lunes, 11 de marzo de 2013

A España le esperan diez o más años de crisis / Roberto Centeno

Es la opinión de Hans-Werner Sinn, presidente del IFO (Information und Forschung; Información e Investigación), la institución de análisis y previsión económica mas prestigiosa de Alemania y de Europa. Para Sinn, en una entrevista concedida al diario El País, España necesita una devaluación interna adicional brutal -bajada de salarios y pensiones, para entendernos- del 30%. “España tiene una deuda pública de más de un billón de euros” que no podrá devolver, “y es mucho mejor una quita significativa que un rescate, como demuestra la historia de EEUU”. Sinn se refería a que en los años 20 numerosas infraestructuras norteamericanas fueron financiadas con deuda exterior, esencialmente europea. Al llegar la Gran Depresión, el Gobierno de los EEUU se declaró en quiebra y realizó quitas enormes de deuda.

Es exactamente lo contrario de lo que han hecho estos ineptos que nos gobiernan, con la decisión suicida de rescatar con dinero público a todas las cajas y bancos insolventes en lugar de dejarlos quebrar. En contra de lo que ha sucedido en el resto del mundo, donde los acreedores han perdido hasta el 80% (caso de Grecia), Zapatero primero y Rajoy ahora decidieron endeudar a varias generaciones de españoles para devolver a las cajas y bancos alemanes y franceses hasta el último euro que tan irresponsablemente nos prestaron. “La crisis se generó por el excesivo flujo de capitales de Alemania hacia el Sur”, explica Werner Sinn. Han arruinado a los pequeños ahorradores privados miserablemente engañados, y el resto -es decir, el grueso del dinero- nos lo han robado a nosotros y a nuestros hijos.

La barra libre del BCE y el rescate de 100.000 millones son precisamente para eso, para devolver los préstamos hechos por cajas y bancos europeos a cajas españolas incompetentes y corruptas, sin comprobar mínimamente su capacidad para devolverlos. Por eso, como ha sucedido en el resto del mundo, deberían haber sido los acreedores y no los contribuyentes quienes cargaran con las consecuencias de su irresponsabilidad, exactamente lo contrario a lo que estos insensatos han hecho. La deuda soberana a medio y largo plazo está en un 85% en manos de españoles y, además, hemos asumido como auténticos imbéciles toda la deuda a los bancos europeos causantes de nuestra ruina. Y ahora, una vez devuelto el grueso de las deudas, Europa ni puede, ni le compensa, rescatarnos. Iremos, como dice Sinn, a una quita. Pero ésta, al contrario que en Grecia, irá sobre nosotros mismos. 

El efecto deflacionista de la deuda
Aparte del agravamiento de la recesión al que nos han conducido las disparatadas medidas de Rajoy, estamos entrando en una fase nueva, en una crisis más grave y profunda, como consecuencia del endeudamiento creciente y su efecto contractivo sobre la renta disponible. Comentaba la pasada semana Juan Laborda que estamos entrando en una “deflación por endeudamiento”: la incapacidad de los deudores para pagar sus deudas les lleva a reducir sus gastos al mínimo para poder hacerlas frente. Ello produce una caída adicional de la demanda efectiva, un incremento de las empresas en pérdidas y un crecimiento acelerado de la morosidad que pone de nuevo en cuestión, si es que alguna vez no lo estuvo, la viabilidad del sistema financiero.

Se trata de un escenario cuasi catastrófico ya que perpetúa el estancamiento, lleva el paro a cifras inasumibles y a la quiebra del Estado, que se encuentra, técnicamente, en situación de burbuja de crédito unida a una desastrosa asignación de los recursos. La relación técnica entre deuda y deflación la explicó brillantemente en este medio Luis Riestra Delgado, y otro gallo nos cantaría si le hubieran hecho caso entonces. La idea de deflación por endeudamiento fue desarrollada por el economista Irving Fischer durante la Gran Depresión (1), para quien unos precios a la baja forzaban a los deudores a la “venta angustiosa de activos”, lo cual hundía adicionalmente precios y demanda agregada ya que, a la caída de ésta por la disminución de ingresos, se une el efecto de la devolución de la deuda. Como diría un castizo: albarda sobre albarda y el país entra en una espiral de quiebra. 

