lunes, 30 de diciembre de 2013

El año 2013 acaba enmedio de nuevas perspectivas / Francisco Poveda *

Un complicado y difícil año 2013 acaba enmedio de nuevas perspectivas, mejores para unos países y más inciertas para otros. La todavía locomotora económica mundial, los EE UU, conoce una cierta recuperación del empleo y del consumo interno por una mayor confianza ciudadana y empresarial mientras la Bolsa de Nueva York, la primera del Mundo, ha conocido su mejor año de los últimos quince. Y todo, pese a la reciente retirada de estímulos de la Reserva Federal con objeto de conjurar posibilidades de recalentamiento del mercado.

En otro extremo está Rusia. No crece, incluso retrocede. Sus más que fuertes inversiones en Defensa pese a los ingentes ingresos por venta de energía está poniendo en riesgo el diseño de Estado social de Putin como buen ex comunista. Parece, seguro, que busca salida en una especie de mercado común sobre la base geopolítica de la CEI (Comunidad de Estados Independientes) partiendo de la básica unión aduanera de la que no quiere dejar escapar a la eslava Ucrania hacia la Unión Europea.

En Asia, China mantiene tipo y rentabilidad comercial mientras sigue creciendo a tasas más que aceptables (la pobreza está disminuyendo) enmedio de reformas constantes y ajustes de rumbo con un único riesgo en su sector financiero. Y Japón busca romper el conjuro de la estanflación al tiempo que intenta crecer y reducir endeudamiento antes de buscar un rumbo sin más dilación.

En América Latina, Méjico y Brasil no tiran del resto de economías de su órbita (Centroamérica y el Cono Sur respectivamente), hasta el punto de que la pobreza urbana crece en Argentina de forma significativa. Y en África, la inseguridad alimentada desde el radicalismo islámico en el Sahel y Nigeria, imposibilita ahora cualquier oportunidad de crecimiento enmedio de una crisis global selectiva.

El foco de atención está ahora sobre la Unión Europea (donde el euro sigue apreciándose respecto al dólar mientras se aleja el riesgo de ruptura en la eurozona) y más concretamente sobre el sur continental, sobre el que se cierne una prospectiva fatal de los expertos a medio y largo plazo. Grecia y Portugal parecen no tener solución de continuidad pese al rescate tras rescate, muy al contrario que Irlanda, ya fuera de peligro.

Italia, al igual que España, necesita seguir endeudándose para enjugar un déficit público galopante que no remite. Francia se revela como muy tocada por sus menores exportaciones y creciente desempleo por el cierre de empresas grandes y no tanto.

Y finalmente, España. Sus expectativas de débil crecimiento no aseguran que pueda digerir el enorme desempleo crónico casi estructural. Además, la deuda de los hogares alcanza a ser el 80% del PIB. Cierto es que ha vuelto la inversión extranjera aunque no se dice que es de carácter especulativo en busca de gangas y rentabilidad a corto y nada productiva, como era tradicional, con utilidades a largo plazo.

Como colofón un dato sorprendente: el oro se ha desplomado en 2013 como valor refugio frente a la crisis ante la aparición de otras alternativas para estos tiempos.

(*) Periodista y profesor

sábado, 16 de noviembre de 2013

Enésimo llamamiento a la regeneración democrática / Fernando Urruticoechea Basozabal *

El profesor José Luis García Delgado efectúa en El País del día 13 de noviembre, en nombre del Círculo Cívico de Opinión, un nuevo llamamiento por un compromiso de regeneración democrática, de los que ya hay infinitos en los últimos años.
Propuestas muy juiciosas, como en casi todos los casos. Esta vez con un programa de cuatro medidas urgentes: de tolerancia cero contra la corrupción, por una ética de estricta austeridad en el manejo de fondos públicos, revisión de la ley de partidos políticos, y finalmente, revisión de la ley electoral.
Pero claro, los que tiene que tomar tales medidas son las élites públicas que dice el autor del llamamiento. Y tales élites, que son los partidos políticos no parece que estén por la labor, digo yo.
Por más llamamientos que les hagamos y por más compromisos que firmen, no parecen dispuestos a perder la situación de privilegio de la que disfrutan.
Es más, incluso compañeros de García Delgado, como el profesor Santiago Muñoz Machado han declarado que "Los partidos políticos se han apoderado del aparato del Estado hasta la extenuación", en provecho propio, claro y obtenido el botín.
El profesor Alejandro Nieto afirma que existe un pacto de Estado de los partidos políticos, no contra la corrupción, sino un pacto político para tolerarla, silenciarla y fomentarla. Necesitan de la corrupción para financiarse.
¿Alguien piensa que se van a hacer el harakiri como ha propuesto el profesor Muñoz Machado, mientras puedan seguir obteniendo su botín?
Sólo nos queda seguir el ejemplo de Jesús, quien, según nos cuentan los evangelistas, estaba también tan indignado con los mercaderes del Templo, que formó un látigo con varias cuerdas y a golpes hizo salir el ganado del Templo de Jerusalén y tiró las mesas de los cambistas, haciendo caer las monedas por el suelo.
Ahora también se trata de echar a los mercaderes de los templos de nuestra democracia.
Que nos nos tiemble el pulso.
(*) Interventor de Administración Local

jueves, 3 de octubre de 2013

Sin Bruselas, la recuperación industrial es imposible / Ángel Tomás Martín *

La Comisión Europea, al fin se ha convencido de que el único camino para la recuperación de la economía pasa necesariamente por recuperar el tejido industrial perdido, e impulsar su crecimiento de forma acelerada, o se distanciará de los países más avanzados que ya han superado el crecimiento del dos por ciento sobre el PIB. 

En nuestro caso, la realidad es que la política económica ha sido desacertada y carente de visión, al no tomar las medidas necesarias para, por un lado, contener la desaparición y deslocalización de empresas industriales, que ya ha superado el treinta por ciento en el último quinquenio, y para evitar el insostenible desempleo y el altísimo endeudamiento público, situado ya cerca del 95% del PIB.

Con independencia de adelgazar el tamaño de la estructura estatal y autonómica, y la simplificación de nuestro sistema burocrático, se nos reclama: protección y fomento a la innovación e investigación, y un más ágil y efectivo acceso al crédito, imprescindibles para estimular nuestra dormida capacidad del sector productivo y de la inversión exterior en el mismo.

El impulso al sector industrial es el motor principal que puede llevarnos al crecimiento económico, a la creación de puestos de trabajo especializados, y a la disminución del endeudamiento público. La inacción y aplazamiento en la toma de medidas urgentes que hagan posible su prioridad, es un error imperdonable. La continua subida de impuestos como única solución para hacer frente al creciente endeudamiento, es necesaria para cumplir con las obligaciones contraídas, pero un error para el desarrollo económico, puesto que reduce el consumo, merma la capacidad empresarial, aumenta el paro y frena la inversión interior y sobre todo la exterior. 

El fomento industrial y su crecimiento son imprescindibles para la subida de la renta nacional y del bienestar social, y el exceso de carga fiscal merma la competitividad, perjudica la exportación e impide la creación de puestos de trabajo estables. Es necesario que fluyan nuevas ideas para nuevas políticas económicas que regeneren el sector industrial y eliminen el crecimiento continuo de la fiscalidad. Esto último es lo más fácil pero demuestra la carencia de ideas para encontrar el camino que facilite el cumplimiento a los requerimientos de Bruselas. No debemos olvidar que la planificación, la construcción de naves, instalaciones, maquinaria, etc., requieren financiación y tiempo, por tanto la destrucción industrial es de muy difícil recuperación y ésta necesita de estímulos.

Recordemos que en los años setenta San Juan de Puerto Rico alcanzó el liderazgo económico del Caribe, y fue la ubicación geográfica preferida por los emprendedores de EEUU. Se acometió el plan urbano sobre el que se asentó su famosa Milla de Oro, atrayendo industrias en base a las exenciones tributarias vigentes. Puerto Rico como Estado Asociado de EEUU, se vio obligada a derogar dichas exenciones, a partir de lo cual, en tan sólo tres años, la Milla de Oro perdió su esplendor convirtiéndose en una auténtica desolación industrial, con repercusión sobre el turismo, el comercio minorista, el bienestar social y la recaudación fiscal.

 La apreciación del euro está limitando nuestra competitividad, al fundamentarse las exportaciones, en mayor medida, en los precios antes que en la alta calidad de los productos. Es un argumento adicional para que los Países del Norte, que son beneficiarios de la situación, insten a Bruselas para que sean sensibles a nuestro problema de desindustrialización.

En la actualidad, los Estados que regeneran la actividad productiva se están convirtiendo en líderes de la economía global, como es el caso de EEUU y Canadá, entre otros, sin olvidar El Foro de Asia-Pacífico, en el que sus líderes crean alianzas para protegerse ante la decaída de Europa promoviendo medidas de desarrollo industrial sostenible y de regulación comercial competitiva. En la Comunidad Europa, en menor escala, lo están consiguiendo Polonia, Rumanía, Letonia y Estonia. El resto de los veintiocho ha destruido industria en el último quinquenio, y de ahí que Bruselas esté despertando y empiece a exigir a sus socios acciones urgentes y efectivas para detener la desaparición industrial, y medidas estructurales que propicien su creación. Es evidente que si Europa no reacciona su riqueza languidecerá, haciendo imposible su reactivación.

