lunes, 2 de julio de 2012

Sobre indignidades nacionales e integración europea / Rafael Poch *

El Capital está desintegrando la Europa social. La noticia de la cumbre de ayer en Bruselas no es el efímero consuelo italo-español, sino el arrollador triunfo del Pacto Fiscal, la mordaza legal que atenaza la vía neocón en la eurocrisis. Mientras la recesión y el desempleo se extienden casi por todas partes, mientras las deudas aumentan junto con los recortes sociales, seguimos sin cambio del vector neoliberal. Si uno compara el peso del Pacto Fiscal, que dicta concretamente la línea a seguir en Europa (Autoridad, Desigualdad Austeridad), con la vaga calderilla destinada al crecimiento, el resultado es inequívoco. No ha habido derrota de Berlín, donde se ratificó, sin problemas ni mayor debate, el Pacto Fiscal.
La crisis del euro resquebraja inevitablemente la Unión Europea. Las cosas están sucediendo muy rápido. En apenas dos años Alemania ha perdido gran parte del prestigio que supo ganarse desde la posguerra. Vuelve a ser vista con desagrado y antipatía por media Europa.
Se lo ha ganado a pulso pues ha sido ella, su gobierno, quien ejerce el liderazgo del programa de la Gran Desigualdad en Europa y quien preside el atropello de Grecia.
Que tantos europeos se hayan dejado engañar por la leyenda de que Grecia era la culpable, el cuento que nos arrojaron para sacar del banquillo de los acusados al poder financiero-político que ocasionó esta crisis, es inaudito. Una crisis, hay que repetirlo, que es internacional, en la que Wall Street, Londres, Berlín y París son centro king size y las chorizadas de Bankia, Marbella, Camps y Millet, cutre periferia.
Ha sido indigno participar en el pateo de Grecia. Desde un punto de vista de país, el “nosotros no somos Grecia” lanzado desde Madrid, no es más que la miserable actitud del esclavo que ignora el sufrimiento de su hermano para ganarse el favor del patrón. Ahora, cuando los pateados somos nosotros, habrá que sumar esa indignidad a lo mucho que llevamos tragando ya, como país y sociedad.  En esta España de nuevos ricos, hijoputecada e intelectualmente asfaltada, aún está por ver si el espíritu del Quijote no ha fallecido irremediablemente, como constatan nuestros parientes latinoamericanos. Ojala que  el largo periodo de vacas flacas que se nos viene encima sirva para devolvernos algo de nuestras antiguas virtudes ibéricas, incluido el orgullo y la solidaridad de los anticuados.
Y en el peldaño inferior de la indignidad aparece, como no, nuestra autonomía que pretende ser la “Alemania de España”. Lo es sólo en su contribución negativa: por mezquindad, no por los méritos habitualmente asociados con Alemania.
El gobierno de Cataluña no sólo afirma que no es Grecia, sino que pretende no ser España. Su alegato alternativo viene rotundamente desmentido por el mapa de la corrupción, de la burbuja inmobiliaria, del oportunismo chaquetero y del patrioterismo carrerista del 3%: formamos parte, más que nunca, de aquella unidad de destino en lo universal, que decía Franco. Y de qué manera.
La Catalunya institucional y su entorno neocón-pa-amb-tomàquet busca con orgullo una alianza con los gángsteres de Las Vegas. De paso la vende como eje geopolítico con el Estado gamberro de Oriente Medio, sin escándalo ni conmoción. Construir casinos, hoteles y vender para ello el último solar junto a su sobredimensionado aeropuerto barcelonés, es su reacción instintiva a la quiebra universal del casino inmobiliario. Ese es el último pulso que mantiene la superior Barcelona con el perverso Madrid. Ladrillo y puticlubs son la respuesta del proto Estat catalá, regado con independentismo vergonzante, y quien sabe si algún día hasta con desafío a la monarquía, ahora que, debilitada y de capa caída, es fácil objetivo. Este gobierno acabará levantando una casa de citas en el mismo Fossar de les Moreres, que es solar edificable, y lo hará pasar por patriotismo catalán. Y si no al tiempo.
En esta Europa de naciones indignas no se salva nadie. Y sin embargo, Europa, la Unión Europea, vale la pena. Aunque haya que reconstruirla de abajo arriba.
Como se ha dicho tantas veces, es la mejor alternativa a lo que había antes: naciones que guerreaban unas con otras sin cesar y que protagonizaron las mayores carnicerías de la historia de la humanidad, no sólo en el viejo continente sino también allí donde llegaron con su civilizador colonialismo. La guerra no es algo del pasado. Ahora mismo hay una veintena de ellas en marcha, con diversa intensidad, casi todas vinculadas a recursos naturales.
La perspectiva de esta eurocrisis es su ensamblaje con la crisis global y con la vana ilusión deresolverla mediante una posible nueva gran guerra en Oriente Medio que acabe con los últimos regimenes independientes de Occidente en la región. Que sean dictaduras o no, es lo de menos. Lo que cuenta es la disciplina de su alineamiento, como es archiconocido: amarrar el control energético y subyugar de paso a grandes países autónomos -ellos mismos temerosos de ser algún día víctimas de los cambios de régimen- que, o bien se abastecen de combustible en los pozos de esos regímenes, como China, o bien tienen intereses en ellos, el caso de Rusia. Un 1929 con traca bélica en Irán y repercusiones en Asia, una gran guerra, no es ninguna alucinación de visionario.
Cuando el Zar se vuelve loco, se va de guerra al Cáucaso”, dice un viejo proverbio persa. Ahora que el Capital está enloqueciendo quién sabe si acabará yendo a guerrear precisamente a Persia.
Si no se quiere acabar marcando el paso o aclamando a nuevos belicosos caudillos (las señales de la agresividad y el desprecio a los débiles y vulnerables, ya están instaladas entre nosotros), las sociedades europeas tendrán que levantarse. La juventud europea sin futuro tendrá que abandonar su rebeldía “on line” , pasar a otro estadio de organización y compromiso, crear nuevas economías locales basadas en la utilidad y el apoyo mutuo, y pelar por Europa.
Para ello no hace falta ni siquiera cambiar las consignas que ofrece Bruselas: Más Europa, sí, pero para afirmar otra Europa. Más  integración, sí, pero de la protesta civil europea.
No puede ser que los griegos hagan huelga el lunes, los italianos el miércoles, los portugueses el martes, mientras los alemanes y los belgas se manifiestan en domingo. Esa es la única integración europea válida y realista. Uno de estos días hay que armarla en toda Europa para acabar con tanta indignidad.
(*) Periodista corresponsal del diario español La Vanguardia en Berlín. Antes fue el corresponsal en Moscú y en Pekín. Previamente trabajó para el diario alemán Tageszeitung, la agencia de noticias alemana DPA y como periodista independiente en Europa central.

