domingo, 2 de febrero de 2014

Los censores y los malhechores / Serge Halimi *

La libertad de expresión sólo existe cuando se aplica a las opiniones que se reprueban. Por otra parte, los ultrajes a su principio sobreviven mucho tiempo a los motivos que los justificaron y a los gobernantes que los usaron para reprimir. El 25 de octubre de 2001, en el clima rayano al pánico que siguió a los atentados homicidas del 11 de septiembre, un solo senador estadounidense, Russel Feingold, votó contra la Patriot Act, arsenal de disposiciones liberticidas que fue aprobado en bloque por los representantes del Congreso con el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Trece años y un presidente después, esas medidas excepcionales siguen siendo la ley de Estados Unidos.

Es sabido que los ministros del Interior se preocupan más por el orden y la seguridad que por las libertades. Cada amenaza los alienta a exigir nuevos pertrechos represivos que concitarán a su alrededor a una población escandalizada o inquieta. En enero, a título preventivo, Francia ha prohibido varias reuniones y espectáculos juzgados contrarios “al respeto debido a la dignidad de la persona humana”. Al denunciar los monólogos antisemitas de Dieudonné, que “ya no es un cómico”, y cuyo método “ya dejó de ser creativo”, Manuel Valls amenazó: “No quiero descartar ninguna posibilidad, incluso un endurecimiento de la ley” (1). Pero un Estado democrático no debe aceptar sin estremecerse que un ministro de la policía juzgue el humor y la creación –aun cuando tanto uno como el otro estén ausentes.

En julio de 1830, Carlos X revocó por ordenanza la libertad de prensa. Uno de sus partidarios justificó, en ese momento, el restablecimiento del principio de la censura previa, que sustituía al recurso a posteriori frente a la justicia, en los siguientes términos: “Cuando interviene la represión, el daño ya está hecho; lejos de repararlo, el castigo le añade el escándalo del debate” (2). Sin embargo, tras la ordenanza real, los diarios se publicaron igual sin autorización previa, gracias a diversos subterfugios. El público se precipitó a leerlos y comentarlos. Y la Revolución derrocó al régimen de Carlos X.

Cerca de dos siglos después, los rebeldes, los parias y los malhechores tienen decenas de miles de seguidores en su cuenta de Twitter; YouTube les permite organizar reuniones en su salón, y perorar interminablemente desde un sillón, frente a una cámara. Si se prohíben espectáculos y reuniones públicas por ser juzgados indignos de la persona humana, ¿entonces también debe sancionarse la difusión de los mismos mensajes por las redes sociales? Eso equivaldría al inmediato otorgamiento del aura de víctimas del “sistema” a unos comerciantes de la provocación y a dar crédito a sus acusaciones más paranoicas.

En reacción a las últimas iniciativas de Valls, un ex ministro socialista expresó su preocupación por una “profunda regresión que tiende a instaurar una especie de régimen preventivo, incluso de censura moral previa a la libertad de expresión”. Y concluyó, sin duda, caritativamente: “En este caso, la emoción, la rabia y la rebeldía contra la infamia han hecho vacilar a los mejores espíritus” (3).

(1) Entrevista en Aujourd’hui en France, París, 28 de diciembre de 2013.
(2) Citado por Jean-Noël Jeanneney, Les Grandes Heures de la presse qui ont fait l’histoire, Flammarion, París, 2013.
(3) “Jack Lang sur l’affaire Dieudonné: ‘La décision du Conseil d’Etat est une profonde régression’”, Le Monde, París, 13 de enero de 2014.

(*) Director de 'Le Monde diplomatique'