Alemania y Francia ya han iniciado su gran reforma para la promoción industrial. España, con un sector industrial en plena caída y en los últimos puestos de la clasificación recientemente publicada, no tiene otra opción que despertar, estudiar y acometer cuantas medidas sean necesarias para que el crecimiento sea real y no encubierto e imposible. Con independencia de apoyar la investigación, la creatividad, la innovación, el crédito y la reducción del costo energético, una reforma fiscal en profundidad que contenga una disminución de impuestos capaz de hacer atractiva la inversión interna y sobre todo externa hacia la actividad productiva, es incuestionable, de lo contrario podemos hacer un país de Estado rico con ciudadanos pobres, cuando lo deseable sería lo contrario.

España cuenta con una ubicación geográfica excelente, pero no aprovechada y con ausencia de alianzas internacionales inteligentes, consecuencia de la falta de modernización y efectividad de nuestra organización exterior, embajadas, consulados y oficinas. Sin embargo, el impulso industrial debe apoyarse en componentes de la actual coyuntura de nuestra economía. Hay un importante flujo monetario procedente del exterior, como: grandes inversores destacados, Fondos Internacionales sólidos, e inversores menores, atraídos por una oferta inmobiliaria de bajos precios, especialmente en costas, con la perspectiva de obtención de beneficios una vez iniciada la recuperación.

Ésto unido al saneamiento avanzado del sistema financiero, demanda al Estado una bajada de impuestos impulsora del crecimiento y la implantación industrial.

Para hacerlo posible, es necesario compensar la caída de la recaudación que originaría la política fiscal protectora, por un alargamiento de los plazos de amortización de la Deuda Pública, que permitiera mantener unos presupuestos generales del Estado equilibrados y viables. Nada de lo expuesto, como posible única solución a nuestro desarrollo, sin un acuerdo de Bruselas que nos exige medidas urgentes para la contención de la destrucción industrial y el inicio de su crecimiento. Su apoyo y nuestro esfuerzo colectivo permitirán alcanzar el éxito de lo que no podemos aplazar, "conseguir un tejido empresarial sólido, creciente y competitivo".

(*) Economista y empresario

lunes, 30 de septiembre de 2013

El estado de malestar / Josep Fontana *

Los defensores de las políticas de austeridad están de enhorabuena. El País apareció hace pocos días con un titular inquietante: Holanda considera inviable el bienestar. Una aparente llamada a una vida de sufrimiento, que se aclaraba al concretar que lo que su nuevo rey les había dicho a los holandeses era que el Gobierno no podía seguir soportando el coste de los servicios sociales que se integran en lo que se ha dado en llamar Estado del bienestar y que debían prepararse para un porvenir de recortes y privaciones.

Lo podrían haber completado con un estudio del Congressional Budget Office norteamericano que advierte a su Gobierno de que la inutilidad de los recortes del gasto que se están realizando hoy, porque el problema real lo van a tener a partir del 2016, cuando los baby boomers nacidos en la etapa de rápido crecimiento demográfico que se produjo entre 1945 y 1960 requieran los servicios de atención médica y seguridad social que sufraga el presupuesto. Sus cálculos conducen a anticipar que el déficit llegará a ser de un 3,5% del PIB en el 2023 y de un insostenible 6,5% en el 2038.

La previsión de que  los servicios sociales vayan a seguir siendo desmantelados no parece un buen augurio para nuestras sociedades, que se han empobrecido en los últimos años a medida que se reducía la masa salarial que reciben los trabajadores. Lo cual vale para  EEUU, donde los salarios se han mantenido estancados o en descenso entre el 2000 y el 2012 a pesar de que la productividad ha aumentado casi en un 25%; vale para Gran Bretaña, donde un estudio de los sindicatos sostiene que «desde hace 30 años la parte del ingreso nacional pagada como salarios ha disminuido en favor de los beneficios».

Y vale igualmente para España, donde la combinación del paro y del constante descenso de los salarios está engendrando unos niveles de pobreza que no es necesario consultar en las estadísticas, porque resultan cada vez más visibles en la calle.

Lo que hay que hacer para frenar este empobrecimiento, que es la consecuencia de una desigualdad creciente, lo ha explicado Paul Krugman con toda claridad: la única forma de conservar «una sociedad en la que los ciudadanos comunes tengan una esperanza razonable de mantener una vida decente, trabajando duro y ateniéndose a las reglas» es construir una vigorosa red de seguridad social que se ocupe de la sanidad y que garantice un ingreso vital mínimo. 

Y esto, en un contexto en el que la mayor parte de los ingresos van a parar al capital, solo puede hacerse si los costes de esta red social se pagan con los impuestos sobre rentas y beneficios. Esta es una parte fundamental del análisis de la situación que nos ocultan los partidarios de la austeridad: si el coste de los servicios sociales resulta insostenible es porque faltan los ingresos que se deberían pagar y que son los que proceden de la fiscalidad sobre las rentas financieras y los beneficios empresariales.

Para resolverlo no basta con eliminar formas de delincuencia económica como la evasión a paraísos fiscales o el blanqueo de capitales, con ser estos muy importantes. El trabajo de investigación de The International Consortium of Investigative Journalists, que les invito a consultar en su web (icij.org), no solo nos descubre el gigantesco volumen del tráfico de capitales, sino que nos ofrece nombres de financieros y políticos que se benefician de él.

Pero hay una forma mayor y más grave de evasión, totalmente legal, que es aquella de la que se benefician las empresas que consiguen disminuir sus cargas fiscales utilizando su influencia política. Un estudio de David Cay Johnston en The National Memo nos muestra que en un año de buenos negocios como fue el 2010, las grandes empresas norteamericanas -un grupo que concentra el 81% de todos los activos de negocios- no pagaron como impuestos sobre sus beneficios el 35% que fija la ley sino tan solo un 16,7%, pese a haber aumentado sus ganancias un 45,2%.

Esta es una de las bases en las que se asientan nuestros problemas. Emmanuel Saez, el profesor de la Universidad de California que ha mostrado hasta qué extremo ha llegado hoy el aumento de la desigualdad, no ha dudado en concluir que esta es «un producto de la política del Gobierno».

Lo cual debería llevarnos a la conclusión de que el remedio está en nuestras manos: que somos los ciudadanos quienes debemos elegir entre una sociedad del bienestar basada en una distribución más justa de los beneficios, o seguir sufriendo la continuidad de las políticas de austeridad vigentes, resignándonos a este estado de malestar en el que vivimos, que va en camino de convertirse en un auténtico infierno.

(*) Historiador

http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/estado-malestar-2697090

domingo, 15 de septiembre de 2013

Nuestro derecho a la rebelión / Pascual Serrano


Esas dos mentes brillantes y valientes que son Julio Anguita y Juan Carlos Monedero protagonizan una conversación de un centenar de páginas recogida por la editorial Icaria bajo el título A la izquierda de lo posible. Hay una parte que me ha parecido de gran interés. Es cuando Anguita plantea que los actuales gobernantes se están situando fuera de la ley en la medida en están ignorando o desmantelando derechos como el del trabajo, la vivienda, la salud, la educación, una pensión digna, la alimentación, puesto que están conculcando la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Constitución Española o la Carta Social Europea ratificada por España en 1985.

Es un enfoque interesante porque ya no necesitamos hablar en nombre del marxismo ni siquiera de la izquierda. Basta con desempolvar esas legislaciones que tienen un predicamento y aprobación universal y, a continuación, mostrar que los gobernantes están vulnerando el Estado de Derecho, están en la ilegalidad. De modo que nosotros estamos dentro y reivindicando la ley, y el gobierno fuera y vulnerándola.

La segunda deducción es que en la tradición de los históricos movimientos de liberación aplaudidos por toda la sociedad, e incluso del cristianismo, se encuentra el derecho a la rebeldía ante un gobierno despótico que no respeta la legalidad. La declaración de independencia de los Estados Unidos del 4 de julio de 1776 plantea el derecho a luchar para que haya un gobierno justo, incluso deponer al que hay si no cumple (Preámbulo: “Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad”). 

Igualmente la Declaración de Derechos Humanos de 1789, en su artículo 2, establece que la finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre, y que uno de tales derechos es la resistencia a la opresión. Por su parte, la Constitución de 1793, elemento clave del racionalismo ilustrado francés, plantea el derecho a la insurrección (Artículo 35: “Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”).

John Locke, considerado padre del liberalismo moderno, establece que la autoridad del Estado se sostiene en los principios de legalidad y respeto de los derechos humanos. Esa autoridad deja de ser legítima si deja de asegurar los derechos naturales. En su Tratado sobre el gobierno civil (1690), defiende el derecho a la rebelión señalando que si el pueblo es sometido a la miseria y padece las injusticias del poder arbitrario, entonces “maltratado y gobernado contra Derecho, estará siempre dispuesto a quitarse de encima una carga que le resulta pesadísima”.


Estas ideas tiene su origen en los teólogos cristianos. El dominico Francisco de Vitoria reconoce la licitud de robar cuando el hambre hace peligrar la vida humana o negarse a pagar un tributo en caso de que fuera injusto (Relecciones teológicas). El jesuita Juan de Mariana razonó acerca del derecho a la insubordinación (Del Rey y de la Institución real 1598-1599). El padre Francisco Suárez (Discurso de leyes, 1612) reconocía la posibilidad de desobedecer y derrocar a quien detenta la autoridad cuando, ejerciendo el mando, incumple y vulnera sus funciones. 


