miércoles, 2 de septiembre de 2015

Las fortalezas de Canadá frente a las turbulencias / Ángel Tomás *

La crisis mundial, aún no superada, y la amenaza de otras también bastante generalizadas que están emergiendo, confirman una vez más los "agentes externos", bien provocados o de generación inevitable natural o científica, que afectando profunda y peligrosamente a las economías de los Estados, están obligando a estudiar y desarrollar cambios estructurales de protección ante la recesión, el cese del crecimiento, y la estanflación.
 
Consideramos de interés un ligero análisis de las causas, repercusiones y soluciones de un país ejemplar, Canadá:

Está considerado como el de mejor reputación del mundo, según el sondeo del Instituto de Reputación, basado en una encuesta llevada a cabo en 2015 entre los países que constituyen el G8; a pesar de lo cual, como tantos otros, también soporta la influencia negativa de un nuevo agente externo de carácter mundial. Su crecimiento continuado, su consolidado bienestar social y sus relaciones internacionales se han visto debilitados por la caída en los mercados de los precios del petróleo por debajo de los 50 dólares por barril, del que es quinto productor del planeta, y de cuyo sector depende el 10% de su economía.

El petróleo pesado de Canadá y la menor calidad de las tuberías han influido en empresas como Canadian Oil Sands, mayoritario en el proyecto Syncrude, máximo productor de petróleo sintético a partir de las arenas bituminosas petrolíferas nacionales, que ha entrado en pérdidas debido a los menores precios del petróleo y el mantenimiento de los impuestos corporativos en Alberta, cuestión que ha preocupado a algunos de los mayores bancos nacionales, y retrasado o cancelado más de 30 proyectos en el transcurso de este año.

Durante el primer semestre de 2015 su economía ha retrocedido el 0,6% y Toronto, principal mercado petrolífero y minero, ha perdido más del 3% en el mes de agosto, depreciándose también el dólar canadiense un 1% con relación a la divisa de EEUU. Aunque Glen Hodgson, economista del Conference Board of Canadá pronostica una caída del 37% de los ingresos en 2015, equivalente a 33.000 millones de dólares, estima que el país posee la energía petrolífera y de gas que el mundo necesita, y el desafío está en saber y conseguir llegar a él.

Sin embargo, aún es pronto y no debe afirmarse que la economía canadiense se dirija hacia una recesión creciente y de larga duración, ya que entre otros indicadores, "la resiliencia registrada en su mercado laboral" durante el primer semestre, junto a las nuevas medidas económicas emprendidas de urgencia a medio y largo plazo, pueden compensarla. 
 
El concepto de recesión no debe centrarse solo en el hecho de que se registren dos trimestres seguidos con crecimiento negativo, ocasionados por un fenómeno único, concreto y mundial, sino armonizarlo con el poder de reacción de un país que es ejemplar, capaz de estimular el crecimiento de otros sectores básicos y aprovechando la debilidad de su moneda frente a la de su poderoso vecino del sur. 
 
Podría decirse que lo más probable es que se dirija hacia la estabilización de su crecimiento, ya que cuenta con una renta per cápita de 39.600 dólares, un déficit público del 0,3% y una tasa de paro del 6,8%. Los resultados reales se conocerán con más precisión en la segunda quincena de septiembre, sin duda con la influencia de las próximas elecciones federales a celebrar el 19 de octubre.

Ya se han empezado a tomar las primeras medidas compensatorias a la caída de las exportaciones energéticas, entre las que destacan:

- La revalorización de zonas (como la costa del lago Ontario a desarrollar en un decenio, ya empezado). 
 
- La nueva ley de selección competencial de la inmigración.

- La región de la ciudad de Québec promueve la entrada de trabajadores para vivir y laborar en el tejido empresarial, mediante una selección virtual individual, con 31 perfiles diferentes en los sectores de tecnología de la información y maquinaria industrial.

- Nuevos intercambios comerciales con Méjico y EEUU sin retención aduanera, cuyas exportaciones del último semestre han crecido un 15,6% en productos vegetales, maquinaria, aparatos mecánicos y vehículos de transportación.

- Nuevos acuerdos de libre comercio con Europa, como el recién firmado con Ucrania. 
 
- El recorte de las tasas de interés, ya al 0,50% del Banco Central de Canadá.

