La defensa acérrima del estado nación actualmente existente, se
extendió ayer desde Madrid y Valladolid hasta Washington. En uno de los
momentos mas surrealistas de esta crisis, se produjo, durante una
teleconferencia de la revista Foreign Affairs en la capital
estadounidense, un intercambio de ideas sobre la secesión de Catalunya
del estado español. Participaba Robert Rubin, ex secretario del Tesoro
de Bill Clinton y ex presidente de Goldman Sachs, uno de los tres
mosqueteros de la crisis global hace dos décadas, ahora, a los 74 años,
menos valorado tras conocer su complicidad en la manipulación
financiera del gran banco “calamar vampiro” de inversiones. Otros
participantes eran Fred Bergsten, el veterano defensor del dólar barato
del Peterson Institute, y Sebastian Mallaby, euroescéptico británico
del Consejo de relaciones extranjeros.
“Was the question about the secesión of Catalonia?” (“Nos han
preguntado por el impacto de la secesión de Catalunya) preguntó Rubin
tras una pregunta telefónica de un compañero de Catalunya Radio. El
moderador del debate de Foreign Affairs le ofreció al ex secretario la
opción de contestar genéricamente sobre la posibilidad de que la crisis
europea desatase fuerzas centrifúgales en los viejos estados naciones
europeos. Pero Rubin insisistió en responder sobre Catalunya sin que
quedase muy claro si sabía donde estaba: “I’d say a Catalonian (sic)
secesión would be noticeable (“Yo diría que el impacto de una secesión
catalana no pasaría desapercibido”), dijo con el understatement
irónico del judío neoyorquino, utilizando un termino algo gris
(noticeable) para dar a entender que el impacto sería algo así como una
bomba atómica.
Es curiosa esa insistencia en la importancia critica de la
integridad del viejo estado nación en un momento en el cual una
transferencia de soberanía desde el estado nación ya se produce a ritmo
de vértigo. Y no hacia abajo aproximando el poder al pueblo sino hacia
arriba. El pacto fiscal europeo acordado este año transfiere todos los
poderes fiscales desde las capitales de los estados naciones de la zona
euro a Berlín, Bruselas y Fráncfort. Fráncfort ya se había hecho hace
años con la capacidad de hacer política monetaria y pronto será el
centro neurálgico de una unión bancaria europea que restará soberanía
nacional de supervisión y resolución bancaria.. ¿Pero qué queda para la
gestion macroeconómica si los estimulos monetarios, fiscales o
crediticios ya son la resposnabilidad de algun comite de hombres
trajeados en Francfort?
Estas transferencias se suman a todas las competencias ya cedidas por
los estados naciones europeos en las uútimas décadas, desde el derecho
de apoyar a sus industrias estratégicas, de adoptar políticas agrícolas
que evitan al destrucción de su campo, o de usar aranceles para
proteger industrias y empleo, medidas que siempre han sido las
herramientas básicas de desarrollo del estado nación. Todas se han
trasferido a Bruselas en la construcción del supèr estado europe. Y
ahora la transferencia se acelera para evitar el colapso.
Es la ironía trágica de todos los debates apasionados que se llevan a
cabo en bares y restaurantes en Madrid , Barcelona Dublín, Atenas,
Lisboa protestando contra o defendiendo los ajustes o los nacionalismos:
lo cierto es que la única manera de que podemos salvarnos de la
tortura de la austeridad eterna y la depresión con la probable
fragmentación catastrófica de la zona euro, es mediante la transferencia
de casi todos los poderes económicos ( por tanto sociales y políticos
también) a un nuevo súper estado nación europeo. Eso lo saben ya todos
los lideres europeos. Para la ciudadanía solo queda hacer todo lo
posible para transferir algunos controles democráticos también. (No me
preguntes cómo).
Este desesperante callejón sin salida es la consecuencia de la
decisión desastrosa de los lideres españoles y catalanes -pongamos
Felipe González, Jordi Pujol, José maría Aznar, para empezar- de apoyar
la creación de la unión monetaria con catastróficos fallos de diseño.
Ninguno pareció entender los principios elementales de macroeconomía que
demostraban que la unión parcial no era viable. Un shock externo
convertiría inevitablemente (era solo cuestión de tiempo) a España y
Catalunya en sociedades sin defensas. Cualquier país deudor caería en la
trampa pero la unión estaba diseñada de tal manera que la acumulación
de deuda era necesaria para la convergencia bajo la lógica imposible de los disñadores de la unión, tal y como se vio en Irlanda y España.
