden qué deben hacer y cómo han de comportarse los españolitos de a pie. Éstos, que yo sepa, nunca han votado (ni tienen capacidad para deponer en otra votación) a la señora Merkel, ni al señor Barroso, ni al señor Almunia, ni siquiera al presidente del Deutsche Bank, que al parecer manda más en España que el propio Rajoy.

 
Daba fe también Ramonet de una entrevista a Mario Draghi en el Wall Street Journal en el que el exgoldmansachs y actual presidente del BCE afirmaba con rotundidad que el estado del bienestar ha muerto, y que al país que desoiga las instrucciones recibidas de los mandamases de la eurozona le van a dar, no un tirón de orejas, sino una tunda de palos que lo van a dejar tieso, palos atizados por la mano oculta de los “mercados”.

 
Dicho en plata: los capitostes han decidido liquidar el estado de bienestar. Punto. Y se han puesto a ello. Punto. El mecanismo: la desposesión paulatina y permanente. La democracia, obviamente, les importa un pito.

 
Naturalmente, el acelerado desmantelamiento del estado de bienestar ha de provocar resistencias, y con ello necesariamente ha de aumentar, y mucho, la represión. Pónganse en su lugar: ¿como van a conseguir desvalijar al país si la gente sale a la calle y se pone protestona en serio? Hay que sacar la porra, modificar las leyes, desfigurar la realidad, obtener la complicidad de la justicia, asustar al personal como es debido, amenazar, intimidar, encarcelar, restringir…

 
Resistir es imprescindible, pero la simple resistencia es insuficiente. Lo hemos visto con los sindicatos: han tratado, simplemente, de resistir, y se han visto sobrepasados una y otra vez, y con creces en esta última reforma laboral.

 
Hay que pasar al contraataque. Sin violencia, en la medida de lo posible. Con creatividad. Un documento

 
(http://madrid.tomalaplaza.net/2012/05/02/por-la-desobediencia/) elaborado por gente del 15M plantea, entre otras cosas, multiplicar las ocupaciones, animar la objeción de conciencia. Yo añadiría lo que se desprende del tono general del documento: la insumisión.
Tratado a tratado, nos han ido robando la democracia. Intentemos recuperarla.

(*) Editor de las revistas El Viejo Topo y Quimera y de la editorial Montesinos

martes, 8 de mayo de 2012

Rajoy no da la talla: de las mentiras al deshonor / Roberto Centeno *

Después de más de siete años en los que Zapatero, Rubalcaba, Solbes y MAFO desataron la mayor catástrofe económica, social, política y moral de nuestra larga historia, el PP y Mariano Rajoy aparecieron como la gran esperanza que arreglaría o, al menos, revertiría una situación que nos llevaba al abismo. En julio de 2011, y por segunda vez en un año, los mercados se cerrarían a la deuda española, lo que significaba que España estaba quebrada, y, ante esta situación desesperada, la UE en vez de intervenirnos -que hubiera sido la opción correcta porque nuestro problema es la clase política y no la economía; es de gestión y no de recursos- hizo lo más cómodo: más madera. El BCE empezó a comprar masivamente deuda española a cambio de limitar el déficit, fijado en una Constitución que nadie respeta. Además, solo se pondría límite al déficit estructural, es decir, al déficit de pleno empleo; y si no existe pleno empleo la regla no es de obligada aplicación y la juerga puede seguir mientras el BCE continúe pagando.

Y desde entonces seguimos igual, endeudándonos hasta las orejas. Según el BdE, a finales de 2011 teníamos una deuda pública de casi un billón de euros, sin contar 100.000 millones de avales ni lo que Griñán y otros puedan haber escondido bajo de la mesa. Si el julio pasado nos hubieran intervenido la salida de la crisis habría sido sencilla; a finales de 2012, con 300.000 millones más de deuda, un millón y medio de parados más y unos intereses de la deuda inasumibles la salida será dramática. Y en este escenario, con España colgando del abismo con la barra libre del BCE como único salvavidas, con la economía desplomándose y el paro subiendo, Zapatero perdió las elecciones, unas generales que Rajoy ganó solo porque estaba ahí. Si en su lugar hubiera estado el Pato Donald también habría ganado, y con 30 escaños más. 

Un Gobierno incoherente con la mentira por bandera  

Después de siete años en la oposición, después de un año en que la victoria del PP era evidente, la mayoría suponíamos que Rajoy tenía una estrategia clara de salida de la crisis. Pero no era así, no tenía absolutamente nada. ¿Y a qué ha dedicado tan largo periodo? Pues seguramente a relajarse, porque trabajar le cansa mucho. Y a consolidar su poder, lo único que le importa. Y, sin embargo, a la hora de dirigir el PP había demostrado que no daba la talla. Si fue incapaz de poner orden y gestionar su propia casa, ¿cómo iba a poder gestionar España?  

Desde el principio ha sido un puro fraude. Si su discurso de investidura fue pura demagogia, el debate trajo el final de cualquier esperanza. Amable y dialogante con todos, Rajoy se puso como una pantera con  Rosa Díez, quien le pidió el cambio de un modelo de Estado insostenible y corrupto y una nueva ley electoral que evite que los votos de los nacionalistas valgan cinco veces los de los no nacionalistas. Rajoy negó la mayor. Según él, la corrupción política (la mayor lacra de nuestra democracia) es una falsedad, el modelo de Estado (la esencia de nuestra ruina) no es ningún problema y la ley electoral (que consagra la desigualdad entre los españoles) es perfecta. Demostró, más allá de toda duda razonable, que o es un imbécil o es un falsario consumado.

Después diseñó una auténtica chapuza de Gobierno. Dividió la economía en dos partes irreconciliables, un dislate total consecuencia de su incapacidad para zanjar la riña entre De Guindos, su niño bonito, y Montoro. Resultado: enfrentamientos, contradicciones e ineficacias en un área clave asegurados. Montoro mantuvo a De Guindos completamente al margen de la redacción de los Presupuestos. Más tarde, el resto de ministros fueron elegidos entre amiguetes y leales, completos desconocedores de las carteras asignadas. Los titulares de Educación y Sanidad se enteraron del recorte de 10.000 millones por los periódicos; a la ministra de Fomento le pegaron un recorte mortal sin consultarla siquiera; y, después, Cospedal, ávida de poder, ignoró sus compromisos y multiplicó por tres el déficit permitido. ¿Es éste el Gobierno que va a sacar a España de la crisis?