Pues bien. Hoy nos están arrebatando nuestras viviendas (desahucios), nuestra educación (disminución de profesorados, tasas y fin de las becas), nuestra sanidad (disminución de personal, cierres de hospitales y servicios de urgencias), nuestros derechos sociales (liquidación de la ley de dependencia), nuestras libertades públicas (represión de las manifestaciones, sistemas de vigilancia), nuestros derechos laborales (seis millones de parados, congelaciones y disminuciones salariales, facilidades para los despidos, precariedad laboral). 


No hace falta ser Lenin ni Rosa Luxemburgo para llamar a la rebelión. Los inspiradores de la Ilustración, los que redactaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, los sacerdotes del siglo XVI y los filósofos liberales hoy estarían sumándose al levantamiento. Al otro lado están los miserables que se escandalizan cuando nos atrevemos a expropiar dos carritos de supermercados. Es hora de que cada uno decida en qué bando se sitúa.

Un país a la deriva sin visos de solución / María Fidalgo Casares

Muchos conservadores españoles preveían lo que iba a pasar. Tanto, que secretamente deseaban no ganar las elecciones ante la situación catastrófica en la que les habían dejado el país, un país endeudado hasta las cejas, y un país mayoritariamente de izquierdas, que sólo retira el voto a los suyos en caso de gestiones garrafales.Mariano sabía que gran parte de sus votantes iban a ser votantes circunstanciales, horrorizados de la presidencia del Illuminati, y que no le iban a dejar pasar ni una.
La magnitud de la deuda fue mucho mayor de lo reconocido por el Gobierno anterior,  y los recortes llegaron sí o sí y llegaron las protestas. Protestas injustas, porque la trágica realidad demostraba que a Mariano no le había quedado más remedio, y protestas absurdas, porque quien más las criticaba sin rubor eran quienes las habían provocado con su política de despilfarro y falta de previsión.
La derecha, aún justificando los recortes, también protestaba cuando gastos obviamente más superfluos como subvenciones, organismos autónomos, asesores, cargos públicos… no se tocaban. Aún con la realidad de que un poco de muchísimos aporta mucho más que un mucho de pocos, consideraban que  estas “pecatas minutas “deberían haberse recortado de modo ejemplar y solidario.
A todo esto se sumó la movilización callejera, masas contra el tema de los desahucios cuando curiosamente jamás se les vio en los deshaucios de Zapatero, por la supuesta calidad de la enseñanza cuando hacía décadas que la enseñanza dejó de ser de calidad por la infame implantación  de la ESO,  auténtico cáncer del sistema,  por la privatización de la sanidad, cuando en Andalucía ante el mismo tema hacían caso omiso. Incluso movilizaciones contra la ilegitimidad de un Gobierno absolutamente legítimo. La turbia trama Bárcenas fue dinamita para estas masas que tampoco se manifestaban ante el escándalo de los Eres o las comisiones de obras de los nacionalistas catalanes, que convertían en jauja las cifras del tesorero.

Paga errores que tampoco enmienda
Y en política interior y exterior Mariano está pagando los errores de sus predecesores, pero tampoco los enmienda. La insensata carrera independentista  fue alentada por la dejadez de todos los gobernantes anteriores, cuando lo único que debían haber hecho  era asegurar el cumplimiento de la constitución, y dejadez también en no actuar ante la vulneración sistemática de algunos derechos constitucionales también en comunidades de derechas. No se les ocurrió vetar como en el resto de los países europeos, algo tan obvio como actuaciones y partidos cuyo fin es la destrucción del estado constitucional.
La política exterior, con una Europa que nos desprecia por inconscientes y una USA que nos rechaza al considerarnos traidores, y que nos pone a pies de los caballos para que llanitos arrogantes se carcajeen de nosotros en nuestra propia cara, no logrando que ni ante el enemigo exterior la oposición haga causa común con el gobierno.
Mariano obtuvo la mayoría absoluta, de forma legítima. Esto le permitiría poder tomar firmes decisiones por el bien del estado… pero está atado de pies y manos, empezando por los propios complejos de su partido que ante el temor de ser tildado de derechona se inhibe de tomar decisiones férreas, ni siquiera ante posturas claramente antidemocráticas que están empezando a surgir de la oposición. Todo esto sumado a los clientelismos de una política local mayoritariamente en manos de políticos cuyo único oficio ha sido la carrera de fondo en el partido, la corrupción de parte de la clase política estatal y sindical que ha generado un desencanto general nunca visto en un país que parece ir a la deriva.
Salvo unas minorías nacionalistas, la gran mayoría de los españoles sólo estamos de acuerdo en algo: que la única manera de salir a flote es una drástica reorganización del Estado, donde se recuperen competencias y se desmantele el faraónico e insostenible Estado autonómico, pero de eso ningún político dice ni pío.
Mariano,  mal lo tienes con la derecha desesperada, un centro derecha que te acusará como a Aznar de abuso de poder si intentas imponerte y una izquierda que jamás colaborará contigo y que antepone sus intereses de partido por encima del bien del país. Una izquierda cada vez más lejos de la socialdemocracia europea y que de nuevo sin apelar al mínimo sentido de Estado, no le duelen prendas en afirmar con descaro que desmantelará todas las leyes y reformas hechas por la derecha, lo que aumenta la inestabilidad, la inseguridad y la imagen de gobierno bananero que es lo último que necesita un país asfixiado por las deudas.
Difícil lo tienes Mariano, muy difícil.

¿Mejor dentro o fuera del euro? / Juan Torres López *

Desde que se planteó la entrada de España en el euro, e incluso en la Unión Europea, los grupos de poder y los gobernantes de turno han procurado soslayar el debate público, plural y democrático sobre sus ventajas e inconvenientes reales.

Desde el principio se trató de convencer a la población de que nuestra pertenencia a ambos clubs no tendría nada más que efectos positivos, así que quienes tratábamos de levantar la voz para mostrar lo contrario fuimos tachados siempre de iluminados, cavernarios o excéntricos.

La realidad creo que ha demostrado que el camino emprendido ha estado lleno de muchas más dificultades e inconvenientes de las que nos dijeron al iniciarlo y que el saldo final no es tan claramente favorable a nuestros intereses como se daba por hecho. Y, en cualquier caso, me parece indiscutible que la carencia de debate y la falta de claridad a la hora de poner sobre la mesas los costes y beneficios que los diferentes grupos sociales soportamos por pertenecer al euro son una clara muestra de las carencias reales y muy importantes que tiene nuestra democracia.

Soy plenamente consciente de que el asunto no se resuelve en una pocas líneas pero como una muestra más de que la realidad no es la que nos quieren hacer creer me parece oportuno traer aquí los datos bastante significativos que proporciona John Weeks, economista y profesor de la Universidad de Londres, en un artículo reciente (Join The Euro? Yes, For Lower Growth).

Aunque sabemos que el Producto Interior Bruto (PIB) no es un indicador adecuado para conocer el estado real de una economía (entre otras cosas, porque el PIB deja muchos factores y costes y beneficios fuera, como los ambientales; porque no valora más que las actividades que tienen expresión monetaria; o porque desconoce todo lo que tenga que ver con la calidad o con los efectos de la actividad económica), podemos utilizar en este caso su tasa de crecimiento para comparar lo que ocurre dentro y fuera del euro. De hecho, esa tasa es la que usan los economistas convencionales para evaluar la situación en la que se encuentran las distintas economías, afirmando que van bien y que se crea empleo cuando crece y que van mal y aumenta el paro si disminuye.

Pues bien, al respecto es interesante comprobar lo que ha ocurrido con los 12 países de la Unión Europea que a partir de 1999 (Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal y España) o 2001 (Grecia) entraron a formar parte del euro con lo sucedido en los 10 que no entraron en la unión monetaria (Chequia, Chipre, Dinamarca, Estonia, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Reino Unido y Suecia), a los que Weeks añade Noruega, al tratarse de una economía plenamente integrada en el espacio económico europeo.

Los datos son claros. Entre 2000 y 2007, en la etapa de expansión económica, los países que formaban parte del euro tuvieron un crecimiento promedio anual del 2,8%, mientras que los que no formaban parte de él alcanzaron una del 4,3%.
Es decir, que hubo una diferencia muy notable (de 1,5 puntos) a favor de los países que permanecieron fuera del euro, una diferencia que sería aún mayor (de 2 puntos) si se tomara el periodo de 2002 a 2007.

En el siguiente periodo de crisis que va del primer trimestre de 2008 al segundo del año actual, 2013, se vuelve a registrar la diferencia a favor de los países que se quedaron fuera de la unión monetaria europea.

Para esta fase ya había 16 países dentro del euro (Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal y España y sin contar Malta por falta de datos), que registraron un crecimiento promedio anual negativo del -0,7%.

Sin embargo, los 7 países que permanecían fuera del euro (Chequia, Chipre, Dinamarca, Hungría, Noruega, Polonia, Reino Unido y Suecia), registraron un tasa promedio anual de crecimiento positiva, del 0,4% (que sería del 0,6% si se excluyera al Reino Unido que en materia de austeridad se ha comportado en ese periodo prácticamente igual que los países del euro).

Pero el peor rendimiento de los países del euro, en cuanto a crecimiento económico se refiere, es aún más evidente en esta etapa de crisis si se distinguen dos fases dentro de ella. Una primera marcada por la política de estímulos a la actividad, hasta mediados de 2010, y otra segunda de políticas de austeridad en el seno de la Eurozona, desde 2010 hasta ahora.

