Aunque parezca difícil es importante recordar que hace
aproximadamente doce años la socialdemocracia gobernaba en la mayoría de
los países de la Unión Europea de los Quince (el grupo de países más
desarrollados económicamente de la Unión Europea) y dentro de los países
de la Eurozona. Hoy apenas existen gobiernos socialdemócratas en la
UE-15 y en la Eurozona.
Mucho se ha escrito sobre las causas de este hecho. Pero todo indica
que una de las causas más importantes de este declive fue la adopción
por parte de tales gobiernos socialdemócratas de políticas de claro
corte neoliberal que incluían políticas de austeridad de gasto público
(incluyendo gasto público social), políticas fiscales regresivas
(reducción de impuestos y aumento de su regresividad), desregulación de
los mercados financieros (facilitando la especulación) y laborales
(facilitando el despido) y otras intervenciones, que fueron todas ellas
altamente impopulares entre sus bases electorales. La evidencia de ello
es robusta y no da lugar a dudas.
La captación de los equipos económicos
de los gobiernos socialdemócratas por parte del pensamiento neoliberal
fue una causa determinante de su declive político, declive que se
mostró, no sólo en un descenso muy marcado de su apoyo electoral, sino
también en una reducción muy significativa del número de militantes y
simpatizantes de tales partidos. El desencanto de las bases de los
partidos socialdemócratas hacia tales políticas y hacia los dirigentes
que las llevaban a cabo, alcanzó unas dimensiones nunca vistas antes en
su historia.
Su caída electoral en picado fue la causa de que las derechas
recuperaran el poder. Una vez en el gobierno, estos partidos
conservadores y liberales (en realidad neoliberales) han extendido
todavía más estas políticas que han profundizado la recesión,
aprovechándose de ésta para poder conseguir lo que siempre desearon, es
decir, el debilitamiento del mundo del trabajo y del Estado del
Bienestar. La gran impopularidad de tales políticas ha aumentado las
posibilidades de que los partidos socialdemócratas puedan recuperar el
poder político y gobernar de nuevo.
Lo auténticamente preocupante, sin embargo, es que la gran mayoría de
tales partidos no han hecho los cambios necesarios en sus políticas
económicas, sociales y fiscales (ni tampoco en su personal directivo)
que puedan abrir un capítulo nuevo de esperanza para poder salir de lo
que va en vía de convertirse en la II Gran Depresión. Tales partidos no
han roto con el pensamiento neoliberal que continúa dominando las
mayores instituciones que gobiernan la UE-15 y la Eurozona, ni tampoco
han presentado una alternativa, claramente expansionista, que permita
resolver la situación económica y social de la Unión Europea.
Como bien
escribe George Irvin, profesor de Economía de la Universidad de Londres,
en su último artículo “Have Social Democrats Surrendered?” en (Social
Europe Journal), es enormemente decepcionante ver el continuismo entre
la “nueva” y la “anterior” socialdemocracia. El supuestamente nuevo PD
italiano, el Partido Demócrata de izquierdas (continuador del que fue en
su día poderoso Partido Comunista italiano) apoya las políticas
neoliberales del mal llamado “gobierno tecnócrata” del Sr. Monti (un
banquero ultraliberal).
El candidato socialista francés, François
Hollande, hace gala de su rectitud fiscal como manera de mantener su
credibilidad (entendiendo credibilidad como austeridad). Ed Balls, el
portavoz de temas económicos del Partido Laborista, indica que el futuro
gobierno laborista mantendrá los recortes del Sr. David Cameron, en
caso de que gane las próximas elecciones. Los dos candidatos a la
Secretaría General del Partido socialdemócrata español no han hecho ni
críticas de las políticas económicas neoliberales del gobierno Zapatero
(del cual formaron parte), ni han hecho propuestas claramente expansivas
de gasto público para crear empleo, remarcando, en cambio, que los
recortes debieran ser menos acentuados (recortes que inició el gobierno
Zapatero) de los que realiza el gobierno conservador-neoliberal del PP y
la reducción del déficit público debería ser más lenta que lo
programado, pero, por lo demás, no hay ninguna apuesta por una gran
inversión y aumento notable del gasto público.
Como indica George Irvin, no ha habido un cambio suficiente en la
socialdemocracia europea que permita albergar esperanzas para el futuro.
