Muchos
conservadores españoles preveían lo que iba a pasar. Tanto, que
secretamente deseaban no ganar las elecciones ante la situación
catastrófica en la que les habían dejado el país, un país endeudado
hasta las cejas, y un país mayoritariamente de izquierdas, que sólo
retira el voto a los suyos en caso de gestiones garrafales.Mariano sabía que gran parte de sus votantes iban a ser votantes circunstanciales, horrorizados de la presidencia del Illuminati, y que no le iban a dejar pasar ni una.
La magnitud de la deuda fue mucho mayor de lo reconocido por el
Gobierno anterior, y los recortes llegaron sí o sí y llegaron las
protestas. Protestas injustas, porque la trágica realidad demostraba que
a Mariano no le había quedado más remedio, y protestas absurdas, porque
quien más las criticaba sin rubor eran quienes las habían provocado con
su política de despilfarro y falta de previsión.
La derecha, aún justificando los recortes, también protestaba cuando
gastos obviamente más superfluos como subvenciones, organismos
autónomos, asesores, cargos públicos… no se tocaban. Aún con la realidad
de que un poco de muchísimos aporta mucho más que un mucho de pocos,
consideraban que estas “pecatas minutas “deberían haberse recortado de
modo ejemplar y solidario.
A todo esto se sumó la movilización callejera, masas contra el tema
de los desahucios cuando curiosamente jamás se les vio en los deshaucios
de Zapatero, por la supuesta calidad de la enseñanza cuando hacía
décadas que la enseñanza dejó de ser de calidad por la infame
implantación de la ESO, auténtico cáncer del sistema, por la
privatización de la sanidad, cuando en Andalucía ante el mismo tema
hacían caso omiso. Incluso movilizaciones contra la ilegitimidad de un
Gobierno absolutamente legítimo. La turbia trama Bárcenas fue dinamita
para estas masas que tampoco se manifestaban ante el escándalo de los
Eres o las comisiones de obras de los nacionalistas catalanes, que
convertían en jauja las cifras del tesorero.
Paga errores que tampoco enmienda
Y en política interior y exterior Mariano está pagando los errores de
sus predecesores, pero tampoco los enmienda. La insensata carrera
independentista fue alentada por la dejadez de todos los gobernantes
anteriores, cuando lo único que debían haber hecho era asegurar el
cumplimiento de la constitución, y dejadez también en no actuar ante la
vulneración sistemática de algunos derechos constitucionales también en
comunidades de derechas. No se les ocurrió vetar como en el resto de los
países europeos, algo tan obvio como actuaciones y partidos cuyo fin es
la destrucción del estado constitucional.
La política exterior, con una Europa que nos desprecia por
inconscientes y una USA que nos rechaza al considerarnos traidores, y
que nos pone a pies de los caballos para que llanitos arrogantes se
carcajeen de nosotros en nuestra propia cara, no logrando que ni ante el
enemigo exterior la oposición haga causa común con el gobierno.
Mariano obtuvo la mayoría absoluta, de forma legítima. Esto le
permitiría poder tomar firmes decisiones por el bien del estado… pero
está atado de pies y manos, empezando por los propios complejos de su
partido que ante el temor de ser tildado de derechona se inhibe de tomar
decisiones férreas, ni siquiera ante posturas claramente
antidemocráticas que están empezando a surgir de la oposición. Todo esto
sumado a los clientelismos de una política local mayoritariamente en
manos de políticos cuyo único oficio ha sido la carrera de fondo en el
partido, la corrupción de parte de la clase política estatal y sindical
que ha generado un desencanto general nunca visto en un país que parece
ir a la deriva.
Salvo unas minorías nacionalistas, la gran mayoría de los españoles
sólo estamos de acuerdo en algo: que la única manera de salir a flote es
una drástica reorganización del Estado, donde se recuperen competencias
y se desmantele el faraónico e insostenible Estado autonómico, pero de
eso ningún político dice ni pío.
Mariano, mal lo tienes con la derecha desesperada, un centro derecha
que te acusará como a Aznar de abuso de poder si intentas imponerte y
una izquierda que jamás colaborará contigo y que antepone sus intereses
de partido por encima del bien del país. Una izquierda cada vez más
lejos de la socialdemocracia europea y que de nuevo sin apelar al mínimo
sentido de Estado, no le duelen prendas en afirmar con descaro que
desmantelará todas las leyes y reformas hechas por la derecha, lo que
aumenta la inestabilidad, la inseguridad y la imagen de gobierno
bananero que es lo último que necesita un país asfixiado por las deudas.
Difícil lo tienes Mariano, muy difícil.
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