Más tarde llegaron las medidas, todas contrarias a lo anunciado anteriormente: “Subir impuestos significa más paro y más recesión y eso es inaceptable”; “Jamás implantaré el copago”; “No se subirá el IVA”, etc. Es más, todas ellas son contrarias a lo necesario, expolian salvajemente a la economía productiva y a las familias. El problema de España es otro: desmesura de estructuras inútiles, gasto público disparatado e improductivo y sistema financiero quebrado. No es que Rajoy no recorte, es que lo mantiene íntegro. A Valencia le prestaron 1.022 millones en enero para no quebrar y, como era insuficiente, 1.678 millones más. Este mes necesitará 472 millones adicionales, y solo ha reducido el gasto hasta ahora en 108 millones. Además, 14 CCAA no cumplirán ya el objetivo de déficit. ¿A qué espera el pusilánime de Rajoy para intervenirlas? En lugar de ello, va a entregar 30.000 millones a los despilfarradores. Rajoy ha enloquecido.  

Este año, Montoro ha señalado que necesitaremos un endeudamiento adicional neto de 114.000 millones… ¡un tercio del gasto las AAPP, un 50% más de lo que ingresamos y todo para gasto corriente! Y Bankia que acabará costándonos 50.000 millones, más los 16.000 de CAM y los 8.800 de Caixa Cataluña. Y lo que venga, porque los pisos en España siguen siendo un 57% mas caros que en EEUU. ¿Cómo va a sobrevivir España si estamos en manos de una casta política insensata? Y para desinformados o sectarios, que siguen afirmando que el problema es la deuda privada, que sepan que empresas no financieras y familias ya han hecho el ajuste: de un déficit de 120.000 millones en 2007 han pasado a un superávit de 37.000 en 2011.

Necesitamos el rescate ya, antes de que sea tarde

Dice la casta política y su legión de palmeros que no se puede reducir el déficit con tanta rapidez porque ello colapsa el crecimiento e incrementa el desempleo. Esto, que depende de la estructura de cada país y de las causas de sus déficits, es rotundamente falso en el caso de España. El problema no es la reducción rápida del déficit, el problema es que se está realizando exclusivamente a costa de la economía productiva y las familias -la última ha sido expoliarnos 4.000 millones en peajes en autovías que ya habíamos pagado con nuestro dinero- mientras se mantiene íntegro el despilfarro. Eso sí colapsa el crecimiento.

Lo que no se puede es despilfarrar 34.000 millones de euros en duplicidades entre administraciones y no hacer nada; 22.000 millones en Diputaciones inútiles y no hacer nada; 12.000 millones en subvenciones innecesarias empezando por sindicatos de pesebre y partidos políticos y no hacer nada; 10.000 millones en Ayuntamientos duplicados; más de 50.000 millones en empresas públicas inútiles, televisiones sectarias dedicadas a cantar las loas del cacique de turno; tener más embajadas que España; más coches oficiales que EEUU; 500.000 políticos viviendo del cuento y más de un millón de familiares y amigos colocados a dedo y no hacer absolutamente nada. Cada puesto de trabajo en el sector público destruye 2,8 puestos en el sector privado. Y cada puesto de trabajo  eliminado permitiría crear 2,8 puestos de trabajo en el sector privado. Por cierto, la cifra desestacionalizada de afiliación a la Seguridad Social muestra una caída de 73.000 personas en abril, 267.000 desde enero. El recorte de las  pensiones será el siguiente: hasta un 40% de media como muestran todos los estudios actuariales.

Mientras tanto, el capital extranjero huye de España al ritmo de 20.000 millones de euros al mes desde enero, unos 80.000 millones en conjunto. Y para acabar de arreglarlo, estos necios establecen controles a pagos en efectivo y a las cuentas exteriores, algo que no ha hecho ni Grecia. La impresión más extendida es que España ha entrado en una deriva económica ingobernable, somos portada de FT y WSJ cada poco y nuestro desprestigio es ya mundial. Porque esto no es solo una crisis económica, es mucho más. Tenemos la clase política peor y más corrupta en 200 años, que ha hundido en el lodo el nombre y el prestigio de España, con unas instituciones totalmente desacreditadas y moralmente perversas, empezando por el Constitucional. Nos ha convertido en ejemplo de incompetencia, despilfarro y corrupción. Hay que acabar con esta casta política parasitaria que nos lleva a la ruina, necesitamos el rescate ya y gestores profesionales antes de que sea tarde.

No obstante, si creíamos que solo se trataba de defender los privilegios de la casta política y de la oligarquía financiera nos equivocábamos. Rajoy prometió por activa y por pasiva que sería implacable con los terroristas, y aseguró que exigiría el cumplimiento íntegro de las penas. De golpe, ha decidido acercar el máximo de terroristas al País Vasco para luego traspasar las competencias penitenciarias al Gobierno Vasco y que éste tome la decisión de excarcelar. Después el Gobierno central se lavará las manos diciendo que ya no es competencia suya. Una autentica felonía.

Bajo el certero título de Sin perdón, la líder de UPyD Rosa Díez explicó que “si por la mañana me sentí engañada al conocer la noticia, cuando he leído las explicaciones del ministro me he sentido completamente traicionada como ciudadana”. “Cuando renuncian a exigir que los terroristas pidan perdón, cuando renuncian a exigir a los terroristas que colaboren con la Justicia para esclarecer crímenes impunes, cometen un acto de alta traición”. ¿Qué le va a decir Rajoy a sus nietos cuando le pregunten por qué lo hizo? Nunca olvidaremos y jamás perdonaremos a los traidores.

