martes, 10 de enero de 2012

Estrategias frente a los paraísos fiscales / Juan Hernández Vigueras *

Las noticias sobre la corrupción política en España conducen a sociedades instrumentales domiciliadas no solo en Suiza sino en el Caribe, a las islas de San Cristóbal y las Nieves (Saint Kitts & Nevis) (caso Gúrtel) y al micropaís de Belice (Caso Urdagarín)…

¿En qué cuantía los bancos y fortunas españolas escondidos tras hedge funds o entidades de la City o de Suiza, participan en la especulación sobre la deuda pública española? La famosa estafa del broker de Wall Street, que gestionaba fondos de alto riesgo, reveló que estos instrumentos especulativos son el camino que siguen las “inversiones” de las Sicavs y la llamada banca privada o de gestión de grandes patrimonios particulares. La isla Mauricio es el mayor inversor en la India; y uno de los mayores inversores en China son las Islas Vírgenes Británicas, sede de filiales de importantes grupos españoles. El propio capital hindú, chino o español, utiliza estas islas para aprovecharse de sus ventajas fiscales y de la posibilidad de ocultar quien es el dueño. Son algunos de los datos recogidos por The Economist bajo el título (traducido) de “La rabia pública y la inquietud de los accionistas amenaza la tranquilidad de los paraísos fiscales” (5-10-2011) Y cualquier delito económico millonario, sea fiscal, de corrupción o estafa, tiene su apoyo en cualquiera de los 73 países y territorios autónomos, que en Tax Justice Network hemos identificado por una serie de características que les definen como “secrecy jurisdictions”, jurisdicciones del secretismo; cuya web es una fuente informativa solvente para medios de comunicación internacionales como el referido. 

Alcance tridimensional
El creciente entorno crítico global ha motivado que la cumbre del G-20 en Cannes haya activado el tema de los llamados paraísos fiscales, aunque sin acuerdo alguno para su eliminación. Eso sí: ha “descubierto” que Suiza y Luxemburgo tienen legislaciones fiscales deficientes (es decir, siguen siendo los paraísos fiscales que son para la opinión pública) y se incluyen entre las 11 jurisdicciones identificadas con serias “deficiencias”, casi todas de escasa relevancia financiera como Antigua y Barbuda, Barbados, Botswana, Brunei, Panamá, Seychelles, Trinidad y Tobago, Uruguay y Vanuatu, de las 59 jurisdicciones examinadas por el Foro Global de Tributación, un organismo ligado a la OCDE. Dentro de la retórica al uso, el “comunicado de los líderes” en Cannes “apremia a todas las jurisdicciones para que se adhieran a los estándares internacionales en las áreas de fiscalidad, prudenciales (solvencia bancaria) y el antiblanqueo de capitales y combate del terrorismo” (item nº 17). Desde luego, quienes no están familiarizados con este lenguaje tecnocrático internacional podrían tomarse en serio tal compromiso de los importantes gobiernos del G-20; sobre todo, porque en la Declaración final de esta cumbre se ha recuperado la expresión “paraísos fiscales” (tax havens) que prácticamente había desparecido del lenguaje oficial desde la cumbre de Londres en 2009, cuando nuestros gobernantes lograron grandes titulares de prensa afirmando que habían desaparecido los paraísos fiscales y que se había acabado el secreto bancario. Pero, en cualquier caso, digamos que la coyuntura actual es propicia para una estrategia de país defensiva y ofensiva contra los paraísos fiscales, exigiendo el cumplimiento serio de los acuerdos internacionales suscritos al respecto; y en el campo tributario interno para aplicar las medidas que vienen propugnando los inspectores y técnicos de Hacienda.