Antes de crear la unión monetaria se debería haber celebrado un
debate amplio y abierto sobre si se quería de verdad ceder soberanía a
Europa. ¿Qué medio de comunicación planteó alternativas en los ochenta y
noventa? De existir ese compromiso por la inevitable desaparición del
estado nación , se debería haber realizado las transferencias de las
instituciones democráticas a Europa asi como la construcción de las
instituciones necesarias para una unión económica antes de
iniciar la construcción de una unión monetaria. . Ningún líder
resposable y amante de su pais bien sea español bien catalán habria
permitido la creación de una unión que dejara tan vulnerable a su
pueblo. Pero nadie en el poder (político o mediatico) hace 20 años en
España planteó esta necesidad . España se había sucumbido a un
europeísmo intolerante que identificaba la democracia y la modernidad
con Europa y suprimía todo debate sobre el euro. Tengo conocimiento de
causa porque sé lo que era publicable y no publicable en los medios de
Madrid en aquel entonces.
Por eso, la paradoja de la crisis europea es que cuando Artur Mas
insiste en que Catalunya necesita un estado propio es que podría decirse
lo mismo de Grecia, Portugal, Irlanda, y , hay que decirlo, España
también. Lo poco que queda de la soberanía de estos antiguos estados
naciones de la vieja Europa, esta a punto de desaparecer para siempre.
Quizas el motivo por el que Mas puede revindicar de manera tan
contundente un estado nación catalán sin preocuparse demasiado por las
consecuencias es que los estados naciones en Europa están en vías de
desaparición.
Curiosamente Fred Bergsten , veterano defensor de la unión
monetaría entendió instintivamente la verdadera dinámica que destruye y
reconstruye el estado en Europa en estos momentos. “La secesión de
Catalunya sería un paso político enorme y un indicio de que Europa se
estuviera cayendo a pedazos; este peligro de desintegración tendría
implicaciones gigantescas porque recordaría el bad, old Europe
que una vez amenazó la paz no solo del Europa sino del mundo”, dijo . Y
continuó: ” De modo que los lideres europeos no lo podrían permitir ;
reforzaría su empeño para hacer lo necesario para que este edificio se
mantenga íntegramente en pie mediante la creación nuevas instituciones
europeas y la ampliación del fondo de rescate”, dijo.
Dicho de otro modo, cuanto más las fuerzas centrifúgales de protesta
amenazan los estados naciones existentes, mas se tendrá que acelerar la
transferencia de soberanía a Bruselas y Fráncfort. “No creo que
Catalunya vaya a dar la espalda a Bruselas y Fráncfort si es de donde
van a conseguir el dinero para mantener sus pensiones y protección
social”, añadió Bergsten.
Rubin y Bergsten seguramente no se han fijado en que algunos en
EE.UU. quieren secesión también. Me ha comentando mi amigo Thomas
Naylor del grupo secesionista del estado de Vermont, Second Vermont
republic que hoy viernes se leerá el llamado Manifiesto de Montpelier delante del sede de gobierno de Vermont.
El manifiesto ha aparecido en 6.500 paginas web en EE.UU. Es una
defensa de la pequeña nación económicamente independiente y un ataque
apasionado contra la tiranía de los grandes superestados. Arremete
contra “un gobierno demasiado grande, demasiado centralizado , demasiado
injusto, demasiado poderoso, demasiado intrusivo, demasiado negligente
ante las necesidades de los ciudadanos individuales y las comunidades
pequeñas”. Se refiere al super estado de Estados Unidos pero valdría aún
mas para un nuevo súper estado en ciernes que ni tan siquiera
cuenta con los checks and balances de EE.UU.. Es el nuevo estado
europeo.
(*) Nacido en las afueras de Liverpool (1960), Robinson ha vivido en
Londres, Sabadell, Barcelona, Nueva York y Madrid. Es licenciado por la
London School of Economics en Ciencias Económicas y Sociología y en
Periodismo por El País UAM.
Ha sido corresponsal de La Vanguardia en Nueva York. Ha trabajado en
España para Cinco Días, Business Week, The Guardian, The New Statesman,
Ajo Blanco. Ahora escribe para La Vanguardia y The Nation ( Nueva
York). Sigue a
los flujos globales de capitales que desestabilizan el mundo desde
Reikiavik a Los Angeles, La Paz a Dubai y descubre que -como dice el
geógrafo marxista David Harvey- "el capitalismo jamás resuelve sus
problemas; se limita a desplazarlos a otros lugares".