(*) Catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Madrid

lunes, 7 de mayo de 2012

Las aventuras de la Monarquía / Ramón Cotarelo *

La democracia es un régimen de opinión, qué le vamos a hacer. Lo decía Platón que por eso la despreciaba pues tenía la peor opinión de la opinión. Igual que su discípulo, Aristóteles, si bien este, como era más concreto, motivaba la mala opinión en el hecho de que, en la democracia, los muchos y pobres, al tener el poder, se dedicaban a saquear a los pocos y ricos. Una idea tan aparentemente certera que los pocos y ricos decidieron adelantarse y, cual si estuvieran en guerra preventiva, expoliaron a los muchos y pobres. Y es lo que siguen haciendo, por si luego dice alguien que las teorías de los intelectuales no sirven para nada.
 
La consigna, tan repetida en el campo monárquico, de la monarquía democrática es un contrasentido. Suele mitigarse señalando que el Rey, al fin y al cabo, no gobierna; que no pinta nada, vamos y su valor es puramente simbólico. Ciertamente, la intención de forjar un régimen en que el Rey y la representación popular tuvieran el mismo peso, esto es la idea de la soberanía compartida entre el Monarca y el Parlamento, aunque se intentó, no prosperó. De aquí la formulita de "monarquía parlamentaria" que ladinamente desliza la Constitución española de 1978, luego de haber reconocido que la soberanía reside en el pueblo español. Así que, como el Rey no pinta nada sustancial y el soberano es el pueblo, la fórmula primera debiera ser "democracia monárquica". Pero esto suena ya a pitorreo. Con "monarquía parlamentaria" en la CE y "monarquía democrática" en el lenguaje coloquial nos hemos quedado.
 
Pero la democracia, repito, es un régimen de opinión. Se basa en la decisión de la mayoría y las mayorías ya se sabe que son erráticas, imprevisibles, caprichosas. Cientos de varones ilustres nos han advertido a lo largo de los siglos sobre los vicios de las mayorías. Su deslealtad, su desvergüenza, su irracionalidad. Los más adustos (y misóginos) han recordado que las mayorías tienen alma liviana y tornadiza, como la de las mujeres y qué más se quiere. Pero son las mayorías y gobiernan porque la soberanía reside en el pueblo y este se manifiesta a través de ellas.
 
¿Y cuál es la opinión de la mayoría sobre la Monarquía? Los datos del CIS son que bastante baja. Es cierto que en los discursos publicados, en la retórica de los partidos (y no de todos) hay un espíritu protector de la Monarquía que nos insta a entender la importante función que cumple la institucion en la salvaguardia de la unidad de España y la legitimidad de sus otras instituciones. Igualmente se da una especie de convicción generalizada de que no es justo extrapolar a la institución las andanzas personales de sus allegados. Así razonan sobre todo los dos partidos dinásticos, PP y PSOE (aunque en el caso del PSOE imagino que habrá cierta resistencia interna) y multitud de publicistas y comunicadores.
 
Pero la pregunta por la opinión de la mayoría también se mueve en esos argumentos. La idea de la instrumentalidad de la Monarquía para la democracia en España suele contrarrestarse recordando que, en sí misma, es una imposición de la dictadura de Franco, un régimen ilegítimo de origen y ejercicio y que no puede legitimarse en atención a sus resultados por razones obvias. En cuanto a la cuestión de la extrapolación, hay mucha tela que cortar. La idea de que el comportamiento de los allegados a la Corona no puede ensombrecer a esta no es sin más admisible porque una de las exigencias que lógicamente se hace siempre a los allegados es que su comportamiento debe ser virtuoso e irreprochable. Los allegados y, por supuesto, el mismo Rey. ¿Tampoco se proyecta sobre el prestigio de la Corona el comportamiento de quien simbólicamente la porta? Entonces, lo simbólico, ¿en qué diantres consiste?
 
Que el Rey, al parecer, se lleve fatalmente con la Reina; que su conducta sea supuestamente liviana, disoluta, reprochable; que haya, se dice, amasado una enorme fortuna en actividades que son incógnitas; que, según parece, ande en trapicheos y compraventa de regalos de lujo que recibe; todo eso, puede predicarse, pertenece al más estricto ámbito privado del Monarca pues este, como cada hijo de vecino, tiene derecho a una intimidad inviolable. Puede predicarse pero es prédica inútil. La opinión, el pueblo soberano, no es como los jueces que, cuando se enteran de que una prueba se ha obtenido ilegalmente, la ignoran. La opinión no solamente no ignora sino que, convencida de que la pruebas obtenidas ilegalmente son más verdaderas que las otras, las de los canales institucionales que suelen estar amañadas, les dan mayor valor. 
 
La baja opinión popular sobre la Monarquía traduce baja opinión sobre el Monarca porque el Monarca representa la Monarquía y no de nueve a tres, sino las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días de todos los años de su reinado. Nobleza obliga. Pero si, sobre lo ya sabido, se confirman relaciones objetables con la trama de su yerno, el desprestigio del Rey será mayúsculo.
 
En fin, no quiero liarla ya que, según dicen los prohombres de la Patria, hay cosas en que pensar más importantes que esta. Pero no me quedo tranquilo si no formulo otro argumento francamente favorable a la República y es que no conviene nada vincular la jefatura del Estado a una familia, para no tener que padecer después sus líos internos pues con los de cada cual ya tenemos bastante. 
 