La amenaza de la banca en la sombra.
Dado que persiste la crisis financiera global, el G-20 ha abordado más en serio la dimensión financiera de los paraísos fiscales, tras el tema de la banca en la sombra. Una expresión generalizada del “shadow banking system” que comprende las actividades bancarias opacas con derivados, los mercados de repo (modalidad de préstamos con activos en garantías) y la titulización con valores respaldados por activos; que crecieron mucho en vísperas de la crisis y que se han reactivado pasado el susto de la caída de Lehman Brothers en 2008. El hecho es que está demostrado que los paraísos fiscales han sido una de las causas de la crisis financiera y del desorden y descontrol actual y que plantean graves riesgos para el sistema financiero mundial, además de reducir sustancialmente los ingresos de los Estados. En mayo de 2010, el gabinete de asesoramiento estratégico del gobierno francés, en un informe sobre Centres financiers offshore et système bancaire “fantôme” (traducción francesa de la expresión referida de “sistema bancario en la sombra”), planteaba medidas para controlar la actividad bancaria fuera de la supervisión de los bancos centrales, que se realiza desde filiales y sociedades instrumentales domiciliadas en paraísos fiscales o centros financieros offshore, para no residentes (que es el término técnico del argot financiero).

Y sin romper el consenso subyacente entre los gobiernos miembros para no interferir mínimamente la libertad de los mercados financieros, el G-20 se refiere al informe publicado por el Consejo de Estabilidad sobre la banca en la sombra, que define como “la intermediación del crédito implicando entidades y actividades excluidas de la regulación del sistema bancario”. Dicho de otro modo, señala la práctica bancaria de utilizar operaciones y entidades instrumentales, denominadas con un triplete de letras en el mundo angloparlante, registradas casi siempre en un paraíso fiscal o jurisdicción del secretismo, pero con capacidad para recaudar fondos mediante emisiones de bonos con los que financiar actividades del banco matriz u operaciones opacas sin control de los bancos centrales. Como es habitual, el G-20 se ha limitado ha dejar constancia de su existencia y de sus peligros. Pero destaca que la crisis financiera ha demostrado el riesgo sistémico o de contagio que genera la actividad reavivada de la banca en la sombra que los bancos centrales toleran. A propósito: ¿el Banco de España o alguna otra autoridad financiera se han preocupado de averiguar el papel desempeñado en la burbuja inmobiliaria y en su pinchazo por las filiales en centros offshore de los bancos y las grandes Cajas de Ahorro españolas? He ahí un campo virgen de acción gubernamental efectiva contra los llamados paraísos fiscales.

La ilegalización de sociedades offshore y desglose contable.
Los casos citados de las islas de Mauricio y las Islas Vírgenes Británicas como muchos otros, son ejemplos de cómo se instrumenta el impago de impuestos contra el que urge actuar; y al mismo tiempo, favorecer a la pequeña y mediana empresa que carece de capacidad para disponer de esos instrumentos que reducen costes “legalmente” como hacen los grandes grupos empresariales en competencia desleal. Objetivos políticos posibles son la ilegalización de la actividad en España de esas sociedades ficticias y combatir la falta de transparencia de las memorias e informes anuales de los grupos empresariales que ocultan en cifras globales sus actividades internacionales.

Cualquier lector de periódicos sabe que las entidades mercantiles domiciliadas en “jurisdicciones del secretismo” son el instrumento para esconder el dinero de la corrupción y de los negocios sucios, del impago de impuestos y de la delincuencia económica internacional multimillonaria. Cuando se nos cuentan las grandes adquisiciones de nuestros bancos o corporaciones, se omite reseñar desde que filial se ha efectuado el pago de la compra de tal empresa o de tal banco extranjero adquirido por la firma española o se anticiparon los avales o se pagó la comisión a la firma mediadora. Sobre esos y otros fundamentos razonados ampliamente, en abril de 2005 presentamos sin éxito en nombre de Attac-España al gobierno del momento, una documentación avalada por cuatro mil firmas de ciudadanos, algunas de personalidades de relevancia académica y pública, solicitando que se estudiara el no reconocimiento de capacidad jurídica para actuar en territorio español a todas aquellas sociedades mercantiles radicadas en paraísos fiscales, donde no tienen actividad económica local y que incumplen los requisitos exigidos por la legislación española.