Sadismo económico / Ignacio Ramonet *

¿Sadismo? Sí, sadismo. ¿Cómo llamar de otro modo esa complacencia en causar dolor y humillación a personas? En estos años de crisis, hemos visto cómo –en Grecia, en Irlanda, en Portugal, en España y en otros países de la Unión Europea (UE)– la inclemente aplicación del ceremonial de castigo exigido por Alemania (congelación de las pensiones; retraso de la edad de jubilación; reducción del gasto público; recortes en los servicios del Estado de bienestar; merma de los fondos para la prevención de la pobreza y de la exclusión social; reforma laboral, etc.) ha provocado un vertiginoso aumento del desempleo y de los desahucios. La mendicidad se ha disparado. Así como el número de suicidios. 

A pesar de que el sufrimiento social alcanza niveles insoportables, Angela Merkel y sus seguidores (entre ellos Mariano Rajoy) continúan afirmando que sufrir es bueno y que ello no debe verse como un momento de suplicio sino de auténtico júbilo. Según ellos, cada nuevo día de castigo nos purifica y regenera y nos va acercando a la hora final del tormento. Semejante filosofía del dolor no se inspira en el Marqués de Sade sino en las teorías de Joseph Schumpeter, uno de los padres del neoliberalismo, quien pensaba que todo sufrimiento social cumple de algún modo un objetivo económico necesario y que sería una equivocación mitigar ese sufrimiento aunque sólo fuese ligeramente.

En eso estamos. Con una Angela Merkel en el rol de “Wanda, la dominadora”, alentada por un coro de ­fanáticas instituciones financieras (Bundesbank, Banco Central Europeo, ­Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, etc.) y por los eurócratas adictos de siempre (Durao Barroso, Van Rompuy, Ollie Rehn, Joaquín Almunia, etc.). Todos apuestan por un masoquismo popular que llevaría a los ciudadanos no sólo a la pasividad sino a reclamar más expiación y mayor martirio “ad maiorem gloria Europa”. Hasta sueñan con eso que los medios policiales denominan “sumisión química”, unos fármacos capaces de eliminar total o parcialmente la conciencia de las víctimas, convertidas sin quererlo en juguetes del agresor. Pero deberían ir con cuidado, porque la “masa” ruge.