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED

¿Qué nos ha pasado? / El fallo de un país

 
¿Qué nos ha pasado? / El fallo de un país

Galaxia Gutenberg, S.L., 2012
Colección: Ensayo
ISBN: 978-84-8109-988-1
336 pp. | 19,90 €
Fecha de publicación: 2012-04
 

Sinopsis
En menos de cuatro años España ha pasado de ser uno de los países de mayor crecimiento de la UE a sufrir una profunda depresión nacional, con más de cinco millones de parados y una reducción de la riqueza que amenaza con llevar a una década perdida. Durante la última legislatura, el país ha transitado de la euforia a una intensa crisis económica y social. Y el PSOE de revalidar su victoria en marzo de 2008 a cosechar en noviembre de 2011 el peor resultado de su historia, permitiendo al PP acumular más poder, central y territorial, que ninguna otra formación en la democracia. El mundo también ha cambiado, acelerándose el desprestigio de la globalización y del modelo económico imperante, el desplazamiento del poder y riqueza de Occidente a Oriente y al Sur, el declive relativo de la EE UU y una crisis del euro y de la Unión Europea sin precedentes.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Las explicaciones han oscilado entre la personalización en Rodríguez Zapatero de todos los males y una visión acrítica que se excusaba en el origen internacional de la crisis, cuando lo que ha habido es un fallo de país en plena transformación europea y global. Los autores han vivido esta transmutación desde dentro, desde el Departamento de Análisis y Estudios del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, y aportan las claves para entender este naufragio nacional y cómo superarlo.

Autores

viernes, 4 de mayo de 2012

Salir de la austeridad / Ignacio Ramonet *

“La mejor fortaleza de los tiranos,
 es la inacción de los pueblos”
Maquiavelo

Como una sensación de asfixia. Es lo que padecen muchos ciudadanos en varios países de la Unión Europea (UE), afectados por tanta reducción, tanto recorte y tanto ajuste. Una sensación agudizada por la comprobación de que la alternancia política no modifica la “furia austeritaria” de los gobernantes. 

En España, por ejemplo, a una sociedad vapuleada por las brutales ­medidas de ajuste adoptadas a partir de mayo de 2010 por el Presidente (socialista) José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato del conservador Partido Popular (PP) Mariano Rajoy prometió, durante la campaña de las elecciones generales del pasado 20 de noviembre, el “cambio” (1) y “devolver la felicidad”. Venció con mayoría absoluta. Pero nada más tomar posesión de su cargo, emprendió a su vez la más agresiva operación de recortes sociales de la historia reciente de ­España.

Lo mismo ocurrió en otros Estados; en Grecia, por ejemplo, o en Portugal. Recordemos que, en este país, en junio de 2011, el socialista José Sócrates, después de imponer cuatro impopulares programas de “disciplina fiscal” y aceptar un no menos detestado plan de rescate de la troika (2), perdió las elecciones. Pero el vencedor conservador, Pedro Passos Coelho, ­actual Primer Ministro, muy crítico antes con las políticas de recortes de los socialistas, no tardó en afirmar, una vez elegido, que para cumplir con las exigencias de la UE, su objetivo era “aplicar una dosis aún mayor de austeridad” (3)...

¿De qué sirven entonces las elecciones si en lo esencial, o sea las políticas económicas y sociales, los nuevos gobernantes hacen lo mismo (incluso en peor grado) que los precedentes? Quienes se hacen esta pregunta dudan, de hecho, de la democracia. En el marco de la Unión Europea, se ha perdido el control ciudadano sobre una serie de decisiones que determinan la vida de la gente. En realidad, las exigencias –prioritarias– de los mercados están limitando seriamente el funcionamiento democrático. Muchos gobernantes (de izquierda y de derecha) están convencidos de que los mercados tienen siempre razón. Y de que el problema, según ellos, es precisamente la democracia, el debate público. Prefieren inversores competentes a “electores inconscientes”.

Por su parte, los ciudadanos tienen el sentimiento de que, dictada por los mercados, existe en Europa hoy una agenda oculta con dos objetivos concretos: reducir al máximo la soberanía de los Estados y desmantelar por completo el Estado de bienestar. Si quedan dudas a este respecto, basta leer las recientes declaraciones de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), en las que afirma: “El modelo social europeo está muerto y quien dé marcha atrás en los recortes presupuestarios provocará una sanción inmediata de los mercados (...) En cuanto al Pacto Fiscal europeo (4), se trata en realidad de un avance político mayor porque gracias a ese tratado los Estados pierden una parte de su soberanía nacional” (5). Más claro, imposible.

En realidad vivimos en una suerte de despotismo ilustrado en el que la democracia se define menos por el voto o por la posibilidad de escoger, que por el respeto de reglas y tratados (Maastricht, Lisboa, MEDE (6), Pacto Fiscal) adoptados ­hace tiempo o en vías de rati­ficación ante la indiferencia ­general, y que resultan verdaderas cárceles jurídicas sin posible evasión.

De ahí, de nuevo, las preguntas de tantos ciudadanos defraudados: ¿sirve de algo votar, si estamos condenados a elegir gobernantes cuya función consistirá en aplicar reglas y tratados definidos una vez por todas? (7).

Tenemos un caso de “disimulación democrática” ante los ojos: ­precisamente el del Pacto Fiscal europeo. ¿Por qué no existe un debate público sobre este Pacto, actualmente en vías de adopción, que va a condicionar la vida de millones de ciudadanos? Como el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) del que depende, ese Pacto constituye un ataque brutal contra los derechos de los ciudadanos. Obligará para siempre a los Estados firmantes (entre ellos España) a reducir gastos sociales, salarios  y pensiones. Priorizará además la autoridad de la Unión Europea sobre las ­políticas presupuestarias de los ­Estados miembros. Y limitará las competencias de los Parlamentos nacionales, restándoles soberanía y convirtiendo a veces a algunos países en meros protectorados europeos (8).  

¿Se puede salir de semejante situación? Las elecciones presidenciales en Francia abren quizás una perspectiva. No tanto por los millones de electores que, hartos y desesperados, votaron por una extrema derecha antieuropeísta y xenófoba. Sino porque el propio candidato socialdemócrata François Hollande –favorito según todas las encuestas–, ha prometido, a ese respecto, cambiar las cosas. 

Consciente de que la elección del presidente de Francia afecta el curso de Europa, Hollande exige, en particular, añadir al Pacto Fiscal un paquete de medidas de estímulo, solidaridad y crecimiento. Y también que el BCE baje los tipos de interés y preste directamente a los Estados (y no a los bancos privados) para abrir de inmediato la senda de la recuperación. 