Se comprueba fácilmente que el estímulo permitió a las economías de dentro y fuera del euro recuperar el crecimiento: gracias a esas políticas, las economías del euro pasaron de las tasas negativas de 2009 a registrar un crecimiento positivo del 2,2% a mediados de 2010. Sin embargo, a partir de este último año se pusieron en marcha las llamadas políticas de austeridad que han conducido a registrar de nuevo una tasa de crecimiento del PIB negativa (del -1,5%) tres años más tarde en los países de la Eurozona.

Por su parte, el impacto de las políticas de estímulo en el crecimiento de los países que se mantenían fuera del euro fue mayor mientras que la caída posterior, cuando la austeridad deterioró el clima general, fue menor, pues han llegado al segundo trimestre de 2013 con una tasa de crecimiento positiva del 0,4%, y sin que apenas se haya registrado (salvo muy levemente en dos trimestres) una tasa de crecimiento negativa.

La conclusión a la que llega John Weeks es clara: pertenecer al euro ha supuesto una penalización en términos de crecimiento económico a las economías que forman parte de la unión monetaria de 1,5 puntos porcentuales en la fase de expansión y de 1,1 puntos en la de crisis.

Aún a sabiendas de que hay que tener en cuenta otros factores, lo cierto es, por tanto, que pertenecer al euro se ha demostrado como una circunstancia que genera menor crecimiento de la actividad económica, mientras que haber permanecido fuera está asociado a tasas más elevadas de crecimiento de las economías. A la luz de los datos puede afirmarse, pues, que no son ciertas las virtudes que se dicen que son indiscutibles e intrínsecas a la pertenencia a la unión monetaria europea. Bien porque está muy mal diseñada (por asimétrica y por favorecer solo a algunos países), bien porque las políticas que se aplican son contraproducentes para la actividad y el empleo, lo cierto es que pertenecer a ella tiene costes explícitos en términos de crecimiento económico.

Por tanto, es muy posible que fuera del euro le hubiera ido mejor a la economía española en su conjunto, aunque no, desde luego a los grandes grupos empresariales, inmobiliarios, industriales y financieros españoles y extranjeros que han casi monopolizado sus ventajas. Parece entonces evidente que es obligado poner sobre la mesa este tipo de datos y debatir con rigor y pluralidad sobre dónde nos conviene más estar porque las cosas no son tan evidentes como nos han querido y nos quieren hacer creer.

(*) Catedrático de la Universidad de Sevilla y miembro del consejo de ATTAC

Un sistema corrupto / Xavier Caño Tamayo *

A partir de los años 60, en España unos cuantos aprovechados, en íntimo contubernio con la dictadura franquista, se enriquecieron velozmente con la acelerada construcción de miles de enormes, desangelados y feos bloques de pisos en las grandes ciudades. Millones de viviendas mediocres para ser habitadas por millones que, huyendo de pobreza y hambre de todas las regiones del Estado, emigraban a Cataluña, Madrid y País Vasco, sobre todo. Décadas después, otro lodazal de especulación y corrupción inmobiliarias se reinstaló en el reino de España. A las construcciones masivas de edificios de viviendas de antaño se unió el ataque contra las costas, concentraciones turístico-estivales, proliferación de campos de golf y de puertos deportivos. Escenario fértil para la corrupción.

Según escribe Carlos Sánchez, “no hay presidente de comunidad autónoma que no haya creado una red clientelar a su alrededor con empresarios locales que han comido y bebido de forma copiosa del presupuesto. Es el origen de la corrupción político-económica en España: élites locales que han engrasado el sistema de partidos para ganar concursos y concesiones públicas”.

Así es. Los tribunales españoles investigan hoy 1.661 casos de corrupción política y financiera y más de 300 políticos profesionales españoles están actualmente imputados por presunta corrupción. Según el Barómetro Global de la Corrupción 2013 de Transparency International, el 86% de españoles considera corrupto este país.

The New York Times publicó un extenso artículo sobre la corrupción en España, donde afirma que los jueces españoles investigan a unos 1.000 políticos (desde concejales y alcaldes, consejeros y altos cargos autonómicos a ex ministros del Gobierno). La connivencia entre élites políticas y empresariales es cada vez mayor en España según Pascual-Ramsay en Financial Times. Friedrich Schneider, de la Universidad Johannes Kepler de Linz, afirma que la corrupción en España es un “1% del PIB”. En realidad, los casos de corrupción que aparecen en los medios desde hace años no son solo la actuación de individuos sinvergüenzas, son tramas de saqueo económico de alcance estructural. 

Pero la corrupción no afecta solo al Reino de España. El Banco Mundial considera que la corrupción supone del 0,5% al 2% de la riqueza nacional en los países de la OCDE, los 30 más desarrollados del mundo. Y la Comisión Europea calcula que la corrupción cuesta a Europa 120.000 millones de euros anuales: 1,1% de su riqueza.

Curiosamente, Transparency International, organización global contra la corrupción, olvida en sus informes que hay corrompidos y corruptores. Denuncia a muchos corrompidos en África, Asia y Latinoamérica, pero ignora que grandes empresas y corporaciones de Estados Unidos y de la Unión Europea sobornan en esos países para obtener más beneficios. No hay corrupción sin corruptores.

Y es que la corrupción está incrustada en el corazón del sistema. Hasta hace un tiempo, por ejemplo, en Francia las empresas podían deducir fiscalmente el pago de sobornos de funcionarios o políticos de otros países. Y en Alemania, pagar sobornos en el extranjero era deducible de los impuestos como gastos empresariales, hasta hace cinco años. La presión de la ONU hizo desaparecer tal indignidad. 

La lista de grandes casos de corrupción en Estados Unidos y Europa es larga. Los broches podrían ser un Berlusconi promulgando leyes de inmunidad para evitar sus condenas por corrupción o que en Alemania directivos y ejecutivos de casi todas las grandes corporaciones se hayan sentado en el banquillo de los acusados en los últimos años. Cajas ocultas, dinero negro, sobornos, engaño organizado, estafas, manipulaciones contables…Una veintena de corporaciones empresariales alemanas han estado o están en el punto de mira por manipulación y fraude. 

Es curioso, porque el FMI y el Banco Mundial prometían en sus informes de los años 80 que la privatización de lo público (que amenazaba ya a medio mundo) suprimiría la corrupción. Pero ha sido justamente lo contrario. Marx tenía razón al escribir que “todas las naciones capitalistas abrazan periódicamente el fraude, pretendiendo ganar dinero sin producir”. 
Según Denis Robert, periodista de investigación financiera, este sistema económico-financiero está viciado de raíz y no hay voluntad real de eliminar la corrupción. A los hechos me remito. Para abundar en la cuestión, podríamos echar un vistazo al oscuro mundo de los paraísos fiscales, del fraude fiscal sistemático, del blanqueo de dinero sucio en plan industrial… Corrupción es mucho más que lo que denuncia Transparency International y ocupa las portadas de los periódicos. Es el sistema capitalista el que está ya definitivamente corrompido.
(*) Miembro de ATTAC-Madrid

miércoles, 14 de agosto de 2013

Crecimiento sin auténticas reformas básicas, una falacia / Ángel Tomás *

El hombre y, en especial los dirigentes políticos, tienen una inclinación irrefrenable a comunicar insistentemente que las tendencias económicas adversas han alcanzado su punto de inflexión, que la recesión ha terminado y que el crecimiento será una realidad al alcance de la mano. Puede haber hechos positivos que respalden el posible cese de la  recesión, incluso una ligera disminución del desempleo, pero asegurar que el crecimiento se ha iniciado aunque su recuperación será lenta, puede ser una falacia. 

Políticamente es  histórico el empeño en alentar, mediante previsiones optimistas, a los ciudadanos y en especial al empresariado, con el objeto de transformar el pesimismo en ilusión. Es una filosofía casi unánime de los líderes políticos para procurarse estabilidad, sin que en la mayoría de los casos hayan instaurado las reformas y estímulos imprescindibles para que la inversión y el crecimiento sean una realidad. Olvidan que generar ilusión y optimismo sin signos evidentes de crecimiento y sin que se cumplan las previsiones puede convertirse en un fracaso irreparable.

Sufrimos desde hace seis años una crisis que ha detenido la inversión y reducido progresivamente la demanda. Sin que se inicie la primera y crezca la segunda, no debe aventurarse y mucho menos asegurar que el crecimiento empieza a ser una realidad.

En economía no hay posibilidad de bonanza y bienestar sin que se consiga "el equilibrio inversión-demanda". Para conseguirlo, no se han establecido los siguientes pilares básicos: 

1.- Saneamiento real y definitivo del sistema financiero. 
2.- Determinar los sectores económicos propios que España posee con posibilidad probada de rentabilidad, a la que la inversión debe dirigirse, y establecer los estímulos imprescindibles. 
3.- Reformas fiscales homologables con los países de nuestro entorno, y estimulantes al emprendimiento real y al crecimiento empresarial de las consolidadas, sin olvidar también impulsar la exportación, y 
4.- Potenciar la investigación, la innovación y la competitividad.

Sin abordar y regular con urgencia los cuatro puntos anteriormente expuestos, no será realidad  el crecimiento  que se asegura, ni saldremos de la crítica situación económica en la que nos encontramos, ni será posible hacer frente puntualmente al endeudamiento público contraído, que está subiendo de forma descontrolada y que supera con holgura  nuestro producto interior bruto.