Es una dinámica deflacionista que estos necios que nos gobiernan son incapaces de entender. Sus conocimientos de economía no pasan de la estática neoclásica, pero las implicaciones dinámicas de la deuda, algo sencillo y de puro sentido común, se les escapan. Al recorte de salarios y las subidas de impuestos se unen las ventas de liquidación para pagar las deudas y los intereses. La espiral deflacionista descrita por Fischer funcionaba así: los recortes de salarios y las subidas de impuestos reducen la renta disponible, el consumo y la inversión se hunden y el precio de los activos baja, lo que produce las ventas en liquidación mientras la renta disponible de las familias se contrae, lo que genera más paro y más depresión. 

Los precios de los activos caen más aún, reduciendo  la riqueza de las familias y de las empresas, lo que incrementa las quiebras y reduce ulteriormente la demanda efectiva. Una bola de nieve auténticamente diabólica; por algo se llama espiral deflacionista: el desastre se autoalimenta a sí mismo. Como consecuencia, el pesimismo y la falta de confianza se acentúan y el dinero no gastado ni invertido se acumula. Esto es lo que Fischer afirmaba que pasaría y es exactamente lo que ocurre: una espiral deflacionista que nos lleva al desastre y unos deudores que cuanto más pagan, más deben.

Sin embargo, Fischer tenía un presidente capaz y con agallas, Franklin D. Roosevelt, y no un necio y un cobarde patológico como Rajoy, que se esconde en cuanto los problemas se agudizan y sólo da la cara cuando no tiene más remedio para decir estupideces como “la corrupción no es el problema” o “hay vida después de la crisis”. Fischer convenció a Roosevelt para realizar fuertes quitas de deuda, justo lo contrario de lo que han hecho estos miserables, porque ¿qué otro calificativo merecen quienes están arruinado a todo un pueblo y a las generaciones futuras, llevando a la desesperación a millones y al suicidio a no pocos, como en el aterrador relato del viernes de Juan Carlos Barba, para mantener intactos los privilegios de una casta política corrupta y sus más de dos millones de enchufados? El resultado final es claro: en contra de lo afirmado por el Gobierno y sus plumas mercenarias, tendremos una recesión aún más profunda en 2013.

Bloomberg : "No se crean las cifras de déficit del Gobierno español”
La semana pasada, una persona conocedora (la más conocedora, para ser exacto) de la situación económica de la Comunidad Valenciana comentaba a otra persona muy allegada a un servidor que el déficit de 2012 no ha sido el 3,45% comunicado a Montoro, quien lo ha incluido en el cálculo del déficit público sin comprobar nada, sino el 5,7%. Nada nuevo, excepto que en este caso tengo la cuantificación exacta, porque casi todas las CCAA y Ayuntamientos han hecho lo mismo. Pero lo que sí me ha sorprendido es que esta persona afirmara también que es “absolutamente imposible” recortar un solo euro más en Valencia. Las decenas de miles de enchufados, parientes y amigos, las televisiones, las embajadas, los coches oficiales, los chiringuitos (empresas) públicas, son absolutamente intocables. La única solución, según esta persona, es que Rajoy “reforme la financiación autonómica” y les dé todos los años 6.000 millones más. 

