martes, 26 de junio de 2012

Análisis, diagnóstico y soluciones a la crisis / Ángel Tomás Martín *

Aún no hemos tomado conciencia nacional de la verdadera situación a que hemos llegado con el deterioro integral de la economía, dirigida torpemente y sin control, creyendo que habíamos conseguido el " estado del bienestar perpetuo". Craso error; el estado del bienestar pleno ni existe y mucho menos se consolida a perpetuidad. Eso sí, se ha utilizado de forma generalizada y populista, practicando políticas económicas interesadas durante más de un quinquenio, a cargo de economistas de competencia muy discutible y fácilmente manejables. Permitieron una política desafortunada y perjudicial basada en una economía de conveniencia, olvidando el único buen camino a seguir: una economía inteligente para una política y una gestión seria y eficaz. Su liderazgo no merecedor de este nombre, nos ha conducido a una crisis insostenible, a un desprestigio exterior, y a una pérdida de confianza de los mercados financieros.

Una grave coyuntura, como la actual, exige: un análisis exhaustivo de la misma, un diagnóstico real completo, planificar y programar un plan nacional de reformas, y proceder a la toma de decisiones urgentes, que nos vuelvan al equilibrio económico, a la creación de riqueza y a la reducción inaplazable del paro.

PRACTICAR UN ANÁLISIS.- Hagámoslo de manera escueta por haber sido objeto de estudio a todos los niveles: 
-Basar una economía en la construcción, permitiendo un desarrollo diez veces superior a la demanda y estimulando y permitiendo especulación generalizada.
 -Olvidar el cumplimiento estricto de los presupuestos del Estado, Comunidades, Ayuntamientos y Entes públicos, permitiendo el despilfarro y las obras faraónicas no rentables y de imposible amortización ( cuestión que sigue practicándose aunque en menor cuantía). 
- Incremento desorbitado de los gastos corrientes.  

- Deterioro de los activos bancarios, con un endeudamiento progresivo agravado por el crecimiento de la morosidad. 
- Relajamiento de la productividad industrial y abandono de la agricultura y derivados. 
- Y, falta de estímulo y ayuda a nuestra riqueza tradicional, muy diversa y rentable.

DIAGNÓSTICO.- Caída del PIB y la demanda. -Déficit de la balanza comercial. - Ausencia casi total de efectivo para la economía real y familias. -Importantísima desaparición de empresas. -Crecimiento del desempleo.-Endeudamiento desproporcionado público y privado. -Crecimiento de la carga fiscal. -Disminución de la recaudación impositiva. -Incumplimiento de nuestras obligaciones comunitarias. -Falta de transparencia y equilibrio presupuestario. -Pasividad e ineficiencia de los supervisores oficiales, a pesar de la alta e indiscutible calidad de sus cuerpos de inspección del Banco de España, Tribunal de Cuentas del Estado, CNMV, interventores del Estado, Inspectores de hacienda, aduanas, consumo, etc.). Su independencia ha sido deteriorada y manejada por intereses políticos personales. Conclusión: crisis sistémica, financiera, recesión y paro.
PLANIFICAR UN PLAN NACIONAL DE REFORMAS URGENTES
Analizada y diagnosticada la crisis, pasemos a la búsqueda de soluciones y adopción de medidas estructurales de apoyo y lanzamiento de la economía y la promoción de empresas, única solución para el crecimiento.

Hemos sido lentos e inconscientes dejando pasar cinco años ignorando una crisis que pedía a gritos controles, sanciones, reformas y estímulos. Hemos aplicado teorías keynesianas no compatibles con los parámetros coyunturales actuales: 
-Promociones de obras públicas cortoplacistas, que solo han servido para incrementar el endeudamiento
-Subidas de impuestos que han precipitado, aún más, la desaparición de empresas.