Después de todo no es tan difícil ver qué es lo que debiera hacerse en
estos momentos de crisis. Es necesaria una inversión masiva en creación
de empleo, como ocurrió con el New Deal en EEUU a principios del siglo
XX o en los años cuarenta y cincuenta en Europa, en la reconstrucción
que siguió a la II guerra Mundial, facilitada por el Plan Marshall.
La
socialdemocracia europea, por mucho que diga lo contrario, todavía no
considera que el mayor problema económico en la UE sea el desempleo y la
escasa capacidad adquisitiva de la población, en lugar de la deuda y el
déficit público. Parecen no ser conscientes de que estos últimos se
resolverán cuando se resuelva el primero, no al revés, como la sabiduría
convencional neoliberal predica.
¿Es posible el New Deal en la Unión Europea y en España?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo sí. La Unión Europea tiene
los recursos para hacer esta expansión masiva del gasto público con el
objetivo de crear empleo en los sectores deficitarios que van desde el
Estado del Bienestar a los sectores energéticos y economía alternativa.
(Por cierto, la crítica a la socialdemocracia podría también aplicarse a
la mayoría de los partidos verdes mayoritarios que no han hecho
propuestas de inversión pública masiva a nivel europeo).
En realidad, la
gran paradoja es que, a pesar del aumento de la productividad que ha
estado ocurriendo en todos los países de la UE-15, las rentas del
trabajo han disminuido como porcentaje de la renta nacional, y los
ingresos al Estado también han estado bajando en la gran mayoría de
países de la Eurozona y de la UE-15, incluyendo España. Las rentas del
capital, sin embargo, han subido enormemente. Esta realidad, ampliamente
documentada en muchos escritos (véase el libro Hay alternativas.
Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan
Torres, Alberto Garzón y Vicenç Navarro), muestra que sí que hay
recursos. El problema es que están mal distribuidos, con excesiva
concentración de las rentas en los sectores más pudientes de la
sociedad.
Y ahí está la raíz del problema, tanto en la UE como en
España. No puede haber una inversión masiva encaminada a estimular la
economía sin una reforma fiscal redistributiva de gran calado que
permita un aumento muy notable de la inversión pública. Tal como he
señalado en otro artículo (“El abandono de las políticas redistributivas
por las izquierdas gobernantes”. Sistema Digital. 06.01.12), el
abandono de las políticas redistributivas por parte de la
socialdemocracia (y de los partidos verdes) ha llevado a la crisis
actual. A no ser que cambien y recuperen su compromiso con la
redistribución, no habrá salida de la crisis. El principio de “a cada
uno según su necesidad, de cada uno según su habilidad y capacidad” es
tan relevante ahora como en la historia de tal movimiento.
La mala distribución de los recursos ha significado un enorme
empobrecimiento del Estado. El fraude fiscal, predominantemente de las
rentas superiores, ha alcanzado unos niveles sin precedentes, tanto en
la UE como en España. Las cifras estimadas a nivel de la UE consideran
que el fraude fiscal representa como promedio el 13% del PIB de la Unión
Europea, porcentaje que aumenta mucho más en los países de la
periferia. En España es un 23%. Y hay que repetir que este fraude se
concentra sobre todo en las rentas superiores, tal como el caso español
muestra claramente.
Según los técnicos de la Agencia Tributaria del
Estado español, el 72% de todo el fraude fiscal en España lo realizan
las grandes fortunas, las grandes empresas que facturan más de 150
millones de euros al año (que representan un 0,01% de todas las
empresas) y la banca. Este 72% representa 64.000 millones de euros,
cantidad equivalente a todos los recortes que está realizando el Estado
español. ¿Se atreverán los partidos socialdemócratas a enfrentarse con
los grandes evasores fiscales? La experiencia hasta ahora ha sido
deprimente.
(*) Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada
en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias
Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es
también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University
(Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años. Dirige el
Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por
la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige
también el Observatorio Social de España
Tuvo que exiliarse de España por razones políticas. Ha vivido y
trabajado en Suecia (Upsala), Gran Bretaña (London School and Economics,
Oxford y Edimburgo) y en EEUU (The Johns Hopkins University) donde ha
sido Catedrático de Políticas Públicas y Ciencias Políticas.