En España, donde el Gobierno de Mariano Rajoy está aplicando políticas salvajes de austeridad al límite precisamente del “sadismo” (1), las expresiones de descontento social se multiplican. Y eso en un contexto de enorme desconcierto, en el que, de repente, los ciudadanos constatan que a las crisis económica y financiera se suma una grave crisis de gobernación. Simultáneamente, varios pilares fundamentales del edificio del Estado se resquebrajan: la Corona (con el tétrico asunto de la caza del elefante en Bostwana), el Poder judicial (con el cochambroso caso Dívar), la Iglesia (que no paga el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, IBI), el sistema bancario (del que nos afirmaban que era el “más sólido” de Europa y constatamos que se desmorona), el Banco de España (incapaz de alertar sobre Bankia y otras quiebras espectaculares), las Comunidades Autónomas (sumidas algunas de ellas en abismales escándalos de corrupción), los grandes medios de comunicación (excesivamente dependientes de la publicidad y que ocultaron las calamidades por venir)... 

Sin hablar del propio Gobierno cuyo Presidente, en un momento en el que España (con Grecia) se ha convertido en el eje de los problemas del mundo, parece avanzar sin brújula. Y quien, frente a preguntas fundamentales, o da la callada por respuesta o contesta con expresiones surrealistas (“Vamos a hacer las cosas como Dios manda”), o sencillamente sostiene contraverdades (2). Mariano Rajoy y su equipo económico tienen una gran responsabilidad en el desastre actual. Han dirigido la crisis bancaria con evidente torpeza; han dejado descomponerse el caso de Bankia; han transformado una clara situación de quiebra en un pulso con Bruselas, el Banco Central Europeo y el FMI; han practicado el negacionismo más necio, pretendiendo hacer pasar un rescate de consecuencias gravísimas para la economía española como un crédito barato y sin condiciones (“Es un apoyo financiero que no tiene nada que ver con un rescate”, declaró Luis de Guindos; “Lo que hay es una línea de crédito que no afecta al déficit público”, afirmó Rajoy).

Todo esto da la penosa impresión de un país que naufraga. Y cuyos ciudadanos descubren de pronto que tras as apariencias del “éxito económico español”, pregonado durante lustros por los gobernantes del PSOE y del PP, se escondía un modelo (el de la “burbuja inmobiliaria”) carcomido por la incompetencia y la codicia. 

En cierta medida, comprendemos ahora –muy a expensas nuestras– uno de los grandes enigmas de la historia de España: ¿cómo fue posible que, a pesar de las montañas de oro y plata traídas de América por el Imperio colonizador y explotador, el país se viese convertido, a partir del siglo XVII, en una suerte de “corte de los milagros “llena de mendigos, desamparados y pordioseros? ¿Qué se hizo de tamaña riqueza? La respuesta a estas preguntas la tenemos hoy ante los ojos: incompetencia y miopía de los gobernantes, codicia infinita de los banqueros.

Y el castigo actual no ha terminado. Después de que la agencia Moody’s, el pasado junio, rebajara la nota de la deuda española en tres escalones, desde A3 hasta Baa3 (uno por encima del “bono basura”), la prima de riesgo llegó hasta límites insostenibles. La solvencia española está en la pendiente que conduce a un rescate. Y tanto el rescate de la banca como el rescate de la deuda pública tendrán un ­coste social terrorífico. En su informe anual sobre España, el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, ya está reclamando que el Gobierno suba el IVA y que apruebe lo antes posible una nueva disminución del sueldo de los funcionarios para reducir el déficit. Además, en un documento de trabajo, los expertos del Fondo recomiendan a España que rebaje aún más el despido, reclaman el contrato único y que se evite la actualización automática de los sueldos (3).

La Comisión Europea recomienda igualmente la subida del IVA, y la adopción de nuevas medidas “austeritarias”: el retraso de la edad de jubilación, el control del gasto en las Comunidades, el endurecimiento de las prestaciones por desempleo, la eliminación de la desgravación por vivienda y la reducción del volumen de la Administración Pública. Todo antes de 2013. Ya que no se puede devaluar el euro, se trata de devaluar a todo un país, rebajando su nivel de vida de un 20 a un 25%...