Cuestión clave para detener la recesión y propiciar el crecimiento de forma urgente, es el punto tercero del párrafo anterior, la reordenación legislativa del sistema tributario que  haga posible la inversión hacia el crecimiento. Es indudable la obligatoriedad que todos tenemos de contribuir al presupuesto de ingresos del Estado, es un principio aceptado mundialmente, pero otra cuestión es que el legislador olvide también el principio de igualdad y progresividad sin rebasar la línea confiscatoria, como establece nuestra Constitución, y el reconocimiento a la propiedad privada contenido en su artículo 33. Es también un hecho probado que la continua subida de impuestos no consigue aumentar la recaudación, y sí la deslocalización de empresas y la minoración de la riqueza.

Sabido es que una economía en continuo crecimiento y sin control, como la que hemos vivido hasta el 2007, nos ha llevado, no sólo a la crisis, sino a un endeudamiento público desproporcionado y de difícil amortización, producto todo ello de haber sufrido una evidente ausencia de control presupuestario y una ignorancia supina en la dirección y administración de la economía política. Los impuestos serán imprescindibles para nivelar el endeudamiento, pero sin una planificación de la deuda a muy largo plazo y módico interés, y sin una disminución de la presión tributaria que haga posible el crecimiento y como consecuencia el de la recaudación, no conseguiremos el equilibrio inversióndemanda-rendimiento.

El crecimiento impositivo continuo, puede ser producto de carencia de ideas y de recursos para impulsar el tejido empresarial como única solución, porque del emprendimiento privado y el crecimiento de las pymes consolidadas dependerá el desarrollo de España y de la propia Europa. La Autoridad Económica no debe olvidar que el empresario español dedica no menos del 40% de su actividad a cubrir sus impuestos, que sus gravámenes medios, tanto del impuesto de sociedades como de las rentas del trabajo, superan la media de la Unión Europea, de la propia Alemania, y de países cuyo éxito de crecimiento se debió, en gran parte, a la reducción de su presión fiscal, tales como Canadá, Austria y Países Bajos.

Necesariamente el esfuerzo fiscal privado debe ir acompañado de un proyecto efectivo y urgente de austeridad  colectiva estatal y corporativa. Para que el crecimiento de la Europa Comunitaria sea colectivo, debería propiciarse la debilidad del euro contra el dólar, hecho que ayudaría a la exportación y a la balanza exterior, salvo que la fortaleza y solidez del dólar haga imposible esa menor valoración, lo  cual, por otra parte, pondría en evidencia una Europa paralizada débil y carente de liderazgo.

(*) Economista y empresario

domingo, 4 de agosto de 2013

Stanley Payne: “El español medio se ha convertido en un ser anestesiado y con pocas ambiciones trascendentales”


MADRID.- En otras épocas, las masas hacían acto de presencia. España fue tierra de grandes revueltas populares a lo largo del siglo XIX y durante el primer tercio del siglo pasado. Otro tanto sucedió con mayor o menor intensidad en otros países europeos, como ha descrito el hispanista estadounidense Stanley Payne (Texas, 1934) en su libro “La Europa revolucionaria”.

“Hemos llegado al límite”. “Esto está a punto de estallar”. “Hay que tomar la calle”. Son algunas de las expresiones que acompañan las malas noticias económicas y los últimos escándalos políticos. Sin embargo, los años se suceden y da la impresión de que el hastío generalizado no pasa de las meras palabras.

En un momento en donde la injusticia y los abusos parecen ser más patentes que nunca, la población soporta estos contratiempos. ¿Qué nos ha cambiado? ¿Es que no somos los mismos españoles de siempre? Se lo preguntamos a uno de los mejores conocedores de la Historia de España en el último siglo.

La gente se pregunta por qué no estalla una revolución social, como pasó en nuestro país a principios del siglo XX.
Porque estamos en un época muy diferente de aquélla. Entre los siglos XIX y XX acontecieron en poco tiempo grandes cambios políticos, sociales, demográficos y tecnológicos. Al juntarse todos ellos terminaron revolucionando los ánimos de las masas.

Ahora también hay grandes avances tecnológicos...
Pero no han sido tan fuertes como para movilizar a una sociedad en la misma medida que lo hicieron las grandes rotativas, la radio o el telégrafo. Los grandes cambios tecnológicos conocidos desde la muerte de Franco más bien han conseguido atomizar a los españoles. La implantación del Estado del Bienestar también ha anestesiado a la sociedad, al igual que ha ocurrido en otros países desarrollados.

Pero... ¿acaso no vemos ahora un gran descontento social?
Por supuesto que lo hay, y mucho. Pero pasar del descontento a la rebelión implica atravesar un trecho largo y complicado. En España, además, el Poder está en manos de una estructura partitocrática dominada por cuadros políticos, los cuales dificultan cualquier solución a las reivindicaciones ciudadanas.

¿Cómo evitar la partitocracia sin caer en una especie de caudillismo
“a la italiana”, lleno de “berlusconis” y “beppes grillos”?

Fortaleciendo la sociedad civil, con ciudadanos bien informados y gran sentido de la responsabilidad. Esto no es nada fácil. Italia lo intentó con la “revolución de los jueces” a principio de los 90. Pero luego reconstruyó el sistema de partidos con los mismos fallos y defectos del antiguo sistema.

¿Y por qué es tan difícil?
Porque la sociedad española está anestesiada por anti-valores que desmovilizan a la gente: la telebasura, los deportes, el hedonismo, el consumismo... Con una ciudadanía absorbida por estas realidades resulta muy complicado que surja una movilización para mejorar las estructuras políticas. El horizonte vital de la mayor parte de la gente consiste en disfrutar de la mejor forma posible. El español medio se ha convertido en un ser anestesiado y con pocas ambiciones trascendentales.

El presidente de Metroscopia nos decía que el español es menos apasionado de lo que se piensa. ¿Está de acuerdo?
Sí, es cierto. Es algo que también sorprende a muchos extranjeros que visitan España. Tienen la imagen del español exaltado de hace cien años y de la Guerra Civil. Pero aquello se acabó. La cultura se ha transformado. El español medio actual es un ser sosegado. No pide demasiado; pide algo, pero no mucho. Es modesto en sus apetitos. Acepta lo que tiene y trata de disfrutar lo mejor que pueda.

¿Y las ideologías? En España actuaron como palancas de los grandes
movimientos sociales.

Ahora no hay ideologías nuevas que puedan actuar como palancas de la sociedad. Si acaso, en España se ha impuesto el “buenismo”, lo políticamente correcto. Pero este “buenismo” no busca azuzar grandes revueltas, sino al revés. El buenismo está en contra de las revueltas. Pretende dominar la sociedad, pero promoviendo conformismo, no revueltas.

¿Un cambio del sistema electoral puede servir cambiar las cosas?
No totalmente, pero sí sería un primer caso. Las listas abiertas acortarían las distancias entre votante y diputado, además de aumentar el pluralismo político. Ahora el diputado está pendiente de lo que opina el líder que le coloca en las listas, no del ciudadano que le vota.

Parece que la diferencia entre izquierda y derecha se ha difuminado. Es una crítica que hacen a PP y PSOE.
Es misma crítica se escuchaba también en la época de la Restauración borbónica, referida al Partido Conservador y al Partido Liberal. El PP y el PSOE se diferencian por el papel que cada uno atribuye al Estado en la economía. El PP quiere que intervenga poco y el PSOE lo contrario. El problema de estos años de crisis es que ni uno ni otro tienen margen de maniobra para cambiar la política económica. Como el PSOE necesita diferenciarse del PP (y no puede hacerlo por la parte económica) se ha volcado de lleno sobre la revolución cultural.

¿A qué revolución cultural se refiere?
A cosas como la ideología de género, el ecologismo, el lobby gay, la hostilidad contra la Iglesia... es decir: en todo lo que sea incidir en un estilo de vida alternativo al tradicional y cosas así...España se ha convertido en un país de clase postmodernista. Los radicalismos políticos casi se han extinguido totalmente. Han sido sustituidos por expresiones de la revolución cultural, pero sin capacidad de movilizar a las masas.

Esto me recuerda a lo que decía un político socialista con cierta sorna: “Debemos darle caña a la la Iglesia porque es lo único que nos queda de rojos”.
Efectivamente, la expresión del nuevo radicalismo occidental es de tipo cultural. Al contrario de los antiguos revolucionarios políticos, estos nuevos revolucionarios culturales no pretenden cambiar las estructuras políticas, sino la identidad individual.

La indignación popular contra la clase política es patente, pero a diferencia de otras épocas, la mayoría de los españoles no salen a la calle para manifestar su repulsa

¿Dónde han quedado las grandes masas populares que provocaban cambios políticos como la revolución rusa o la llegada de la II República española?
Han desaparecido totalmente o se han reducido a la mínima expresión. El movimiento social más importante de la España del siglo XX fue el anarquismo. Ya casi murió. Tampoco existe en Europa, a excepción de Grecia, donde aún queda cierta vida anarquista con capacidad de radicalizar las revueltas de las calles.

Las sociedades islámicas parecen estar despertando. ¿Por qué no también las occidentales?
Es un problema muy distinto. Lo que está ocurriendo en los países árabes (no me refiero a los islámicos en general, sino a los árabes en particular) es una reacción contra el despotismo, que es el sistema político natural al que tienden estos países.

¿Por qué?
Porque en ellos apenas existe sociedad civil, ni educación cívica o política. Cuando eliminan el despotismo, los países árabes tienden a la fragmentación. Y entonces se imponen los islamistas, porque tienen un mensaje que la gente entiende fácilmente. Pero este mensaje es difícilmente compatible con el concepto de sociedad civil tal y como lo entendemos en Occidente.