Aunque los cambios demandados son mínimos y sin duda insuficientes, Hollande se opone a la canciller alemana Angela Merkel y al Bundesbank, quienes dictan en realidad las políticas económicas y financieras de la UE. Pero el socialista francés precisó que si Alemania no aprueba estas modificaciones, Francia no ratificará el Pacto Fiscal.

¿Qué pasará si, una vez elegido, Hollande mantiene su idea de sacar a Europa de la “opresión austeritaria” y de la recesión, impulsando reformas estructurales y estimulando el crecimiento? Dos cosas pueden ocurrir. Primera posibilidad: los mercados, como avisó Mario Draghi, atacan de inmediato a Francia y la ponen contra las cuerdas; Hollande se acobarda,  da marcha atrás, acaba inclinándose como sus amigos socialdemócratas Zapatero, Sócrates y Papandreu ante la especulación y se convierte a su vez en el líder de izquierda más impopular de la historia de Francia.

Segunda posibilidad: sabiendo que en la UE nada se puede hacer sin Francia, segunda economía de la zona euro (y quinta del mundo), Hollande mantiene su posición y la radicaliza.  Decide  apoyarse en la movilización de las fuerzas populares europeas (empezando por las del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon), recibe el soporte de muchos gobiernos europeos partidarios asimismo de políticas de estímulo y de crecimiento; ­consigue modificar la línea del BCE-Bundesbank. Y acaba por demostrar que cuando, en una democracia, el mandato del pueblo coincide con una firme voluntad política no hay objetivo que no se pueda alcanzar.

(1) “Súmate al cambio” fue su lema de campaña, copiado del que utilizó el Presidente chileno Sebastián Piñera (derecha) en su carrera electoral victoriosa de 2010.
(2) Constituida por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
(3) Jornal de Noticias, Lisboa, 29 de febrero de 2012. Las políticas austeritarias de Passos Coelho están conduciendo a Portugal a una catástrofe social semejante a la de Grecia; el 15% de la población activa está sin empleo (35% de los jóvenes), 25% de los portugueses se halla bajo la línea de la pobreza, y se calcula que, este año,  la recesión será del 3,3%. En los últimos seis meses ha habido ya dos huelgas generales: el 24 de noviembre de 2011 y el 22 de marzo de 2012.
(4) Impulsado por Alemania, el Pacto Fiscal o Tratado para la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, fue firmado el 2 de marzo de 2012 en Bruselas, con la excepción del Reino Unido y de la República Checa, por 25 Estados de la UE. Obliga a cada país firmante a incluir en su Constitución un límite de déficit estructural del 0,5% y contempla sanciones automáticas para quienes sobrepasen el 3%. Su entrada en vigor está prevista para el 1 de enero de 2013.
(5) The Wall Street Journal, Nueva York, 23 de febrero de 2012.
(6) Mecanismo Europeo de Estabilidad, organismo intergubernamental creado por el Consejo Europeo (los 27 jefes de Estado y de gobierno de la UE) en marzo de 2011. Entrará en vigor el 1 de julio de 2012. Sustituye al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y al Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF).
(7) Léase: Christophe Deloire, Christophe Dubois, Circus politicus, Albin Michel, París, 2012.
(8) Léase: Ignacio Ramonet, “Nuevos protectorados”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2012.

Del endeudamiento insostenible a los presupuestos inviables / Ángel Tomás Martín *

La reciente aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, sin que haya existido voluntad unánime de debate constructivo, tan necesario como exigía la peor crisis económica española soportada en el último medio siglo, y que desde el último trimestre del 2007 viene progresivamente agravándose y en recesión, no ha resuelto ni va a corregir el desorden en el funcionamiento de los mercados, las valoraciones de los activos, la regeneración y potenciación de las Entidades de Crédito, la reactivación de la economía y de la actividad laboral, la balanza negativa comercial y el imprescindible incremento de la actividad exportadora y expansión internacional.

Pero es aún más grave desaprovechar los espacios de bonanza y optimismo colectivo e invertir, gastar, y administrar de manera indiscriminada y, casi siempre sin talento. Hemos olvidado durante demasiado tiempo los errores cometidos en las últimas crisis del siglo pasado, consintiendo políticas económicas torpes y egoístas, despreciando el obligado "equilibrio presupuestario" y el de las cuentas Públicas, que nos han llevado al actual estado de deterioro interno y exterior. No hemos sabido librarnos de los mal llamados "talentos de la política económica", que solo albergaban grandes dosis de pretenciosa vanidad, sin asumir la gran responsabilidad que se les otorgaba.

Obligados por la necesidad inaplazable de un cambio de ciento ochenta grados que pueda salvarnos del precipicio a cuyo borde nos encontramos, se han adoptado medidas previas urgentes para hacer posible el gran cambio de medidas estructurales armónicas con la economía global de la que formamos parte. Todo ello, obliga a volver a una escrupulosa disciplina presupuestaria, cuya confección entraña un problema de dificilísima solución integradora: EL ENDEUDAMIENTO GIGANTESCO INASUMIBLE, (ni a corto ni a medio plazo), CON UN PRESUPUESTO DE INGRESOS POSIBLE, que aun en el caso del mayor optimismo recaudatorio, no podrá cumplirse en el estado de recesión en que nos encontramos. Tengamos presente que una solución basada solamente en la presión fiscal dura, ni recaudará más, ni propiciará el crecimiento económico. Solo el progreso de la economía puede permitir el crecimiento del Presupuesto de Ingresos.

No es posible en el corto espacio de este artículo hacer un análisis profundo de los recientemente aprobados Presupuestos Generales del Estado, pero intentaremos en un esfuerzo de síntesis, demostrar, a nuestro juicio, la incompatibilidad de su contenido con la atención al servicio de la deuda pública, considerando el notable incremento del pago de intereses, en el marco del deterioro de la calificación de las agencias, y la angustiosa prima de riesgo. En suma, teniendo en cuenta las dificultades crediticias que ya encontramos en los mercados financieros.