Por su parte, la canciller alemana exige que España continúe con las profundas reformas económicas y fiscales. A pesar de la canina fidelidad que le manifiesta Rajoy, Merkel se opone con uñas y dientes a cualquier medida del Gobierno que suponga para España ceder en el camino de la austeridad y de las reformas estructurales. 

Berlín quiere aprovechar el “shock” creado por la crisis, y la posición dominante de Alemania para conseguir un viejo objetivo: la integración política de Europa a las condiciones germanas. “Nuestra tarea hoy –declaró Merkel en un discurso ante el Parlamento alemán– es compensar lo que no se hizo [cuando el euro fue creado] y acabar con el círculo vicioso de la deuda eterna y de no cumplir las normas. Sé que es arduo, que es doloroso. Es una tarea hercúlea, pero es inevitable”. Algunos comentaristas hablan ya del IV Reich...

Porque, si se produce el “salto federal” y se avanza hacia una unión política, eso significa que cada Estado miembro de la UE tendrá que renunciar a considerables partes de su soberanía ­nacional. Y que una instancia central podrá interferir directamente en los presupuestos y los impuestos de cada Estado para imponer el cumplimiento de los acuerdos. ¿Cuántos países están dispuestos a abandonar tanta soberanía nacional? Si ceder parte de la soberanía es inevitable en un proyecto de integración político como la Unión Europea, existe sin embargo una diferencia entre federalismo y neocolonialismo... (4).

En los Estados sometidos a rescates –España, entre otros– estas importantes pérdidas de soberanía ya son efectivas (5). Desmintiendo a Rajoy, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, afirmó que la troika (BCE, Comisión Europea y FMI) controlará la reestructuración de la banca en España (6). Esa troika gobernará la política fiscal y macroeconómica para ­seguir imponiendo reformas y recortes y para asegurar la prioridad del cobro de la deuda que los bancos españoles tienen con la banca europea, y principalmente alemana (7). España dispone pues, desde junio pasado, de menos libertad, menos soberanía de su sistema financiero y menos soberanía fiscal.

Todo ello sin ninguna garantía de salir de la crisis. Al contrario. Como lo recuerdan los economistas Niall Ferguson y Nouriel Rubini: “La estrategia actual de recapitalizar los bancos a base de que los Estados pidan prestado a los mercados nacionales de bonos –o al Instrumento Europeo de Estabilidad Financiera (IEEF) o a su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)– ha resultado desastrosa en Irlanda y Grecia: ha provocado una explosión de deuda pública y ha hecho que el Estado sea todavía más insolvente, al tiempo que los bancos se convierten en un riesgo mayor en la medida en que más parte de la deuda pública está en sus manos” (8).

Pero entonces, si no funcionan ¿por qué se mantienen esas sádicas políticas de “austeridad hasta la muerte”? Porque el capitalismo se ha puesto de nuevo en marcha y se ha lanzado a la ofensiva con un objetivo claro: acabar con los programas sociales del Estado de bienestar implementados después del final de la Segunda Guerra Mundial y de los que Europa es el último santuario. 

Pero, como decíamos más arriba, debería ir con cuidado. Porque las “masas” están rugiendo... 

NOTAS:

1) Léase Conn Hallinan, “Spanish Austerity Savage to the Point of Sadism”, Foreign Policy in Focus, Washington DC, 15 de junio de 2012. http://www.fpif.org/ blog/the_pain_in_spain_falls_mainly_on_the_plain_folk
(2) Léase Ignacio Escolar, “Las siete grandes mentiras sobre el rescate español”, Escolar.net, 11 de junio de 2012. http://www.escolar.net/MT/archives/2012/06/las-siete-grandes-mentiras-sobre-el-rescate-espanol.html
(3) El País, Madrid, 15 de junio de 2012.
(4) Léase Niall Ferguson, Nouriel Roubini, El País, Madrid, 10 de junio de 2012. Léase también, Ignacio Ramonet, “Nuevos protectorados”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2012.
(5) Una prueba de la mentalidad de neocolonizados es el esperpéntico proyecto Eurovegas que se disputan las Comunidades de Madrid y de Cataluña, basado en la especulación urbanística y financiera, y asociado al “aumento del blanqueo de capitales, la prostitución, las ludopatías y las mafias”. Consúltese la plataforma Aturem Eurovegas:  http://aturemeurovegas.wordpress.com
(6) El País, Madrid, 14 de junio de 2012.
(7) Vicenç Navarro, Juan Torres, “El rescate traerá más recortes y no sirve para salir de la crisis”, Rebelión, 15 de junio de 2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151370
(8) Ver la nota 4.