¿Podrá Europa integrar la inmigración musulmana?
Supone un desafío enorme. Europa nunca aceptará costumbres islámicas como la sharía. Los musulmanes tendrán que vivir bajo las mismas leyes de cada país y, en parte, bajo la misma cultura. El multiculturalismo no existe. Cada país tiene una cultura cívica única y todos los ciudadanos deben aceptarla.

domingo, 7 de julio de 2013

¡Todos fichados! / Ignacio Ramonet

Nos lo temíamos (1). Y tanto la literatura (1984, de George Orwell) como el cine de anticipación (Minority Report, de Steven Spielberg) nos habían avisado: con los progresos de las tecnologías de comunicación todos acabaríamos siendo vigilados. Claro, intuíamos que esa violación de nuestra privacidad la ejercería un Estado neototalitario. Ahí nos equivocamos. Porque las inauditas revelaciones efectuadas por el valeroso Edward Snowden sobre la vigilancia orwelliana de nuestras comunicaciones acusan directamente a Estados Unidos, país antaño considerado como “la patria de la libertad”. Al parecer, desde la promulgación en 2001 de la ley “Patriot Act” (2), eso se acabó. El propio presidente Barack Obama lo acaba de admitir: “No se puede tener un 100% de seguridad y un 100% de privacidad”. Bienvenidos pues a la era del ‘Gran Hermano’...

¿Qué revelaciones ha hecho Snowden? Este antiguo asistente técnico de la CIA, de 29 años, y que últimamente trabajaba para una empresa privada –la Booz Allen Hamilton (3)– subcontratada por la Agencia estadounidense de Seguridad Nacional  (NSA, por sus siglas en inglés), reveló mediante filtraciones a los diarios The Guardian y The Washington Post, la existencia de programas secretos que permiten la vigilancia de las comunicaciones de millones de ciudadanos por parte del Gobierno de Estados Unidos.

Un primer programa entró en vigor en 2006. Consiste en espiar todas las llamadas telefónicas que se efectuan, a través de la compañía Verizon, dentro de Estados Unidos, y las que se hacen desde allí hacia el extranjero. Otro programa, llamado PRISM, fue puesto en marcha en 2008. Supone la recolección de todos los datos enviados por Internet –correos electrónicos, fotos, vídeos, chats, redes sociales, tarjetas de crédito...– únicamente (en principio) por extranjeros que residen fuera del territorio norteamericano. Ambos programas han sido aprobados en secreto por el Congreso de Estados Unidos, al que se habría mantenido, según Barack Obama, “constantemente informado” sobre su desarrollo.

Sobre la dimensión de la increíble violación de nuestros derechos civiles y de nuestras comunicaciones, la prensa ha aportado detalles espeluznantes. El 5 de junio, por ejemplo, The Guardian publicó la orden emitida por el Tribunal de Supervisión de Inteligencia Extranjera, que exigía a la compañía telefónica Verizon la entrega a la NSA del registro de decenas de millones de llamadas de sus clientes. El mandato no autoriza, al parecer, a conocer el contenido de las comunicaciones ni los titulares de los números de teléfono, pero sí permite el control de la duración y el destino de esas llamadas. El día siguiente The Guardian y The Washington Post revelaron la realidad del programa secreto de vigilancia PRISM, que autoriza a la NSA y al FBI a acceder a los servidores de las nueve principales empresas de Internet (con la notable excepción de Twitter): Microsoft, Yahoo, Google, Facebook (4), PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple.

Mediante esta violación de las comunicaciones, el Gobierno estadounidense puede acceder a archivos, audios, vídeos, correos electrónicos o fotografías de sus usuarios. PRISM se ha convertido de ese modo en la herramienta más útil de la NSA a la hora de elaborar los informes que diariamente entrega al presidente Obama. El 7 de junio, los mismos diarios publicaron una directiva de la Casa Blanca en la que el presidente ordenaba a sus agencias de inteligencia (NSA, CIA, FBI) establecer una lista de posibles países susceptibles de ser ‘ciberatacados’ por Washington. Y el 8 de junio, The Guardian filtró la existencia de otro programa que permite a la NSA clasificar los datos que recopila en función del origen de la información. Esta práctica, orientada al ciberespionaje en el exterior, permitió recopilar –sólo en marzo pasado– unos 3.000 millones de datos de ordenadores en Estados Unidos...

Durante estas últimas semanas, ambos periódicos han ido revelando, gracias a filtraciones de Edward Snowden, nuevos programas de ciberespionaje y vigilancia de las comunicaciones en países del resto del mundo. “La NSA –explicó Edward Snowden– ha construido una infraestructura que le permite interceptar prácticamente cualquier tipo de comunicación. Con estas técnicas, la mayoría de las comunicaciones humanas se almacenan para servir en algún momento a un objetivo determinado”.

La Agencia de Seguridad Nacional (NSA), cuyo cuartel general se halla en Fort Meade (Maryland), es la más importante y la más desconocida agencia de inteligencia norteamericana. Es tan secreta que la mayoría de los estadounidenses ignora su existencia. Controla la mayor parte del presupuesto destinado a los servicios de inteligencia, y produce más de cincuenta toneladas de material clasificado al día... Ella –y no la CIA– es quien posee y opera el grueso de los sistemas estadounidenses de recogida secreta de material de inteligencia: desde una red mundial de satélites hasta las decenas de puestos de escucha, miles de ordenadores y los masivos bosques de antenas situados en las colinas de Virginia Occidental. Una de sus especialidades es espiar a los espías, o sea a los servicios de inteligencia de todas las potencias, amigas o enemigas. Durante la guerra de las Malvinas (1982), por ejemplo, la NSA descifró el código secreto de los servicios de inteligencia argentinos, haciendo así posible la transmisión de información crucial a los británicos sobre las fuerzas argentinas...

Todo el sistema de interceptación de la NSA puede captar discretamente cualquier e-mail, cualquier consulta de Internet o conversación telefónica internacional. El conjunto total de comunicaciones interceptadas y descifradas por la NSA constituye la principal fuente de información clandestina del Gobierno estadounidense.

La NSA colabora estrechamente con el misterioso sistema Echelon. Creado en secreto, después de la Segunda Guerra Mundial, por cinco potencias (los “cinco ojos”) anglosajonas: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Echelon es un sistema orwelliano de vigilancia global que se extiende por todo el mundo y está orientado hacia los satélites que se utilizan para transmitir la mayor parte de las llamadas telefónicas, comunicaciones por Internet, correos electrónicos y redes sociales. Echelon puede captar hasta dos millones de conversaciones al minuto. Su misión clandestina es el espionaje de Gobiernos, partidos políticos, organizaciones y empresas. Seis bases a través del mundo recopilan las informaciones e interceptan de forma indiscriminada enormes cantidades de comunicaciones que los superordenadores de la NSA posteriormente criban mediante la introducción de palabras clave en varios idiomas.

En el marco de Echelon, los servicios de inteligencia estadounidense y británico han establecido una larga colaboración secreta. Y ahora hemos sabido, gracias a nuevas revelaciones de Edward Snowden, que el espionaje británico también pincha clandestinamente cables de fibra óptica, lo que le permitió espiar las comunicaciones de las delegaciones que acudieron a la Cumbre del G-20 de Londres en abril de 2009. Sin distinguir entre amigos y enemigos (5).

Mediante el programa Tempora, los servicios británicos no dudan en almacenar colosales cantidades de información obtenida ilegalmente. Por ejemplo, en 2012, manejaron unos 600 millones de “conexiones telefónicas” al día y pincharon, en perfecta ilegalidad, más de 200 cables... Cada cable transporta 10 gigabytes (6) por segundo. En teoría, podrían procesar 21 petabytes (7) al día; lo que equivale a enviar toda la información que contiene la Biblioteca Británica 192 veces al día...

Los servicios de inteligencia constatan que ya hay más de 2.000 millones de usuarios de Internet en el mundo y que casi más de mil millones utilizan Facebook de forma habitual. Por eso se han fijado como objetivo, transgrediendo leyes y principios éticos, controlar todo lo que circula por Internet. Y lo están consiguiendo: “Estamos empezando a dominar Internet”, confesó un espía inglés, “y nuestra capacidad actual es bastante impresionante”. Para mejorar aún más ese conocimiento de Internet, la Government Communications Headquarters (GCHQ, Agencia de inteligencia británica) lanzó recientemente dos nuevos programas: Mastering The Internet (MTI) sobre cómo dominar Internet, e Interception Modernisation Programme para una explotación orwelliana de las telecomunicaciones globales. Según Edward Snowden, Londres y Washington acumulan ya, diariamente, una cantidad astronómica de datos interceptados clandestinamente a través de las redes mundiales de fibra óptica. Ambos países destinan en total a unos 550 especialistas a analizar esa titánica información.

Con la ayuda de la NSA, la GCHQ se aprovecha de que gran parte de los cables de fibra óptica que conducen las telecomunicaciones planetarias pasan por el Reino Unido, y los ha interceptado con sofisticados programas informáticos. En síntesis, miles de millones de llamadas telefónicas, mensajes electrónicos y datos sobre visitas a Internet son acumulados sin que los ciudadanos lo sepan, bajo pretexto de reforzar la seguridad y combatir el terrorismo y el crimen organizado.