Exactamente en la misma línea que Valencia, Rajoy y sus mariachis afirman sin sonrojarse que el ajuste ha terminado y que ya no habrá más subidas de impuestos ni más recortes, porque el recortar los 100.000 millones de euros de despilfarro anual ni se plantea, como dijo Rajoy hace unos meses cuando Rosa Díez le exigía cambiar el modelo de Estado. La diferencia entre lo que gastamos y lo que ingresamos, que cada vez es mayor por el hundimiento de la economía -la previsión oficial de 2013 es de 77.000 millones de euros, y normalmente es la mitad de lo real- lo financian endeudándonos masivamente. Ya han emitido deuda por valor de 70.000 millones, la mayoría comprada por nuestros bancos con dinero prestado por el BCE al 1% y a tres años, de la que neta son 30.000 millones a devolver por nuestros hijos y nietos, y todo para seguir financiando el despilfarro, pues ni un solo euro irá ni a la economía productiva ni a los más necesitados.

El martes pasado, Bloomberg, la principal agencia mundial de noticias económicas, advertía de que no se creyeran las cifras de déficit del Gobierno español. Pero lo más preocupante era cuando se preguntaba por qué a España no se le computan como déficit las ayudas bancarias, cuando siempre ha sido así para el resto de países. La agencia se respondía a sí misma: porque el déficit español se iría a las nubes y “los inversores inundarían los mercados de deuda española”, algo que aterra a Bruselas. Lo que significa, pura y simplemente, que Bruselas está en el mismo carro de engaños y mentiras que Rajoy, y harán como que se creen el déficit a toda costa. Pero, eso sí, obligando a estos tramposos a hacer ajustes brutales en 2013. Esa es la única certeza: en 2013 tendremos más impuestos, menos pensiones, menos salarios y más, mucha más, deuda.

Y es así como lo ve la inmensa mayoría de los españoles. Según la encuesta de febrero del CIS, nada menos que el 92,3 % ve la situación económica mala o muy mala, y la muy mala ha subido 7 puntos desde enero, y a un año vista casi la mitad la ve peor. Pero ahí tienen a De Guindos afirmando con toda su cara que “hoy estamos mejor que hace un año”. Serán él y sus múltiples amigos, porque la economía está cayendo al 3,2% interanual tres veces mas rápido que a principios de 2012; el paro se ha incrementado en más de un millón de personas en 14 meses; la deuda pública total se ha incrementado en 145.000 millones, el 13,9% del PIB; los salarios se han desplomado un 10% de media, y las familias han perdido el 25% de su riqueza, igual que en toda la Guerra Civil; el sistema actual de pensiones no se sostiene ya mientras elevan un 28% el déficit del Estado en términos homogéneos. ¿Eso es estar mejor? Es un insulto a la inteligencia y una burla inaceptable hacia un pueblo al que están llevando a la ruina. 

Y en medio de este desastre tenemos a un presidente que, noqueado y acorralado por un chantajista que le tiene cogido por la barba, es completamente incapaz de cumplir con sus obligaciones. Es por ello que Sáenz de Santamaría saldría para Berlín perdiendo la melena a explicar lo inexplicable, urgida por una Merkel que está que echa venablos viendo a este pusilánime que le ha mentido vilmente, arrodillado ante un presunto delincuente. Cuanto antes llegue el escándalo a los tribunales y Rajoy y la cúpula del PP se vean obligados a dimitir con deshonor y se convoquen nuevas elecciones, tanto mejor para España y para los españoles. 

PD: El próximo jueves  a las 16.00 horas el colectivo de estudiantes Foro Universidad y Libertad me ha invitado a hablar en la Universidad de Valencia sobre "¿Sistema corrupto o corruptos en el sistema?". He aceptado encantado ya que demuestra cómo, al menos, parte de la sociedad civil y de la comunidad universitaria intenta movilizar el rechazo social masivo a una casta política que ha llevado la corrupción a todas las instituciones del Estado y arruinado a la nación, y obligarles a un cambio a favor del interés general y de la democracia. Desde aquí invito en el nombre del Foro y en el mío propio a todos los valencianos universitarios o no que quieran asistir a la conferencia y al debate. Para que conozcan quiénes son o para informarse del acto, esta es su web: Forouyl.wordpress.com.