No se puede ganar siempre sin dar nada a cambio / Eduardo Punset *

Ahora resulta que nada es verdad y todo es mentira. Durante más de un siglo se nos vendió la idea de que el comportamiento humano es racional e interesado. Miles de dirigentes fueron educados con la idea de que el móvil de nuestros actos era conseguir no solo el reconocimiento, sino el consiguiente interés propio. En las instituciones sociales, en el Congreso, en las grandes empresas… nos dotamos de los mejores personajes racionales e interesados.

Es más, los psicólogos experimentaron en el laboratorio hasta el punto de demostrar que las descargas de testosterona durante el embarazo conseguían que el dedo anular de los hombres fuera más largo que el índice, en promedio, que el de las mujeres, siendo ello un dato inédito e incontrovertible de la mayor ambición de los primeros con relación a las segundas. No solo eso, sino que se pudo demostrar que los agentes de la Bolsa con el anular superior al índice acababan ganando más dinero que nadie. Había pruebas concretas de que, cuanto más racional e interesado, mejor le iba a ir a uno.

Nuestra clase política está atiborrada de personajes que están negociando siempre a su favor; que están en un duelo constante del que tienen que salir triunfadores, incluso cuando defienden el interés general. Los negociadores de las empresas importantes no hacen otra cosa que sobreponer el interés particular al deseo íntimo de ser de utilidad a los demás. Se le ha enseñado a la gente que nos dirige que el ser humano es, por encima de todo, racional e interesado. Es paradójico, pero eso es lo que estamos viendo todos los días en el curso de la actual discusión o negociación en la Unión Europea.

¿Alguien ha podido identificar algún dirigente que defienda, por encima de todo, la necesidad de que él o su país pueda ayudar a los demás? Si no se tiene obligación alguna de mostrar que uno confía en los demás y nadie sabe si Rajoy o Merkel son de fiar, ¿en nombre de qué se podría premiar la confianza mostrada por un extranjero con una dosis recíproca e idéntica de confianza que puede costarte dinero? Si nadie lo va a saber, no hay problema en comportarse como un gusano venenoso, explotando al otro hasta que no pueda resistir más. Según la teoría económica que ha regido durante la mayor parte del siglo XX, esa ha sido la manera real de comportarse de las autoridades competentes tanto nacionales como de los organismos internacionales.

Los dirigentes del mundo que hemos conocido se enamoraron de la teoría que llamaban «del interés propio racional», en virtud de la cual cada individuo tomaba decisiones en función de su propio interés o solo de su país. En el mundo del videojuego lo denominaban el «juego de la confianza», sin darse cuenta de que no iba en absoluto con la gente real.

Mira por donde, nuestros dirigentes no se han enterado de que todo está cambiando. Los científicos que se han puesto a comprobar la supuesta inexistencia de la confianza en los demás basada en la persecución del interés propio están descubriendo que las cosas no funcionan así. Ahora resulta que las dosis de comportamiento positivo aumentan el bienestar de los colectivos considerados; los científicos están demostrando, además –aunque pocos les hagan caso todavía–, que factores biológicos como la oxitocina, pero no solo ella, están desempeñando un papel importantísimo a la hora de responder a un gesto de confianza desprendiéndose de dinero.

Dentro de muy poco tiempo se considerarán alumnos extraviados los preparados para triunfar cueste lo que cueste; aquellos cuyo comportamiento está regulado por el puro racionalismo y la consecución del propio interés. Porque las nuevas competencias estarán demostrando claramente que no se puede ganar siempre sin dar nada a cambio.

(*) Pensador y divulgador

Los riesgos de la producción petrolera / Shakuntala Makhijani *

Con los precios del petróleo nuevamente al alza y la agitación política que tiene lugar en algunas de las principales regiones petroleras, muchos países recurren a nuevas fuentes de crudo, con frecuencia perjudiciales para el medio ambiente. Entre ellas, las arenas alquitranadas, las perforaciones en alta mar y el combustible pesado. 

En Estados Unidos, la presión política debida a las continuas dificultades económicas y a la carestía del petróleo ha llevado a una renovada puja por las perforaciones en aguas del Golfo de México y en el estado de Alaska. 