Washington y Londres han puesto en marcha un orwelliano plan ‘Gran Hermano’ con capacidad de saber todo lo que hacemos y decimos en nuestras comunicaciones. Y cuando el presidente Obama apela a la ‘legitimidad’ de tales prácticas de violación de la privacidad, está defendiendo lo injustificable. Además, hay que recordar que por haber realizado labores de información sobre peligrosos grupos terroristas con base en Florida –o sea, una misión que el presidente Obama considera hoy como ‘perfectamente legítima’– cinco cubanos fueron detenidos en 1998 y condenados por la Justicia estadounidense a largas e inmerecidas penas de prisión (8). Un escándalo judicial que es hora de reparar liberando a esos cinco héroes (9).

El presidente Barack Obama está abusando de su poder y restando libertad a todos los ciudadanos del mundo. “Yo no quiero vivir en una sociedad que permite este tipo de actuaciones”, protestó Edward Snowden cuando decidió hacer sus impactantes revelaciones. Las divulgó, y no es casualidad, justo cuando empezaba el juicio contra el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar secretos a WikiLeaks, la organización internacional que publica informaciones secretas de fuentes anónimas. Y cuando el cibermilitante Julian Assange lleva un año refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres... Snowden, Manning, Assange, son paladines de la libertad de expresión, luchadores en beneficio de la salud de la democracia y de los intereses de todos los ciudadanos del planeta. Hoy acosados y perseguidos por el ‘Gran Hermano’ estadounidense (10).

¿Por qué estos tres héroes de nuestro tiempo aceptaron semejante riesgo que les puede hasta costar la vida? Edward Snowden, obligado a pedir asilo político en Ecuador, contesta: “Cuando te das cuenta de que el mundo que ayudaste a crear va a ser peor para la próxima generación y para las siguientes, y que se extienden las capacidades de esa arquitectura de opresión, comprendes que es necesario aceptar cualquier riesgo. Sin que te importen las consecuencias”.

(1) Véase Ignacio Ramonet, “Vigilancia total” y “Control social total”, en Le Monde diplomatique en español, respectivamente agosto de 2003 y mayo de 2009.
(2) Propuesta por el presidente George W. Bush y adoptada en el contexto emocional que sucedió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, la ley “Patriot Act” autoriza controles que interfieren en la vida privada, suprimen el secreto de la correspondencia y la libertad de información. Ya no se exige una autorización para las escuchas telefónicas. Y los investigadores pueden acceder a las informaciones personales de los ciudadanos sin orden de registro.
(3) En 2012, esta empresa le facturó a la Administración estadounidense 1.300 millones de dólares por “asistencia en misiones de inteligencia”.
(4) Hemos sabido recientemente que Max Kelly, el responsable principal de seguridad de Facebook, encargado de proteger la información personal de los usuarios de esta red social contra ataques externos, dejó esta empresa en 2010 y fue reclutado... por la NSA.
(5) Espiar a diplomáticos extranjeros es legal en el Reino Unido: lo ampara una ley aprobada por los conservadores británicos en 1994 que pone el interés económico nacional por encima de la cortesía diplomática.
(6) El byte es la unidad de información en informática. Un gigabyte es una unidad de almacenamiento de información cuyo símbolo es GB, y equivale a 109 bytes, o sea mil millones de bytes, equivalente, en texto escrito, a una furgoneta llena de páginas con texto.
(7) Un petabyte (PT) equivale a 1015 bytes.
(8) La misión de los cinco –Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González– consistía en infiltrar y observar las actuaciones de grupos de exiliados cubanos para prevenir actos de terrorismo contra Cuba. A propósito del juicio que condenó a varios de ellos a penas de cadena perpetua, Amnistía Internacional declaró en un comunicado que “durante el juicio no se presentó ninguna prueba que demostrase que los acusados realmente hubieran manejado o transmitido información clasificada”.
(9) Véase Fernando Morais, Los últimos soldados de la guerra fría, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2013.
(10) Edward Snowden corre el riesgo de ser condenado a 30 años de prisión después de haber sido acusado oficialmente por la Administración de Estados Unidos de “espionaje”, “robo” y “utilización ilegal de bienes gubernamentales”.

domingo, 30 de junio de 2013

Se trata de practicar el Evangelio / Francisco Poveda*

Los cien primeros días del pontificado del papa Francisco arrojan un balance tan claro como elemental: lo esencial es practicar el Evangelio. Y en ese mensaje ha empeñado todo su esfuerzo un sacerdote argentino de apellido Bergoglio, que viene por vocación, compromiso y entrega de un mundo de solidaridad con el prójimo oprimido como figura clave y central en el Evangelio entero. Es su 'chip' de pastor.

Tiene mucho mas que claro este Papa que la Iglesia no debe pasivamente esperar el acercamiento de la gente sino ir a su encuentro como herramienta de esperanza en este valle de lágrimas, donde el alma debe perfeccionarse a través del sufrimiento físico y moral. Es el prójimo quien necesita ahí de nuestra ayuda y compañía en los momentos más bajos. "Venid a mi todos los que os sentís agobiados que yo os aliviaré", dicen que dijo Jesús. Pues precisamente de eso se trata, de aliviar entre todos sin interferir el proceso de perfección.

Mucha más gente de la que imaginamos tiene una necesidad imperiosa de Dios y no solo los que parecen endemoniados. La verdad es más fuerte que la mente y su búsqueda mueve al ser humano durante toda su existencia para trascender a la vida física y la materia corruptible. Si el hombre es ser emocional en un plano, en el otro es religioso y/o espiritual, como dos caras de una misma hoja, en la confianza de esa trascendencia y alivio eterno.

La virtualidad de este Papa, sensible a la teología de la liberación por proximidad geográfica y formación jesuítica, es que introducirá de lleno, si puede, a la Iglesia Católica en el siglo XXI sin renunciar a la esencia doctrinal pero proyectando esa doctrina en un plano práctico y sumamente evangélico, tal como se deduce del seguimiento de sus homilías y reflexiones diarias en la capilla de la Casa Santa Marta, donde actualmente reside dentro del Vaticano y suele oficiar casi en privado la Misa.

Esa proyección evangélica también alcanzará de lleno, por pura coherencia, a la organización vaticana para mantenerla en sintonía con el mensaje bíblico. No parece temblarle la mano a Francisco en las primeras decisiones tomadas en ese sentido, desde su concepto de colegialidad con responsabilidad y autoridad personal del propio Papa. De ahí su intención de implicar de lleno al Sínodo de los Obispos, como descendientes directos de los Apóstoles, en el gobierno y a modo de parlamento informal, con funciones deliberativas y ejecutivas delegadas a la vez.

La labor por hacer que tanto aterró a Benedicto XVI y su inteligencia y humildad para reconocer su impotencia y su falta de fuerzas para una tarea de pura supervivencia de la Iglesia Católica, es lo que trajo a este Papa, hoy en pleno ejercicio de calentamiento de cara a los retos del otoño. La Curia vaticana espera y necesita reformas de fondo que le devuelvan a sus tiempos de esplendor conciliar por la visión de futuro de Juan XXIII para abrir una era y la finura diplomática de Pablo VI para avanzar tras las conclusiones.

Se trata, pues, igualmente de retomar con matices procesos postconciliares interrumpidos y/o insuficientes, barrer la podredumbre escondida y volver a situar el mensaje evangélico en  el centro de la acción apostólica de todos los miembros de la Iglesia Católica, que también necesita desarrollar el ecumenismo y el diálogo interreligioso, en el sentido de recuperar entre todos los valores morales perdidos por el ser humano a manos de doctrinas materialistas imperantes por doquier y causantes de tanta infelicidad y angustia entre nosotros.

Sin perjuicio de volver a resituar a los seglares en su labor evangelizadora, impulsar a la iglesia diocesana allá donde lo necesite y utilizar a las órdenes religiosas como verdadero ariete y motor del cambio estratégico de fondo, Francisco implementará, en lo posible, el modo de actuar ignaciano haciendo primar la espiritualidad por encima de la religiosidad, siempre el fondo sobre la forma. 

Y ahí marcará la diferencia o fracasará en su intento si finalmente la estructura es más fuerte que la inspiración del Espíritu Santo a los cardenales del último cónclave, como parece sucedió con Juan Pablo I y su muy breve pontificado de vocación sumamente regeneradora pero nonata.

(*) Editor de El Observador Vaticano
 

sábado, 22 de junio de 2013

El precio del progreso / Boaventura de Sousa Santos *

Con la elección de la presidenta Dilma Roussef, Brasil quiso acelerar el paso para convertirse en una potencia global. Muchas de las iniciativas en ese sentido venían de atrás, pero tuvieron un nuevo impulso: Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente, Rio+20 en 2012, Mundial de Fútbol en 2014, Juegos Olímpicos en 2016, lucha por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, papel activo en el creciente protagonismo de las “economías emergentes”, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur), nombramiento de José Graziano da Silva como director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 2012 y de Roberto Azevedo como director general de la Organización Mundial del Comercio a partir de 2013, una política agresiva de explotación de los recursos naturales, tanto en Brasil como en África, principalmente en Mozambique, fomento de la gran agricultura industrial, sobre todo para la producción de soja, agrocombustibles y la cría de ganado.