Asimismo, es conocido que los grupos empresariales globales centralizan sus costes e ingresos en aquellas filiales registradas en países y territorios considerados paraísos fiscales o donde les resulta más beneficioso desde el punto de vista legal y económico, como los casos de Google o Inditex (Zara). Las normas internacionales del IASB solo exigen a las corporaciones multinacionales o grupos empresariales la consolidación en una cifra conjunta de los datos de sus cuentas, permitiendo el fraude y la evasión fiscal, entre otros efectos negativos. De ahí que expertos críticos y ONGs intenten que se exija en las legislaciones nacionales que los informes corporativos anuales recojan la información relevante desglosada país por país, de ingresos, beneficios, detalle de impuestos pagados, inversiones realizadas, activo y pasivo y obligaciones medioambientales, etc. He ahí otra línea de acción gubernamental efectiva contra los paraísos fiscales.

(*) Miembro del Consejo Científico de ATTAC España y doctor en Derecho, que lleva años investigando sobre la opacidad del sistema financiero y su falta de regulación.

Artículo publicado en la revista mensual Temas nº 206 Enero de 2012

¿Cómo se organiza un clima? / Amador Fernández-Savater *

La pregunta rebota de aquí para allá: “¿dónde está el 15-M?” ¿Ha fallecido, tal y como dictaminan los medios de comunicación que sólo conceden existencia a lo que es espectacular y masivo, noticiable? ¿Se ha retirado a los cuarteles de invierno, esperando tiempos mejores (y temperaturas más altas) para reocupar su espacio natural: las calles y las plazas? ¿Se ha replegado a los barrios, fuera de la vista de los focos mediáticos y de la volátil “opinión pública”, pero construyendo al modo de las hormigas una base duradera para el cambio social?

A la comisión de Extensión Internacional de Sol, que tuvo un papel relevante en la preparación del 15-O, no le satisface ninguna de las respuestas, así que se ha declarado en huelga (!), invitando a detener la producción (los activistas también producen: activismo) para pensar a fondo lo que a su juicio es una crisis de la estructura organizativa del 15-M. En su declaración llaman la atención sobre tres problemas particularmente: la bajísima participación actual en asambleas y comisiones, la dispersión y división interna, y la burocratización de los comportamientos (automatismos, falta de imaginación).

Me gusta el gesto: se atreve a interrumpir y pienso que si no hay discontinuidad no hay creación, sólo inercias y repetición. No tengo ninguna solución que ofrecer sobre cómo podrían funcionar las cosas de otra manera. Pero voy a tratar de contribuir con algo (un poco general y abstracto, que es lo mío) sobre los problemas que apunta Internacional, por si acaso leerlos de otra manera ayuda a ensanchar el campo donde podemos encontrar respuestas concretas.

Vida y política
¿Dónde se han metido todas las personas que poblaron plazas y asambleas en primavera? ¿Se han vuelto desafectos al 15-M, son incapaces de un compromiso duradero, están ahora resignadas a su suerte? Creo que no. Sin ningún estudio a mano, generalizando simplemente a partir de los casos que conozco personalmente y de la observación de mí mismo, pienso que en general la gente ha vuelto a hacer su vida.

Las semanas de acampada en Sol fueron un tiempo excepcional, pero resulta muy complicado habitar una excepción. O sólo puede hacerlo gente fuera de lo normal: por ejemplo, los activistas, los que hacen de la política el centro de su existencia. Pero si en una asamblea o en una comisión se quedan sólo los (viejos o nuevos) activistas tenemos un problema, porque sus modos de hacer convocan y acogen sobre todo a otros activistas. Y sin menospreciar ni mucho menos su papel, me parece muy claro que la fuerza del 15-M -y algunas de sus invenciones más preciosas- no vinieron del activismo (al principio se oía a muchos militantes de toda la vida confesar, con mayor o menor alegría, “estamos completamente desubicados”), sino de personas sin experiencia política previa y gente cualquiera. La profesionalización de la política (también la activista) vacía los espacios comunes. Pasa lo mismo cuando una comisión o una asamblea se convierte en un grupo de amigos: la autorreferencialidad de los códigos y los rituales, por mucho confort y bienestar que nos ofrezca, va expulsando a todos los diferentes. Nos queda un simpática tribu, pero no un espacio político.