(1)  “Teoría de la deflación por deuda como causa de la Gran Depresión”.

lunes, 4 de marzo de 2013

Hans-Werner Sinn: “España tendrá 10 años más de crisis y una devaluación interna del 30%”


BRUSELAS.- No debe ser fácil ser Angela Merkel. La canciller alemana lleva años dictando la política económica europea y se enfrenta, por el flanco izquierdo, a un nutrido grupo de brillantes economistas —los Stiglitz, Krugman, Blanchard y tantos otros— que consideran que las ideas neoliberales están incrustadas en las infraestructuras básicas de Berlín y de Europa, y que advierten que la austeridad no va a generar ni el crecimiento ni la confianza que nos prometían Berlín y Bruselas. Justo al otro lado, hay un segundo grupo que acusa a Merkel de blandengue. Sostienen que Berlín debería oponerse frontalmente a las políticas europeas, desde los rescates a las medidas extraordinarias del BCE, porque son una especie de placebo: la terapia equivocada que no va a conseguir más que retrasar el imprescindible y dolorosísimo ajuste que está por venir. 

Hans-Werner Sinn, presidente del influyente think tank alemán IFO, es quizá el máximo exponente de esa facción que reclama a Merkel que se oponga a casi todo, que sostiene que la oleada de austeridad no ha hecho más que empezar.

Controvertido, dogmático, con fama de riguroso y con ese aire peculiar que le dan la barba de Capitán Ahab y un poso ideológico que le convierte en una especie de Moby Dick de la economía, Sinn es lo más parecido a una estrella del pop entre los economistas alemanes. Sus libros —con títulos esperanzadores: ¿Puede salvarse Alemania?— se venden como rosquillas. Sus charlas llenan auditorios. Sus opiniones tienen una formidable tracción, hasta en la cancillería, a quien se enfrenta cuando considera que cede demasiado ante Europa. Agitador y propagandista de sí mismo, en el arranque de la crisis detonó todas las alarmas con un vaticinio apocalíptico: “Dentro de unos años, nuestros hijos se verán obligados a ir al Sur de Europa a recuperar nuestro dinero”. Ahora, proclama que el Sur tiene que acometer una sensacional devaluación interna, y que ya no hay excusas: eso o el final del euro. Llegado desde Múnich, Sinn recibe a este diario en la sede del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS) en Bruselas. Pega duro. Pero curiosamente algunas de sus recetas coinciden con las de sus antagonistas más zurdos y neokeynesianos. Cosas de esa lasaña de complejidades en la que se ha convertido la economía europea.

Pregunta. Considera que el Sur apenas ha iniciado la senda de ajustes. ¿De qué han servido entonces tres años de austeridad?
Respuesta. El efecto tango que provocó el euro durante años requiere ahora de un fuerte reequilibrio. No hay soluciones fáciles: va a ser doloroso. Hay tres alternativas. Una: devaluación interna en el Sur. Dos: devaluación interna en el Sur a través de una expansión en el Norte. Y tres: salida del euro de algunos países. Lo más probable es una combinación de esas opciones. España, Portugal y Grecia necesitan una devaluación interna del 30%; Francia, del 20%; Italia, un recorte de precios del 10%. A la vez Alemania debe encarecerse un 20%. Es cierto que desde el arranque de la crisis hubo ajustes en la periferia, pero escasos en general.

P. ¿Qué le espera a España?
R. La ventaja de España es su potencial para recuperar competitividad. Ha mostrado flexibilidad, y eso hace posible mejorar vía exportaciones. La desventaja es su deuda externa, de más de un billón de euros. Pero lo más importante es la competitividad, y ahí soy medianamente optimista. A la vez, no tengo dudas de que les espera una década, incluso más, de austeridad hasta llegar a esa devaluación interna del 30%.

P. ¿Final del túnel para... 2023?
R. Sí, algo así, porque las primeras medidas acaban de aprobarse. Cuando Alemania entró en crisis, allá por 1995, no empezó a levantar cabeza hasta 2002, siete años después. España necesita un lapso de tiempo equivalente hasta que la sociedad y los políticos entiendan la gravedad de la crisis, hasta generar el entorno que permita hacer reformas. Eso está llegando. A partir de ahí hay que esperar otra década más para que los esfuerzos den resultado.

