domingo, 26 de febrero de 2012

Una grieta en La Zarzuela / Ana Romero *

Decía una veterana corresponsal real que escribir sobre la Jefatura del Estado en España era lo más parecido a hacer "una tortilla sin huevos". O, como afirmó ayer una persona muy cercana a la Casa, a redactar "entre algodones" la crónica de una Familia Real idílica con un Rey vital para la restauración de la democracia en España; una Reina definida como una "gran profesional"; el Príncipe heredero "mejor preparado de la Historia", y dos infantas que simplemente no producían noticias. Así, durante 37 años, en Zarzuela imperó la máxima del 'No news, good news'.

El estallido del caso Urdangarin, con el epicentro hoy de la declaración en Palma de Mallorca, ha actuado como catalizador de un proceso que se inició a la vuelta del siglo XXI y que estalló el pasado 7 de noviembre como una bomba de relojería. Fue el día en el que la policía acudió a registrar la sede en Barcelona del Instituto Nóos, el ya más que famoso organismo sin ánimo de lucro presidido por el marido de la infanta Cristina.

La grieta que poco a poco se había ido formando en la prístina fachada de La Zarzuela se abrió ese día en canal. Ajenos a la gravedad del asunto, los fontaneros de la Casa actuaron como habían hecho hasta entonces: guardaron silencio. Un mes y cinco días más tarde , todos los hombres del Rey se vieron obligados a convocar a la prensa para hacer algo inaudito: anunciar que Urdangarin quedaba oficialmente apartado de la agenda oficial de la Familia por su comportamiento "no ejemplar".

El inesperado anuncio lo hizo personalmente el jefe de la Casa, el diplomático Rafael Spottorno, un hombre afable que echó los dientes como fontanero real durante diez años de trabajo en La Zarzuela. El pasado septiembre , cuando reapuntaba judicialmente el caso Urdangarin, Spottorno regresó a la Casa ajeno a lo que se le venía encima.

Pero cuando el 12 de diciembre, y siguiendo las órdenes directas del Rey, Spottorno convocó a la prensa, el daño ya estaba hecho: el caso Urdangarin había ocupado día tras día las portadas de los periódicos españoles, de todos. Muy al principio, en febrero de 2006, El Mundo fue el primer y el único medio en informar de los primeros indicios del caso. En el otoño de 2012, la veda se abrió para todos. Zarzuela no había sabido reaccionar a tiempo a pesar de que a lo largo de esos seis años el propio Rey había ordenado a su yerno que abandonara los negocios y que se marchara a trabajar fuera de España. Así fue. En 2009 , los duques de Palma y sus cuatro hijos se instalaron en Washington DC, donde Urdangarin comenzó a trabajar para Telefónica Internacional.

El caso Urdangarín, cuyo final aún queda lejos, según las distintas fuentes consultadas, ha obligado a La Zarzuela a orearse de una manera a la que no estaba acostumbrada. Hay un antes y un después, y un punto de no retorno. El pasado 28 de diciembre, los hombres del Rey, forzados por el 'tsunami' Urdangarin, volvieron a convocar a la prensa para hacer algo también nunca visto: dar publicidad a las cuentas reales, como llevaban pidiendo desde hace años algunos partidos políticos del Parlamento español.

Ese miércoles 28 de diciembre , a las doce en punto del mediodía, la Casa Real colgó en su página web toda la información. Seis mil personas intentaron acceder al mismo tiempo. El servicio de comunicación de palacio tuvo que duplicar el número de servidores (tiene dos) para evitar la caída del sistema. A lo largo de la jornada, las ocho mil personas que normalmente se interesan por la web www.casareal.es se convirtieron en 100.000.

Este dato, ofrecido ayer por la oficina de prensa de la Casa, da una idea de cuánto ha crecido el interés de los españoles por los asuntos de la Jefatura del Estado. El escrutinio había comenzado antes del caso Urdangarín. El pasado mes de octubre, por primera vez en la Historia, las encuestas del CIS suspendieron a la Corona. Los españoles sólo otorgaron un 4.8 a la Familia Real, un grave contraste con los notables que solían obtener a principios de la pasada década.

Los jóvenes abanderan esta batalla. España ya no es el país en el que don Juan Carlos comenzó a reinar el 22 de noviembre de 1975. Los españoles quieren saber cuánto les cuesta su monarquía, para qué les sirve y cuál es el comportamiento- personal y profesional- de los miembros de la Familia. La grieta que ha abierto en la fachada de palacio el caso Urdangarin tiene que ser convenientemente reparada. De no ser así, volverá a reaparecer en otras partes del palacio enclavado en el madrileño monte de El Pardo.

(*) Periodista