Esta expansión, que incluye más operaciones de este tipo en alta mar, sobreviene pese a investigaciones, demandas y reformas legales posteriores a la explosión, en abril de 2010, de la plataforma de exploración Deepwater Horizon, que British Petroleum arrendaba a la firma suiza Transocean. Hasta julio de ese año no se pudo detener el derrame de crudo en el Golfo de México. 

Se espera que las perforaciones en alta mar contribuyan con una cuota cada vez mayor a la elaboración mundial de petróleo, pese a sus demostrados riesgos para el medio ambiente y los seres humanos. 

La controversia en torno al desarrollo de otra fuente petrolera dañina para la naturaleza -las arenas alquitranadas de Canadá- estalló el año pasado. Organizaciones ecologistas lideraron las protestas contra el propuesto oleoducto Keystone XL. De concretarse, transportará el petróleo desde el norte de Canadá hasta la costa estadounidense del Golfo de México. 

Las preocupaciones en torno a la posible contaminación de las vitales napas subterráneas en el acuífero de Ogallala y la alteración de la delicada región de Sandhills, en el estado de Nebraska, hicieron que el gobierno de Barack Obama rechazara la ruta del oleoducto originalmente propuesta por la firma TransCanada. Pero el Departamento de Estado revisa actualmente esa ruta. 

Sin embargo, la revisión no abordará preocupaciones ambientales clave sobre la explotación de las arenas bituminosas. Entre ellas, los impactos climáticos que conlleva, el hecho de que requiere grandes cantidades de agua, los riesgos de derrames de crudo a lo largo de la cañería, y la alteración del paisaje y corrientes de desechos tóxicos derivados de esas operaciones. 

Otra fuente de combustible en desarrollo que genera importantes preocupaciones climáticas y ecológicas es el petróleo pesado del cinturón del Orinoco, en Venezuela, que casi duplica las grandes reservas de crudo de ese país. 

Aunque Estados Unidos y Canadá asumen importantes riesgos ambientales para expandir la producción petrolífera, el aumento en la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) superó el de los estados que no integran esa entidad, principalmente gracias a la gran expansión de Arabia Saudita en 2011. 

Medio Oriente sigue siendo la mayor región exportadora de crudo, capturando una cuota cada vez mayor del mercado mundial. Pese a los grandes esfuerzos de Estados Unidos por impulsar las exportaciones petroleras, en 2011 el país todavía representó una porción relativamente menor de ese mercado. 

Estos esfuerzos de expansión tuvieron lugar pese a la desaceleración del consumo mundial de petróleo, encabezado por un menor consumo en el mundo industrializado, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, en parte a consecuencia del aumento de precios. 

Mientras, en China y en los países que conformaron otrora la hoy disuelta Unión Soviética el consumo se ha incrementado. La brecha de consumo entre los países ricos y pobres se está volviendo más estrecha. El año pasado, países que no integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) representaron casi la mitad del consumo mundial de crudo. 

También en 2011, el petróleo constituyó un tercio del consumo primario mundial de energía, todavía la mayor fracción de cualquier fuente energética. Sin embargo, esta cuota sigue en declive, dado que la producción de carbón y de gas natural sobrepasan el crecimiento de la producción petrolífera. 

En todo el mundo, la generación de energía a partir de fuentes renovables como el viento y el sol continúa aumentando más rápidamente que la derivada de los combustibles. 

No obstante, los esfuerzos por expandir la extracción de combustibles fósiles de recursos potencialmente dañinos para el ambiente en muchos países industrializados -incluido el desarrollo de las arenas alquitranadas y la producción de gas de esquisto- señalan una falta de voluntad política para acelerar la muy necesaria transición hacia una economía mundial basada en las energías renovables. 

Países industrializados como Estados Unidos y Canadá deberían estar liderando el camino hacia un futuro de energías renovables, bajo en carbono, en vez de invertir recursos en la explotación de petróleo en alta mar y de las arenas alquitranadas. 

Aunque la merma del consumo petrolero de la OCDE es prometedora, se necesita un viraje mucho más rápido hacia fuentes de energía renovable para evitar el catastrófico cambio climático y los efectos perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana de una economía que continúe basándose en los combustibles fósiles.
(*) Investigadora adjunta del equipo de Clima y Energía del Worldwatch Institute. Graduated from the University of Michigan’s School of Natural Resources and Environment with an M.S. in Sustainable Systems. She holds a B.S.F.S. in Science, Technology and International Affairs from Georgetown University.