El crecimiento de stock de deuda pública es explosivo. En 2008 partimos de 456.000 millones de € y que ha venido incrementándose, año tras año, hasta alcanzar 849.000 millones de € en el 2011, más la de este año, no inferior a 50.000 millones de €. Por tanto, en cinco años hemos visto subir nuestras obligaciones financieras en más de 400.000 millones de €. Seguimos sin administrarnos bien, aunque suenan fuertemente las alarmas, y persiste el peligro de alto desequilibrio y de posible intervención.

Resumamos diciendo: el endeudamiento sigue subiendo sin haber aplicado fórmulas de contención, sube el desempleo y las obligaciones sociales; tenemos una prima de riesgo cada vez más alta e indigerible presupuestariamente, un gasto corriente mantenido o incrementado, mientras se desmorona la inversión pública; no se promueven medidas de impulso a la economía, no se sanea el sistema Bancario, ni hay liquidez para la economía real. Y siendo cierto todo esto, ¿Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los Presupuestos recientemente aprobados son viables, impulsan la riqueza, y cumplen con la extraordinaria trascendencia y alta misión de la política económica de los gobiernos?

Pese a los antecedentes y hechos reales adversos con los que se contaba, sin poner en duda el esfuerzo y buena voluntad, el proceso operativo no parece que haya venido marcado por el sistema mundialmente reconocido y aplicado como el mejor, el más drástico y efectivo: "El Presupuesto Base Cero", ya que los acuerdos y reglamentación del Tratado de Maastricht han resultado incompletos, permisivos e ineficaces. Tampoco será posible cumplir con el servicio de la deuda ya contraída, y con los presupuestos posibles, si no se emite o consigue deuda a muy largo plazo, con una economía en recesión.

Los Gobiernos, en la mayoría de los casos, no están ciñéndose con la obligada disciplina presupuestaria; esa es una de las razones de la debilidad de Europa.

(*) Economista y empresario

jueves, 3 de mayo de 2012

Reflexiones sobre la Universidad / César García *

Una de las pruebas irrebatibles que se ha hecho imprescindible a la hora de denunciar la falta de calidad de las universidades españolas es la baja clasificación que obtienen en los rankings internacionales, donde siempre aparecen del puesto 200 para arriba. Aunque la metodología que utilizan estos rankings, basada fundamentalmente en la publicación de artículos en revistas académicas de ciencias y tecnología en detrimento de las humanidades o de otros aspectos relacionados con la enseñanza, pueda ser discutible, son una buena orientación. Llorar y lamentarse, como hace la Comisión Europea, de que estos criterios siempre favorecen a las universidades norteamericanas, no sirve de mucho cuando el resto del mundo los sigue a pies juntillas.
Sin embargo, en esta ocasión, me gustaría hablar de otros aspectos que se suelen dejar de lado acerca de la experiencia universitaria en España y que contribuyen activamente a su desprestigio.

El primero de ellos tiene que ver con el escaso interés que tiene como experiencia vital. Mientras, por ejemplo, en Estados Unidos, ir a la universidad supone un rito de paso, ya que suele implicar abandonar el hogar paterno y enfrentarse a los desafíos de la vida cotidiana (convivencia con otras personas, sexo, alcohol, trabajo, etcétera) en solitario, en España ir a la universidad apenas supone para una mayoría de estudiantes trasladarse a otro barrio y bajarse en otra parada de autobús o estación de Metro. El resto de las constantes vitales, como seguir viviendo en casa de los padres o salir con los mismos amigos, permanecen inalterables. El riesgo en términos monetarios o coste de oportunidad también es mínimo, ya que los alumnos españoles sólo vienen a pagar el 15% de la matrícula (desde ahora el 30%). Un hieratismo que se traslada a una enseñanza que empieza y termina en el aula y fundamentalmente basada en atender a las explicaciones del profesor, realizar exámenes y quizá escribir algún trabajo.

Esta capacidad de decidir por parte del universitario también se manifiesta dentro del aula, donde la percepción de la autoridad del profesor no liquida la posibilidad de un intercambio de ideas u opiniones acerca de un determinado tema. El estudiante no siente complejo de recoger el guante de una determinada pregunta del profesor en voz alta y existe en general una buena predisposición a embarcarse en el método socrático de búsqueda de la verdad, algo lejano en la universidad española en la que el estudiante protege su libertad marcando distancias con los profesores.

El escaso entusiasmo que en España suscita la experiencia universitaria se agudiza por la inexistencia de un auténtico mercado universitario y la ausencia de competencia entre los centros, ya que los estudiantes no encuentran ningún motivo para ir a una universidad fuera de su ciudad o región, ya que todas ofrecen más o menos lo mismo. Los campus tienen todos más o menos la misma estética y el marketing y la construcción de marca huelgan por su ausencia al tener una clientela cautiva. No deja de llamarme la atención, en una de las universidades con más estudiantes del mundo como es la Complutense, no ver ni una sola sudadera con su logotipo por las calles o que en la facultad de Ciencias de la Información la librería todavía tenga un formato de ventanilla en el que los estudiantes ni siquiera tienen la oportunidad de tener contacto físico con los libros.

La creación de universidades a la puerta de casa ha promovido el localismo hasta niveles inimaginables hace décadas cuando al menos había universitarios que se desplazaban a Madrid, Barcelona u otras ciudades a ampliar horizontes. Este localismo también es favorecido por la disponibilidad de fondos públicos de carácter regional que hacen que el profesorado se centre en no pocas ocasiones en investigaciones de ámbito muy local como requisito para acceder a los mismos.

En Estados Unidos la competencia se manifiesta en varios aspectos fundamentales: la existencia de un mercado de profesores dispuestos a moverse y que pueden contratarse con la misma libertad con la que una empresa contrata a cualquier tipo de empleado; un mercado de estudiantes que buscan recibir la mejor educación posible; y un mercado de empresas y agencias que, en su mayoría con dinero privado, desarrollan actividades investigadores en campos diversos.