Beneficiado por una buena imagen pública internacional granjeada por el presidente Lula y sus políticas de inclusión social, este Brasil desarrollista se impone ante el mundo como una potencia de nuevo tipo, benévola e inclusiva. No podía, pues, ser mayor la sorpresa internacional ante las manifestaciones que en la última semana sacaron a la calle a centenares de miles de personas en las principales ciudades del país. Si ante las recientes manifestaciones en Turquía la lectura sobre las “dos Turquías” fue inmediata, en el caso de Brasil fue más difícil reconocer la existencia de “dos Brasiles”. Pero está ahí a ojos de todos. La dificultad para reconocerla reside en la propia natureza del “otro Brasil”, un Brasil furtivo a análisis simplistas. Ese Brasil está hecho de tres narrativas y temporalidades. La primera es la narrativa de la exclusión social (uno de los países más desiguales del mundo), de las oligarquías latifundistas, del caciquismo violento, de las élites políticas restrictas y racistas, una narrativa que se remonta a la colonia y se ha reproducido sobre formas siempre mutantes hasta hoy. La segunda narrativa es la de la reivindicación de la democracia participativa, que se remonta a los últimos 25 años y tuvo sus puntos más altos en el proceso constituyente que condujo a la Constitución de 1988, en los presupuestos participativos sobre políticas urbanas en centenares de municipios, en el impeachment del presidente Collor de Mello en 1992, en la creación de consejos de ciudadanos en las principales áreas de políticas públicas, especialmente en salud y educación, a diferentes niveles de la acción estatal (municipal, regional y federal). La tercera narrativa tiene apenas diez años de edad y versa sobre las vastas políticas de inclusión social adoptadas por el presidente Lula da Silva a partir de 2003, que condujeron a una significativa reducción de la pobreza, a la creación de una clase media con elevada vocación consumista, al reconocimiento de la discriminación racial contra la población afrodescendiente e indígena y a las políticas de acción afirmativa, y a la ampliación del reconocimiento de territorios y quilombolas [descendientes de esclavos] e indígenas.

Lo que sucedió desde que la presidenta Dilma asumió el cargo fue la desaceleración o incluso el estancamiento de las dos últimas narrativas. Y como en política no existe el vacío, ese terreno baldío que dejaron fue aprovechado por la primera y más antigua narrativa, fortalecida bajo los nuevos ropajes del desarrollo capitalista y las nuevas (y viejas) formas de corrupción. Las formas de democracia participativa fueron cooptadas, neutralizadas en el dominio de las grandes infraestructuras y megaproyectos, y dejaron de motivar a las generaciones más jóvenes, huérfanas de vida familiar y comunitaria integradora, deslumbradas por el nuevo consumismo u obcecadas  por el deseo de éste. Las políticas de inclusión social se agotaron y dejaron de responder a las expectativas de quien se sentía merecedor de más y mejor. La calidad de vida urbana empeoró en nombre de los eventos de prestigio internacional, que absorbieron las inversiones que debían mejorar los transportes, la educación y los servicios públicos en general. El racismo mostró su persistencia en el tejido social y en las fuerzas policiales. Aumentó el asesinato de líderes indígenas y campesinos, demonizados por el poder político como “obstáculos al crecimiento” simplemente por luchar por sus tierras y formas de vida, contra el agronegocio y los megaproyectos mineros e hidroeléctricos (como la presa de Belo Monte, destinada a abastecer de energía barata a la industria extractiva).

La presidenta Dilma fue el termómetro de este cambio insidioso. Asumió una actitud de indisimulable hostilidad hacia los movimientos sociales y los pueblos indígenas, un cambio drástico respecto a su antecesor. Luchó contra la corrupción, pero dejó para los aliados políticos más conservadores las agendas que consideró menos importantes. Así, la Comisión de Derechos Humanos, históricamente comprometida con los derechos de las minorías, fue entregada a un pastor evangélico homófobo, que promovió una propuesta legislativa conocida como cura gay. Las manifestaciones revelan que, lejos de haber sido el país que se despertó, fue la presidenta quien se despertó. Con los ojos puestos en la experiencia internacional y también en las elecciones presidenciales de 2014, la presidenta Dilma dejó claro que las respuestas represivas solo agudizan los conflictos y aislan a los gobiernos. En ese sentido, los alcaldes de nueve capitales ya han decidido bajar el precio de los transportes. Es apenas un comienzo. Para que sea consistente, es necesario que las dos narrativas (democracia participativa e inclusión social intercultural) retomen el dinamismo que ya habían tenido. Si fuese así, Brasil mostrará al mundo que sólo merece la pena pagar el precio del progreso profundizando en la democracia, redistribuyendo la riqueza generada y reconociendo la diferencia cultural y política de aquellos que consideran que el progreso sin dignidad es retroceso.

(*)  Doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra

martes, 11 de junio de 2013

La Europa dormida / Ángel Tomás Martín *

Cuando a finales de 2007 apareció el pinchazo de la burbuja especulativa, sometiendo la economía internacional a la crisis más intensa desde la Gran Depresión, ofrecía al mismo tiempo una lección magistral que seguimos sin aceptar. Los responsables de las macroeconomías, los Poderes Públicos, no querían saber nada de los desmanes de los mercados de consumo, del control financiero, ni del endeudamiento público. 

Tampoco supieron ejercer con inteligencia y energía su obligación de oposición quienes estaban llamados a ello. El crecimiento progresivo de la recaudación fiscal y un estado del bienestar mal entendido, encubrían la necesidad de control, sacrificio y trabajo que nunca debe faltar sea cual sea la coyuntura en que nos encontremos.

El endeudamiento generalizado dificulta en gran medida el crecimiento, y es incuestionable y urgente el ejercicio práctico de una economía política basada en la promoción de la riqueza que es, sin duda, variada y suficiente como lo demuestran los profundos estudios de geografía económica probados y publicados. El talento es el que mueve al capital y el único que sabe invertir, dirigiéndolo hacia los sectores de riqueza naturales y rentables. Ni son los Estados los llamados a ello, ni son las macroinversiones, generalmente deficitarias, las que nos volverán al crecimiento.

Igual que una empresa para que sea viable, creciente y duradera precisa de un auténtico líder, que no solamente de un buen gestor, la macroeconomía sólo es posible si se cuenta con quien planifique, desarrolle, controle y propicie la apertura de nuevos mercados donde se dirijan el talento, el capital y los empresarios. Bienvenidas sean las medidas de protección, sin duda necesarias, pero inútiles sin promocionar mercados que atraigan inversión y promotores.

 Sólo se alcanza el liderazgo si se cuenta con inteligencia, carisma, dotes de mando, visión de futuro, sabiduría en la selección de equipos y facilidad de comunicación; muy pocos alcanzan este nivel. ¿Contamos con este privilegio?, las empresas que han superado la crisis desde el otoño de 2007 y en el futuro formen parte de una economía en crecimiento sostenido, sí han contado con verdaderos líderes.

LOS OBSTÁCULOS

Para hacer posible la reactivación, de imperiosa necesidad, hemos de considerar los efectos negativos creados durante la gestación de la crisis, y las consecuencias de las medidas necesarias e impuestas que se contienen en el "Plan Nacional de Reformas" y "Recortes". Veamos algunos:

a). El deterioro de la tesorería y balances del sistema financiero, cuyo saneamiento está siendo lento y difícil, debido al alto endeudamiento de las empresas y del nivel de morosidad que soportan.

b). La concentración bancaria probablemente excesiva, que debe ser vigilada para evitar las consecuencias negativas del oligopolio.

c). Una fiscalidad no armónica con nuestro PIB, ni con la de nuestros socios europeos.

d). Un gasto Público a todos los niveles inasumible a corto o medio plazo, que necesita una solución a largo plazo consensuada con Bruselas que haga posible rebajar el apalancamiento actual.

e). Presupuestos inadmisibles necesitados de adaptarlos al sistema "Base Cero", exigiendo controlar su cumplimiento. Al no poder acometer una devaluación general por pertenecer al Euro, la aplicación de reformas y recortes ha supuesto recurrir a la "devaluación interna", que ha conducido a la recesión que sufrimos, pero que es imprescindible para acometer los cambios estructurales que sirvan de impulso a la reactivación que precisamos con urgencia.

EL CRECIMIENTO SOSTENIDO

Analicemos algunos de los efectos económicos básicos que se están produciendo a nivel mundial, que pueden servir de base y orientación para adoptar las medidas que Europa necesita con el objetivo de salir del estancamiento, e incorporarse a las economías consolidadas y emergentes.

Japón ha devaluado el yen aumentando la oferta monetaria, e iniciando su influencia en los mercados y el crecimiento de sus exportaciones de forma inesperada y competitiva. Suecia ha duplicado su crecimiento poniéndose a la cabeza de Europa.

Inglaterra ha mejorado la recesión que se temía, y ha aumentado su apertura al exterior. Perú ha potenciado su propia y abundante riqueza y se ha abierto a los inversores, como también lo está haciendo Brasil. EEUU está recuperando su potencial industrial y volverá a ser la auténtica locomotora de la economía internacional. La India destaca por su crecimiento técnico y científico, relajando el tradicional distanciamiento con China, iniciándose una posible alianza que el resto de potencias deben considerar detenidamente.

Sin embargo, los países del Euro cuentan con una moneda sobrevalorada con relación al $, que sin duda solo favorece a EEUU. La política de recortes y ajustes, sin promover crecimiento y competitividad, está disminuyendo nuestro producto interior bruto, y se distancia de los países consolidados, en crecimiento y emergentes.

Por todo ello, Europa necesita una unión financiera, fiscal y política más consolidada; pero sobre todo DEVALUAR EL € CON RELACIÓN AL $, previo estudio del mercado internacional, y de una alianza de libre mercado de doble dirección con EEUU y otros países del Atlántico, a semejanza de la ya acordada e iniciada del conjunto de los países del Pacífico.


(*) Economista y empresario