La vida hoy, en condiciones de inestabilidad y precariedad, nos exige el esfuerzo de hacer y rehacer constantemente todo. Hay pocas cosas que podamos considerar ya dadas: trabajo para toda la vida, casa para toda la vida, amigos para toda la vida, familia para toda la vida, amor para toda la vida, compromisos y convicciones para toda la vida, etc. De hecho, hoy no sufrimos tanto por vivir una vida demasiado hecha, como por no poder hacernos una vida. Los males contemporáneos tienen mucho que ver con la incertidumbre, la inseguridad, la dispersión, la pérdida del sentido, etc. Hacemos equilibrios todo el rato y las pelotitas con las que jugamos están siempre a punto de caerse. Si sostener vivas las relaciones afectivas o el sentido de un pequeño proyecto nos supone ya un esfuerzo agotador, ¿cómo sacar tiempo para implicarnos además en asambleas y comisiones?

El problema no son los activistas ni los grupos de amigos. El problema es la dificultad que tenemos para inventar formas de hacer política que estén a la altura de las personas y no al revés. Una política habitable para el 99%, no sólo para los activistas. Lo personal se desliga de lo colectivo cuando no somos capaces de inventar engarces entre modos de vida y modos de lucha. Entonces lo político se vacía y muere.

Pero “volver a hacer su vida” es una mala expresión. Porque después de pasar por las plazas no se vuelve igual, ni por tanto se vuelve a la misma vida. Paradójicamente, volvemos a una nueva vida: tocada, atravesada, afectada por el 15-M. ¿Qué ha hecho cada cual con esa afectación? Si crear es dar sentido, forma o figura a un cambio existencial para que no se pierda o se volatilice, ¿qué hemos hecho cada uno con lo que el 15-M ha hecho de nosotros? Me parece que ahí hay una investigación apasionante por emprender. ¿Qué aprendimos, qué descubrimos y cómo lo hemos incorporado a la vida cotidiana? ¿Qué nos llevamos del 15-M y cómo podríamos devolver algo? Hay proyectos en marcha como Robo, 15M.cc o Bookcamping en los que personas involucradas en la música, el cine o la edición se replantean su trabajo cotidiano a partir del 15-M y tratan de aportar algo de vuelta a lo común. Por las plazas pasaron también (trabajen de ello o no) maestras, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, informáticas, estudiantes, periodistas, ¿en qué sentido se ha visto alterada su mirada, su práctica y su estar en el mundo tras el encuentro con el 15-M? Esos cambios micro son sin duda la base de la próxima ola.

Un nuevo clima
En el debate generado por Extensión Internacional se analiza sobre todo la situación del tejido organizativo 15-M: comisiones, asambleas, espacios de coordinación. Lo que a mí me gustaría añadir es que el 15-M no sólo es una estructura organizativa, sino sobre todo un nuevo clima social.

Hemos cuestionado juntos ese peso terrible de la realidad oficial que dice: lo que hay es lo que hay. Y así hemos podido respirar. La situación macro sigue igual, pero ahora la vemos desde otro sitio. Está todo fatal, como rezaba el título de una revista catalana, pero al mismo tiempo nos hemos demostrado capaces de producir otra realidad. Y eso genera automáticamente alegría, un nuevo clima emocional. La realidad oficial es el mapa de lo posible autorizado: lo que es posible ver, pensar, sentir y hacer. Hemos abierto ese mapa. Ahora se pueden ver, pensar, sentir y hacer otras cosas. El sistema de partidos no es más un tabú. Conspiramos para interferir en las elecciones, aunque no nos pongamos de acuerdo en cómo hacerlo, porque es vox populi que son una estafa. La identificación entre democracia y capitalismo ya no está tan clara. La realidad antes invisible de los desahucios está ahora a la vista de todos. Es posible pensar y hacer política sin estar afiliado a un partido ni ser siquiera militante de un movimiento social. Nos servimos cotidianamente de la Red para construir colectivamente otro punto de vista sobre la actualidad. Hemos aprendido que el otro desconocido no es sólo un enemigo o un objeto indiferente, sino que puede ser un cómplice. Nos hemos descubierto capaces de hacer cosas que nunca habíamos sospechado. El mapa de lo posible es otro, el clima es otro.