Consecuencia de lo expuesto son el estímulo generalizado de las Pymes y la inversión de General Motors en las plantas de montaje de Oshawa y de GM CAMI en Toronto.

Sin abandonar la posibilidad de recesión, que de aparecer, sería el capítulo negativo de su excelente curriculum, puede asegurarse que no traería las consecuencias tan profundas soportadas por Venezuela, Rusia, Irak o Nigeria. Por otro lado, los inminentes procesos electorales en Canadá y en EEUU, podrían contaminar las negociaciones comerciales citadas.

(*) Economista y empresario

Las primarias de los multimillonarios / Serge Halimi *

En 2012, Barack Obama y Willard Mitt Romney destinaron, cada uno, alrededor de 1.000 millones de dólares para la financiación de su propia campaña presidencial. El multimillonario neoyorquino Donald Trump, en lugar de entregar su óbolo a un candidato, ha decidido entrar él mismo en el juego: “Gano 400 millones de dólares al año, así que ¿cuál es la diferencia?”. Ya en 1992, otro multimillonario, Ross Perot, prometía “comprar la Casa Blanca para entregársela a los estadounidenses que ya no se pueden pagar una”.

Probablemente, Trump también va a fracasar, pero no sin haber explicado, a su manera, el funcionamiento del sistema político estadounidense: “Soy un businessman. Cuando [los candidatos] me llaman, yo hago donaciones. Si dos o tres años más tarde necesito algo, los llamo y ellos están ahí para mí”. Hillary Clinton, ex senadora de Nueva York y candidata para las primarias demócratas, también estuvo “ahí”: “Le dije que viniera a mi boda y lo hizo. ¿Saben por qué? Yo había donado dinero a su fundación”. Para conseguir un presidente incorruptible, sugiere Trump, hay que elegirlo de la lista de los grandes corruptos.

En 2010, una sentencia del Tribunal Supremo eliminó la mayoría de las restricciones a las donaciones políticas (1). Desde entonces, las grandes fortunas exhiben sin pudor sus favores. Para explicar la cantidad, sin precedentes, de candidatos republicanos a la Casa Blanca (diecisiete), The New York Times señala que casi todos pueden contar “con el apoyo de un multimillonario, lo que significa que su campaña ya no está relacionada realmente con su capacidad para recaudar fondos dirigiéndose a los electores”. John Ellis (“Jeb”) Bush ya ha redefinido la naturaleza de los “pequeños donativos”. Para la mayoría de los candidatos, es menos de 200 dólares; para él, menos de 25.000 dólares…

Así, tres multimillonarios –Charles y David Koch, y Sheldon Adelson– se han convertido en los padrinos del Partido Republicano. Los hermanos Koch, que aborrecen a los sindicatos, quieren destinar 889 millones de dólares a las elecciones del próximo año, más o menos la misma cantidad que cada uno de los dos grandes partidos. El gobernador de Wisconsin, Scott Walker, parece ser su favorito, pero tres de sus competidores republicanos han cedido ante su convocatoria con la esperanza de obtener, ellos también, algún óbolo (2).

Walker también intenta seducir a Sheldon Adelson, octava fortuna del país y adorador del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu (3). Aunque tampoco es el único que mima al octogenario multimillonario. Hace dos años, Adelson consideraba que Estados Unidos debería lanzar misiles nucleares sobre Irán antes que negociar con sus dirigentes. Puede que los diecisiete candidatos republicanos tuvieran en mente esta apreciación cuando debatieron entre ellos el pasado 6 de agosto. En todo caso, todos se opusieron al acuerdo firmado recientemente entre Washington y Teherán.


(*) Director de 'Le Monde diplomatique'


(1) Véase Robert W. McChesney y John Nichols, “En Estados Unidos, los medios de comunicación, el poder y el dinero culminan su fusión”, Le Monde diplomatique en español, septiembre de 2011.
(2) Marco Rubio, Ted Cruz y Rand Paul, respectivamente senadores de Florida, Texas y Kentucky.
(3) Véase “Netanyahou, président de la droite américaine?”, La Valise diplomatique, París, 4 de marzo de 2015.