- Ha faltado decisión y autoridad para reducir el gasto público y rechazar inversiones irracionales mastodónticas, y todo ello, acompañado de una indisciplina presupuestaria a todos los niveles carente de transparencia. Visto todo lo anterior, propongamos un plan nacional de reformas urgentes:

a). Sanear los puestos de gestión que han demostrado incompetencia. - Cese de los innecesarios y de las comisiones asesoras no oficiales.- Supresión de subvenciones y financiaciones con cargo al erario público, inmorales en determinados casos, que dañan la economía e incrementan el endeudamiento. Es imprescindible medir la eficacia de los movimientos antes de provocarlos.

b). Restablecer y independizar los sistemas de control y supervisión. Hay que reivindicarlos y dotarlos del poder de regulación que siempre tuvieron, que infunden tranquilidad y seguridad a todos los españoles. Hay que cumplir la Ley 28/1988 sobre disciplina e intervención de las entidades de crédito, y aplicar la Ley 13/1994 que faculta a incoar expedientes sancionadores y medidas de intervención urgentes.

c ). Sanear las cuentas públicas y equilibrar los presupuestos, impulsando y respetando el "presupuesto base 0". Necesitamos más ingenio, mas profesionalidad, más esfuerzo y una renovación impulsora y promocional.

d). Establecer planes realistas de amortización de los excesos de deuda pública compatibles con las posibilidades presupuestarias.

e). Previo al presupuesto general del Estado y con la misma base, se regulará y exigirá a las Comunidades Autónomas un presupuesto equilibrado en el cual se detallen los planes regionales de impulso al crecimiento, sin rebasar lo ingresos. Aún siendo las CCAA instituciones deseables y reguladas en la Constitución, si alguna carece de la posibilidad de impulsar y nivelar su economía, por su propio bien y por el de todo el país, debe procederse a su rescate, anulación de facultades y retorno de transferencias. Es el propio Estado quien debe responsabilizarse de su administración integral. Si una empresa no es capaz de sobrevivir, debe disolverse o integrarse en otra de gran tamaño, ¿Por qué una Comunidad incapaz de ser autosuficiente y con resultados negativos debe tener privilegios a costa del resto? Nuestra economía solo saldrá de la crisis, si todas las CCAA reactivan sus propias fuentes de riqueza, mantienen el gasto productivo y eliminan el superfluo.
f). Es urgente y de imperiosa necesidad SANEAR, REGULAR Y CONTROLAR el sistema financiero, canalizando el efectivo en el mercado nacional, olvidándose de las inversiones en deuda soberana y en el exterior. El Estado debe adoptar medidas drásticas que hagan posible el cumplimiento en España de la obligación de ejercer la banca comercial y no la de inversiones.

No debemos olvidar que dentro del saneamiento de la banca, es necesario sacar los activos inmobiliarios altamente depreciados procedentes de la hipotecas basura, incorporados por su carácter incobrable, producto de una gestión nefasta y sin un previo análisis de riesgos, dando curso a operaciones equivocadas, sin garantía suficiente y con exposición de los depósitos de los clientes. La salida de estos activos debe ser sustituida por el equivalente en efectivo a devolver a largo plazo, o a compensar en su día con el producto obtenido de la venta, también a largo plazo, de los inmuebles cedidos. El efectivo recibido, garantizado por la propia entidad, más el valor futuro de las cesiones, será obligatoriamente destinado a financiar la economía real.

La situación crítica en que nos encontramos, solo encontrará salida si se rescata el sistema bancario, pilar básico de todo desarrollo económico y si se lleva a cabo con extrema rapidez. A partir de ahí el tejido empresarial se responsabilizará del crecimiento de nuestra economía.

Por último, el recate del sistema financiero ha de venir del exterior, vía Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo. Los recientes contactos de Mariano Rajoy con Ángela Merkel, de Luis de Guindos con el ministro alemán Wolfgang Schauble y de Sáez de Santamaría con Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EEUU., pueden ser la vía adecuada para la solución de nuestro sistema financiero. Christine Lagarde, que también se entrevistó en Washington con Sáez de Santamaría, ha abierto la puerta a la consideración de esta posibilidad. Siendo España un porcentaje muy significativo en el PIB de la Europa Comunitaria, podría poner en peligro al Euro y a la propia Unión. Bruselas y en especial Alemania no lo permitirán, terminadas las medidas de ajuste exigidas.
(*) Economista y empresario