Sesgos y pronósticos en una España contradictoria / Francisco Poveda *

La economía española ha salido de la recesión pero todavía es prematuro afirmar que se dirige directa y sin titubear hacia el crecimiento. Las expectativas despertadas en grandes inversores internacionales, por ilustres prescriptores, han hecho cambiar de criterio a grandes despachos líderes de opinión económica y empresarial que, hasta hace pocos meses, se mostraban seguros de que los españoles estaban literalmente pasando hambre. Desde dentro, las cosas no se ven tan claras por los lacerados ciudadanos.
Uno de ellos, Joaquín Almunia, comisario de la Competencia en la Comisión Europea (CE), cree, sin embargo, que se ha tocado fondo y que ahora se ve a España con optimismo, incluso desde Davos, al superar la recesión y volver a crecer aunque la mora hipotecaria seguirá deteriorándose. Y su colega, el holandés, Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, dice que sólamente se habla de la recuperación de España.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha triplicado su previsión de crecimiento para España hasta 2015, un 0,6% y un 0,8% respectivamente. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) cree que será del 0,6% para 2014 y de un 1% el año siguiente a pesar de que la Unión Europea (UE) lo fija en el 1,7% por una rebaja del 52% en el déficit comercial español con unas exportaciones en máximos desde 1971.
El FMI señala que la recuperación española va más rápido de lo esperado y ganará impulso (+0,8%) por la demanda interna en 2015. Aunque reconoce la dificultad en este momento de cambio de ciclo económico para evaluar la velocidad de esa recuperación, que desde Washington atribuye a una futura demanda interna más que externa, y más fuerte.
Otras entidades, esta vez privadas, caso de la agencia de calificación de riesgo 'Fitch', también son muy optimistas. Ésta última ve una recuperación de España muy lenta pero dentro de la estabilidad, con un PIB del 1,1% en 2015. Su rival, la también norteamericana 'Standard & Poor's', pronostica sendos crecimientos del PIB del 1% hasta 2015 por exportaciones y competitividad pese a una débil inversión propia y una demanda interna aún sin pulso.
Por su parte, el banco internacional norteamericano 'Citi' mejora hasta el 0,9% su previsión de crecimiento este año y del 1,1% para 2015 frente al 0,6% del FMI y el 0,5% de la OCDE y la Comisión Europea, que todavía exige a España reducir el déficit y reformar la administración pública.
La entidad financiera norteamericana piensa que las mayores exportaciones y menores costes laborales se va a traducir en mayor inversión para la expansión económica, más empleo neto, lento crecimiento del consumo privado por el ajuste inmobiliario y una tasa de ahorro en mínimos. Llega a pronosticar, incluso, que muy pronto en España la escasez de personal laboral disponible se va a convertir en un problema.
El 'Deutsche Bank' aprecia el rumbo de la economía española por el buen comportamiento de la Bolsa y una prisma de riesgo-país muy a la baja (la rentabilidad de la deuda española ha caído a mínimos de 2006). Pronostica un crecimiento del PIB del 0,6% este año y del 1,2% en 2015 porque, a su juicio, se va a dar una mejora de capacidad productiva, un incremento exportador, ajuste inmobiliario, desapalancamiento del sector privado y reestructuración financiera.
El presidente del BBVA, Francisco González, piensa que efectivamente se ha salido de la recesión aunque no de la crisis, priorizando atajar el gasto público improductivo aunque este año, piensa, España crecerá un 1%. Constata mucho interés de la inversión extranjera con demandas cuatro veces mayores en las subastas del Tesoro Público.
Tambien el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, dice que la recuperación gradual de España irá cobrando fuerza por un cambio muy claro de ciclo económico. Aunque se muestra cauto pese al buen camino que lleva la economía española. Cree esencial reducir la deuda pública y privada para crear empleo. Afirma que el país ha dejado de ser foco de la crisis pero que las secuelas tardarán en desaparecer en la economía española.
Sindicatos como Comisiones Obreras (CC OO), aunque acepta el cambio de ciclo económico, ve el vaso todavía medio vacío. Piensa que salir de la recesión no es salir de la crisis ni recuperarse de sus efectos. Alerta que la crisis continúa en España y que se necesitarán cinco años más para recuperar el PIB anterior a 2007 y quince para el nivel perdido de empleo. Y toda su postura tiene cierta justificación porque todavía muchos datos revelan que la economía real está muy lejos de las expectativas levantadas.
Un tercio de la población española sigue en riesgo objetivo de pobreza cuando ya el 12% de los trabajadores son pobres y un 15% de los hogares depende de la pensión de sus mayores al tener a todos sus miembros en el desempleo (la mayoría parados de larga duración) por el escaso impacto de las prestaciones sociales. Lo más lacerante es que 2.826.549 niños españoles, según 'Save Children', están ahora en riesgo de pobreza por carencias en vivienda, alimentación, ropa y material escolar. Son el 33,8% de la población infantil.
España es, además, el país europeo más desigual por detrás de Letonia aunque la riqueza familiar supera ya el nivel previo a la crisis. Pero la economía sumergida se dispara a casi el 25% del PIB (253.000 millones de euros en 2012, con incrementos anuales de 15.000) cuando bajan los pedidos industriales y las ventas del comercio minorista (-3,9%) en 2013.
Lamentablemente el capital humano no corre parejo al otro y durante 2013 unos 400.000 jóvenes españoles tuvieron que emigrar porque el 55% sigue anclado en el desempleo o en el empleo temporal (el 62% del 45% que trabaja) pese a que el turismo batió récord de visitantes (60.600.000) y de ingresos (59.082 millones de euros).
Como cierta y aparente contradicción de los procesos económicos en marcha, en 2013 aumentaron en 40.000 millones de euros los depósitos bancarios (más de las familias que de las empresas) hasta alcanzar los 947.981 millones y a un paso del billón.
Entre una drástica reducción de la exposición a la deuda soberana por la banca española, crece un 12% la confianza del consumidor español en 2013, hasta los 58 puntos, sobre los 73 de media europea, con un incremento de 15 en el último año. Aunque éste índice de 'Nielsen' también recoge que el 77% de los consumidores españoles cree que 2014 aún será malo para compras.
Los expertos piensan, a modo de conclusión, que España crecerá en torno al 1% este año y que, consolidada la recuperación, habrá más empleo. Y que arrastrará a Portugal a partir de 2015 por el lastre de su propio ajuste fiscal a la par que su economía tendrá un mejor comportamiento que la de Italia, pendiente aún de progresos más profundos en las reformas básicas estructurales.

(*) Periodista y profesor

Me caí del mundo y no sé por dónde se entra / Eduardo Galeano *

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. 
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. 
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. 
Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! Se compraban para la vida de los que venían después. La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas..... 
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. 
Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapatero, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos..... De “por ahí” vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor… Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y bote que ya se viene el modelo nuevo”. Hay que cambiar el auto cada 3 años porque si no, eres un arruinado. Aunque el coche esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios. 
Mi cabeza no resiste tanto. 
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. 
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre... Me educaron para guardar todo. Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. 
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería... ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? 
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... ¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos!! los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas. 
¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos. 
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio.
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "éste es un 4 de bastos". 
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. 
Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden "matarlos" apenas aparentan dejar de servir. 
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella. 
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. 
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. 
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. 
No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga. 
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado... 

(*) Ensayista