Frente al complejo entramado burocrático que requiere la contratación de profesores en la universidad española, la estadounidense se caracteriza por la libre contratación de docentes. Enviar un currículum y unas publicaciones, pasar una serie de entrevistas y realizar una demostración docente son los requisitos para optar a una plaza de profesor en cualquier universidad. La contratación es al 100% realizada a gusto de los departamentos y el porcentaje de doctores que suelen terminar en la misma universidad en la que realizaron el doctorado es mínimo, justo al contrario de lo que sucede en la universidad española donde la endogamia y las relaciones personales siguen poseyendo un alto valor añadido. Mientras que en España la vida universitaria se asemeja a la de un árbol, es decir, nacer, desarrollarse y morir en el mismo sitio, en Estados Unidos el aperturismo genera una dinámica de competencia entre las universidades por contratar a los mejores profesores y entre profesores por realizar los méritos suficientes para trabajar en los mejores centros.

La burocracia afecta fundamentalmente a la función pública, donde la política de ascensos y los plazos están fijados de antemano. Me pregunto qué motivación puede tener un profesor titular de universidad si tiene garantizada una plaza de por vida y unos suplementos salariales que se perciben en función de la antigüedad y con independencia de la calidad de las clases o el número de publicaciones. Es, como casi todo en España, una cuestión de dejar que pase el tiempo. Ello sin entrar en el tema del tipo de incentivos que se ofrecen: las promociones una vez que se tiene la plaza suponen 200 o 300 euros mensuales de diferencia. Al no existir mercado por las altas barreras burocráticas se da la circunstancia de que todos los profesores titulares cobran más o menos lo mismo en cualquier universidad. ¿Se imaginan un profesor laureado de la Universidad de Berkeley cobrando igual que otro en la Universidad estatal de West Virginia?

Al igual que sucede en el mundo de la empresa, en el mundo de la educación las universidades americanas tratan de ofrecer los mejores productos, es decir, programas más interesantes y la mayor cantidad y calidad de actividades posibles para captar los mejores estudiantes. Es un fenómeno que se retroalimenta y recíproco, cuanto más prestigio tienen los profesores de los departamentos, atraen mejores estudiantes y viceversa. El resultado es una alta capacidad innovadora y gran flexibilidad para adaptar los programas académicos a las necesidades de los estudiantes y de toda la sociedad .

No en vano, en Norteamérica existen multitud de rankings que establecen el prestigio de cada universidad según un conjunto de parámetros como relación calidad-precio, atención al alumno, la calidad del profesorado e incluso la calidad de vida en el campus. A diferencia de España, los universitarios americanos no saben en qué universidad van a terminar después de acabar high school (bachillerato). Lo normal es solicitar plaza en varias universidades al mismo tiempo teniendo como único criterio la calidad y no necesariamente la cercanía a su domicilio. De hecho, toda aquella familia que puede permitírselo suele enviar a sus hijos a estudiar a universidades fuera del área normal de residencia al entender que favorece el crecimiento individual.

Una experiencia vital más rica y un mercado más abierto redundaría en una mayor diversidad de estudiantes y de profesores que elevaría el nivel académico general. España, gracias al idioma, al clima y a la calidad de vida, podría tener opciones de atraer talento académico como sucede en EEUU, donde no siempre el salario es lo más importante para atraer a los mejores profesores. Pero para ello hay que tener el liderazgo necesario para hacer reformas de verdad y no sólo recortes.

(*) César García (Madrid, 1970), doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es actualmente profesor de comunicación en la Central Washington University

Debate (o algo parecido) con la extrema derecha / Juan Carlos Monedero *

... con lo que está cayendo podemos tener PP para dos años (si se generan contramovimientos de resistencia social) y si no es así los tendremos veinte años (pues habrán conseguido remodelar tan profundamente el cuerpo social q se garantizarán las condiciones de su propia reproducción ampliada)...

En este debate extraido del blog del profesor de Ciencias Políticas de la UCM  Juan Carlos Monedero (véase más abajo), se puede apreciar cómo los contertulios de la derecha extrema  han conseguido imponer una hegemonía en la construcción del debate público ante la cual la izquierda se muestra a la defensiva en el mejor de los casos... Seguimos sin tener respuestas para una angustiante pregunta: ¿Cómo conseguir levantar hegemonías de resistencia y crítica?

http://www.comiendotierra.es/

Dejo aquí un buen ejemplo de cómo la TDT Party (los canales de televisión digital terrestre, en manos de todo el arco de la extrema derecha, de la liberal-corrupta a la nacional-católica) va construyendo hegemonía. El lenguaje y las formas son de aniquilamiento del otro (en los intermedios suele ser aún peor), de desprecio e intentos de linchamiento a cualquier discrepancia. No aparecen aquí (lo cual ustedes agradecerán, pues el programa duró más de dos horas), los insultos a Venezuela, a la Universidad pública, a la izquierda ciudadana y política, al derecho de huelga, al derecho de manifestación, a los sindicatos, al 15-M, a la España de las autonomías… 

El discurso simple es: hay que sacrificarse por España. Y quien no compra ese “sacrificio” (entre otras cosas porque sólo es para los más necesitados), es un “antiespañol” y, por tanto, prescindible. Como los argumentos utilizados por esta gente son fascistas en casi todos los casos (definen como enemigos a los que no piensan como ellos y la necesidad de excluirlos de la ciudadanía) necesitan envolverlos en muchas cifras (siempre repetidas y elaboradas por equipos con ese fin. Llamaba la atención que los tres manejaban los mismos esquemas con las mismas argumentaciones). 

Pese al trabajo previo, buena parte de esas cifras son delirantes (el profesor de economía de la Universidad Politécnica, y asiduo tertuliano de Intereconomía, manejaba cifras de empleados públicos en España del triple de las reales). Pero el argumento se repetía y repetía: ¡Si se cierra el Estado de las autonomías desaparece la crisis! Pero ¿dónde está el ahorro si el Estado central se hace cargo de sanidad y educación, las partidas realmente grandes del sistema? No se dice, pero se piensa: es que después desaparece la educación y la sanidad públicas.