P. ¿Alemania no debería cambiar de política para hacer más suave esa travesía del desierto?
R. Alemania puede expandirse; otros países con superávit pueden hacer lo mismo. Lo preferible es que el ahorro alemán no se vaya a otros países, sino que cree una burbuja en casa. Las fuerzas del mercado van a favorecer ese movimiento, aunque con Alemania no es sencillo. Ya hay un incipiente boom de la construcción, y los precios y salarios van hacia arriba junto a la economía. La competitividad de la exportación va a bajar gradualmente.

P. ¿Así de fácil?
R. Quizá no. Alemania no va a expandirse tan rápido como lo hizo el Sur cuando nosotros lo necesitábamos: los alemanes tenemos una relación paranoica con la inflación. Pero hay cosas que pueden ayudar: una devaluación fiscal en la periferia (reducir las cotizaciones sociales y subir el IVA) facilitaría las cosas. Además, debe haber quitas significativas en el Sur: algunos países no pueden satisfacer sus deudas, y eso es mejor que los rescates.

P. ¿Y mutualizar deuda?
R. Es la receta adecuada para resucitar conflictos. Lo demuestra la historia de EE UU.

P. El FMI, que no es precisamente heterodoxo, defiende la mutualización. Y mantiene que el exceso de austeridad europeo es contraproducente.
R. En la zona euro la austeridad es inevitable. Es un proceso extremadamente difícil, pero no hay alternativa. Algunos querrían menos ajustes. Lo entiendo. Pero menos austeridad supondría menos sufrimiento ahora a cambio de más dolor en el futuro y de aumentar el riesgo de ruptura del euro. No hay que hacerse ilusiones con el dolor que viene. Será duro. Las devaluaciones internas pueden ser crueles. Pero si algún país cree que va a ser demasiado, se puede salir del euro.

P. Es el caso de Grecia, según su tesis. ¿Y España?
R. No creo que España tenga que salir. Grecia sí: está en una situación tan desesperada, no podrá prosperar en el euro. Las actuales exigencias europeas sacrifican a una generación a un desempleo masivo. Portugal está en una situación similar.

P. ¿Qué papel juega el BCE?
R. El BCE ha empleado una lógica convincente a fin de no permitir el colapso. Pero imprimir dinero infravalorando los riesgos no es una solución a largo plazo. Se ha aliviado el dolor, pero con ello solo se posponen los ajustes necesarios. El BCE, la Comisión y el FMI diagnosticaron mal la crisis, como si fuera un problema puramente fiscal y financiero, sin caer en la pérdida de competitividad del Sur. Por eso hemos acudido a apaños en lugar de buscar soluciones reales. Existen serios riesgos de desestabilización de seguir con esa política de rescates.

P. En España existe la sensación de que el Gobierno alemán agrava la crisis con declaraciones y decisiones malintencionadas...
R. Depende... La crisis se generó por el excesivo flujo de capitales de Alemania hacia el Sur; eso sobrecalentó las economías de la periferia y las hizo dependientes del crédito externo. Los mercados han entendido ese error; lo están corrigiendo. Pero no te puedes lavar la cara sin mojarte.

P. ¿Un consejo para Rajoy?
R. Rajoy debe aprobar otra reforma laboral que flexibilice los salarios a la baja. Eso hizo Schröder en 2003. Eliminó el salario mínimo y laminó el Estado del Bienestar privando a millones de personas de sus ayudas sociales: eso causó disturbios y protestas. Le costó el cargo. Sin embargo, se trataba de la política adecuada. Puede que con eso Rajoy no consiga gobernar mucho tiempo, pero eso es lo que España necesita.

P. Aconseja germanizar España: trasladar el modelo alemán a toda Europa.
R. Esa es la única posibilidad.