¿Qué podemos aprender del chantaje al gobierno de 'Syriza'? / Oskar Lafontaine *


Muchas personas en Europa recibieron la elección de Alexis Tsipras como primer ministro de Grecia como una noticia esperanzadora. Cuando el presidente de Syriza, después de semanas de agotadoras negociaciones firmó el dictado de recortes, la decepción fue asimismo muy grande. Sería injusto y arrogante señalar a Alexis Tsipras y a Syriza con el dedo acusador de la moral. Mucho mejor sería reflexionar dentro de la izquierda europea bajo qué condiciones es posible en Europa hoy hacer una política democrática y social, es decir, de izquierdas.

Hemos aprendido una cosa: Mientras el supuestamente independiente y apolítico Banco Central Europeo pueda cerrar el grifo del dinero a un gobierno de izquierdas, una política que se oriente hacia principios democráticos y sociales será imposible. El exbanquero de inversión Mario Draghi no es ni independiente ni apolítico. Él trabajaba para Goldman Sachs, en el momento en que ese banco de Wall Street ayudó a Grecia a falsear los balances de su contabilidad. Así fue como se hizo posible la entrada de Grecia en el euro.

En los meses pasados muchos artículos de opinión se han ocupado de la pregunta de si el dracma debería ser introducido de nuevo. No sirve para nada y es una base errónea reducir el debate a esta pregunta. No solo en Grecia, sino en todo el sur de Europa el paro juvenil es insoportable y cada uno de los países que forman parte de la zona euro están siendo desindustrializados. Una Europa en la que la juventud no tiene futuro está en peligro de descomposición y de convertirse en el botín de fuerzas nacionalistas de extrema derecha renovadas.

La vuelta al sistema monetario europeo

La pregunta, por todo ello, no puede ser para nosotros: “¿dracma o euro?”, sino que la izquierda debe decidir, si a pesar del desarrollo social catastrófico se sitúa a favor de una permanencia en el euro, o por el contrario se pronuncia en favor de una reconversión escalonada hacia un sistema monetario europeo más flexible. Yo estoy a favor de una vuelta a un sistema europeo de monedas que tenga en cuenta las experiencias aprendidas con este sistema monetario y que con su construcción beneficie a todos los países que formen parte del mismo.

El sistema monetario europeo funcionó durante muchos años no sin dificultades, pero mejor que la moneda única. A pesar de las tensiones inevitables posibilitó una y otra vez compromisos, que ayudaron a compensar los diferentes desarrollos económicos. Y ello porque los bancos centrales de los países miembros estaban obligados –por desgracia solamente por un corto periodo de tiempo– a estabilizar los cursos de cambio de los socios del sistema monetario europeo. Dentro del euro solamente los trabajadores y pensionistas españoles, griegos o irlandeses cargan el peso de la devaluación interna mediante la bajada de salarios, los recortes de pensiones y las subidas de impuestos.

El sistema monetario europeo requería, y de eso se trata, al contrario que el euro, del progresivo trabajo conjunto de los pueblos de Europa. A través de revaluaciones y devaluaciones regulares se evitó una desnivelación de las economías europeas demasiado fuerte. Bien es verdad que la dominancia del Banco Federal Alemán fue un gran problema, pero uno mucho mas pequeño que la tutela actual de los europeos por la economía alemana y el gobierno de Merkel, Schäuble y Gabriel. Es cuestión de tiempo hasta que, por ejemplo, Italia reconozca un gobierno que no pueda soportar mas la lenta pero firme desindustrialización de su país.

Es necesario descentralizar

En este sentido exite, en especial entre la izquierda alemana, un fallo de pensamiento estructural que se ha vuelto claro y que está virando el debate sobre el futuro de Europa en la dirección equivocada. Cada una de las exigencias sobre una reversión de las competencias de Europa a la esfera nacional son difamadas como nacionalistas u hostiles a Europa. Los conglomerados mediáticos que están defendiendo los intereses de las grandes empresas alemanas y los bancos tocan la música de acompañamiento correspondiente. Y buena parte de la izquierda cae en la trampa.

Que el traspaso de competencias a la esfera internacional abre el camino al neoliberalismo es algo que mostró una de los estilistas de esta ideología, Friedrich August von Hayek, en un artículo de principios de 1976. De ahí que la Europa del mercado libre y del tráfico incontrolado de capitales no será nunca un proyecto de izquierdas.

Desde el momento en que se pone de manifiesto en qué medida la Comisión Europea y el Parlamento Europeo se volvieron muletas ejecutoras del lobby financiero, transferir mas competencias a nivel europeo es equivalente al desmontaje de la democracia y del estado social de derecho. A esta conclusión deberíamos haber llegado antes, y lo digo haciendo autocrítica, pues yo mismo como europeo convencido, defendí durante mucho tiempo la política de transmisión de tareas a nivel europeo.