El hecho de que menos gente participe en el tejido organizativo 15-M no significa que menos gente se sienta concernida por la esperanza que el 15-M supone. Se demostró claramente el 15-O o, a otra escala muy distinta, en la reciente cabalgata indignada. El 15-M no es sólo el nombre de una estructura organizativa, ni de un movimiento social un poco más grande que los anteriores, sino de otro estado mental. Que no está localizado aquí o allá, sino que atraviesa la sociedad entera como un viento.

Sabíamos más o menos cómo se organiza un movimiento social, pero ¿cómo se organiza un clima? Recién empezamos a pensar esto, sólo un par de apuntes al respecto.

Hay propuestas que prenden mejor en el nuevo clima que otras. Los motivos son muy distintos, seguro. Pero entre ellos está la sintonía de la propuesta (en su manera de construirse y en lo que plantea) con las tendencias más fuertes del clima 15-M: horizontalidad (ni vanguardias ni protagonismos), inclusividad (nos dirigimos al 99%, no a un gheto), respeto (convivencia entre diferentes), noviolencia (una mezcla de conflicto y legitimidad), inteligencia colectiva, creatividad y capacidad de sorprender, “no queremos ser mercancías en manos de políticos y banqueros”, etc. Sintonizar con el clima es una cuestión de escucha y de sensibilidad.

El 15-M tiene mucho que ver con la alegría de estar juntos en una sociedad de competencia y sálvese quien pueda. Esa alegría podía palparse en las plazas, en el 15-O o en la cabalgata indignada. Pero sólo podemos estar juntos, compartiendo espacio y tiempo, en momentos excepcionales. ¿Cómo estamos juntos cuando no estamos juntos? ¿Cómo encontrarnos y sentirnos acompañados sin vernos las caras? Pensar la (auto)organización del clima pasa también por pensar los enlaces, las conexiones, los interfaces, la comunicación. Lo común circula y se construye también a partir de imágenes, narraciones y herramientas. Más comunes cuanto más abiertas, honestas y comprensibles sean. Abiertas, en el doble sentido de que den qué pensar (más que tratar de convencer) y sean reapropiables (se puedan replicar, modificar, adaptar, alterar libremente: sin propiedad). Honestas, porque no esconden la dudas, los desalientos, las contradicciones y los clarooscuros que son parte de la vida. Y comprensibles, es decir, directas y transparentes pero no banales, exigentes pero no cerradas, restringidas o reservadas a los expertos en tal jerga o saber, sino dirigidas a cualquiera.

Hay muchos ejemplos dentro y fuera del tejido organizativo 15-M, pero tengo uno a mano en el acta de la reunión de Extensión Internacional donde se decidió la huelga (que se adjunta junto la declaración). Es una gozada de texto. Abierto: expone todos los argumentos, a favor y en contra, que se dieron en aquella reunión. Honesto: no se calla las tensiones ni los desacuerdos que hubo (y recoge maravillosamente el ruido de fondo de aquella reunión celebrada en el metro: personas y situaciones que se mezclaron azarosamente con el discurrir de la asamblea). Comprensible: es una discusión donde se ponen en juego cuestiones muy profundas en un lenguaje común y accesible a todos. Y además es un relato muy divertido. Permite vivir lo que otros vivieron sin haberlo vivido, estar juntos sin estar físicamente juntos. Ensancha lo común y compartido.

¿Dónde está, pues, el 15-M? No hay que ser hiper-sensible para sentir que el clima se está cargando de electricidad. El 15-M no ha muerto ni está en repliegue. Estamos al acecho. Cada cual desde su lugar, no pasivamente a la espera, sino activamente al acecho.

El reflujo de la primera ola, rechazado por la resistencia de los objetos envestidos, dará materia a la próxima ola cuando, llegado el momento, vuelva la marea.

(*) Coeditor de Acuarela Libros