Un momento interesante fue cuando afirmé que presentarse a las elecciones con un programa e incumplirlo cabalmente, esto es, mentir a la ciudadanía, genera derechos de resistencia frente a las mentiras. Algo que aparece en, por ejemplo, la Constitución alemana de 1949 o la Italiana de 1947. Ahí volvió a empezar la guerra civil. Alborotadores, jaraneros, rebeldes… Y es que hay una parte de este país llamado reino de España que sólo juega  a la democracia si ganan. Bien preocupante…

(*) Licenciado en ciencias políticas y sociología en la Universidad Complutense de Madrid .Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania), y ha sido profesor invitado en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Humboldt de Berlín (dirigido por el profesor Claus Offe).Igualmente, ha sido profesor visitante en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), la Universidad Nacional de Medellín (Colombia), la Universidad Iberoamericana de Puebla (México), la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) así como las Universidades Bolivariana y Central de Venezuela, donde ha impartido conferencias, seminarios y cursos regulares. Su tesis doctoral sobre el hundimiento de la República Democrática Alemana recibió la calificación de sobresaliente cum laude.Es director del Departamento de Gobierno, Políticas Públicas y Ciudadanía Global del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, y ha sido responsable de Formación del Centro Internacional Miranda de Caracas (Venezuela).Actualmente es profesor titular de ciencia política y de la administración en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus publicaciones destacamos: Disfraces del Leviatán: el papel del Estado en la globalización neoliberal; El gobierno de las palabras: política para tiempos de confusión.  

¿Es el 15-M un movimiento generacional? / Marcos Roitman *

Para quienes miran desde la barrera, la emergencia del 15-M tiene su origen en el descontento juvenil. Un mayo de 1968 incrustado en el siglo XXI, cuya identidad se cuela por las rendijas del capitalismo más abyecto, profundamente desigual, concentrador y excluyente. Las promesas de movilidad social ascendente, trabajo estable, emancipación familiar, salud y educación pública de calidad se desvanecen. En su lugar tenemos un futuro incierto, con trabajos precarios, contratos basura, salarios de hambre y sobre-explotación. La juventud sería el segmento social más damnificado. Su horizonte histórico se hace trizas, el capitalismo no tiene esa cara amable y bonachona preconizada por el poder político, al contrario, proyecta una imagen grotesca y monstruosa. 

Seis de cada diez jóvenes, entre 18 y 30 años, vive con sus padres y el paro alcanza a un 50% de ellos. Bajo esta realidad se rompen las barreras del silencio y la juventud toma la calle. En un tiempo record las movilizaciones conquistan plazas, y son merecedoras de atención y halagos. Los tópicos comienzan a circular y juegan un papel en la caracterización posterior del 15-M. Lo primero, conseguir una etiqueta fácil y reconocible, así, se les bautiza como "indignados". Su aparición no deja a nadie indiferente y se les considera hijos de las nuevas tecnologías de la comunicación. Es la revolución de los internautas. Mensajes a móviles, twitter, correos electrónicos, web. "Spanishrevolution", nace asimilada como rebeldía juvenil. El 15-M sería un movimiento de protesta incrustado en la recesión y crisis del capitalismo cuyos integrantes son fundamentalmente jóvenes.

En sus comisiones de trabajo no se diferencia por edad, sexo o condición socio-económica
Pero esta interpretación resulta insuficiente cuando no manipuladora. Sin restar importancia a la participación de la juventud, el 15-M no puede ser descontextualizado. Su originalidad requiere un análisis profundo y menos ligado a la sociedad espectáculo. Es un nuevo movimiento social ciudadano, heterogéneo donde se reúnen multitud de referentes y confluyen tradiciones de luchas democráticas y políticas, anarquistas, socialistas, comunistas, libertarias, autogestionarias y también apartidistas. En sus comisiones de trabajo no se diferencia por edad, sexo o condición socio-económica. En ellas participan sin discriminación aquellos que desean trabajar en sus propuestas y debates. 

Cuando se reivindica democracia, libertad y justicia, y se protesta contra la corrupción de los partidos políticos, el poder omnímodo de los banqueros, el capital financiero, las políticas de ajuste, los recortes sociales, el paro juvenil, el sistema electoral, la privatización de la salud, la enseñanza o el calentamiento global se desnudan sistemas políticos donde prima la injusticia y la explotación, la edad no es handicap. En estas reivindicaciones hay historia, un largo camino que han recorrido los movimientos sociales ciudadanos, sean de clase, culturales, genero o étnicos. La memoria colectiva les une y es el punto de inflexión que facilita comprender el desarrollo de movimientos tan desiguales y contradictorios como los que constituyen los mal llamados "indignados". No son ni espontáneos ni exclusivamente generaciones. 

Los actuales movimientos sociales son parte de un proceso de rescate de la política, hoy secuestrada por los mercados, en ellos confluyen parados de larga duración, trabajadores, mujeres, estudiantes, profesionales, jubilados, intelectuales, amas de casa, gay, lesbianas y desde luego jóvenes, pero no es el eje generacional lo que marca su agenda. Expresan un momento constituyente, articulador de ciudadanía donde las nuevas formas del pensar y del actuar construyen ciudadanía política como una práctica plural de ejercicio del poder, al tiempo que demandan democracia real ya, libertad, justicia social y dignidad. Si aceptamos estos principios explicativos, podemos argumentar que el 15-M es uno de los movimientos sociales ciudadanos que está en la brecha de un proyecto democrático. Su presencia despierta conciencias. Sólo por ello debe dársele la bienvenida. 

Sin embargo, el 15-M no es el todo, es parte de la solución, pero no es la solución. Su emergencia debe integrarse al acerbo de las luchas democráticas que trata de sobrevivir en tiempos de involución política donde el capitalismo salvaje pone en cuestión el propio devenir de la humanidad. A un año de su aparición, su futuro es incierto, depende de contrarrestar la nueva realidad jurídica abierta con el Partido Popular en el poder, que decide criminalizar las reivindicaciones democráticas de los movimientos sociales. Esta decisión, sin referentes en la historia contemporánea del postfranquismo, puede tener consecuencias impensables, entre otras la emergencia de un régimen totalitario, siendo la destrucción del 15-M un objetivo prioritario. 

(*) Profesor titular de Sociología de la UCM