Y es lamentable que el influyente filósofo alemán Jürgen Habermas y muchos políticos y economistas, que toman parte en esta discusión, sigan aferrándose a ese camino a pesar de que cada año resulta mas evidente que lleva al error y que enfrenta a los pueblos europeos entre sí. El deseo de Thomas Mann de una Alemania europea se ha convertido en lo contrario. Tenemos una Europa alemana.

Democracia y descentralización se requieren mutuamente. Cuanto mayor sea la unión será más opaca, más lejana y menos controlable también. El principio de subsidiariedad es y permanece como la piedra angular de cualquier orden de sociedad democrática. Lo que en el nivel más bajo, a nivel de municpio, es posible regular debe ser regulado ahí, y en el nivel regional o de países, en el nivel de los estados nacionales, a nivel de la UE o de las Naciones Unidas debe funcionar el mismo principio. En el nivel más alto debe transmitirse solamente lo que pueda verdaderamente ser regulado mejor allí.

Ejemplos de transferencias erróneas hay a montones. No necesitamos casinos que funcionen a nivel global, sino cajas de ahorros, que aun puedan ser controladas. Para necesidades financieras mayores bastan largos años de bancos nacionales que sean regulados estrictamente en sus comienzos. No necesitamos gigantes de la energía que actúen en toda Europa con grandes centrales y redes eléctricas, sino centrales municipales que funcionen con energías renovables y con capacidades locales de almacenamiento.

Los bancos nacionales de moneda se vieron bajo una presión tal que se abrieron las puertas a los flujos de capital desregulados y a la especulación mundial. Los bancos de monedas deberían hacer de nuevo, aquello para lo que fueron fundados un día: financiar a los estados.

La transición a un sistema monetario europeo renovado debe llevarse a cabo paso a paso. Para reintroducir el dracma por ejemplo –ello sería un primer paso en dicha dirección– el BCE debería apoyar el curso de dicha moneda. Tal vez el gobierno griego debería haber requerido a Schäuble que concretase su salida definida de Grecia de la Eurozona. Él prometió una reestructuración de las deudas y un apoyo humano, técnico y que favoreciese el crecimiento.

Desarrollar un plan B

Si esta oferta se toma en serio y el apoyo monetario del BCE estuviese garantizado, entonces cualquier escenario terrorífico, de los que los defensores del euro diseñaron en contra de la reintroducción del dracma, sería privado de su base. Grecia tendría entonces, como Dinamarca con la corona, la oportunidad de participar en el mecanismo de cambio de curso monetario. Es sorprendente en qué medida economistas de renombre internacional y expertos en moneda del espectro conservador y liberal defienden la salida de Grecia del sistema del euro.

El valiente ministro de finanzas griego Yanis Varufakis, que lo tenía difícil con sus colegas ministros de finanzas europeos por eso mismo, porque él de hecho comprende algo de economía política, había diseñado un escenario para la introducción del dracma. Él quería tener un plan B para el caso de que Draghi cerrase el grifo del dinero, es decir, hiciese uso de la “opción nuclear” como se le llama en los círculos financieros. Y efectivamente el exbanquero de inversión ha hecho uso de dicha arma. Junto a Schäuble, él es el verdadero chico malo de la Eurozona. Justo después de que el gobierno de Syriza tomase posesión en Atenas, el Banco Central Europeo utilizó los mecanismos de tortura para hacer arrodillarse a Tsipras.

La izquierda europea debe ahora desarrollar un plan B para el caso de que un partido en uno de los miembros europeos se vea en una situación parecida. El código europeo debe ser reconstruido de tal forma que se le quite el poder al Banco Central (que no está legitimado democráticamente) de anular la democracia a golpe de botón. La introducción escalonada de un nuevo sistema monetario europeo allanaría para ello el camino. También la izquierda alemana debe desenmascarar el mantra de Merkel según el cual “si muere el euro, entonces muere Europa”. El euro se ha convertido en un instrumento de dominación económica de la economía alemana y del gobierno alemán en Europa. Una izquierda que quiera una Europa democrática y social, debe cambiar su política europea y escoger nuevos caminos.

(*) Ex líder del SPD